PEARL JAM
Eddie Vedder: voz / Stone Gossard: guitarra / Mike McCready: guitarra / Jeff Ament: bajo / Matt Cameron: batería
Antes: Dave Krusen: batería / Dave Abbruzzese: batería / Jack Irons: batería
ÍNDICE |
TEMAS SOBRESALIENTES |
- Introducción 1991 - Ten 1993 - Vs. 1994 - Vitalogy 1996 - No Code 1998 - Yield 1998 - Live On Two Legs (live) 2000 - Binaural 2002 - Riot Act 2006 - Pearl Jam
CONCIERTOS: |
Black (Ten) Jeremy (Ten) Rearviewmirror (Vs.) Not For You (Vitalogy) Nothingman (Vitalogy) Better Man (Vitalogy) Hail Hail (No Code) In My Tree (No Code) Present Tense (No Code) |
próximamente
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"Why? Why can't it be mine?"
1) Once; 2) Even Flow; 3) Alive; 4) Why Go; 5) Black; 6) Jeremy; 7) Oceans; 8) Porch; 9) Garden; 10) Deep; 11) Release.
mejor canción: Black
¿Grunge? ¿Alguien dijo GRUNGE? Nah. No creo que un cocktail de puro arena-rock inspirado en la música heavy de los años 70's como lo es Ten pueda recibir semejante epíteto que es, como mínimo, engañoso. Ocurre que la palabra "grunge" es, en definitiva, un comodín bastante vago: ¿Salió en 1991? ¿Vendió no sé cuántos septillones de copias? ¿Los chicos lo pedían en la radio? ¡Listo! ¡Es "grunge"! A mí me da la sensación de que el término se utiliza más para nuclear un movimiento de bandas surgidas en el mismo lugar y momento (Seattle, principios de los 90's), que para designar a un estilo musical claramente delimitado y atravesado por patrones constantes. Sea como sea, si para el lector "grunge" define más o menos lo que se escucha, por ejemplo, en Nevermind de Nirvana, Ten no es grunge. Definitivamente. Cada tanto aparece algún giro nirvanesco en las guitarras (como el riff de Even Flow), pero a grandes rasgos poco tiene que ver con todo eso; esto es hard-rock antémico, bombástico, repleto de solos de guitarra a lo Jimmy Page, diseñado 100% para tocarse en grandes estadios y emocionar a las masas.
Pero a quién le importa. Mucho más importante es determinar si el mítico debut de Pearl Jam es realmente bueno. Y debería serlo: no por nada vendió como quince millones de copias, no por nada superó a Nirvana en popularidad y no por nada la mayoría de los fans lo siguen aclamando como la obra definitiva de la banda, aún cuando ya han publicado otros siete trabajitos. Debería serlo; pero no lo es. Claro que no lo es. Tengo entendido que no soy quien para andar desautorizando a los miles de fans que lo ADORAN, pero honestamente Ten no me parece más que un álbum aceptable que solo gracias a un par de temas sobresalientes se salva de la mediocridad. Debo admitir que las canciones en general no son malas y la mitad de ellas tienen algo que queda dando vueltas en mi cabeza durante un buen tiempo, pero están producidas de tal forma que terminan sonando formulaicas, muy poco interesantes, atestadas de clichés y por momentos hasta chapuceras. Es decir, son en su mayoría canciones rockeras del montón que no se corresponden con el mentado aspecto "revolucionario" que tiene el disco. ¿Hacer hard-rock clásico adaptado líricamente para la "generación X" es una revolución? No, no me jodan.
Las guitarras intentan rockear duro, pero no entregan un mísero riff decente en todo el disco y por lo general se presentan como una masa difusa de ruido apelmazado en el fondo; ¡Cómo detesto cuando las guitarras suenan así! ¿Y sabían que hay también mucha guitarra acústica? Yo casi ni me doy cuenta, de tan enterradas en el fango que están. No puedo entender cómo tanta gente puede preferir este tipo de sonido apagado a los riffeos crocantes, ajustados y turgentes de los discos posteriores. No sé, me da la impresión de que lo único que atinaron a hacer los muchachos fue machacar y machacar con acordes de rutina y cantar encima alguna melodía rascada del fondo del tarro. Así es como Ten, salvando excepciones, se me antoja poco más que un tortuoso guitarreo genérico de canciones que no se acaban más y créanme que si la voz de este tipo Eddie Vedder no fuera MALDITA, nunca más me molestaría en volver a escuchar el álbum.
Pero no todo es ruina y oscuridad tampoco. Vamos a ver: si los tipos todavía no saben cómo hacer que sus canciones suenen INTERESANTES, al menos se las ingenian para que sean INTENSAS, y ahí está el secreto para disfrutar Ten, o al menos para comprender la devoción que cosecha entre muchos fans y oyentes. Estas canciones son grandes, son importantes, se inflan como poderosas masas de sonido y la respuesta emocional que son capaces de provocar enmascaran lo rutinario de los arreglos. Además ¡Tienen letras inteligentes! ¿Quién hubiera pensado que esta masa de música antémica diseñada para incendiar estadios pudiera a la vez contar historias tan cerebrales y perturbadoras? ¡Yo no! ¡Créanme que no! ¿No es acaso un matrimonio novedoso? Cuando uno piensa en "himnos de estadio", ciertamente no los relaciona con tópicos tales como el suicidio de un compañero de clase (Jeremy), la relación incestuosa entre una madre y su hijo (Alive), las andanzas citadinas de un pobre linyera sin casa (Even Flow) o el depresivo final de una relación (Black). Salvando distancias, ¡Es como juntar a Bob Dylan con Aerosmith, o algo así! Notable.
Sea como sea, uno escucha temas como Even Flow o Alive y más allá de cuáles puedan ser sus verdaderos méritos musicales, realmente suenan como himnos de una generación, tanto como en su momento lo fueron My Generation, Woodstock o Blitzkrieg Bop. Sospecho con toda razón que al tipo de oyente que levita con Ten, en el fondo, le importan un pito los buenos arreglos, las buenas ideas y las buenas texturas: solo quieren teen-angst de MTV empaquetado con convicción y actitud para saciar la sed de su tiempo. Y si algo no le falta a Ten, eso es convicción y actitud, incluso cuando la deficiente producción hace que todo suene extrañamente mesurado.
Además está el formidable Eddie Vedder, que si bien todavía aulla más de lo que canta, ya demuestra que su voz está para grandes cosas: es la estrella del álbum, y el único "plus" para que estas cansadoras bestias de sonido monótono logren un impacto mayor al que deberían. En fin, estas canciones tienen SIGNIFICADO, dicen cosas importantes, y por eso es que al final y al cabo se puede entender porqué tanta gente las ha adoptado como himnos eternos de su corazón.
Mis comentarios parecen tibios, pero no quiero que me malinterpreten. Hay algunos momentos REALMENTE espectaculares aquí. Los hay. Si todas las canciones del disco fueran como Black, como Jeremy, incluso como Alive, no duden que la nota sería más alta. No deja de resultarme algo irónico que siendo un disco tan rockero, las mejores canciones de Ten sean baladas. ¿Black? ¡Dios! Una hermosura, la mejor canción de todas y el único momento que realmente me pone en sintonía con lo que Pearl Jam está tratando de hacer aquí. Mi crítica es que hacia el final se convierte en un crescendo un poco obvio (¡Toquemos seis guitarras distorsionadas al mismo tiempo! ¡Qué genios que somos!), pero el comienzo es sencillamente insuperable; esos gajos de melodía que exhala Eddie Vedder casi llorando son perfectos, las guitarras del fondo proveen un contrapunto mágico, y la letra constituye uno de los mejores poemas de amor perdido que conozco. Lo que más me sorprende de Black es lo terriblemente DEPRIMENTE que suena: no hay esperanza en los versos de Vedder, no hay luz al final del túnel, no hay vida que valga la pena seguir viviendo. El tipo que canta Black está totalmente destruído, ya no hay forma de recuperarse o volver atrás. Pocas veces canciones tan oscuras, pesimistas y desoladoras tienen el privilegio de convertirse en himnos masivos. Bien por ella.
¿Oceans? Es casi igual de buena y la única que evita caer en obviedades: la parte en la que Vedder entona esos lamentosos "uuuuuhhhhh" es de una belleza intensísima y anticipa unos cuantos momentos inolvidables en álbumes venideros. ¿Garden? Ésta no es tan memorable, pero no deja de agradar: esa guitarra "new-wave" del comienzo le otorga un sello diferenciador (Jeff Buckley debe haber tomado un par de apuntes de Garden para su Grace) y su solo de guitarra eléctrica es seguramente el más impresionante de todo el disco. ¿Release? Hum... demasiado extensa para su propio bien, monótona y sin ganchos de ningún tipo; el crescendo típico del que se vale para otorgar impacto emocional se me hace dolorosamente efectista. Funciona, admito que funciona, pero no deja de ser simplemente eso: un crescendo de fórmula bien ejecutado. Queda bien para cerrar el disco, pero nunca llega a ser una gran canción.
También hay un par de temas que están ahí a medio camino entre la balada y el rocker. Es decir, parecen baladas, pero rockean. Alive es una de ellas y es para mí el ejemplo perfecto de porqué este disco no termina de cerrar; su gancho de guitarra incial es estupendo, un golpe maestro, y lo más cercano a un "riff inolvidable" que nos queda en todo el álbum, pero el tema muy pronto se convierte en una cacofonía chapucera de guitarras mal grabadas y un Vedder que canta con una incómoda torpeza, especialmente en el estribillo. Ese "ohhh, I'm still alive" DEBERÍA ser majestuoso, sin embargo algo falla y termina sonando pedestre y desganado, mucho menos impactante de lo que podría haber sido. No es para nada una mala canción. Todo lo contrario, es una gran canción arruinada por una producción y una performance incompleta.
En ese sentido Jeremy logra salir mucho mejor parada, especialmente gracias a la MONSTRUOSA performance vocal de Eddie, y claro, debido a que la canción en sí misma ataca con dos ganchos impecables: el vibrante "Daddy didn't give attention..." y el estremecedor, bíblico, épico "Jeremy spoke in class today", este último rematado por uno de los pocos tonos interesantes de guitarra que hay en todo Ten. Pero lo que más impacta es la torturada pero poderosa historia que cuenta Eddie. Para resumirlo, Jeremy es un escolar marginado e incomprendido (el "raro del curso") que termina pegándose un tiro en medio de la clase, frente a todos sus compañeros. La imagen de Jeremy solo en su casa, dibujando montañas, sin amigos y sin la atención de los padres, es directamente escalofriante. Por otra parte, la perspectiva que adopta Vedder al encarnarse en uno de los compañeros que solían molestarlo ("seemed a harmless little fuck") es una movida GENIAL que le aporta a Jeremy una dimensión extra: el oyente puede simpatizar con el solitario y atormentado Jeremy, pero también puede compartir ese remordimiento indeleble del compañero arrepentido que lo recuerda, reconociéndose como culpable de su fatídico final y sin poder borrar de la memoria esa imagen del tipo volándose los sesos frente a todos. ¡MAAAN! Hay que estar muy MAL DE LA CABEZA para tematizar ASÍ un tema tan tribunero como este. Vedder, gracias a Dios, lo está. Qué tipo.
Los demás... pueden irse al demonio. Todos son bien rockeros y fallan miserablemente. Sí, Even Flow es un clásico, pero por favor traten de escuchar alguna versión en vivo para entender de qué se trata la verdadera cosa. Aquí suena más o menos decente, pero, soy honesto, no lo puedo diferenciar de cualquier rocker promedio que pasan por MTV. Once es mejor, especialmente gracias a su rara introducción y a la catarsis gloriosa que se desmorona con el rutilante "Once, upon a time, I could control myself". ¡Ah! Y esa parte más o menos funky que aparece un rato antes del final también le otorga un puntito extra. Son pequeños momentos de distinción que aparecen cada tanto, gracias al cielo. Bueno, pensándolo bien éste no se va al demonio, en realidad no se lo merece. Even Flow tampoco; buenas canciones, solo que un poco ordinarias. Porch tiene lo suyo... qué se yo; es rápida... tiene un FANTÁSTICO solo de guitarra de McCready (Alive TU ABUELA!!!)... digamos que cumple. Las que definitivamente pueden irse al demonio son Why Go y Deep. La primera solamente tiene ese bajo-mamut para defenderse y Deep oferta un riff de guitarras monumental. Pero no alcanza: zapadas indistinguibles de cientas y cientas zapadas similares, dos pérdidas de tiempo. Eso es lo que son.
Aún hoy me resulta un poco chocante escuchar a tantos fans encasillados en su propia nostalgia, lamentándose airadamente porque Pearl Jam "nunca volvió a hacer otro disco como Ten". Yo digo: ¡POR SUERTE! No es un mal álbum, pero si algo hizo la banda posteriormente fue MEJORAR, y MUCHO. Es una lástima que tantos "grungeros" que se enamoraron del grupo con Ten no hayan podido aceptar del todo el recorrido hacia MEJOR MÚSICA que les propondría la banda de aquí en adelante. Ten, aún con todas las buenas canciones que tiene, no deja de ser un disco mal grabado, chato y limitado que no tiene por qué ser entronado como la meca universal de todas las aspiraciones artísticas de una banda como Pearl Jam. Quizás, como en el caso de Nevermind, haya tenido que estar allí escuchando en el momento en el que salió a la calle, pero si ese es efectivamente el caso, significa que la fecha de vencimiento pasó hace rato y esta música no es realmente clásica ni atemporal. O no, lo más probable es que sea una simple cuestión de gustos. En todo caso, para quien pueda interesarle, marcaré lo único que en definitiva se puede marcar en este tipo de revisiones: mi opinión. Y mi opinión es: Ten tiene sus cosas, pero no nos equivoquemos, lo mejor de Pearl Jam está aún por venir.
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"I'd rather be with an animal"
1) Go; 2) Animal; 3) Daughter; 4) Glorified G; 5) Dissident; 6) W.M.A.; 7) Blood; 8) Rearviewmirror; 9) Rats; 10) Elderly Woman Behind The Counter In A Small Town; 11) Leash; 12) Indifference.
mejor canción: Rearviewmirror
¿Grunge? ¿Alguien dijo GRUNGE? Eh, esta vez puede que sí. Igual, ya no les haré perder el tiempo con tribulaciones inútiles de este tipo. Qué importa. Nada, no importa nada, porque lo cierto es que Vs. constituye un terrible bajón de calidad que no resiste demasiado análisis. Si Ten era ya bastante ordinario, a esto directamente no sé como llamarlo. Y eso que con las últimas escuchas a las que me sometí el álbum me fue atrapando. ¿Leyeron eso? ¡Me fue atrapando! ¡Y TIENE SEIS PUNTOS! Es que las primeras veces que lo oí me pareció directamente una basura inmunda sin valor alguno. Ahora mi corazón se ha ablandado un poco y terminé reconociendo un par de cosillas agradables ocultas por allí, pero no las suficientes como para darle a la obra más de seis puntos de calificación.
De dónde sacan algunos que Vs. es el mejor álbum de Pearl Jam, no tengo la más remota idea. Que la gente diga que Ten es insuperable... ¡Bue! Ok, vaya y pase... pero cuando saltan que Ten Y Vs. son insuperables, ahí sí que me pongo cabrón. Y que ningún exaltadito se apresure a pensar que lo desmerezco automáticamente porque es el disco más "grungero" de la banda y a mí no me gusta el grunge. Eso es mentira. Si cualquier banda "grunge" o "grungera" es capaz de hacer buenas cosas, seré el primero en reconocerlo, y por otra parte una de mis favoritas es Animal, que no es precisamente una sofisticada viñetita incidental de pop sinfónico. No: el problema es que todas estas canciones se me hacen compositivamente MUY POBRES. Sí, así de sencillo. Para mis oídos no tienen nada de especial; es lo mismo que ocurría con Ten con la sutil diferencia de que acá no hay un solo tema que pueda siquiera lustrarle las botas a la gloria hímnica de cosas como Black y Jeremy. Es verdad, por otra parte, que la producción del sonido mejoró bastante; las guitarras son más nítidas y los riffs tienen más presencia, pero de poco sirve tal progreso técnico cuando se nota a leguas que esta vez los tipos casi ni se calentaron en componer.
Para mí, Versus es un caso típico de "mucho huevo y poca música" como los que suelen darse con bastante frecuencia en estos días. En general soy el primero en admitir que no todo el valor de la música está en la sofisticación de los arreglos y que muchas veces lo importante se encuentra más allá de las notas. Versus, en efecto, es un álbum CARGADO de ira, actitud y declaraciones políticas incómodas. Puedo apreciar eso. Está claro que, líricamente, no se trata del álbum promedio para nenitos sin un dedo de frente. No obstante, hay en amplias porciones del disco una actitud muy común en algunas bandas actuales que suele romperme las bolas: cuando se creen que con tocar las guitarras al mango y vociferar a lo bestia ya les alcanza para rockear como dioses, impresionar a todo el mundo y ganarse un nicho en la historia de la música. Eso a mí no me va. Y no me va porque es el mínimo denominador común al que puede aspirar una banda; es lo que uno esperaría de cualquier grupito sin talento de colegio secundario. Convengamos en que Pearl Jam lejos está de ser la banda más talentosa de la historia, pero ¡Vamos! ¡Canciones como Black ya han demostrado que tienen lo suficiente como para esperar algo más que eso! Algo más que ponerse a armar sosas zapadas de manual, como las que harían cientos de banditas de octava, con la excusa de que ahora son más "crudos" y más "radicales" y más "frescos". Insisto con esto: no me molesta la furia rockera, no pretendo sofisticaciones innecesarias, no necesito melodías perfectas. Lo que sí me gusta, como mínimo, es sentir que la banda al menos TRATA de sonar diferente, de salirse un poco de los moldes estériles de las modas pasajeras. No sé: laburar algún riff fuera de lo común, algún tono de guitarra distinto, algún arreglo ligeramente novedoso, algún golpe de efecto inesperado... qué se yo, algo de lo que aferrarme para seguir escuchando.
Nada: Versus, según lo percibo, evade olímpicamente cualquier esfuerzo en este sentido y por eso apenas nos ofrece doce pálidas canciones sin matices que aburren hasta el bostezo, un pobrísimo reflejo de Ten que ni siquiera se gasta en repetir algunos de los matices más sobresalientes de aquel debut. Claro, mientras la onda sea la adecuada para los consumidores compulsivos de teen-angst supongo que no hay problema; el álbum más genérico, el más anónimo y el menos interesante de Pearl Jam será una obra maestra por representar la ira de una generación y el espíritu de una época y qué se yo qué otro chamuyo. Al diablo con esa mentira. Sé muy bien que muchos dirán que, por ejemplo, también Bob Dylan es nulo en cuanto al interés musical y que debería irse a pelar batatas. Es verdad; la diferencia es que Dylan me ofrece lo que tiene: no me engaña gritando y ladrando como si eso equivaliera a rockear. Y eso hace una diferencia crucial. Igual, ese es otro tema.
A pesar de las pálidas vertidas previamente, más de la mitad de las canciones de Vs. son bastante decentes. Eso justifica que la nota sea un seis y no, por ejemplo, un cuatro o algo así. El asunto es que nunca pasan de "decentes". El mejor tema de Vs. sigue estando por debajo de las mejores canciones de los demás discos de la banda. Y cuando digo "por debajo", no hablo de pulgadas: quiero decir "MUY por debajo". Pero no importa: ya habrá tiempo para palos. Por ahora conformémonos con temas como Rearviewmirror, que si bien no es el clásico inmortal que algunos quieren que sea, ostenta la gracia de tener el único proyecto de riff interesante en todo el álbum, además de un arrebatador "I couldn't breathe, holding me down / Hand on my face, pushed to the ground" que canta Vedder en el estribillo. También me quedaré con la potente Animal, sin dudas el mejor tema 100% grunge que jamás haya hecho la banda. Si bien comienza sospechosamente similar a Even Flow, dando la impresión de una copia barata, los tipos saben darle el toque inteligente al meter esa maravillosa parte funky de "I'd rather be with an animal". Una lección de cómo el mínimo golpecito de efecto es capaz de transformar un tema del montón en algo un poco mejor. Otra buena es Dissident, una convencional power-ballad más cercana al viejo rock clásico y, además, con un tufillo bastante familiar en el gancho de guitarra. Me hace acordar a otra banda pero no recuerdo cuál es... ¿Oasis quizás? Podría ser. Por último, W.M.A. es, como mínimo, interesante: sus extraños ritmos tribales, más la sexy sudoración funky que exudan el bajo y la guitarra en el trasfondo, la hacen sonar vagamente como un ante-proyecto para algunas de las cosas que aparecerían en No Code unos años después. Contra todo pronóstico, los tipos demuestran cómo se puede sonar creativo, interesante y poco obvio, sin perder garra.
El resto de las canciones, ahora sí, me dejan bastante indiferente, pero también hay distintas gradaciones. Una cosa son bodrios atonales como Blood y Leash, los máximos ejemplos de la incompetencia ruidosa de la que antes hablaba, y otra cosa es la inofensividad de cosas como Daughter y Eldery Woman Behind The Counter, etc. Blood es especialmente lamentable. Un riff tan TONTO como ese no sonaría bien ni siquiera en la una película de acción clase B; ni el funky wah-wah de McCready o Gossard logra salvar al tema de la abulia. La bochornosa coda es el paradigma perfecto de lo que me refiero con esa actitud de armar un jaleo amateur y pensar que con eso son rockeros. Bien, pueden saturar las guitarras a todo volumen y gritar como animales. Buenísimo, estoy impresionado. ¡Cuánto talento muchachos! ¡Qué momento inolvidable me han regalado! La peor canción de la historia de Pearl Jam. Go y Rats no están muy alejadas de ese espíritu, aunque la segunda zafa por tener un groove un poquitín más distintivo que el tradicional machetazo de bochinche. En cambio, Go sigue siendo una elección flojísima como apertura del álbum: bastante ingenuo de parte del grupo pensar que con ese torpe, molesto, chapucero canto de "Ohh, don't go on me" podrían siquiera rememorar la grandeza épica de un "Once, I could control myself". Y ese riffeo podría estar bien para algún tema de relleno de los Red Hot Chili Peppers, pero no para un grupo como Pearl Jam. Qué tema inútil, que se pudra. De Leash mejor ni hablo. Solo pensar que algunos fans poco iluminados están rezando para que la banda la toque en vivo ya me hace tiritar de pavor.
Las tres baladas acústicas son ciertamente agradables, pero no pueden evitar ser comparadas en forma desfavorable con las baladas de Ten. En realidad no habría que comparar, ya que son diferentes. Las baladas de Ten eran épicas y poderosas; las baladas de Vs son más folky, más de fogón. Daughter vendría a ser algo así como un clásico, pero todavía no termino de entender muy bien por qué. Hay lindas guitarras acústicas y una calma vocalización de Vedder acerca del abuso de menores (de un padre a su hija, supongo), pero la melodía no es muy interesante y por más que intente no se me queda plasmada en la cabeza. Algo similar me pasa con Eldery Woman Behind The Counter, aunque su melodía es ligeramente mejor y tiene como un olorcito a clásico metido. Indifference es la más climática de las tres (ecos misteriosos vibrando por ahí, bajos peligrosos, órganos subrepticios etc.) y por eso también la rescataría, pero nada: poco se diferencia de un tema como Release como para decir que es mucho mejor o mucho más interesante. Bah!
BAH! Todo este álbum se me hace un BAH! gigante. No puedo aferrar la supuesta grandeza que conduce a tantos fans de la banda a considerarlo su mejor obra. Creo que la veneración generalizada de Ten y Versus tiene que ver más con la nostalgia, la referencia a "aquellos tiempos", que con otra cosa; lo entiendo, en el fondo lo entiendo, pero no puedo compartirlo porque cuando se publicaron estos discos yo tenía unos once años y ni me enteré de toda la sensación que supieron causar. Por eso, para mí, Versus es solo un disco más que tiene dos o tres temas más o menos potentes, dos o tres temas más o menos agradables, pero como conjunto no es más que un ordinario, irritante y predecible álbum lleno de poses ridículas que no tiene nada del otro mundo para ofrecer al mundo, sin olvidar que temas como Go o Blood lisa y llanamente destruyen la reputación del rock and roll. Al diablo con ellos.
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"Once divided, nothing left to substract"
1) Last Exit; 2) Spin The Black Circle; 3) Not For You; 4) Tremor Christ; 5) Nothingman; 6) Whipping; 7) Pry, To; 8) Corduroy; 9) Bugs; 10) Satan's Bed; 11) Better Man; 12) Aye Davanita; 13) Immortality; 14) Hey Foxymphandlemama, That's Me.
mejor canción: Better man
Un anuncio importante: ¡AQUÍ es donde comienza lo REALMENTE bueno! Me retracto: lo realmente bueno ya había comenzado con Black y Jeremy (debo reconocerlo, por más que Ten no me mueva gran cosa), pero acá en Vitalogy es donde Pearl Jam, para mi gusto, logra un plus decisivo con el que prueban ser capaces de hacer un rock clásico, perdurable e interesante, más allá de divertir al gueto grunge con cosas como Blood. Alguno dirá que voy contra la corriente, ya que Vitalogy está ampliamente catalogado como un álbum oscuro, raro, experimental y hasta fallido (aún cuando sus ventas alcanzaron para convertirlo en multiplatino, igual que sus dos hermanos mayores) ¿Pero qué le voy a hacer? A mí me gusta mucho más, honestamente. Siento que, comparado con Ten y Versus, está en otro nivel, otra liga, otra capa de la torta. Así de sencillo. O no tanto... La estricta realidad es que la música, a grandes rasgos, no ha cambiado TANTO, por lo que me resulta algo complicado determinar porqué disfruto tanto de Vitalogy mientras me aburro con los dos anteriores. Pero vamos a intentarlo, para eso estamos ¿No?
Lo que inmediatamente me viene a la cabeza es que Vitalogy es mucho más AJUSTADO que sus antecesores. ¿De qué hablo? Hablo de que si en Ten y Versus las guitarras parecían estar todo el tiempo machacando ociosamente en el fondo sin llamar la atención ni salirse del libreto (el clásico riff de Alive es la excepción que confirma la regla), en Vitalogy la idea parece haber cambiado un poco. Ok, claro que siguen apareciendo guitarreos machacones, y por todas partes, pero esta vez suenan diferente. Repito, SUENAN DIFERENTE. Y eso hace que las canciones suenen MEJOR y que terminen siendo, en definitiva, mejores canciones. ¿No saben de qué hablo? Pues ya desde el mismo comienzo del disco se puede apreciar con mucha claridad: escuchen cómo arrancan esos tambores, TAM, TAM, TAM, como un latido nervioso que anticipa algo grande... y de pronto ESE RIFF, oohh ¡Tan compacto! ¡Tan hermoso! ¡Tan ROCKERO! ¡Qué diferencia con esos garabatos pedorros que abrían Vs.! Les juro que desde el mismo momento en que escuché los primeros acordes de Last Exit supe que Vitalogy sería una experiencia muy diferente a todo lo que había escuchado anteriormente del grupo. Y no me equivoqué.
Es un hecho: Vitalogy rockea mucho más duro y mejor que Vs. o Ten. Hay que admitir que los riffs en sí siguen sin ser ninguna maravilla, pero los tonos de guitarra que logran son demoledores: las notas saltan de los parlantes y te devoran la cabeza como fieras hambrientas: están VIVAS. Es un disco ruidoso, crudo y bien al palo como los dos previos, pero capta una onda diferente: ya no hay más grandes himnos de estadio ala Alive o ala Jeremy y en su lugar aparece un cocktail febril de punk y garage-rock condimentado con ese clasicismo atemporal que evidencia el amor de la banda por la música de las viejas décadas. Con Vitalogy, además, Pearl Jam logra transmitir por primera vez un áura de oscuridad pesimista, dura y sombría que en términos psicológicos, personalmente, me pega mucho más que las poses intencionalmente antémicas de Ten y los burdos trallazos "alternativos" de Versus. La banda grabó Vitalogy en un momento de graves tensiones: la muerte de Curt Cobain, el ocaso de la explosión grunge, la mala onda entre algunos miembros de la banda y el creciente desencanto de Eddie Vedder con la vida pública del "rock star" son apenas algunos filos nerviosos que explican el aura relativamente depresiva, hostil, que transpira este álbum por todos los poros.
Como resultado, lo que vemos aquí es a una banda ya mucho menos complaciente que no quiere quedar encasillada y replicar los mismos himnos de estadio ala Even Flow que pedía el público. Para muchos fans éste fue el comienzo de una onda "experimental" no del todo digerible. Para mí, en cambio, vale mucho ese esfuerzo, y Vitalogy es el disco que cuando lo escuché, automáticamente me convenció de que al fin y al cabo Pearl Jam no es una bandita de moda sino gente con una interesante dosis de talento. Esta música es algo más que un entretenimiento de estadio para adolescentes: la banda, esta vez, pega duro y abajo en un disco relativamente complejo, denso y de un calado emocional mucho más profundo de lo que cabría imaginarse en la típica banda noventera de MTV.
Pero lo que en última instancia queda es que, simplemente, las canciones son mejores a lo acostumbrado. No es un álbum rebosante de identidad; los tipos, seamos honestos, siguen sonando como una banda de rock promedio. No son únicos, no son inimitables, no son revolucionarios ni nada. No obstante, la convicción de las interpretaciones, la calidad ascendente de los arreglos y las muy buenas letras de Eddie Vedder alcanzan para lograr un respetable combo de rock clásico que por momentos alcanza picos emotivos escalofriantes, o bien brutales colecciones de patadas en el trasero. Admito que se puede poner ALGO claustrofóbico por momentos, principalmente porque los rockers siguen sonando todos más o menos parecidos hasta cierto punto y además es un disco de una densidad tal que no admite muchas escuchas seguidas. Pero no deja de ser un detalle menor: discos como Dark Side Of The Moon y Sgt. Pepper's tienen sus momentos algo aburridos, ¿Por qué no habría de tenerlos Vitalogy?
No deja de ser irónico que, siendo el álbum más heavy de la banda, las mejores canciones de Vitalogy sean baladas. La trinidad que forman Nothingman, Better Man y Immortality es fenomenal y revela por qué Pearl Jam merece mucho más crédito del que suele tener hoy en día entre los musicoadictos. Better Man en particular se me antoja uno de esos clásicos absolutos que no tienen tiempo ni lugar asignado. Desde ese melódico "Waitin', watching the clock, it's four o'clock, it's got to stop" que canta Eddie Vedder bien al comienzo del tema, cualquiera ya sabe que está ante una canción brillante, de esas capaces de ponerte la piel de gallina allí donde la escuches. Better Man es hímnica, pero nunca cae en la solemnidad banal: la triste letra que Vedder canta acerca de su madre, solo con esos acordes reflexivos y el trasfondo elegíaco del órgano, logra establecer un ánimo profundo que la acercan más a una experiencia bien íntima. Y la melodía, sencilla y perfecta, puede sonar tanto profunda en el tenso build-up del comienzo como arrebatadora en la parte rockera de la segunda mitad. Excelente canción.
No se queda atrás Nothingman, una soberbia balada atmosférica acerca de lo que significa seguir con la vida después de divorciarse de la pareja. Con frases evocativas como "She once believed, every story he had to tell" o "Empty stares from each corner of a shared prision cell", la canción ha llegado a conmoverme como pocas: no hay muchas que hagan reflexionar tan profundamente sobre lo desolador que es tener que deshacer el proyecto más importante de tu vida con una persona que alguna vez habías amado como a nadie. No es que yo haya vivido algo así, pero Nothingman me ayuda a sentirlo un poco más cerca y, ESO, es lo que hace a una buena canción, entre otras cosas. Mientras tanto, la a veces olvidada Immortality es otro inmenso temazo: por desgracia la melodía es bastante perezosa y no tiene grandes ganchos, pero sí un clima notorio, donde los detalles instrumentales alcanzan una sutileza inédita para esta banda hasta ahora. Las guitarras acústicas y eléctricas intercaladas (¡Cómo arrancan por Dios!) funcionan como una auténtica marea de placer que te sumerge de lleno en una atmósfera sensible, extraña y reflexiva.
Pero por más exitosos que estos tipos sean como baladistas, dejar de rockear no aparece en la lista de planes. Para demostrarlo, abren con un CONTUNDENTE ataque triple de rockers furibundos, dejando claro cómo viene la mano con Vitalogy. Last Exit es puro garage-rock de alto voltaje, rematado por un riff ultra-crocante y un antémico estribillo melódico que, delatando la vocación de Pearl Jam, es excelente para cantar en estadios. Sí, excelente para cantar en estadios... acerca de... ¡Suicidarse!. Como verán, Eddie Vedder sigue con pensamientos primaverales y coloridos. Ahora bien, Last Exit puede muy bien ser catalogada de "pop sensiblero" si la comparamos con el tema que le sigue. Spin The Black Circle, un carbon-copy de Beyond The Treshold de Hüsker Dü, propina una ABRASIVA patada en el CULO como pocas se han visto en estos tiempos. Todo en ella es primal y despojado: el riff es tontísimo, pero ametralla sin piedad, Vedder solamente barrunta una especie de delirio acerca de qué bueno es escuchar vinilos y la batería le da y le da y le da como una locomotora descontrolada. Admito que por lo general una cosa así podría disgustarme en serio... ¿Recuerdan eso de muchas bolas y poca música? Bueno, ESTO es así... pero no se porqué acá es diferente y realmente me encanta Spin The Black Circle. Creo que el secreto es tan estúpido como efectivo: esa guitarra BIEN PUNK que hace chugg-chugg-chugg a todo culo en la parte de los "versos" (comillas intencionales que delatan la total informidad del tema) se me meté ACÁ (léase: corazón) y me sacude MAL. Y el hecho de que sea más un homenaje al punk irreverente de los viejos tiempos que un rutinario "noise-fest" de "música alternativa", quizás.
Todo lo buenas que son estas primeras dos canciones, no se pueden comparar con la tercera. Not For You, para mí, tiene algo especial que no sé qué es. El riff es tan, pero TAN, pero TAAAAN simplote que casi me parece mentira que se pueda terminar armando un tema excelente con algo así. Pero los flacos estos lo hacen. Hay algo en la forma en que suena esa guitarra que... no sé... es mágico... Creo que es el sonido ideal que uno quiere que emane de los parlantes al ver la portada del álbum. No sé si me explico bien. Quizás sea solo una locura mía, pero esas guitarras en su ataque doble suenan OH TAN PENETRANTES! Junto con el ritmo lento e insistente y a la performance vocal ENOJADISIMA de Vedder (dedicada a los parásitos que suelen rodear a las estrellas del rock, cine o deportes para sacar provecho), hacen a una canción pesadísima, violenta, de dientes muy apretados que por algún motivo me apasiona. Me cansa también. No la quiero escuchar todo el tiempo... pero cuando lo hago, subir el volumen es casi una obligación moral. Es la BRONCA, es una canción hermosa para liberar la bronca que uno tiene dentro. El otro rocker de fuste es el clásico Corduroy, que gana gracias a un emocionante sonido de guitarra y a ese estribillo sorpresivamente melódico irrumpiendo en lo que esencialmente venía siendo una patada en el hígado. También me encanta el middle-eight de "nothing's changed" (Esa intensidad!!!) y la forma en que la canción baja un cambio hacia el final para arrancar de nuevo con todas las pilas y terminar con un derroche de potencia.
Lo que queda no es malo, pero no es digno de más que un simple repaso. Está Tremor Christ, que está buena más que nada por la apasionada rendición vocal de Vedder y los bajos de Ament; está Whipping, que no dice mucho más allá de ese frenético riffeo incial; está Satan's Bed que muchos suelen pasar por alto cuando en realidad es tan interesante como las demás e incluso tiene EL MEJOR RIFF DEL DISCO. Y están, claro, los cuatro infames experimentos que son eje permanente de la discordia. El mejor, sin dudas, es el breve instrumental Aye Davanita que se las ingenia para crear un groove étnico-tribal-psicodélico que suena bastante bien y anticipa tendencias del siguiente álbum. El resto es para tirar a la basura. Bugs parece una parodia de Tom Waits repleta de acordiones desencajados: está bien para reirse un par de veces, pero después ya solo invita a apretar el botón skip y pasar lo antes posible a Satan's Bed. Pry To es tan corta e insignificante que ni vale la pena discutirse y la controversial Hey Foxymphandlemamma That's Me es una especie de Revolution 9 de Pearl Jam. Amerita escucharse una vez para ver qué onda. Es bastante perturbadora (hay un niñito psicoanálizandose y dice cosas bastante feas), pero en definitiva lo único que hace es romper con el gran clímax final de Immortality. Hay que considerarla un hidden-track y listo.
Vitalogy tiene todos los elementos para ser lo mejor de Pearl Jam. Tiene seguramente la mayor concentración de canciones geniales que han hecho estos tipos, y cuando hay relleno, éste es decente. Goza además de un sonido bien compacto de garage que rockea cielo y tierra cuando se lo propone. En contrapartida, hay algo un tanto plano en todo el asunto, y una vez que la fascinación por ese sonido decanta (y su valor emocional se da por sentado), no quedan demasiados matices ni ganchos para recorrer, por lo cual el álbum termina cansando bastante y pierde frescura. En parte allí está la idea de todo esto: que Vitalogy sea dificultoso y no agrade de buenas a primeras al oyente acostumbrado a Ten. En mi opinión, creo que el talento de Pearl Jam en cuanto a creadores de texturas y sonidos de calidad todavía está por subir un par de escalones con los siguientes dos discos. Ahora bien, en cuanto a composición de temas, la banda nunca más será capaz de superar las alturas de indelebles como Better Man o Not For You. Un sólido, seguro, contundente ocho.
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"It makes much more sense to live in the present tense"
1) Sometimes; 2) Hail, hail; 3) Who You Are; 4) In My Tree; 5) Smile, 6) Off He Goes; 7) Habit; 8) Red Mosquito; 9) Lukin; 10) Present Tense; 11) Mankind; 12) I'm Open; 13) Around The Bend.
mejor canción: Present tense
Venían del mejor álbum de su carrera hasta ese momento... ¿Qué sigue entonces? Pues uno que podría haber sido incluso mejor de no mediar un detalle ineluctable: es demasiado inconsistente como para sostenerse como una gran obra maestra. Pero estuvo cerca, y eso merece consideración: Vs. nunca jamás pudo imaginar con ser siquiera bueno, así que... veamos las cosas por su lado positivo.
Lados positivos en este disco hay muchos. Más que lados positivos, CANCIONES positivas. Puede parecer algo exagerado para decir así nomás, teniendo en cuenta cosas aisladas como Black o verdaderos ataques colectivos como los excelentes himnos de Vitalogy... Sin embargo los puntos altos de No Code se cuentan entre los más altos que nos ha entregado Pearl Jam, incluso hasta nuestros días; admito que en este sentido comparte mérito con otros álbumes, pero la cantidad clara de gemas que se hallan aquí es tan sorprendente que me sigo preguntando por qué este álbum no se hizo más popular de lo que es. Se observará, sin necesidad de un agudeza afilada, que NINGUNA de estas canciones ha logrado convertirse en una favorita de concierto (no las tocan casi nunca), y mucho menos en un hit radial. ¿Por qué? Bueno, en parte es lógico; no están pensadas para eso. Y, en cierto sentido, mejor: son joyas ocultas que hay que descubrir.
Confieso que me resulta digna de curiosidad la reputación de "raro", e incluso de "experimental" que tiene No Code, sobre todo entre los fans de la primera hora. ¿Raro?, ¿Experimental?, ¿En qué sentido? Ok, no puedo dejar de reconocer que esta música, en líneas generales, está lo suficientemente alejada de Ten como para advertir que hubo una evolución. No necesariamente trascendental, pero evolución al fin. Ahora, de ahí a decir que es un álbum "raro", o que haya que "digerirlo pacientemente", hay una distancia. Y son comentarios como esos (no me los estoy inventando yo sino que llovieron desde todos lados al publicarse el disco) los que me recuerdan cuán ridículamente conservador suele ser el público de la generación X. Es decir, si algo no suena como Animal o como Even Flow, ya está: es experimentación de alto riesgo, super-extraño y ultra-chocante.
Nada de eso. No Code es un álbum de rock y punto. Absolutamente accesible, agradable para cualquier oído medianamente entrenado, y con escasos componentes innovadores. El asunto es muy sencillo: la banda ya no está interesada en imprimir una nueva colección uniforme de trallazos de "teen-angst" para lisonjear a las masas; esta vez más bien quieren tocar lo que a ellos les parece bien, buceando cada vez más profundo en las diversas influencias musicales de las que han amamantado durante sus vidas, especialmente aquellas adquiridas con la experiencia de colaborar con Neil Young en su álbum Mirrorball, poco antes de comenzar con las sesiones de No Code. Si trasciende o no; les importa muy poco. Es un cambio de mentalidad que se empieza a palpar ya en Vitalogy, solo que profundizado.
Muchos argumentan que el camino elegido por Pearl Jam para estas alturas fue más que simplemente "tocar lo que se les ocurría"; fue un giro cuidadosamente planeado con el único objetivo de ser lo más anti-comerciales posibles, debido a que Eddie Vedder estaba hasta las bolas con el asunto de ser una estrellita de rock para adolescentes grungeros. Eso explicaría que el único single que lanzaron para No Code fuera una cosa totalmente aberrante con respecto a "su sonido" como Who You Are, o que el álbum empiezara con una cosa totalmente aberrante como Sometimes. Tiene lógica, puede ser que haya habido un intento de conciente y orientado de ser más oblicuos que de costumbre, sabiendo qué tipo de público iría corriendo a buscar la placa... Pero de ahí a decir que No Code es anti-comercial hay un trecho bastante largo. Es solo un álbum de rock como cualquier otro, pero si antes el énfasis estraba en los guitarrazos y en los coros antémicos, ahora está puesto en múltiples y discretas texturas de jazz, folk, psicodelia y blues que conforman una experiencia musical increíblemente cálida que enamorará sin problemas a cualquier aficionado al rock clásico. Y de hecho, muchos fans que en su momento se sintieron incómodos con el álbum hoy en día lo adoran. Y hacen bien.
La característica más notable de No Code es su eclecticismo casi rabioso. Virtualmente cada canción navega por un mundo estilístico diferente. Hay un par de huesos rancios para los fans del viejo Pearl Jam de Versus (Lukin', Habit) y de Vitalogy (Hail, Hail), pero también hay elementos que orillan lo progresivo (Present Tense), ondas psicodélicas (Who You Are), toquecitos de jazz (Sometimes), mantras tribales (In My Tree), blues-rock (Red Mosquito), folk de fogón (Off He Goes), música atmosférica (I'm Open) y hasta ¡¡¡Power-pop a la Greenday!!! (Mankind). Esto determina que la escucha completa no sea PARA NADA cohesiva, pero esos mismos saltos imprevistos que tanto pueden confundir también convierten al LP una agradable colección de sorpresas, en donde casi todos los oyentes encontrarán algo de su gusto. Obviamente, pienso que es harto difícil que en un álbum de estas características a alguien le guste TODO; siempre habrá algo que moleste y que falle, pero en última instancia le doy pulgares arriba al disco, aunque sea porque Pearl Jam logra demostrar con una contundencia digna de admiración que su talento llega mucho, MUCHISIMO, más allá de los riffeos "populistas" de cosas como Jeremy o Animal. Pueden hacer varios géneros, varios estilos, y salir con triunfos menores (y mayores, ocasionalmente).
Lo cual no significa que triunfen siempre. Decía antes que el disco es muy irregular... y no lo decía solamente en cuanto a estilos sino también en cuanto a calidad. Habit y Lukin, por ejemplo, son canciones terriblemente malas. Y no porque sean ruidosas al divino botón, sino porque detrás de todo ese griterío posero que exiben cansinamente no hay nada que le haga justicia a la competencia musical que la banda demuestra en otras partes del álbum. Si vas a hacer una canción como Spin The Black Circle, con ese retumbe electrizante de fondo, o como Not For You, con ese riff-aplanadora conmovedor, cualquier griterío ruidoso que acompañe es bienvenido. Si, en cambio, vas a hacer un par de zapadas insignificantes y sin inspiración, casi como una retractación penosa para los fans Leash, la cosa termina necesariamente en una pobre caricatura. Y estas dos canciones ilustran perfectamente el caso. Sé que no se supone que tenga que tomármelas en serio; entiendo que, especialmente con Lukin', los flacos como que se están autoparodiando y que el móvil de fondo podría ser, en parte, burlarse de ese tipo de cosas que solían tocar en el pasado. No obstante, no puedo dejar de notar cómo lo único que logran es lastimar innecesariamente la fluidez del disco; que algo como Lukin' sea el preludio para una canción como Present Tense no deja de ser una incomodidad difícil de eludir al escuchar No Code completo. Definitivamente, dos canciones para otro momento y lugar, si es que deberían existir en primera instancia.
Por suerte, más allá de estas dos aberraciones, no hay material que caiga tan bajo. De hecho, composiciones frecuentemente satanizadas como Smile, Red Mosquito o I'm Open a mí me caen bien. Tengo claro que no se acercan siquiera a ser grandes canciones, pero se las arreglan con creces para sostener el interés del disco. La inspirada en Neil Young Smile, por ejemplo, si bien no impresiona del todo, proporciona un convincente agarre antémico con esos melódicos coros de "I miss you alreaaaady" acompañados por un interesante groove estructurado a partir de sólidos retumbes rockeros. Básicamente no hay nada para sentirse ofendido o disgustado; todos los que despotrican contra Smile son seres indefendibles que no podría comprender jamás. Lo mismo puede decirse de Red Mosquito: es cierto que no es mucho más que un vehículo para que McCready y Gossard experimenten con un par de épicos solos bluseros a lo Eric Clapton, pero el solo "atrevimiento" estilístico (nunca habían intentado algo semejante), más la evidente potencia mastodóntica que logran alcanza para que valgan la pena una oída o dos.
El "experimento" del álbum (una tradición desde Bugs y Aye Davanita de Vitalogy) es I'm Open, una especie de poema recitado a lo Jim Morrison con música puramente atmosférica de fondo. Las letra, acerca de la soledad de una vida sin eventos, es bastante desgarradora y el ambiente que logran las guitarras y los pianos, sin ser una maravilla, acompaña con éxito; critíquenlo todo lo que deseen, pero no podrán negar que es una superación de Bugs o Pry To, por lo menos (Ni hablar de Hey Foxynosequé). Otra que se acerca bastante a ser "experimento" es la divertidísima Mankind. Cantada nada menos que por Stone Gossard, esta sorprendente canción es, por lejos, lo más ramonero que ha hecho Pearl Jam en su historia. Todos los elementos están: el riffeo bien punkoide, bien carnoso, pero eminentemente melódico e inofensivo, la melodía levemente estúpida pero pegadiza (el estribillo!!! imposible sacárselo de la cabeza) y, en fin: eso. Está descolgadísima, no tiene nada que ver con nada, pero vale la pena y es el justo homenaje a los Ramones, banda a la cual admiran con fervor pero sin parecérsele demasiado.
Todo lo que queda, es decir, poco más de la mitad del álbum es, ahora sí, de excelente nivel. Son siete canciones... nada más, ni nada menos. Salvando Vitalogy y Yield es imposible encontrar un disco de Pearl Jam donde se puedan juntar siete canciones tan buenas, y aún en esos dos no se obtendrá ni la mitad de variedad estilística de este G-7. ¿Por dónde empezar? ¿Qué recomendar primero? En mi mente, siempre existirá una batalla épica entre In My Tree y Present Tense por el título de mejor canción. Ambas constituyen un tremendo golpe de frescura para lo que venía siendo la música de Pearl Jam; las dos rezuman sutilezas y texturas inéditas sin dejar de ser grandes canciones dignas de los clásicos del pasado. No es lo mismo que ocurre con canciones como, por ejemplo, Sometimes, un somnoliento ejercicio pseudojazzero donde los arreglos novedosos, si bien enteramente placenteros, no terminan de amasar una canción realmente inolvidable. In My Tree y Present Tense sí lo logran. El trance tribal que logra la primera a través de sus juegos percusivos es ya de por sí impresionante; había aparecido algo similar en la muy buena WMA de Versus, pero acá la cosa se realza con unas guitarras eléctricas múltiples de CELESTIALES texturas, que se van agregando poco a poco mientras Vedder entona a una letra conmovedora sobre la soledad y el aislamiento ("Wave to all my friends, yeah / They don't seem to notice me"). Nunca había escuchado a Pearl Jam sonar tan poderoso, evocativo y trascendental. Cuando entran las guitarras tocando esos timbres y Vedder sube una octava de golpe la música parece literalmente ELEVARSE. Es fantástico. Habían rockeado mucho más, seguro, pero In My Tree ya es de esas canciones de catarsis que parecen resumir toda la vida en unos pocos acordes. Si hay que encontrarle una verruga, señalaría que las partes más rockeras y cacofónicas no están para nada a la altura de esos hermosos acordes de los versos. Pero para qué protestar. No es Leash.
Present Tense tiene una vibra similar, pero su atmósfera es bastante más reflexiva y, también, más optimista. Las primeras veces que la escuché me pegó como un mazazo su soberbia instrumentación, de una envergadura tal que se puede decir que es lo más cercano que Pearl Jam ha estado del art-rock. Todas son guitarras, y no deja de ser emocionante comprobar como los mismos tipos que te machacan como monos salvajes un Spin The Black Circle pueden de pronto salir con cosas así. Esa es la diferencia. Nirvana realmente demostró algo similar con el Unplugged, pero con una crudeza que, en el fondo, era muy análoga a sus grabaciones de estudio. Lo de Pearl Jam acá es una revelación total. Desde los mágicos retumbes del estribillo, pasando por ese formidable crescendo rockero que aumenta la adrenalina de golpe y el ESPELUZNANTE fade out (que, maldición, es demasiado cortoooo!) con esas guitarras misteriosas de calidad zeppeliana, Present Tense es sin dudas una de las canciones cumbres de la banda, y el hecho de que la toquen muy poco en vivo la convierte en una de sus joyas más preciadas.
En niveles muy semejantes de calidad hay que destacar el monstruoso hard-rocker Hail Hail, un martillazo que no podría mostrar más obviamente el amor de Vedder por The Who, en donde sobresale la electrizante secuencia de acordes del estribillo. Muy bueno, muy Vitalogy. Por su parte, la folky-psicodélica Who You Are pasará a la historia como uno de los cortes de difusión más inesperados de la historia: en su momento horrorizó profundamente a muchos fans de la banda, y aún hoy lejos está se ser una de las favoritas (mi primo la considera, en el mejor de los casos, una decente curiosidad). Pero a mí me encanta; es decir, cualquier nabo que haya escuchado un mínimo ABC de la música psicodélica de mediados de los 60's (Byrds, Jefferson Airplane, Cream, etc.) no debería sorprenderse en absoluto con una música así y, de hecho, debería gustarle... Porque no lo hacen mal. Otro ritmo tribal de congas y campanitas, guitarras psicodélicas desordenadas y una melodía medio indígena cantada a múltiples voces ¡Vaya combinación! Créase o no, funciona, y el interludio instrumental está ahí con cualquier pasaje psicodélico de su época: en partes incluso me recuerda mucho al groove de Cream en el tema As You Said, solo que aún más pulido. Muy buen material. Por último Off He Goes y Around The Bend, son hermosas tonadas acústicas sin grandes ganchos, pero con una atmósfera increíble y unos sonidos deliciosos que se meten directo al corazón, especialmente Off He Goes, que es una de esas canciones maestras que en las primeras dos o tres escuchas no dicen nada y a la décima ya es tu favorita y te pega con mil mazas en la cabeza.
Hablando de cabezas, hay que abrir un poco la cabeza. Si Pearl Jam es realmente una de las mejores bandas de los últimos años no pueden resignarse a tener una sola cara; deben probarse en muchos terrenos, y No Code, sin ser una obra maestra o un mojón cultural, es quizás que más ha hecho para abrir el panorma sónico de la banda y llevar a sus seguidores por caminos nuevos. No nuevos en el sentido de revolucionar la música, sino en el sentido de ir probando libremente otros géneros o sonidos y mostrarle a los "pibes X" (o a quien quiera escuchar) que la buena música rock de los 90's no necesariamente tiene que ser los tres acordes al palo y el "Ooohhh I'm still alive". Quien sea sabio, sabrá apreciar este humilde mensaje.
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SETLIST - 1) MFC; 2) Save You; 3) Hail Hail; 4) Animal; 5) Given To Fly; 6) Elderly Woman Behind The Counter In A Small Town; 7) Whipping; 8) Even Flow; 9) Love Boat Captain; 10) Corduroy; 11) Lukin; 12) 1/2 Full; 13) Daughter (WMA); 14) Insignificance; 15) Jeremy; 16) Do The Evolution; 17) Go.
ENCORE 1 - 18) State Of Love And Trust; 19) Black; 20) Better Man; 21) Porch.
ENCORE 2 - 22) Last Kiss; 23) I Believe In Miracles; 24) Alive; 25) Rocking In The Free World; 26) Yellow Ledbetter.
Las primeras dos horas del domingo ya se habían adentrado en la noche como un golfo, devorando para siempre a ese sábado de noviembre que, sin embargo, muchos ya no olvidaremos. Estaba parado en el colectivo número 60, en un viaje de vuelta a casa que parecía negarse a su destino; me dolían las piernas, sentía la columna vertebral hecha un fideo, mi boca era una pasta informe y lo único que pensaba era que el recital había sido demasiado corto. Las imágenes de un Vedder pelilargo (como en aquellos días)... una marea de cabezas que no paraba de saltar... los dedos de McGready en la pantalla pintarrajeando los acordes de alguna canción... un inmortal "IT'S EVOLUTION BABY!!" vociferado simultáneamente por 25.000 monos saltando... un cielo ya totalmente oscuro invitando a los primeros acordes de Black... Eso. Imágenes que ahora se confunden en la nube de mi cabeza como suelen hacerlo los fragmentos de un sueño de hace mucho. Flashes. Tan solo flashes de un momento que, insisto, pasó como un suspiro huracanado imposible de retener. Eso es lo que queda, y parece poco. Uno lo que quiere es volver a estar ahí.
Suena raro, pero desde que la banda tomó el esenario en medio de una tensión tremenda hasta que se despidieron definivamente, es como si hubiera pasado una especie de tifón. Fueron unos instantes tan shockeantes que ni hubo tiempo para darnos cuenta de lo que estaba pasando; fueron muchas sensaciones, una tras otra, en muy poco tiempo: BUM! una, BUM! dos, BUM! tres. Era así: ni tiempo para un respiro. Recién empezamos a caer en la real dimensión de lo que fue cosa con el pasar de los días posteriores, al recordar, al volver a los discos, al intercambiar comentarios con los demás y al escuchar los bootlegs (oficialmente disponibles en la web del grupo). Yo recién AHORA termino de entender lo groso que fue todo. Y ya es tarde.
Pero qué se le va a hacer. Es así. Como un orgasmo, como una caricia, como un sabor dulce en la boca, en cualquier recital el placer reside en lo efímero. Esas dos horas fueron mágicas justamente por ser dos horas y no más; por ser un momento único, exclusivo, irrecuperable para todos por igual. Algo que nunca más va a volver a pasar. Alguno habrá querido que Pearl Jam se quede a tocar en Ferro para siempre... ¿Quién no? Pero no: es la esencia de estas cosas durar muy poco.
Algunos de los que han estado allí me considerarán una especie de impostor si confieso que cuando compré mi entrada para ver a Pearl Jam el 26 de noviembre apenas conocía a la banda, y ni siquiera me gustaba mucho. No me cuento entre aquellos que estaban esperando este momento desde hace quince años, cuando en alguna noche perdida de 1991 los acordes de Black y Alive remontaron las radios porteñas por primera vez partiéndole la cabeza a tantos pibes. No. Cuando compré la entrada solo sabía que era una banda importante e intuía que, como fanático del rock, era algo que tenía que ver. Nada más. Luego me apresuré a escuchar sus siete discos y quedé conforme; era una banda de medio pelo, aceptable, mejor que lo que se suele escuchar hoy en día, con algunos buenos temas: valía la pena por 60 pesitos.
Claro que de ninguna manera esperaba lo que finalmente fue.
¿Una fiesta dicen? Nah: comparadas con esto, las fiestas son aburridas. En las fiestas ponen música solo porque se puede bailar, y ésta solo es un ítem más en una lista que incluye qué se va a comer, de qué color van a ser las luces y cómo hay que ir vestido. Después todo el mundo se olvida. Esto fue otra cosa; fue una eucaristía de rock and roll. Acá se celebraron las canciones de una banda llamada Pearl Jam, pero también en cierta forma se celebró la vida misma. ¿Por qué saltar y cantar con el alma casi salida del cuerpo, todos juntos, en medio de un frenesí borracho y totalmente carente de sentido? Porque es la posibilidad de, por una vez, olvidarse de ABSOLUTAMENTE TODO y simplemente sentir la vida fluir. ESO es la felicidad pura, ESO es el rock. Suena muy grandilocuente, casi risible, pero no encuentro otra explicación. Me disculparán los sabios.
Se puede argumentar que Pearl Jam no es lo suficientemente trascendente como para justificar tanta exaltación. ¿Y qué? ¡Al cuerno con eso! Es lo que pensaba yo antes de ir a verlos, pero lo cierto es que los flacos la rompieron e, inesperadamente, me regalaron el recital más intenso, más sudoroso y más al palo al que fui en mi vida. Ok, no fui a muchos, pero tampoco veo dónde podría haber encontrado la competencia. ¿Uno de los Redonditos de Ricota quizás? Ja!
Lo más importante para mí es que comprendí (o creo haber comprendido) por dónde viene la mano con Pearl Jam. No hay dudas: es una banda para ver en directo. Sí o sí. Imposible comprender en toda su dimensión la grandeza de temas como Alive, Better Man o Do The Evolution, si no es rockeando como un simio irracional en medio de una turba apasionada que apesta a transpiración y calor. No se puede entender el significado final de todas estas canciones si no se sienten esas miles de voces que cantan al unísono las mismas melodías, sublimando los recuerdos más ínitimos de cada uno de los presentes en una única plegaria musical.
Y contagiando. Para mí, por ejemplo, un tema como Alive no tiene demasiado significado personal; no me trae ningún recuerdo en especial y ni siquiera me convence del todo tal como suena en Ten... Sin embargo, en vivo bastó que McCready saludara el inminente final con esas primeras notas para que se me pongan de punta todos malditos pelos de la nuca; para que una marea de sensaciones indescifrables hiciera ebullición en mi cabeza, para que todos mis visceras dictaminen: "La puta madre: este tema ES GROSO". O bien que Animal en Versus solo sea una buena canción más y que al final, al tocarla Pearl Jam en Ferro, termine vociferando el estribillo como un enfermo, como si fuera la cosa más importante de mi vida, o algo así. ¿Cómo se explica semejante cosa?
No sé si se puede explicar. Ni siquiera si es necesario: es la emoción del directo, una cosa tan irracional, tan visceral, tan de adentro que poco vale analizar con porqués. Obviamente influye el factor de que Pearl Jam es una tremenda banda en vivo; comprobadísimo que es así. Una banda que suena MUUUY ajustada, entregada en cuerpo y alma al show y al público, sin dar ni remotamente la sensación de unas super-estrellas llenas de plata que solo vienen a hacer un negocio para irse al rato y olvidarse. Rockearon, rockearon y no pararon un solo segundo. Una cosa está muy clara: escuchando los CD's en la casa, cómodamente apoltronado en un silloncito, solo entrega un 50% de lo que es Pearl Jam. Hay que ir a la cancha, man. Hay que ir a la cancha.
Pero no solo fue la excelente forma de la banda la que contribuyó. El público se robó la noche. No es por alardear, pero la gente de este país tiene cierta fama de poner MUCHA pasión cuando de recitales de rock se trata, y no es por nada. La noche en la que estuve yo, en su primer mensaje dirigido al público, Vedder comentó que el día anterior (viernes) había sido uno de los conciertos más memorables de sus vidas. Entonces había dicho lisa y llanamente (y en inglés además, no era algo escrito en ningún papelito) que se trataba de la mejor audiencia entre todas para las cuales habían tocado jamás. Alguno gritará "¡DEMAGOGIA!", pero nada que ver: no es algo que Eddie diga en todos los recitales en los que canta. ¡¡¡¡Si hasta el tipo se puso A LLORAR, el viernes, conmovido ante la respuesta absolutamente incondicional del público!!! ¡Ni siquiera podía cantar I Believe In Miracles, por favor!.
El concierto al que fui yo, que por consenso fue a la postre señalado como el menos intenso y el más "careta" de los dos, tampoco se quedó atrás: al volver al escenario para el primer encore, la banda fue saludada espontáneamente por un canto unánime (olé, olé, olé, cada día te quiero más, etc.) de todo el estadio que parecía que nunca iba a acabar. Los tipos estaban parados en el escenario y no entendían nada... por un momento los papeles parecían revertidos y eran ellos los expectadores de un show que estaba abajo del escenario. No sabían si tocar, si no tocar, si irse o quedarse. Fue increíble. Al final también: las luces del estadio estaban encendidas desde hacía rato, los tipos ya habían terminado con Yellow Ledbetter y todos empezamos a SALTAR como idiotas, a sacarnos las remeras y a revolearlas en lo alto (sip, yo también hice eso... imagínense el contagio) y a cantar otra vez el olé, olé, olé... Los tipos no estaban tocando nada... NADA... solo miraban y no lo podían creer. Al final se tuvieron que ir en medio de todo eso: sino no parábamos. Creo que no habría estado mal, en ese momento, que se animaran con alguna cancioncita más.
Fue gracioso ver luego en el foro de la web de la banda todas las discusiones estériles acerca de qué audiencia sudamericana fue la mejor... Naturalmente, cada uno dirá que el concierto en el que estuvo fue el más intenso de todos. Dirán los trasandinos que sus dos recitales en Santiago fueron los más memorables... dirán los brasileños lo mismo, y los mexicanos también. Yo, como argento sin remedio, no puedo desentonar con eso. Aunque hay cosas objetivas: los chilenos NO CANTABAN las melodías instrumentales. Tengo los DOS conciertos de Santiago bajados y no me van a poder refutar. Comparen el Black de Chile con el Black de Argentina para ver exactamente de qué hablo. Mientras que en Buenos Aires el público seguía y seguía cantando impidiendo que los tipos la terminaran, en Chile ¡La aplaudieron antes de que la banda dejara de tocar, precipitando el final! Ok, soné odioso. Me salió el argentino soberbio de adentro. ¿Pero qué le voy a hacer? ¿Caer en la corrección política obvia de decir "todas las audiencias sudamericanas fueron igual de fantásticas"? No gracias. Si el público argentino fue el mejor, fue el mejor y punto. Igual, tómenlo como de quien viene. A favor de ustedes, chilenos, hay que decir que agotaron las entradas mucho más rápido que acá. Los brasileños ni hablar... Deben haber pedido sillas para la próxima vez los amargos esos, si hasta en San Pablo hicieron los conciertos de día; lo único que faltaba era que llevaran mesitas con sombrillas para tomar el nesquik (Broma!, Broma! Aguante Brasil. Aguante Ronaldinho).
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En fin, vamos ahora al concierto en sí... el del sábado 26, eso es. Caballito, en pleno corazón de Buenos Aires, está caliente. Es decir, hace calor. Mientras nos acercamos al estadio de Ferrocarril Oeste empieza a confluir una manada de gente de toda clase de pinta que, esta vez, está acá por la misma razón: el rock. El estadio, a decir verdad, no es de los más imponentes de Buenos Aires, pero tiene una gran tradición rockera. No está mal que Pearl Jam toque acá; total, la gente lo llena. Gente vestida con remeras de Pearl Jam, lógico, pero también de otras bandas. Es típico: en todo recital de rock hay fans de la banda que toca, pero también se tiene la oportunidad de ver emerger a una fauna urbana que normalmente está como oculta en la inmensa jungla de hormigón: la gente que disfruta la buena música rock. Esta noche, por ejemplo, se ven algunas remeras de bandas que ciertamente no se pueden ver cuando uno sale a comer a Pizza Banana o a bailar a Opera Bay. Veo una chica con una remera de los Who; un pibe con la cara de Zappa estampada en el pecho; otro tiene una de Sonic Youth y más allá aparece uno con The Cure; OBVIAMENTE los Rolling Stones. De todo. Es exactamente mi tipo de atmósfera, debo confesarlo. Algún día voy a ver si consigo una remera de algún grupo raro yo también.
El show arranca con Mudhoney, una de las bandas grunge míticas que nunca terminó de salir del underground ni escapar del status de teloneros. Como con todo, hay una razón: son bastante malitos. No niego que le ponen la mejor onda, pero dan un poco de lástima: solo tocan grunge genérico, en donde cada tema es EXACTAMENTE IGUAL al anterior. Cero matices, cero desviación de la fórmula, todo lo mismo. Planos, planos, como si hubiera venido una aplanadora y los hubiera aplanado. Si nadie me hubiera dicho nada, yo habría asumido que eran una parodia de banda grunge puesta para divertir a alguien... Tal es así que a pesar de todo el ruido que hacen nadie le presta mucha atención: son simple música de fondo... están ahí, lo mismo da si su función es hacer un soundcheck o algo así. Pobres muchachos.
Lo tortura de Mudhoney es inquietante, pero piadosamente breve. Cuando acaba, una sensación muy extraña se apodera del estadio de Ferro: hay como un gran silencio expectante, demasiada quietud para tanta gente. Es, no hay dudas, la engañosa calma que antecede la tormenta; la tensión en el aire es tal que se puede cortar con un pelapapas. Estuve en otros recitales de rock, pero la sensación que se vive en estos treinta o cuarenta minutos de espera es algo que nunca antes había sentido: al menos no con esta intensidad. La recta final, los últimos dos o tres minutos, son casi un trance religioso. El estadio está MUDO. ¡Se puede oír un mosquito volar, maldita sea! Todos están con la vista fija en el escenario, atentos, subyugados, cada uno queriendo ser el primero en captar algún movimiento, algún cambio. Mientras tanto, el escenario, ocupado por los técnicos que probaban todos los instrumentos, va quedando vacío mientras un penetrante zumbido de bajo solo ayuda a crispar más los nervios. A un costado, bajo los andamios, se ve a un grupo de gente: son las familias de los músicos, que también quieren disfrutar del momento parece. Lindo detalle.
¿Quienes me acompañan? Mi primo Ezequiel, un irredento fanático de la primera hora; trato de imaginar lo que estará sintiendo en este momento; es cierto que él estuvo en el recital de anoche, pero es uno de los que han estado esperando ver a esta banda desde hace quince años. No sé, trato de imaginarlo: quizás se haya sentido como viviendo los últimos minutos de su vida, a punto de morir, a punto de ver por fin las puertas del Paraíso. Así de sublime. Además está Nicolás, su hermano, su amigo Lucas, su amiga Inés y una amiga de su amiga Inés. En fin. Estamos todos. Algunos no nos conocemos, pero qué importa. Pearl Jam nos une por un momento. Estamos juntos, pero intuímos que no por mucho tiempo. Cuando comience la marejada humana, acabaremos cada uno en una punta distinta del estadio. La noche ya da sus primeras pinceladas de oscuridad en el cielo... Qué locura la que se viene papá.
De repente, el silencio mortal se ve interrumpido por una musiquita. Yo no la conozco, pero la gente enseguida empieza a corearla. Es Last Kiss en una versión en castellano. Un golpe inesperado, claro: algunos se miran extrañados y se preguntan qué carajo está pasando. Pero no importa. Igual, por las dudas, la seguimos cantando. De pronto se escucha que una voz familiar se une a nosotros. Una voz que recuerda bastante a Eddie Vedder. Casi sin que nos demos cuenta ocurre lo que tenía que ocurrir. Pearl Jam está en el escenario.
Entonces, la locura. El ojo del huracán se posa sobre Ferro mientras una ovación épica detona en todas las laringes y faringes. Las luces se apagan, y el vértigo levanta vuelo. McCready o alguien deja escapar una nota y la gente enoloquece aún más; grita, arma lío, chifla, se mueve, empuja. Ya está, es irreversible, no se podrá recuperar la sanidad mental. Hay que agarrarse fuerte. Comienza entonces el último recital de Pearl Jam en suelo Argentino.
MFC, de Yield es el tema de apertura. Su excelente riffeo introductorio desgarra el himen de la noche con un cuchillazo. Es una gran canción, pero por algún motivo me da la sensación de que el arranque no tiene suficiente pólvora; llego a sentir que el volumen está un poco bajo y que todo ocurre demasiado rápido. Quizás es la adrenalina que me distorsiona todo... quién sabe. Save You tampoco me causa una gran impresión... me resulta familiar, pero no la distingo bien, no sé qué canción es, y tampoco me parece de lo mejor. El público, naturalmente, no opina lo mismo y a esta altura ya está hecho un oceáno de cabezas que saltan de un lado para el otro. Yo también salto, por las dudas, y a todo esto ya no sé dónde están los de mi grupo. Pero tampoco me importa: que reine el caos.
Para mí el concierto realmente comienza con la tercera canción que tocan: Hail Hail, el primer clásico verdadero de la noche, anuncia que esta vez No Code no será soslayado y yo lo celebro cantando a toda voz aunque no me sé la letra. Como la noche anterior, la banda arranca directamente en sexta marcha: un rocker detrás de otro. Palo y palo. El estadio solo termina de incendiarse completamente cuando arranca Animal. Ahora sí, a cantar dejando todo: "I'd rather be, I'd rather be with, I'd rather be with an ANIMAAAAL" se convierte en el primer alarido unánime de la multitud. Todos lo cantan al mismo tiempo, y el efecto es imponente. Fueron solo cuatro canciones y ya estoy transpirado, acalorado y hecho polvo. Qué importa. En ese momento Eddie Vedder dice que el concierto del viernes ha sido uno de los más memorables de sus vidas, dice también que no se quieren ir. ¡Qué se queden entonces, digo yo! Qué toquen Given To Fly de paso, también. Y la tocan. Excelente.
La gente está totalmente sacada y hace pogo en Given To Fly. No se puede creer; es una balada, pero los tipos la tocan un poco más rápida para darle más adrenalina. Casi que ni hace falta. La línea de guitarra del comienzo es calcada por la voz de la gente, lo mismo que el grito portentoso al final del desarrollo. OOOHHHH. OOOHHHH... En fin. En ese momento me pregunto... si Given To Fly, uno de sus mejores temas, está al comienzo... ¡Lo que nos espera! Las cosas se calman con Eldery Woman que la gente acompaña cantando de principio a fin. Nunca le había dado mucha bola a este tema, pero en vivo resulta absolutamente conmovedor. La primera gran sorpresa en el setlist llega de la mano de Whipping. No es exactamente una de mis canciones favoritas, pero es de Vitalogy, y entonces me entusiasmo igual. Claro... nada de esto nos perapara para el verdadero TSUNAMI humano que se está gestando.
Tinch, tinch, tinch suenan otra vez los platillitos esos clásicos que en dos o tres segundos se convierten en un verdadero trampolín de adrenalina pura. Explota el riff de Even Flow y nuevamente el viejo truco del concierto en vivo: lo que en Ten nunca me había parecido más que otro rock pesado más, acá se convierte en un masivo tour-de-force emocional que el público recibe ya totalmente fuera de sus cabezas y sus mentes. Entonces me doy cuenta de que, secretamente, yo mismo esperaba ESTE momento. El campo de Ferro se convierte en un monstruoso remolino de cuerpos que se estremecen, volando literalmente de un lado para el otro y generando un verdadero sisma de carne y sudor. Mientras tanto, la banda no guarda clemencia: los cinco remontan sobre la corriente de un jam brutal donde McCready hace un poco de show-off tribunero, tocando como un demonio poseído. La gente, naturalmente, se canta el tema de principio a fin.
Love Boat Captain va dedicada a las víctimas de Cromagnon... ¿Demagogia? Difícil decirlo... Pearl Jam estuvo en un concierto donde murió gente, por lo tanto el dolor que dicen compartir con nosotros también les pertenece. En todo caso, en el estado de comunión litúrgica en el que nos encontramos, es difícil ponerse a filosofar sobre corrección política y el homenaje no puede dejar de vivirse como sincero. "Love is all you need, all you need is love"; Vedder nos trae por un rato a Lennon al escenario porteño y el público responde gritando "LOVE!!!" como una arenga cada vez que Eddie repite esa palabra... El público no tiene casi tiempo para volver sobre todas estas cosas cuando irrumpen como un sablazo los primeros acordes de Corduroy... La ovación es unánime, y el tema suena como tiene que sonar: compacto, furioso, desgarrador, sin concesiones... Oscura, la noche nos ve saltando y rockeando como si el concierto recién empezara... El legendario quiebre y crescendo de Corduroy nos tiene a todos haciendo "HEY!!", "HEY!!", "HEY!!". Uno de los tantos orgasmos rockeros que tiene la velada.
Entonces la banda nos da una pequeña tregua con el soso chiste de Lukin y la sorpresiva pero poco estelar Half Full, antes de volver a los viejos baluartes con la infaltable Daughter. De los clásicos de la banda, éste no es exactamente uno de mis preferidos, pero esta vez los tipos me ganan haciendo una versión condenadamente buena de la cosa, sobre todo por la extensa coda que le hacen, con las luces bien bajas, un groove guitarrero bien compacto y una breve referencia a WMA que la gente corea vigorosamente, replicando cada uno de los alaridos de Vedder como un eco. A continuación, un nuevo "oooohhhh oooohhhh" aflora espontáneamente de la multitud para recibir una apretadísima versión de Insignificance. Buen tema, pero en este contexto apenas pasa como una especie de aperetivo para otro momento realmente devastador, otro instante realmente mágico... Es la hora del Rey Jeremías, el malvado, y cuando Ament descuelga esas legendarias primeras notas de bajo, parece literalmente que el maldito estadio se viene abajo... Se respira en el aire esa sensación incomparable de cuando se acercan los momentos definivos del concierto, esos que todos guardaremos en la cabeza para siempre.
Jeremy, como era de esperarse, es un auténtico delirio colectivo... De pronto me encuentro saltando como un enfermo, abrazado con extraños que apestan a sudor y remontando vuelo de un lado a otro, cantando hasta casi no sentir la garganta esos "DADDY DIDN'T GIVE ATTENTION...", y sintiendo que las 25 mil almas que me rodean cantan exactamente lo mismo... Sensaciones que simplemente no pueden traducirse a texto, ni a ninguna otra tecnología de expresión. Todavía se me eriza la piel al escuchar el bootleg, cuando sobre el final la gente se une a Vedder en los míticos rugidos del final... calculo que muchas personas habrán llorado en ese mismo instante. Jeremy... cuántos años habrán esperado algunos para esto. Y cuando uno de pronto ya piensa que es imposible seguir, cuando el cuerpo parece decir "no va más" y las vértebras amenazan con convertirse en una especie de puré instantáneo, los bien hijos de perra nos lanzan toda la furia de garage-rock de Do The Evolution. Ah no. LO QUE GRITO. LO QUE SALTO. Si antes había estado chiflado, ahora estoy directamente DESQUICIADO, y la TOTALIDAD de la MASA COMPACTA salta también. Era un océano de cabezas girando como trompos. Para mí es el momento ANTOLÓGICO del concierto... Cuando la banda quiebra de golpe para arrancar con el segundo riff y la gente corea las notas de guitarra con precisión sublime, como leyendo de memoria un pentagrama escrito en las nucas... ESE fue el momento señores... Y el grito bélico, vicioso, salvaje, apolíneo de IT'S EVOLUTION BABY!!!! atronado a full volumen por TODOS junto a Eddie me liquidó emocionalmente por dentro. Si esto no es rock, yo no sé qué carajo es.
Lástima el final. Podrían haber cerrado con algo mejor que la mediocre Go. Y el primer encore comienza con State Of Love And Trust, un lado B olvidable que los fans más acérrimos por algún motivo adoran... Todo se soluciona cuando florece una guitarra acústica invitando a unos acordes remotos y familiares. Black. La noche parece hacerse más negra de golpe, pero también más hermosa. Este es otro de los momentos que había soñado casi visualmente desde el momento que fui a comprar mi entrada a Musimundo... y mis sueños se quedaron cortos. El público se sabe la canción como el ABC de la vida, la tiene ahí, macheteada de tantos recuerdos y tantas noches de soledad redimida por este inmortal lamento de amor perdido. La atmósfera de pronto se hace íntima y terminal... en las pequeñas pausas silenciosas que hace la banda al principio se dejan escuchar desgarradores llantos de emoción liberada... a mi alrededor todos están llorando... las parejas de novios se amigan en tensos abrazos. Es un trance estático que se disuelve en el cielo de esta Buenos Aires de primavera... la coda se convierte entonces en una reflexión, una mantra religiosa. Esas siete notas del final comienzan a ser coreadas por todas las voces... Cuanto más bajito toca la banda, más alto se elevan las voces de la gente y es el público ahora el que decide cuándo se acaba todo. Nadie quiere que se termine... y por un momento realmente parece que nunca, pero nunca, va a terminar.
Pero termina. Tiene que hacerlo. Ha durado 10 minutos. No es poco. Pero como si lo fuera, inmediatamente después la banda me regala el momento que yo personalmente esperaba con mayores ansias. Ante los primeros acordes de Better Man dejo escapar una especie de grito ahorado de emoción torpe... Ahora sí, me sé la letra y la canto con todo lo que la garganta me da, como queriendo ser la única voz que se escuche en el estadio. Pero es inútil; todos me quieren seguir... "Waitin', watchin the clock, it's four o' clock, it's time to stop"... ¡Qué TEMAZO! Y cuando la banda pone primera, para entrar con la trepidante parte rockera, soltamos todos una ovación gigante que por un instante logra eclipsar el sonido de la música. El primer encore cierra con una nueva sorpresa, pero esta vez de las buenas: Porch. No me parece un gran tema en sí, pero como suele ocurrir con muchas canciones de Ten, la cosa tiene vocación de estadio. Conclusión: ROCKEA como la reverenda puta; en serio, la garra que le ponen a Porch es de proporciones casi apocalípticas... me pregunto si estos notables subidones de potencia que se dan al final de los conciertos de rock son solamente una ilusión de los sentidos emborrachados de emoción o si realmente la banda aumenta un par de decibeles a propósito. La cuestión es que para estas alturas casi como que se recuerda Animal como un villancico.
Hay un segundo encore con nada menos que cinco temas. ¡CINCO TEMAS! Los Rolling Stones deberían tomar algún que otro apunte: la banda más grande del mundo apenas tira dos miserables canciones en un solo bis y Pearl Jam arma un SET COMPLETO de encores con cuatro y cinco temas ¡Generoso! El segundo empieza con Last Kiss, esta vez sí, en su versión en inglés, aportando a la noche una nota liviana y bienhumorada como paréntesis entre tanto aporreo de rock and roll. La gente hace palmas con las manos bien arriba durante toda la canción... Las cosas se ponen realmente emotivas cuando Vedder introduce el recuerdo de los Ramones. Totalmente descolgado, pero dado que Argentina tiene una rica cultura ramonera, el homenaje que la banda hace con su versión de I Believe In Miracles pega duro y fuerte. La gente se conoce la letra como si fuera una canción más de Pearl Jam, y la corea incluso con más fuerzas de lo que ha coreado los temas propios. Hay que ser honestos y recordar que los Ramones son unos muertos (literalmente, además) pero qué más da... en un concierto de rock supongo que sus temas adquieren relevancia inevitablemente... y I Believe In Miracles particularmente es, dentro de todo, una buena canción. El recuerdo que me queda de este momento es el de un público totalmente enloquecido, la mitad subida sobre la otra mitad, todos saltando y gritando a todo pulmón "Oooh, I belieeeeeeeve IN MIRACLEEEEES" mientras las luces del escenario nos iluminaban de lleno para que la banda pudiera ver la insanidad que se desataba debajo.
Luego llega otro peso pesadísimo: con los legendarios primeros acordes de Alive caemos todos: estos son los Pearl Jam. Los estamos viendo en vivo, y están tocando Alive. Es un momento irrepetible, y ya está acercándose el final. La versión de este himno es impecable, incluyendo el estremecedor "Soooo o ouuuuu" que explota al principio como un trueno, y el jam final donde las luces del escenario interactúan con el público, soltando fogonazos cada vez que la gente grita "HEY!"... Inolvidable. Ya está todo dicho: solo quedan la tribunera Rockin' In The Free World de Neil Young, ya con las luces del estadio totalmente encendidas, y el final emotivo de Yellow Ledbetter, con esa atmósfera tan escalofriante de despedida y promesas de un rencuentro no tan lejano. Cuando se acaba la canción la banda hace su saludo de rigor... Espontáneamente todos nos sacamos la remera y empezamos a revolearla por el aire mientras saltamos y despedimos a los flacos con un nuevo "Olé olé olé"... Se quedan mirando... y abajo nadie para. Al final se tienen que ir, y solo una vez que nos dan la espalda y desaparecen tras bastidores podemos convercernos de que todo se acabó para siempre.
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¿Algo más para pedir? No creo. Me habría gustado mucho que tocaran temazos como In My Tree, Immortality, Faithful, Present Tense o Not For You (esta última sí estuvo el viernes), en vez de cosas como Half Full, Lukin o Go. Me gustó que incluyeran realmente todos los temas que NO PODIAN faltar, dado que al ser la primera vez que tocaban aquí, no habría sido agradable que alguien se quedara sin su Jeremy o sin su Black. Aunque, debo admitir, tampoco me habría disgustado alguna sorpresa MASIVA como, por ejemplo, Who You Are o No Way. La noche anterior (que también tengo bajada de la página del grupo, cortesía de mi primo) habían dado un recital igualmente impecable, con un nivel de adrenalina y entrega que según mucha gente fue incluso superior al concierto del 26. El inicio A TODO CULO con Breakerfall, Not For You y Rearviewmirror resumen algunas de las canciones que me perdí por no haber ido a los dos. Pero no me importa tanto, porque también me perdí la atroz sorpresa de Blood, lo cual no lamento en lo más mínimo... ¿Blood muchachos? ¿Qué sigue? ¿LEASH? Jajaja.
En fin, lo que importa es que los tipos dieron un recital "de la ostia", sin dejar de ser tan solo cinco tipos comunes y corrientes tocando rock sobre un escenario, sin más ánimos que pasarla bien durante un rato. Una imagen muy cálida que me hizo sentirlos realmente muy cercanos, aunque los tipos ni saben de mí ni de nadie de los que estuvo presente ese día... Nada que ver con esas bandas que se creen superestrellas y vienen con una especie de condescendencia a rociarnos desde lo alto con un poco de su divinidad celestial (AHEM U2, AHEM). Eddie Vedder lo resumió todo diciéndonos: "We should pay you" mientras nos aplaudía realmente conmovido por todo el gran afecto que subía desde el campo. Eso sí, se quedó en palabras (hubiera sido cool que nos dieran un pequeño cheque firmado por Vedder al salir de la cancha), pero bastó el reconocimiento para que nos fuéramos con la sensación de que había sido una celebración de todos, una celebración ni más ni menos que del rock and roll, esa cosa maravillosamente estúpida y sin sentido que nos ayuda a vivir la vida mucho más intensamente con momentos como éste. Por todo esto, gracias Pearl Jam, y hasta la próxima vez... Para la cual, si Eddie no mintió en los últimos acordes de Yellow Ledbetter, no deberemos esperar tanto.