GENESIS

Peter Gabriel: voz y flauta / Tony Banks: teclados, piano, mellotron / Mike Rutherford: bajo y guitarra Steve Hackett: guitarras acústicas y eléctricas / Phil Collins: batería y voz

ÍNDICE

TEMAS SOBRESALIENTES

        - Introducción

1969 - From Genesis To Revelation 

1970 - Trespass

1971 - Nursery Cryme

1972 - Foxtrot

1973 - Genesis Live (live)

1973 - Selling England By The Pound

1974 - The Lamb Lies Down On Broadway

1976 - Trick Of The Tail

1976 - Wind & Wuthering

1977 - Seconds Out (live)

1978 - And Then There Were Three

1980 - Duke

1981 - Abacab

1982 - Three Sides Live (live)

1983 - Genesis

1986 - Invisible Touch

1991 - We Can't Dance

1992 - The Way We Walk Vol. 1 (The Shorts) (live)

1993 - The Way We Walk Vol. 2 (The Longs) (live)

1997 - Calling All Stations

The Knife (Trespass)

The Musical Box (Nursery Cryme)

The Return Of The Giant Hogweed (Nursery Cryme)

Watcher Of The Skies (Foxtrot)

Time Table (Foxtrot)

Supper's Ready (Foxtrot)

Dancing With The Moonlight Knight (Selling England By The Pound)

Firth Of Fifth (Selling England By The Pound)

The Battle Of Epping Forest (Selling England By The Pound)

The Cinema Show (Selling England By The Pound)

 

INTRODUCCIÓN

próximamente


 

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Trespass – 1970

8-/10

"Tell me my life is about to begin"

1) Looking For Someone; 2) White Mountain; 3) Visions Of Angels; 4) Stagnation; 5) Dusk; 6) The Knife

mejor canción: Looking for someone

La primera incursión de Genesis en los infaustos fiordos del rock progresivo sigue siendo aún hoy una obra relativamente olvidada. INJUSTAMENTE olvidada agregaría yo, pues sorprendentemente, luego del muy poppy From Genesis To Revelation, Peter Gabriel y compañía se las ingenian para desplegar en forma bastante acabada muchos de los elementos estilísticos que definirán su peculiar sonido de aquí en adelante. Antes de sentarme a escuchar Trespass suponía que iba a encontrar una cosa híbrida, tentativa, sin demasiada forma y muy desencajada con respecto a lo que se oye en los subsiguientes tres discos. Grave error. Gravísimo error. Ok, ok, antes de que me apliquen la picana confieso que ALGO de eso hay: esta música ES primitiva y todavía ni se acerca al crisol magistral de Selling England By The Pound o, en menor medida, Foxtrot, pero no me impedirán decir que lo que se escucha aquí ya es Genesis en estado puro, inventando desde el vamos su propio cocktail de rock progresivo con todas esas cosas que tanto odiamos y/o amamos de estos muchachos: Tony Banks toca sus pomposas masas de órganos y mellotrones sinfónicos; Michael Rutherford dibuja esos arpegios acústicos de fondo aparentemente irrelevantes pero tan esenciales al estilo genesiano; Anthony Philips se manda alguna que otra barrida de extraña distorisión y Peter Gabriel canta sus extrañas melodías sobre criaturas celestiales y batallas sangrientas. Si eso no es Genesis...

Ahora, si digo que está INJUSTAMENTE olviadado no es solo porque el sonido ya está bastante definido, sino también porque las canciones son buenas. Es cierto que los quiebres instrumentales todavía son un poco anónimos e insatisfactorios, ya que no pasan de escuetos momentos de flauta, mellotron y arpegios acústicos, momentos que se hacen demasiado inflados, sin ganchos, similares entre sí. Es el principal problema del primer Genesis, el cual no terminará de resolverse hasta Selling England. Igual, hay suficiente riqueza en los instrumentos como para garantizar que el sonido, si bien no nos haga parar las antenas todo el tiempo ni nos sacuda con emociones fuertes, sí nos envuelva y nos arrastre en una nube sinfónica bastante especial. En el otro extremo, las melodías de Peter Gabriel se me hacen muy memorables, mucho más de lo que esperaba. Por ejemplo cuando canta los primeros versos de Looking For Someone o Visions Of Angels, o la parte final de Stagnation; eso es enteramente memorable, son melodías que afectan. Por lo cual se puede decir que Trespass es en definitiva un BUEN disco de rock sinfónico, rematado por buenas melodías y pasajes instrumentales algo inocuos pero agradables.

De las seis composiciones que ofrece Trespass ninguna flojea demasiado; cada una tiene su pequeño atractivo. Salvo la pesadísima The Knife y la muy suave Dusk, las canciones arrancan como suaves baladas místicas y cierran con explosivos crescendos sinfónicos, donde mellotrones, masas corales y fraseos maníacos de Gabriel se dan la mano. Ya desde el inicio, Looking For Someone nos ofrece una melodía vocal incial de PRIMER NIVEL, cantada de forma excelente por Gabriel; la parte en la que exhala ese fantástico "YEAAAAHHH!" y el órgano de desliza en el fondo con un acorde extrañamente tenso es brillante en todo sentido. Me encanta. Luego el tema se va sumergiendo en una serie de tribulaciones sinfónicas, pero aún éstas suenan bien; el bajo y la guitarra tienen pequeñas bahías donde pueden sonar amenazantes, los órganos y pianos de Banks crean una atmósfera pesadona y la flauta de Gabriel otorga texturas de ensueño antes de internarse en un enorme crescendo final. Es, por poco mi canción favorita del disco, aunque sea por su inolvidable melodía. Otra que también calificaría es Visions Of Angel, con su intro de piano que prefigura momentos gloriosos aún por venir (Principalmente Firth Of Fifth), una contemplativa melodía inicial, un estribillo bastante poppy y un notable final sinfónico. Similar en vena, Stagnation se destaca por ofrecer el quiebre instrumental más fascinante de todo el álbum, ese oscuro y mágico solo de sintetizador que aparece al principio; se trata casi del único momento del disco en el que VERDADERAMENTE nos vemos obligados a dejar lo que estamos haciendo y escuchar con atención. Fuera de eso es una balada un tanto errante, plagada de firuletes acústicos y rematada por una furibunda coda en la que Gabriel se desgañita gritando que "I WANT A DRINK!!!", en lo que quizá sea el pasaje vocal más extraordinario de todo Trespass.

White Mountain también tiene lo suyo; la melodía vocal de Peter Gabriel es atractiva de escuchar, sobre todo respaldada por esas atractivas melodías de órgano. Las partes instrumentales no tienen mucho relieve, salvo por el majestuoso final donde unos coros oscuros le dan un filo místico y religioso al asunto. La canción más corta y humilde del álbum es la balada acústica Dusk, que más allá de su aparente insignificancia provee una TREMENDA atmósfera de soledad, frío helado y silencio, a través de armonías vocales sencillamente fabulosas para no perderse. Es posta; quizá se sientan tentados a dejarla de lado al principio, pero si se toman un minuto descubrirán los encantos subrepticios de Dusk. Solo déjense llevar.

El grand-finale y tour-de-force de Trespass llega de la mano de la TERRORIFICA y SANGRIENTA The Knife, quizá la canción más heavy jamás hecha por Genesis en toda su historia. Con sus historias apocalípticas plagadas de frases como "I'll give you the names of those you must kill / All must die with their children / Carry their heads to the palace of old / Hang them high, let the blood flow" y sus trepidantes ritmos marciales no me extrañiaría que The Knife fuera una influencia para grupos epic-metal de la onda de Iron Maiden. Claro que acá el acento está puesto en los abrasivos riffs de órgano de Tony Banks; la guitiarra de de Philips suena distorsionada, barrosa y cortante pero la producción no es buena y no la hace lo potente que merece. En definitiva la canción termina sonando como un revoltijo de violencia y sangre, que por momentos hace hervir mis venas y por momentos me deja un tanto aturdido. Hay un intermezzo un poco más calmo por ahí tirado en el medio, pero enseguida vuelven los órganos cortantes, los aullidos de Gabriel y hasta gritos de terror saturando los parlantes. Infernal. La mayoría considera a The Knife como la mejor canción del álbum, pero personalmente disfruto más las baladas épicas. The Knife es buena pero demasiado abrasiva a veces.

Así que aquí comienza la era dorada del Genesis de Gabriel. Recién en el siguiente álbum debutaría la formación clásica con la adición de Steve Hacket y Phil Collins en reemplazo de Phillips y Mayhew respectivamente, pero es aquí donde arrancan los primeros pasos de una de las bandas progresivas capitales de la historia. La música se pondría mejor y mejor con el tiempo, pero este disco tiene algunas cosas interesantes. Nada más por ahora.

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Nursery Cryme – 1971

8+/10

"Play me my song, here it comes again"

1) The Musical Box; 2) For Absent Friends; 3) The Return Of The Giant Hogweed; 4) Seven Stones; 5) Harold The Barrel; 6) Harlequin; 7) The Fountain Of Salmacis.

mejor canción: The musical box

Con Steve Hackett y Phil Collins como nuevos integrantes, poco a poco el Genesis de Gabriel se va encaminando, y este álbum es quizá su paso más importante hacia la gloria definitiva de los siguientes años. Claro, todavía esta música suena un poco primitiva y desalmada en comparación a Selling England By The Pound, pero si en lugar de mirar para adelante miramos hacia atrás, debemos entender también que se trata de una ostensible mejora con respecto a Trespass, a pesar de que el sonido general del grupo ha cambiado poco y nada, aún con los nuevos miembros. Pero igual, más allá de sus inconsistencias, Nursery Cryme es el campo donde se van trazando las directrices que llevarán a las dos siguientes obras maestras del rock progresivo. Y como tal, tiene sus puntos de interés.

Cuando mi viejo me regaló Nursery Cryme, un gesto espontáneo para ampliar mis horizontes musicales, yo tenía unos trece años y lo único que me gustaba eran los Beatles. Lo escuché un par de veces, pero me aburría y me dormía. Definitvamente no estaba preparado para este tipo de composiciones extravagantes y sin pensarlo dos veces lo cambié por una cosa totalmente distinta y más acorde a mis escuetas ambiciones de ese momento (Please Please Me). Años más tarde sí, intenté con Foxtrot y después de mucho tiempo de tenerlo comencé a “entender” al Genesis de Peter. Por suerte.

Como decía, muchos elementos definitorios del mejor y más cartacterístico Genesis ya pueden rastrearse en Nursery Cryme. Sí gente, todas esas cosas que hacen del grupo una entidad tan distintiva, clásica y difícil de entender a la vez... ESTAN. Hay historias épicas, mitológicas y extravagantes; hay largos pasajes instrumentales y suites divididas en varias partes; asoma incipiente el fantástico histrionismo de un carismático Gabriel como intérprete vocal y algunas de las melodías son en verdad muy buenas. O sea, razones para festejar y salir a comprar el álbum existen y pueden comprobarse. Sin embargo todavía todo se halla en un estado embrionario, inacabado y subdesarrollado, que en definitiva hace de Cryme una experiencia menos arrebatadora y mística que los dos siguientes trabajos, a medio camino de la perfección.

Es un álbum disfrutable, eso lo tengo claro. Para empezar, me cautiva con una atmósfera muy particular; barroca, anticuada, sumamente pintoresca, realzada por ese fantástico arte de tapa amarillento y apolillado, que parece un libro polvoriento que podríamos encontrar escondido en el ático una biblioteca ancestral. A pesar de que se trata de uno de los trabajos más heavy de Genesis, nunca nos da la impresión de estar escuchando un verdadero álbum de rock sino una letárgica colección de mitos antiguos, fábulas extravagantes e historias sombrías, donde abunda la imaginería medieval y proliferan los toques barrocos como en todo álbum progresivo de ley.

El problema es que esta maravillosa atmósfera no siemrpe se traduce en las mejores ideas musicales. No pienso que no haya fragmentos interesantes, pero en general todo suena muy plano y uniforme... Se percibe que los recursos instrumentales aún son limitados y que apenas mutan de canción a canción: Banks alterna entre toscos riffs de órgano pesado, discretos mellotrones y secundarias viñetas con piano (menos piano aún que en Trespass); el debutante Hackett ya aporta buenos solos y arpegios pero siempre en el mismo tono y sin salirse de esquemas rígidos. “Empañado”: esa es la palabra que define el sonido de este álbum. Empañado, pantanoso, sombrío, vago. Un poco por la producción, un poco por los instrumentos elegidos. Un poco también por el inhibido dinamismo de los arreglos: cuando Gabriel pone en juego su maravillosa performance vocal las canciones es como que cobran vida, pero las partes instrumentales en general no exiben suficientes ideas ni matices como para absorberme por completo, algo similar a lo que ocurría en Trespass.

Lo cual no quiere decir que las canciones sean malas. NADA DE ESO. Claro, comparadas con cualquier épica selecta de Selling England By The Pound cualquiera de estos temas palidece, pero aquí en general funcionan bien. Tenemos tres “grandes épicas” y cuatro canciones menores de duraciones normales. Como en todo álbum de rock progresivo, las épicas son el plato fuerte mientras que las demás son pequeños tentempiés para entretener el estómago. A la mayoría de los oyentes suele disgustarle alguno de estos numeritos, pero en mi caso las repetidas escuchas me han hecho atesorar un pequeño atractivo en cada una de ellas. Seven Stones suena planamente trivial la primera vez, pero con el tiempo la retorcida melodía empieza a cobrar sentido, sobre todo en el antémico estribillo, uno de los momentos más hermosos del disco, y la coda con sus misteriosos mellotrones. Una de las más infravaloradas es la pequeña For Absent Friends, cantada por Phil Collins, que en general pasa desapercibida para la gran mayoría. Para mis oídos la melodía es sumamente fuerte y sobre todo la letra, con sus otoñales imágenes de una pareja de viudas llendo a la iglesia a rezar en algún pueblito inglés, me transmite una melancolía muy fuerte; melancolía que tiene que ver con la sensación de estar ya transitando los últimos días de la vida, en paz y con todos los recuerdos de amigos y amores intactos. Y eso que, espero, esa no es mi situación. Es una viñeta simplemente hermosa. También me gusta Harlequin; aunque quizá sea el número más flojo del álbum. Pero entre las canciones cortas la única y verdadera estrella es Harold The Barrel, una FANTASTICA, ESTUPENDA mini-comedia sobre un pobre tipo que está a punto de tirarse por la ventana mientras el resto del pueblo le ruega que baje. La melodía, acompañada de una danzarina pista de piano, es una cosa más adictiva que la cocaína, el tabaco y el sexo juntos y Gabriel simplemente LA ROMPE, anticipando sus cabriolas teatrales en Get Em Out By Friday, Supper’s Ready y The Battle Of Epping Forest, de una forma igualmente estelar. Pero quizá mi parte favorita del tema está bien al final, donde unos melancólicos y patéticos acordes de piano narran con indecible efectividad la caída final de Harold, acabando la canción en un tono funerario que la eleva a alturas completamente diferentes e inesperadas. 

Sin embargo todo el mundo sabe que lo que importan son las grandes composiciones excesivas y multiparte, y en Nursery Cryme por supuesto las tenemos. De hecho, el álbum abre a todo culo con The Musical Box, una de las composiciones clásicas y favoritas del Genesis temprano y también una de las más enfermas y desquiciadas. Empieza como una balada muy suave y oscura, con una deliciosa guitarra acústica, un gancho melódico inolvidable (“Play me my song / Here it comes again”) y un portentoso pasaje de flauta medieval. Después vienen un par de jams bastante densos y rockeros, incluido un mag-ní-fi-co solo de Hackett y de postre uno de los finales más impresionantes y conmovedores de los que hayan atestiguado mis tímpanos después de la Novena de Beethoven. De repente, los oscuros y reptantes órganos se tornan majestuosos y solemnes, al tiempo que Gabriel entona una melodía sublime que conduce de forma totalmente catárquica a los famosos y maníacos “Touch me, NOW, NOW, NOW...” haciendo hervir nuestra sangre de una forma que jamás hubieramos sospechado al comenzar la canción. En el conjunto de sus diez minutos la canción no suena como lo más inspirado del mundo, pero ese final desgarrador ciertamente le da un realce de la sanputa. Llamaba a The Musical Box una de las más enfermas y desquiciadas básicamente por su trama, que cuenta la historia (inspirada en la tapa del disco) de una niña adorable que en un partido de crocket le arranca la cabeza a su amiguito, cuyo espíritu vuelve más tarde a través de una caja musical y bajo la apariencia de un anciano que tiene toda la intención de violarse a la chica. Grande Gabriel, ¿Hay alguna historia más enferma que esa?

¡Pues sí que la hay! Y el protgonista es nada menos que ¡¡¡Un yuyo asesino gigante!!! en la épica The Return Of The Giant Hogweed, una asombrosa fábula sobre el avance implacable y descontrolado de una enredadera-monstruo sobre alguna aldea europea. En su conjunto la suite suena más íntegra y cohesiva que The Musical Box, aún sin tener nada parecido a ese glorioso final. Comienza con un original y distintivo riff que se desliza en una amenazante y desesperada melodía vocal donde Gabriel, advirtiendo sobre los peligros de la gran enredadera asesina, adquiere un tono de voz inédito muy atractivo. Pero lo más entretenido pasa por cómo la canción va alternando entre sus dos melodías principales, una mejor que la otra, sin perder jamás el interés, para concluir en lo que a mi juicio es el mejor arreglo instrumental de todo el álbum, con el dueto entre el piano de Banks y el minimalista pero demoledor solo de Hackett. La tercera épica, The Fountain Of Salmacis, no es tan interesante pero tiene lo suyo: una gran línea de bajo muy prominente (no es para menos ya que el autor es Rutherford) y un estribillo recurrente bastante antémico que aporta la vena adecuada para un tema de cierre de álbum.

El típico álbum que no tiene un solo tema malo, pero que a la vez no alcanza alturas de gloria con mucha frecuencia. Lo más rescatable es que tiene un estilo completamente único, inhallable no solo en cualquier otro grupo sino en resto del catálogo de Genesis. Quizá por eso sea un álbum difícil, pero vale la pena.

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Foxtrot – 1972

9-/10

"Hey my baby, don't you know our love is true?"

1) Watcher Of The Skies; 2) Time Table; 3) Get 'Em Out By Friday; 4) Can-Utility And The Coastliners; 5) Horizons; 6) Supper's Ready.

mejor canción: Supper's ready

Fue mi primer álbum de Genesis. Cuando lo escuché por primera vez lo odié. Bueno, no llegué a semejante extremo, pero realmente no me resultaron muy inspiradores esos sonidos de mellotron con el que empieza, me molestó la complejidad inacequible de algunas melodías, me molestó incluso la voz de Peter Gabriel, pero lo que más insatisfacción me produjo era que en ningún momento el álbum tuviera un pasaje donde aparecieran unos buenos riffs de guitarras crujientes, bajos pulsantes y un buen ritmo que me hiciera saltar de la silla. Fue verdaderamente un shock: hasta entonces mi contacto más cercano con lo “progresivo” había llegado engañosamente de la mano de Pink Floyd y me había acostumbrado a un tipo de música radicalmente distinta, donde la sofisticación era medida y solo las fluidas atmósferas efectistas de Waters y cia. llenaban mi cabeza. Y yo acá tenía a Gabriel que me venía de repente con pasajes de música extremadamente complicados que parecían no llegar a ningún lado, melodías dispersas que no podía considerar memorizar, letras pseudomísticas que no apelaban ni al corazón ni a la cabeza, crescendos de exagerada gradilocuencia... y cuando alguno de los pasajes tenía algo de la tan ansiada potencia era más bien una suma de tribulaciones supercomplicadas de órganos y mellotrones insoportables que no eran lo que yo esperaba o quería escuchar.

Esa fue mi primera impresión. No se si exactamente fui un tonto, pero eran épocas en las cuales me era mucho más difícil entender las cosas nuevas que mis oídos iban sumando. No había captado con todas mis antenas la esencia del Genesis y Gabriel y todos aquellos elementos claves del rock sinfónico según el paradigma de este grupo me resultaban muy difíciles de disfrutar. Durante mucho tiempo lo tuve ahí olvidado y cada tanto lo ponía para darle una nueva oportunidad hasta que en el minuto cinco o seis me hartaba, le bajaba el volumen y me ponía a hacer otra cosa. Para ser justos; el rock sinfónico llevado a los extremos de complejidad, histrionismo y es un género que no es para cualquier paladar.

Pero para hacer esta página hace algún tiempo tuve que escuchar Foxtrot con atención varias veces y el camino fue allanándose. Descubrí los encantos de Genesis finalmente, mucho tiempo después de haber oído el álbum. Uno tiene que atenerse al estilo caricaturesco y rebuscado y esuchar el disco con ese paradigma metido en la cabeza, sin esperar jamás cosas “rockeras” ni “simples”, ni “tradicionalmente placenteras”. Puede resultar dificil, pero eventualmente el oyente descubrirá un mundo enorme de ideas brillantes, melodías de fascinante belleza y música sumamente cautivadora y de increíble dinámica. Es solo cuestión de de tiempo y paciencia: entonces las melodías que antes parecían divagar empiezan a tener sentido, los pasajes de mellotron errático y ritmos quebrados comienzan a revelar un cautivante e inagotable mundo de matices ocultos y ya no habrá marcha atrás: se llega a la conclusión de que por más que no sea la música más sencilla de escuchar, este Genesis de Gabriel ha producido los mejores momentos del rock progreivo. Al menos eso es lo que me pasó a MI, y Foxtrot es uno de los más grandes ejemplos del mejor Genesis.

Eso no quiere decir que todo esté en perfecta sintonía. Siento algunas sobredosis de sintetizador aquí y allá (Cortesía de Tony Banks) que le quitan fluidez y gracia a varios momentos; aparece mucho menos piano del que me gustaría; las melodías todavía pueden ser mejor (aunque esto solo lo probaría el siguiente álbum) y algunos pasajes intrumentales resultan un tanto aparatosos por culpa de una desafortunada elección en los intrumentos y el tono de los sintetizadores. Pero en general la música está BIEN y Hackett tiene un protagonismo suficiente como para que no extrañe la guitarra. Por otro lado aprendí a valorar la voz de Peter Gabriel; sigo pensando que no es un super-cantante; de hecho es un poco embarazoso cuando al final de Supper's Ready intenta suerte con un par de alaridos potentes; después de todo no es Roger Daltrey ¿no? Pero su voz histriónica termina calzando perfectamente muy bien en las canciones y uno realmente no puede imaginar temas como Willow Farm (segmento de Supper's Ready) o Get'em Out By Friday cantadas mejor por otra persona. Realmente no se puede.

Pero vayamos entonces a las canciones. Tras las varias escuchas que mencioné, todas son realmente muy buenas, lo cual justifica que este sea, junto a Selling England By The Pound, el álbum más reverenciado del grupo. Empezamos de entrada con un gran clásico como Watcher Of The Skies, una de las favoritas de los fans. Durante mucho tiempo esta canción no me producía casi ninguna impresión; esa introducción con mellotrones me pareció la cosa menos feliz que había escuchado en un álbum de prog y realmente eso me predisponía mal para el resto de la canción. Pero la verdad es que es muy, pero muy buena gracias una melodía vocal atrapante, sobre todo al contrastar los enfáticos versos con los sutiles giros melódicos del estribillo. Además tenemos un riff eléctrico de una sola nota BASTANTE intenso y ominpresente que satisfará incluso al oyente más predispuesto al rock directo y para cerrar tiene un final verdaderamente bello y relajante. Buena, canción, tonto de mí haberla descubierto tarde. Después llega la que es una de mis absolutas favoritas de Foxtrot; realmente infravalorada por la mayoría de la gente, Time Table es la mas maravillosa melodía del disco y los arreglos son supremos; por una vez Banks se olvida de sus estúpidos sintetizadores y toca preciosas melodías con pianoforte. Por otra parte se trata de una de las pocas composiciones focalizadas y compactas del grupo, donde las melodías y arreglos son más asimilables que de costrumbre. La melodía de los versos es inovidable, la del estribillo sublime y gloriosa y la que aparece al final de cada estribillo, con esa campanita tintineante, es simplemente hermosa.

Get'em Out By Friday es otra de las que en un principio me resultaban un tanto plomas de escuchar; aquí los pasajes intrumentales no son TAN interesantes debido a un excesivo énfasis puesto sobre la complejidad por sí misma, relegando una verdadera seducción auditiva. Lo que sí es interesante es la historia contada, una cosa increíble sobre achicar a las personas genéticamente para que quepa más gente en las viviendas (¡!) y la forma en que la canción se divide en diferentes personajes, cada uno con su leitmotiv. Realmente divertida. Can Utility And The Coastliners es otra a la que la mayoría no lleva el apunte, pero sucesivas escuchas revelan una magnífica construcción. Si bien la melodía no es la más memorable del álbum, hay un crescendo con guitarras acústicas verdaderamente notable. Horizons es una muy breve pieza de guitarra acústica y es completamente preciosa (Qué participación pudo haber tenido Collins en su composición es algo que no me queda claro, a la luz de que todos los temas están firmados por Genesis en su conjunto).

Y el plato fuerte, claro, para el cierre. ¡Y qué cierre Madrecita! Supper's Ready es una épica sinfónica (sobre el apocalipsis) desproporcionada que en sus veintitrés minutos de duración y siete motivos musicales epitomiza todo lo glorioso y lo excesivo de este Genesis, en lo que quizá sea el manifiesto artístico más extremo, el definitivo de todo el rock progresivo. En su casi media hora de duración despliega y entremezcla las mas variadas melodías, los más inesperados cambios de tempo y tema, diferentes pasajes intrumentales, momentos de belleza y otros de abrasiva complejidad técnica, acentuando y diferenciando así las diferentes facetas del inagotable histrionismo de Gabriel. Epicas como Stairway To Heaven y Shine On You Crazy Diamond y Bohemian Rhapsody son juego de niños al lado de esto. Y a pesar de que no todas sus secciones me gustan por igual, el producto final es sumamente entretenido y poderoso. La introducción, bajo el nombre de Lover's Leap empieza la experiencia en una nota excelente: tiene una melodía vocal SUBLIME que me pone la piel de gallina cada vez que la oigo, una letra hermosa repleta de sabia imaginación, y una coda acústica (muy similar a The Musical Box del álbum anterior) muy placentera con arreglos corales, flautas y una fantástica guitarra jazzera.

The Guaranteed Eternal Sanctuary Man nos lleva a terrenos más pesados y complejos donde el órgano se vuelve literalmente loco y la melodía nos arrastra a zonas más épicas. Ikhnaton And Itsacon And Their Band Of Merry Men (¡Qué título por Dios!) empieza con un reprise exquisto de la melodía de Lover's Leap con flauta para más tarde llevarnos al momento más heavy de la suite, dónde órganos caóticos y furiosas guitarras distorsionadas representan una violenta batalla; en general el pasaje me resulta un tanto sobredramatizado y no me atrae mucho salvo por el fantástico solo doble de guitarra eléctrica que empieza justo en el minuto 8:05. Me hace acordar (el solo) un poco a la intro de Sweet Child O’ Mine, el tema de los Guns N’ Roses (asociación rara la mía). How Dare I Be So Beautiful es un intermezzo breve e inocuo que representa la devastación luego de la batalla.

Y Willow Farm es definitivamente mi momento favorito de todo el álbum. De pronto, inesperadamente, la seriedad y la pomposidad se desmoronan dejando lugar a este in-cre-í-ble número teatral, bufonesco, literalmente de comedia músical; una melodía irresistible y lúdica que impulsa a saltar del sillón y cantar y bailar; un Gabriel que murmura incoherencias, subiendo y bajando el resgistro magistralmente mientras su voz va aumentando y disminuyendo de velocidad; coritos infantiles haciendo ohhh ahhh ohhh ahhh. ¡Wow! Sencillamente imperdible. Luego de Willow Farm Gabriel nos otro respiro de paz y tranquilidad a través de otra estupenda melodía de flauta que parece anunciar que los momentos culminantes de la suite se acercan. A partir de aquí el tema empieza a ser cada vez más épico, más grandioso: el implacable crescendo de Apocalypse in 9/8 nos va llevando de a poco hacia un final sobreproducido donde cerramos a todo trapo con un panzazo de mellotrones, aullidos de Gabriel y celestiales arpegios de Hackett en una épicas grandiosa donde las melodías de Lover’s Leap y The Guaranteed Eternal Sanctuary Man son retomadas con un efecto aplasante que nos dejará agobiados y hechos torta. Ex-tra-or-di-na-rio.

En definitiva todos los temas son realmente buenos, van desde lo notable (Can Utility) a lo maravilloso (Supper's Ready) No me animo a ponerle un diez porque a pesar de sus innegables virtudes todavía no llego a la plenitud del disfrute con Foxtrot. Como dije, la música es primordialmente excelente, pero algunos momentos siguen sonando un poco excesivos, pretenciosos, sobreproducidos y no muy frescos. Momentos que el oído advierte interesantes pero que no me elevan hacia mundos imaginarios maravillosos ni me otorgan esas sensaciones vívidas y extrañas de ser transportado a otros tiempos y lugares desconocidos. Es solo una percepción general que surge de la comparacion con Selling England By The Pound, el milagroso álbum siguiente que demostraría como se puede llevar lo aparantemente inmejorable a alturas de insuperable gloria e insospechada frescura. Aún así, Foxtrot pertenece a la selecta discoteca del rock progresivo más excelso.

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*Selling England By The Pound* – 1973

10+/10

"Can you tell me where my country lies?"

1) Dancing With The Moonlight Knight; 2) I Know What I Like (In Your Wardrobe); 3) Firth Of Fifth; 4) More Fool Me; 5) The Battle Of Epping Forest; 6) After The Ordeal; 7) The Cinema Show; 8) Aisle Of Plenty.

mejor canción: Firth of fifth

En la revisión de Foxtrot que pueden apreciar arriba nomás, empecé uno de los párrafos estableciendo que “no todo está en sintonía”. A pesar del evidente virtuosismo que Genesis empezaba a alcanzar, había ciertos elementos que no terminaban de desarrollarse, que no alcanzaban todo el potencial insinuado y que me dejaban con ganas de algo más. Decía: “estos tienen toneladas de genio, pero les falta ALGO para volarme definitivamente la cabeza”. Pues amigos OLVIDENSE DE ESO. Olvidense de eso lo más rápido que puedan porque con el subsiguiente trabajo Selling England By The Pound, Genesis le ofrenda al público uno de los álbumes más perfectos, más intensos y más milagrosos jamás concebidos. Así de simple

¿Es una afirmación un tanto grandiosa? Por cierto que lo es, pero está plenamente justificada. Cuando hablamos de Selling England By The Pound estamos hablando de mística, estamos hablando de perfección musical, estamos hablando del pináculo absoluto del rock sinfónico y progresivo: aquello que había empezado muy bien con el debut de King Crimson alcanza acá su manifiesto definitivo, su máxima expresión y su mayor expresividad, dejando cualquier intento posterior prácticamente condenado a la irrelevancia y haciendo que cosas como Close To The Edge y Dark Side Of The Moon suenen futiles y grises en comparación. En algún momento tuve por bien darle un nueve, quizá guiado por la reticencia a darle puntaje perfecto a un álbum que no representa verdaderamente lo que es el rock. Pero hace poco lo estuve escuchando y me convencí de que no merece menos que un perfecto diez, ubicándolo así en el selecto remanso de los más maravillosos álbumes jamás grabados.

Ahora, ¿Por qué este álbum es tan fantástico? ¿Por qué merece indiscutiblemente la más alta calificación? Vayamos de a poco porque de otra forma me voy a atragantar en elogios delirantes y poco claros. Lo más importante, lo más satisfactorio de Selling England By The Pound es que todos aquellos problemas, todos esos pequeños desajustes que inhibían la potencial perfección de álbumes anteriores han desaparecido y POR COMPLETO. La mayoría de las secciones instrumentales y melodías en Nursery Crime y Foxtrot estaban bien, pero al fin y al cabo no eran todo lo hermosos y sublimes que podían. Uno quedaba dudando sobre si aquello era realmente lo mejor que tenía para ofrecer el rock sinfónico en cuanto a belleza y potencia. Yo sospechaba que no: este tipo de música, tan libre y tan imaginativa, tiene que poder explotar MAS que eso...

¡Claro que sí señores! Y este álbum es la culminación absoluta y perfecta de todas las inquietudes de Gabriel y compañía. Si alguno quedó sin entender qué es lo que perseguía Genesis con los extraños álbumes anteriores... pues AQUÍ está la respuesta. Por fin aquello que empezó a insinuarse desde Trespass alcanza su máximo e insuperable parangón; por fin la banda halla el equilibrio perfecto entre cada uno de sus miembros y tendencias. Por fin Tony Banks se olvida de todos esos delirios ásperos y ultra-complicados con mellotrones y se dedica a tocar las mejores y más melódicas líneas de piano y sintetizador jamás grabadas. Gabriel alcanza su mejor forma como vocalista y extravagante personificador de calicaturas. Collins demuestra por qué es uno de los mejores bateristas que jamás haya tocado y Steve Hacket se manda solos oh! tan sublimes que casi me hacen llorar de puro gozo.

Hasta aquí las ideas musicales de Genesis eran interesantes, eran innovadoras, eran desafiantes, eso sí. Pero la música de Selling England eleva la cosa a un nivel totalmente nuevo: es íntegramente perfecta, dinámica, repleta de matices que se van descubierdo con cada nueva escucha; inhumanamente compleja y aún así milagrosamente fluida y focalizada; interesante para escuchar y devastadora emocionalmente; extraodrinariamente hermosa y a la vez repleta de energía. Y ojo que se trata de mucho más que “buena música”; es música que tiene ese marvilloso don de transportarnos a lugares y tiempos desconocidos, a mundos distantes, nuevos y misteriosos que nunca hubiéramos podido imaginar de no haber escuchado el álbum; es música que genera imágenes muy poderosas en la cabeza y por un rato nos pone en contacto íntimo los rincones más ocultos de nuestro ser. Más de uno dirá que estoy exagerando, que soy un delirante místico, pero esto es realmente lo que siento al escuchar Selling England. Es como sumergirme por un rato en un viaje sensual y místico, tal como ningún otro álbum jamás me dará. En fin: todo lo que el rock progresivo siempre quiso ser y nunca logró, excepto en este único y milagroso álbum.

Otra sensación que tengo con el álbum es que a diferencia de los tres anteriores, que tenían algo de alieníagena, algo de sobrenatural y de ciencia ficción en sus atmósferas, Selling England By The Pound es un álbum mucho más terrenal y sorprendentemente recatado en cuanto a bombástica. No quiero decir que no tenga sus pasajes pretenciosos y grandilocuentes, pero en una medida que parece menor que la del rock sinfónico promedio; este álbum más bien enfatiza el aspecto sinfónico de “encantos sutiles” y “matices delicados” antes que el de “épica bombástica” y “masas de sonido grandilocuentes”. A su vez, mientras Foxtrot y Nursery Cryme eran ricos en historias macabras y delirios bíblicos o extraterrestres que nos transportaban hacia lo oscuro y lo dionisíaco, Selling England nos lleva más hacia suaves praderas inglesas y frescos bosques en tardes soleadas con letras que en su mayoría tratan con problemáticas bien cotidianas. Como dije antes, son mundos muy ricos en imaginación, pero siempre nos da la sensación de estar sobre la tierra.

Bueno, basta de sinrazones freudianas. Vayamos a las canciones de una vez. Sin duda no lastima mucho que las siete canciones del álbum (Aisle Of Plenty es solo un epílogo de un minuto) sean uniformemente excelentes. Hay aquí cuatro “épicas” de entre doce y ocho minutos de duración y las cuatro están entre las mejores composiciones del rock progresivo (y por qué no de la música moderna) jamás escritas. Pero lo que más sorprende es que a pesar de que a primera escucha el álbum puede sonar bastante monótono (Mi papá me dijo eso; no es que sepa mucho tampoco) las sucesivas escuchas irán revelando cuán diferentes en tono son estas cuatro obras maestras. Tenemos un himno ultra solemne como Firth Of Fifth, un número de liviana comedia como Battle Of Epping Forest, una balada atmosférica como Cinema Show y una suite multiparte genial como Dancing With The Moonlight Knight. En cuanto a los temas cortos, situados de forma estratégica entre las épicas para que funicionen como intermezzos, un podría arriesgar que son relleno. En rigor son relleno, pero en general son tan geniales que no son para nada ensombrecidos por sus hermanas mayores.

El álbum abre de forma inolvidable con la voz de Gabriel cantando a capella una clásica melodía y preguntando “Can you tell me where my country lies?”. Los intrumentos se van agregando de a poco a gran efecto, construyendo sobre la marcha una gran balada. Es especialmente memorable el momento en que Peter canta la inmortal línea “Old father Thames, it seems he’s drowned / Selling England by the pound” y Banks entra con un fabuloso arpegio de piano. Me resulta particularmente poderoso y contundente cómo se menciona el nombre del álbum de forma inesperada: no se bien por qué, siempre me pega cuando el título del álbum se halla escondido en las líricas. De todas formas, en ese instante sabemos que estamos ante la perspectiva de una experiencia musical extraordinaria. Y la magnífica obertura, Dancing With The Moonlight Knight, APENAS está empezando. De pronto la balada explota en un for-mi-da-ble estribillo antémico que barre con todo como un aluvión de imponderable fuerza. “Follow On! / Till the gold is cold” al parecer cantando sobre cómo las rígidas tradiciones inglesas ceden ante la globalización. La melodía es fantástica y el trasfondo es maravillosamente bombástico y esplendoroso. Y después llega el break instrumental OH DIOS MIO... EL BREAK INSTRUMENTAL. De repente la banda rockea con un par de acordes amenazantes que me sacan los fantasmas del cuerpo y entra Hacket con una serie de solos inolvidables. Y después Gabriel vuelve a cantar y de repente la música gira en una dirección completamente inesperada con las líneas “You’ll play de hobby-horse / I’ll play de fool” y de vuelta el estribillo formidable y una coda atmósferica repleta de guitarras acústicas (para mí este es el mejor soundtrack del otoño) que cierra la canción de una forma completamente distinta a la que uno hubiera esperado. Hay tanto que decir sobre esta canción y a la vez tan poco. Solo escúchenla.

¡Waw! ¿Eso fue un párrafo entero para la PRIMERA canción! No, no. Me estoy excediendo.

I Know What I Like (In Your Wardrobe) es sencillamente uno de los mejores temas pop que jamás haya escuchado y ciertamente mucho mejor que toda esa porquería pop que la banda publicaría más adelante bajo la batuta de Phil Collins. Si, pop... pero un pop bizarro, delirante... TRASNOCHADO como solo Gabriel podía imaginar. La melodía es una cosa extraña casi de Syd Barret, pero es más pegajosa que un pote de miel; el estribillo es inolvidable y la letra sobre la vagancia es ingeniosa. A todo esto sumenle percusión étnica, flauta, cantos extraños y tenemos uno de los números de pop (o ¿Pop rap?) más inclasificables y pefectos jamás logrados.

Pero todo esto es una payasada anecdótica en comparación a lo que sigue: Firth Of Fifth no solo es la mejor canción del disco, sino que es mi canción favorita de Genesis y una de las composiciones claves de la historia de la música moderna. Punto y seguido. La escucho y todavía no puedo creer cómo estos cinco tipos llegaron a componer esta gloriosa pieza de música. Es inconcebible. La intro de piano me pone en trance cada vez que la escucho (y eso que la esuché como cien veces) y es por supuesto el momento definitorio de Tony Banks. La melodía va creciendo en tensión y belleza hasta explotar de golpe en una frase absolutamente majestuosa y sublime de Gabriel; "The path is clear / Though no eyes can see". Algunos han criticado la canción diciendo que las letras (de Tony) son pomposas y malas. Puede ser, pero cuando tenemos esta música las letras se pueden ir al carajo si por mí fuese. Ah! pero esto es solo la preparación para el VERDADERO momento cumbre del álbum. La sección instrumental media es una cosa que mis palabras sencillamente no pueden definir: primero tenemos una melodía de flauta TAN hermosa, oh! tan oscura, tan mágica que me siento instantáneamente transportado a un castillo medieval rodeado de bosques ancestrales en un tiempo perdido. Después Banks entra reinterpretando la melodía de la introducción con sintetizadores: y el panorama es aún más intenso y apabullante... y entonces señores llega Hacket que retoma la melodía de la flauta en un solo tan SUBLIME, tan PODEROSO, tan DEVASTADOR que por un momento mi cuerpo levita y las lágrimas invaden involuntariamente mis ojos. No, no, no, la intensidad de este crescendo es monstruosa: al lado de esto el final de Supper’s Ready parece música de videojuegos. Es lo más cercano a la perfección musical que escuché en un álbum de rock y no es exagerado suponer que si Beethoven estuviera vivo admiraría esta obra. La canción finaliza con los versos inciales y un hermoso fade-out de piano dando la impresión de un círculo que se cierra.

Con More Fool Me el álbum da un pequeño respiro: es una tonada pop muy melódica compuesta por Phil Collins. No tengo dudas de que es el momento más débil del álbum... pero eso no significa que sea mala. De hecho, la melodía del estribillo es fantástica y además provee un excelente “relax” luego del tour de Firth Of Fifth. Y así llegamos a la tercera gran épica, la más larga del álbum. The Battle Of Epping Forest es la canción más desvalorada por los oyentes. ¿Razones? Quizá porque se trata de la menos pomposa y grandiosa de todas; quizá porque las melodías son de lo más raras e impredecibles; quizá porque globalmente parace un gran caos psicótico sin forma... Por supuesto que yo no entro en esa. Para mí todo eso solo son vitudes y diría que por momentos es mi favorita de todo el álbum. ¿Qué tiene de especial? Es una mezcla fabulosa de melodías extrañas todas amontonadas y secuenciadas de forma inmpredecible; excelentes truquitos de Tony Banks intercalados en el medio y un Gabriel que se lo pasa a lo grande representando casi teatralmente una disputa de gangsters por un dominio de tierras. Claro que al principio no fue muy fácil entender una cosa así, pero con las sucesivas escuchas... ¡Madre mía!, se revela una de las piezas de música más entretenidas, complejas y originales que jamás haya escuchado. El carácter fuertemente histriónico de Gabriel y el increíble dinamismo que adquieren las melodías y sus quiebres le dan al número un aire de comedia musical y les digo la verdad, Cats y Andrew Lloyd Weber se pueden ir a la m*** si puedo escuchar esta maravilla antes. Dentro de esos doce minutos se esonden tantas, pero TANTAS cositas fantásticas: la melodía de sintetizador después de la línea “Here come the calvary”, toda la melodía del “picnic... picnic”, el fabuloso riff de sintetizador que viene inmediatamente después del último “picnic” que no se por qué me hace ver toda mi vida en un segundo (Waw!), el oscuro y teatral intermezzo sobre el “reverend”, el magnífico final donde alguien “toss a coin to settle the score”. Escuchenlo, yo no hablo más.

Bue... este... tengo que seguir hablando pues quedan dos joyas más. After The Ordeal es el único tema instrumental del álbum (en el folleto del CD se equivocaron y tipearon una parte de Epping Forest bajo este título) y aunque globalmente es solo un relleno para unir Battle con la última épica, uno no puede negar la atmósfera misteriosa que transmiten las primeras notas y la evidente majestuosidad del solo de Hackett. Y entonces si, llega el Grand Finale con The Cinema Show. La canción empieza como una balada más o menos normal de excelente melodía con letras sobre la seducción entre el hombre y la mujer y un quiebre hermosísimo donde Gabriel canta unos “na-na-na-na”, pero el plato fuerte del tema es la famosa “suite de sintetizadores” que ocupan la segunda mitad y llevan el álbum a su conclusión. Es curioso: se trata de un final muy sutil y muy melódico que nada tiene que ver con la grandiosidad explosiva del epílogo de Supper’s Ready de Foxtrot, y aún así me parece un cierre mucho más efectivo y feliz. ¿El solo de Banks? Es fantástico, como todos los momentos instrumentales del álbum. En unos pocos minutos caen como en una cascada tantas melodías tan maravillosas y cambiantes que tengo que sostener mi maxilar inferior para que no se me caiga de admiración. Y miren que la escuché como mil veces, y aún hoy siento que me elevo hacia los cielos cada vez que esas mágicas notas giran a mi alrededor como un viento etereo y mágico. Y el golpe maestro para finalizar la obra maestra: los sintetizadores van derivando de a poco hacia la melodía inolvidable de Dancing With The Moonlight Light para cerrar el álbum de la misma forma que empezó con Aisle Of Plenty. Quizá las letras de esta última porción sean DEMASIADO fumadas como para impactar como es debido... pero es como buscarle la quinta pata al gato. Selling England By The Pound es perfecto.

¡Caray! Perdonen por esta revisión tan larga, pero este es un álbum que realmente genera infinitas sensaciones de placer en mí y de alguna manera quería transmitir eso. Se que probablemente no lo haya logrado y solo quede un divague inconducente... Por eso: ¿Qué hacés leyendo este divague inconducente todavía? ¡Move tu trasero y andá a comprarte esto ya!

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