El debut del dúo francés formado por Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel es para mí un álbum clásico. Uno de esos que se consideran infaltables. Por supuesto no hace falta mencionar que es uno de los mejores álbumes de la década de los noventa, situado en el mismo pedestal que otras obras fascinantes y geniales entre cuyos ejemplos más conspicuos se encuentran Dummy de Portishead, Blue Lines y Mezzanine de Massive Attack, Ladies And Gentleman We Are Floating In Space de Spitiritualized, Clouds Taste Metallic de The Flaming Lips y, cómo no, The Bends y Ok Computer de Radiohead.

El caso es que este disco cambió mi percepción de la música electrónica y del ambient. Hasta el momento en que escuché este magnífico trabajo, yo asociaba la electrónica con una música oscura, atmosférica, un tanto alienada, difícil de digerir, con una base rítmica muy marcada y con melodías no demasiado destacables. Sin duda, álbumes como Kid A o Dummy, basados en gran parte en el trip-hop, ayudaban a reafirmarme en esta observación. Moon Safari, en cambio, es muy melódico, muy accesible, muy común, muy pop en definitiva y con un cierto aire anticuado. Todo esto es debido a que las influencias de Air no se hallan en los estilos y sonidos que empezaron a surgir a finales de los ochenta (como es el caso del resto de bandas de electrónica de los 90), sino en el disco, el pop europeo y en algo de new wave, géneros que se remontan a principios de esa misma década y a finales de la década anterior.

Todas las composiciones del álbum reflejan el buen hacer y la excelente capacidad compositiva de Godin y Dunckel. Siete de los diez temas que forman el disco entran en la categoría de excelente, y los otros tres son, como mínimo bastante entretenidos. El primero, La Femme d’Argent, podría pasar por una pieza de jazz y es brillante. Es ideal para escucharlo es una tarde-noche lluviosa mientras estás en un bar o una cafetería, tomando cualquier cosa y sentado junto a un ventanal, viendo a la gente que transita por la calle e intenta resguardarse de esa lluvia. Seguidamente, nos encontramos con Sexy Boy, un tema genial y sobretodo muy, muy lascivo y sexualmente agresivo. Imagínate un sábado por la noche en cualquier discoteca de moda, te acercas a la barra para pedir un cubata o lo que sea, giras tu cabeza hacia un costado y te das cuenta de que a menos medio metro tienes a una chica hermosísima que con actitud desafiante y arrogante se acerca y te susurra al oído: “Sexy booooy...” ¡Por dios, necesito una ducha de agua fría! Lo curioso es que esa voz tan femenina es una mezcla de las voces de los propios Godin y Dunckel, procesada y alterada para la ocasión.

All I Need comparte junto a You Make It Easy la mejor perfomance vocal de todo el álbum, obra de la señorita Beth Hirsch. Ambas tienen una atmósfera muy nocturna, íntima y sobria realmente fascinante. La primera de ellas es más pop y algunos de sus momentos podrían perfectamente formar parte de un anuncio de Martini®, sobretodo esas voces armoniosas que entran justo después de que Hirsch pronuncie los versos de “All in all there’s something to live, with you...”. La segunda, tiene tintes de bossa-nova que la hacen especialmente relajante y sensual, y sus dos primeros versos que dicen: "Never been here - How about you?/You smile at my answer” son tan soberbios que me hacen derretir de puro placer.

Tras All I Need llega Kelly Watch The Stars que, de la mano con Ce Matin-La y New Star In The Sky (Chanson Pour Solal), forma parte de los tres temas menos memorables a los que he hecho referencia anteriormente. Kelly Watch The Stars tiene una intro muy interesante y aunque, en su desarrollo, la canción no presenta grandes revelaciones, no deja mal sabor de boca. Por otro lado, Ce Matin-La es un número no demasiado largo con un aura de optimismo y ligereza que no se oye en ninguna otra parte del disco. New Star In The Sky es un tema ambient que, aparte de la guitarra acústica y teclados, cuenta con un piano eléctrico delicioso acompañando al verso: “the world the world the world the world”. También pululando por ahí se encuentra la joyita llamada Remember, la pista más corta (dura poco más de dos minutos), que aparte del gracioso acento francés perceptible en la pronunciación de la frase “Remember together remember forever”, transmite un tono melancólico que me resulta particularmente atrayente.

Para finalizar, me quedan por mencionar las dos mejores composiciones de Moon Safari, dos instrumentales absolutamente excepcionales que comparten una característica en común: ambos van creciendo en intensidad hasta alturas insospechadas. El primero de ellos, Talisman, tiene la mejor melodía de todo el disco, un órgano muy atmosférico y unas solemnes cuerdas que le proporcionan una carga dramática sin igual, sobretodo a partir del minuto tres, donde el tema adquiere tintes casi-épicos. El segundo y clausura del álbum, Le Voyage de Penélope, no es menos malo, posee un corno apoteósico y una guitarra wah-wah muy efectiva. Además la percusión sintetizada lo acompaña hacia un final realmente perfecto.

El álbum en su conjunto es un paseo, un viaje sin destino y sin apresuramientos, un desfile de sensaciones, imágenes y recuerdos que dejan maravillado, perplejo, sin palabras, extasiado... En fin, se me acaban los adjetivos para alabar este obra maestra no sólo de la música electrónica, sino de la música en general. Con este trabajo, Air se convirtió en una de mis bandas favoritas aparecidas en los últimos tiempos. Sus álbumes posteriores: el más experimental 10,000 Hz Legend, el compilado Premiers Symptomes, el soundtrack The Virgin Suicides y su último estreno Talkie Walkie, pese a ser bastante buenos no logran alcanzar el nivel y la calidad de este “winner” absoluto que es Safari Lunar.