BONUS TRACKS!
1970 - 1979
He aquí una verdadera ensalada incoherente y desarticulada, pergeniada por mi perversa mente para confundirte. Básicamente, en esta sección encontrarás revisiones de algunos discos sueltos, aislados y surtidos de grupos y solistas de los 70' para los cuales no tengo una página propia prevista en el corto plazo. Son álbumes que me siento con ganas de revisar sin obligatoriamente conocer los demás del grupo, a veces porque los escuché y me gustaron mucho, otras veces porque son demasiado famosos y legendarios como para que no los tenga contemplados en mi sitio. Con el tiempo, todos estos álbumes irán pasando a las páginas de sus respectivos grupos, de forma que esta sección puede ser considerada como una "incubadora" donde reposan algunas revisiones prematuras. Pero recuerden, estos grupos irán apareciendo con página propia en el MUY LAAAARGO plazo.
1970's
1970 - The Guess Who - American Woman
1970 - The Allman Brothers Band - Idlewild South
1971 - Elton John - Madman Across The Water
1972 - Lou Reed - Transformer
1973 - The Stooges - Raw Power
1974 - Pescado Rabioso - Artaud
1974 - Sparks - Kimono My House
1974 - Joni Mitchell - Court And Spark
1975 - Aerosmith - Toys In The Attic
1976 - The Ramones - Ramones
1977 - Fleetwood Mac - Rumours
1977 - Television - Marquee Moon
1978 - Dire Straits - Dire Straits
1978 - Blondie - Parallel Lines
"American Woman, stay away from me"
1) American Woman; 2) No Time; 3) Talisman; 4) No Sugar Tonight / New Mother Nature; 5) 969 (The Oldest Man); 6) When Friends Fall Out; 7) 8:15; 8) Proper Stranger; 9) Humpty's Blues / American Woman (Epilogue).
mejor canción: No sugar tonight / New mother nature
Opa! Parece que también de Canadá se puede esperar un poco de excelente música. No, no hablo ni de Neil Young ni de Joni Mitchell (y tampoco de Alanis Morisette, por favor!!!), sino de esta singular banda clásica de hard-rock de Winnipeg, llamada The Guess Who. Aparte de algunos hits aislados, el exitoso American Woman es el único LP de ellos que escuché completo y realmente no tengo más que elogios y palabras de admiración para esta inspirada obra que, además de entregar algunos clásicos sencillamente estupendos, producto de los evidentes talentos compositivos del guitarrista Randy Bachman y el tecladista Burton Cummings, también se puede jactar de una diversidad sumamente interesante y placentera.
¿Te gusta el rock clásico puro? Entonces este LP no debería faltar en tu colección. La música de The Guess Who es accesible para cualquier oyente y tiene un poco de todo: sobre bases de blues, jazz, hard-rock y pop, los tipos ensayan composiciones bien compactas, sorprentemente impecables desde el punto de vista técnico, y repletas de matices suaves que sin dudas aportan una diversidad y una riqueza refrescante al panorama. A veces un poco de blues, cada tanto algún tinte jazzero, cierto toque psicodélico más adelante, y así sucesivamente, brincando de estilo en estilo y mezclándolos armoniosamente, pero sin aventurarse nunca en extremos violentos, centrada siempre en un conciso núcleo de pop y rock tradicional. American Woman, particularmente, es según mi opinión la más exitosa, equilibrada y perfecta fusión entre puro pop a la Beatle y hard-rock a la Led Zeppelin. Riffs bien crudos y pesados se complementan perfectamente con melodías intoxicantes y armonías vocales de cinco estrellas incluso dentro de una misma canción, algo que realmente no ocurre muy a menudo: porque en general los grupos que tocan hard-rock (Zeppelin, Sabbath, Purple, Hendrix, Stones etc.) suelen dejar de lado los aspectos melódicos, mientras que los grupos más cercanos al pop melódico (Beatles, Hollies, Beach Boys, Byrds) no rockean lo suficiente como para conmover al hard-rocker que llevamos dentro. Claro, ocasionalmente los grupos de hard-rock pueden incursionar con éxito en el pop y viceversa, pero para eso tienen que irse al otro extremo. En cambio, me da la sensación de que los Guess Who han logrado con este LP un punto medio inédito, al rockear DURAMENTE, con riffs excelentes y ataques crudísimos, sin dejar de deleitarnos con melodías de calidad casi Beatle y armonías vocales verdaderamente lujosas. Solamente Creedence Clearwater Revival ha impuesto algo similar, y por eso las comparaciones entre ambos grupos son frecuentes, más allá de que en otros aspectos no sean tan parecidos.
Otros aspectos para destacar antes de comentar las canciones: la voz de Burton Cummings es impresionante, bien viril, ideal para el rock duro de agallas y furia. El tipo canta con pasión y fuego en el alma, gritándose LA VIDA en los temas más heavy, aunque también es capaz de una sensibilidad sutil y relajante en los números más quietos. Por momentos evoca un poco a John Fogerty, a quien realmente poco tiene para envidiarle, en otras ocasiones su exagerada dramatización del blues me recuerda a Robert Plant (aunque Cummings siempre suena hombre). Más allá de esta estupenda voz, el ensemble (típico de guitarra, órgano, bajo y batería) no ofrece ningún otro virtuosismo individual, aunque colectivamente siempre suenan a la perfección: ajustados, profesionales, creativos, refinados y versátiles. Así como en un momento pueden estar tirando la casa abajo con un arrollador ataque de riffs, al siguiente tema pueden sorprender con algún jam de jazz o un pasaje psicodélico. Simplemente clásicos.
American Woman es el último álbum grabado con Randy Bachman, y por eso representa algo así como una despedida. En general, suele ser considerado como el punto cumbre del grupo, pero semejante título no es unánime debido a que existen otros álbumes clásicos (el inmediatamente anterior Canned Wheat y el inmediatamente posterior Share The Land) que ameritan igual reconocimiento. Pero considerando que American Woman se trata de uno de sus máximos logros, se alcanza a intuir porqué el grupo nunca alcanzó un status legendario: el álbum compositivamente no es de lo más parejo. Por cada clásico inolvidable hay algún tema un poco más rutinario ofreciendo contrapeso, y aunque NUNCA entran en la mediocridad, el conjunto total se percibe como con parches y agujeros. De ahí que The Guess Who haya adquirido buena reputación como banda de singles y de hits radiales, pero que sus álbumes nunca hayan trascendido como clásicos. No obstante, yo diría que este álbum merece ser llamado "clásico", debido a los gloriosos singles que entrega y al hecho de que los temas de relleno son en definitiva bastante disfrutables.
Si de singles hablamos, el tema que da título al álbum es ineludible. American Woman se ha convertido con justicia en uno de los grandes himnos del hard-rock norteamericano (obviamente, estoy incluyendo a Canadá), en parte gracias a una de las letras más misóginas, iracundas y políticamente incorrectas que se hayan colado en las FM, y en parte gracias a una de las performances más crudas y potentes que la banda haya ofrecido jamás. El mensaje es claro y conciso: no solo le pega duro a las mujeres en general, sino que específicamente apunta los cañones al prototipo de mujer estadounidense, dejando translucir cierto anti-americanismo polémico que si bien no impidió que la canción fuera un éxito en las vastas tierras del Tío Sam, también inquietó bastante a ciertos políticos yanquis del momento. En todo caso, yo la veo más como una diatriba machista genérica que solo agrega un poco de pirotecnia con el genitilicio de "american", pero que en esencia evoca a cualquier mujer del globo terráqueo. Realmente no tengo elementos para probar que una mujer estadounidense sea más estúpida o insoportable que una canadiense, como el tema parece sugerir... Sea como sea, American Woman funciona muy bien para esos momentos de la vida de un hombre en los cuales las mujeres abruman y decepcionan con sus histerias, sus vaivenes, sus coqueteos, sus reclamos, sus cuestionamientos y, fundamentalmente, sus tretas aventajadas por el hecho de que tanto las necesitamos: "Andate de acá, dejame vivir un poco" grita Cummings con una rabia que realmente hay que oír para poder creer. Me pregunto si alguna mujer puede ser ser fanática de esta canción. ¡Y puede ser! ¿Por qué no? Si luego de una engañosa intro acústica entra magistralmente un riff bestial, acompañado de un vibrante solo de guitarra que CHORREA vicio, sangre y desesperación... Hey! Yo mismo adoraría un rock de semejante envergadura aún si la letra fuera acerca de mí, dijera que soy un imbécil y que mi página apesta. Sepan que no tengo nada contra las damas, y sinceramente me irrita mucho el sexismo, pero esta canción en particular es tan efectiva que me incita a salir con un cuchillo y matarlas a todas. MATARLAS A TODAS A PUÑALADAS! Aunque pensándolo mejor, habría que matar antes al inútil de Lenny Kravitz, que hace poco mansilló el genio intocable de esta joya con una versión PAUPERRIMA que deploro; no solo porque reemplazó la ira y la vena de la original por un blandengue pasticho de ritmos hip-hop, riffs que parecen hechos con una aspiradora y una vocalización de octava categoría, sino también porque todo el mundo ahora parece conocer y adorar el tema por Kravitz, ignorando la gloria de los Guess Who originales. Mediocres.
Pero aunque American Woman sea EL clásico y el tema más emblemático de la banda, ocurre que no es ni siquiera la mejor del álbum. Ese honor recae sobre la fabulosa No Sugar Tonight / New Mother Nature, que presenta un método compositivo súper-original e innovador que nunca antes había encontrado. Basándose en un mismo esquema de acordes, los tipos escribieron dos melodías distintas (tango entendido que una es de Cummings y la otra de Bachman). Pero en vez de elegir una y descartar otra, prefirieron desarrollar una sola canción en base a AMBOS patrones melódicos; de esta manera construyeron una magnífica (especie de) suite pop que presenta primero los dos temas por separado; para cerrar en el final con una BRILLANTE yuxtaposición de ambos, donde las melodías se entrelazan milagrosamente y las voces se arremolinan de maravilla. Ambas melodías son geniales; No Sugar Tonight es bien poppy y rockea duro en el estribillo mientras que New Mother Nature es un poco más jazzera, pero las dos tienen un estribillo distintivo e inovidable. Pensándolo bien, los Beatles (cuándo no) ya habían hecho el mismo ejercicio con I've Got A Feeling, pero en mi opinión la fusión es mucho más inspirada y compleja aquí. Para escuchar. El último gran clásico está en No Time, que no es más que una reescritura más concisa y comercial de un tema del álbum anterior, Canned Wheat... Como siempre, las melodías son maravillosas, el tema rockea y el estribillo suma otro momento inolvidable de armonías carnosas.
Pero el álbum no se detiene aquí, y hay más sorpresas para absorber en el resto de las canciones, que si bien en principio pueden ser consideradas relleno, en su mayoría ofrecen encantos de sobra como para sostenerse. Talisman, por ejemplo, es una injustamente olvidada y hermosa pieza acústica; esta vez el pop y el hard-rock dejan paso a las influencias del progresivo, la psicodelia y el folk. La melodía vocal es bastante retorcida y difícil de cantar, pero Cummings le da una fluidez y una poesía que la hace brillante y oscura a la vez. El acompañamiento instrumental es despojado y sobrio: solo un par de guitarras acústicas tocando melodías impregnadas de acordes menores y tensas disonancias; sobre el final aparecen algunas sutiles cascadas de piano que suenan muy bellas, rematando en gran forma la canción. El estilo de Talisman me recuerda bastante al grupo Love, pero aquí la cosa funciona mucho mejor, básicamente porque el resto de las canciones del álbum son bien diferentes: Talisman es una excepción, una isla, un oasis, no la expresión de una mono-fórmula como ocurre en Forever Changes.
Salvando Talisman, las demás canciones son rockeras. Proper Stranger es mi favorita por su fantástico riff acústico y cómo a medida que avanza se van agregando maliciosos tonos eléctricos que interactúan, incluyendo ese excelente solo de guitarra. Además, si bien los versos pueden parecer un poco subdesarrollados, el estribillo que canta "So take my hand / and show me where it goes" es soberbio, de lo más pegadizo y emocionante que tiene el disco. El instrumental 969 (The Oldest Man), titulado en referencia a algún personaje bíbilico, es liviano pero agradable, tanto en sus introductorios riffs como en las deliciosas secciones jazzeras de la mitad, donde son claras las influencias de Jethro Tull, sobre todo por el solo de flauta. Las otras canciones son menos memorables: When Friends Fall Out, un descarte de años anteriores, empieza con un lento y reptante riff que no parece gran cosa: el mejor momento aparece luego de los primeros versos, donde la canción se pone más suave y melódica. Por su parte, 8:15 arranca con un tono de guitarra un tanto rasposo que no suena muy bien, pero la melodía es lo suficientemente competente como para agradar. Por último, tenemos un final no muy espectacular con Humpty's Blues, que es lo más genérico que se escucha en el álbum, siendo un blues directo, lento, medio aparatoso y sin aspectos demasiado destacables salvo el solo de guitarra excepcionalmente meloso que remata el tema, antes de que la intro acústica de American Woman sea repuesta para cerrar las cosas de manera cícilica. Pero si te gusta el blues, como a mí, no encontrarás nada de malo con esta última canción.
American Woman no es ciertamente una obra maestra espectacular, pero no baja se ser impecable rock clásico que verdaderamente merece ser escuchado. Si el rock clásico es lo tuyo, hasta diría que tenés que priorizar esto antes que cualquier cosa de U2 o Radiohead. Ni un solo tema malo y varios realmente buenos que aportan buenos momentos de potencia rockera y otros simplemente hermosos, sin contar que al menos tres de estas canciones son clásicos infaltables en cualquier estante de música. Y lo que decía antes sobre salir a apuñalar chicas, pues es una broma naturalmente, pero por las dudas no me hagan perder la paciencia como a Cummings eh?
"Not gonna let 'em catch the Midnight Rider"
1) Revival; 2) Don't Keep Me Wonderin'; 3) Midnight Rider; 4) In Memory Of Elizabeth Reed; 5) Hoochie Coochie Man; 6) Please Call Home; 7) Leave My Blues At Home.
mejor canción: In memory of Elizabeth Reed
Los Allman Brothers son quizá la banda más emblemática del movimiento llamado "Southern Rock", rock sureño en castellano (vieron qué traductor eh? ¿Dónde está mi diploma?). ¿De qué se trata el Southern Rock? Nada demasiado raro, por cierto: rock and roll y blues-rock del sur de los Estados Unidos, de zonas como Florida, Alabama, Georgia, Louisiana, Mississippi, etc. Musicalmente es difícil diferenciar canónicamente el rock sureño (bandas como ésta, Lynyrd Skynyrd o The Outlaws) de cualquier otro tipo de roots-rock básico, sin embargo hay ciertos elementos simbólicos e ideológicos extra-musicales que suelen ser patrones comunes: un marcado nacionalismo derechista, ciertos tintes racistas, fundamentalismo religioso, letras que tienen que ver con pantanos, deltas, ciénagas (por el lado geográfico) y también con el alcohol y las cosas del campo estadounidense en general. Digamos que son las bandas del arquetípico hombre de campo norteamericano; este blanco barbudo, tosco y grosero de camisa a cuadros y pantalones vaqueros, englobando todo aquello que los mismos yankis llaman "redneck", cuello rojo literalmente, gente bruta del campo con mentalidad estrecha y marcado conservadurismo político-religioso. Lo del racismo es más bien un mito, propiciado por quienes detestan este tipo de bandas, que una verdad. De hecho, los Allman Brothers tenían un negro en su formación, así que quédense tranquilos.
Pero esto en realidad nos importa muy poco. Lo que sí nos concierne es la música, y ciertamente no hay nada de malo en ella. Es básico y elemental rock americano; ni demasiado crudo ni demasiado pulido; ni demasiado heavy ni demasiado soft... simplemente rock. Las raíces son las de siempre: country (obviamente), gospel y blues. En el caso de los Allman Brothers, y esta consituye su principal singularidad, también se notan CLARAS influencias del jazz, ya que si bien los tipos eran bastante concisos y directos en el estudio, les gustaba perderse en eternos jams cuando actuaban en vivo. Y eran jams muy jazzeros, con largas improvisaciones de órgano y guitarra. Órgano y guitarra son los instrumenos prominentes en el sonido de la banda y particularmente de este disco. Los encargados son nada menos que los hermanos... a ver si adivinan... Sí! ¡Los hermanos Allman! ¿Y quiénes diablos son los hermanos Allman? Gregg Allman, compositor (bueno), cantante (aún mejor) y organista (pasa) era el cerebro del grupo; su hermano mayor Duane Allman tocaba la guitarra, y es un excelente guitarrista, tanto que en su momento dejó blanco de vergüenza a Eric Clapton. Poco después de grabar este disco se mató en un accidente de moto: maldita sea, cómo odio esas porquerías de dos ruedas; solo sirven para hacer ruido y matar grandes músicos. Acompañan unos cuantos más que no son de cartón piedra: también componen y también cantan, en lo que es una banda realmente democrática.
Pero vamos ya a Idlewild South, que es el segundo álbum de estudio del grupo y quizá el más aclamado. ¿Recuerdan ese álbum de los Stones llamado Beggars Banquet? Pues lo que hallarán aquí no está alejado en espíritu de aquella gran obra. Claro que no es lo mismo, ya que ambas bandas son lo suficientemente distantes como para tener estilos radicalmente diferentes. Pero entienden a dónde quiero llegar: tonadas acústicas, números de blues no demasiado heavy, algo de fusion con jazz, algo de soul, algo de gospel... casi un puchero con todas las grandes corrientes de la música moderna norteamericana; lindo puchero realmente, placentero y agradable para los oídos, estimulante para la imaginación de ratos. No vuela la cabeza por su potencia, ni su virtuosismo, ni su calidad compositiva o melódica, pero queda en evidencia que estos músicos sabían lo que hacían; las melodías vocales cantadas suenan sentidas y emotivas; las líneas de guitarra de Alman son fluidas y originales, y el resto de la banda acompaña con algunos fantásticos grooves muy profesionales de jazz, fusion y blues. El adjetivo que yo eligiría es "BUEN GUSTO". Clásico.
La apertura con Revival, del segundo guitarrista Dickey Betts, es un poco débil desde un aspecto compositivo, ya que solo se trata de un coro repitiendo una y otra vez la frase "People can you feel it? / Love is everywhere" que puede llegar a irritar, pero la agradable música que la rodea no tiene ningún desperdicio: las melodías de guitarra de Allman y Betts son clásicas, y se combinan con un despreocupado shuffle acústico que fluye como seda por los oídos, con toques de buen bajo y buen órgano matizando todo. Don't Keep Me Wonderin' es el primero de cuatro temas de Gregg y es bastante bueno, sobre todo gracias a la inagotable guitarra slide de Duane Allman, que aparece por todas partes haciendo todo tipo de delicias. Sin embargo el primer gran highlight es el country-rock de Midnight Rider, que arranca magníficamente ya de entrada, con un riff acústico de seis notas que, por más simple y estúpido que parezca, se mete irremediablemente bajo la piel creando una atmósfera levemente oscura y trágica totalmente inimitable. La melodía vocal es entretenida sin ser demasiado compleja, y el break instrumental que gotea guitarra slide por todos lados es inolvidable.
Con todo, no le basta a Midnight Rider para ser la mejor del disco: ese honor le corresponde a el magnífico instrumental In Memory Of Elizabeth Reed, ideado por Dickey Betts. No tengo la menor de quién es Elizabeth Reed, pero sea quién sea su fantasma tiene que haber estado conforme con esta preciosa gema musical que amalgama, sin costura ni remiendo alguno, jazz, fusion, rock, y algunos tintes latinos. A partir de una melancólica e inolvidable melodía de guitarra (un poco reminiscente de Santana las primeras escuchas), la banda improvisa diferentes segmentos musicales que aparecen inmaculadamente respaldados por un excelente y riquísimo ritmo de jazz que jamás declina; aquí se notan claramente los beneficios de tener dos percusionistas dentro de la banda. Cada instrumentista tiene su momento para brillar: primero Duane, después Gregg con su órgano, después Betts y hasta los bateristas tienen espacio para un solo. Aún así, el jam nunca suena como algo totalmente aleatorio y desencajado; los temas musicales son recurrentes y aparecen brillantemente en los momentos justos, hay coherencia y redondez de principio a fin y la cosa cierra totalmente, sin cansar ni aburrir jamás. Otro buen momento es el cover de Hoochie Coochie Man, uno de los tantos blues famosos de Willie Dixon (El mismo de Crossroads, You Shook Me, Stop Breaking Down y tantos otros). El tema es conocidísimo, pero nunca escuché una versión tan excelsa como esta. La tradicional melodía aparece un tanto trastocada por las vocales crudas y rasposas del bajista Berry Oackley, sin embargo hay que escuchar para poder creer esa estupenda introducción, que arranca con un riff rockero BRILLANTE, antes de que empiece un trepidante crescendo de bajo, órgano y guitarra que irá aumentando la potencia como un corazón sangrante a punto de estallar... y que efectivamente ESTALLA con la re-introducción del riff rockero, antes de que el blues comience en toda su gloria. Desde que la escuché, esta se ha convertido en LA versión, y creánme que extrañé este inolvidable riff cuando escuché el tema en manos de Eric Clapton. ¡Qué riff!
Para cerrar tenemos dos decentes composiciones de Gregg Allman que si bien no son ninguna maravilla oculta, tampoco decepcionan. Please Call Home es lo más cercano al soul que tiene Idlewild South: aparecen unos agradables pianos y una sutil melodía vocal de Gregg que te irá cautivando más y más con las escuchas; a pesar de ser un poco repetitiva y genérica nunca me aburre realmente. Leave My Blues At Home también tiene lo suyo. En principio impacta su riff asombrosamente complejo, jazzero y pegadizo... ¿Y el gancho principal? Buscalo en la parte que Gregg canta "Walk down on the street" y las fantásticas melodías de guitarra que Allman se manda en el solo.
Y así conluye Idlewild South. La conclusión que quiero que tengan en cuenta es que NO ES el típico álbum de blues-rock o roots-rock. Las fuertísimas influencias del jazz y el fusion hacen de este álbum una experiencia que hasta el momento es única; el blues y el country son apenas meros puntos de partida para que la banda articule su propio y refrescante sonido que si bien no rockea cielo y tierra, ciertamente agrada mucho y hace pasar un buen rato inspirador. Al menos A MI me agrada mucho, y eso es lo que he querido transmitirles en esta revisión. Quien quiera coincidir conmigo, bienaventurado sea.
"Count the headlights on the highway"
1) Tiny Dancer; 2) Levon; 3) Razor Face; 4) Madman Across The Water; 5) Indian Sunset; 6) Holiday Inn; 7) Rotten Peaches; 8) All The Nasties; 9) Goodbye.
mejor canción: Tiny dancer
Este disco reavivó mi interés por Elton John. En realidad, más que reavivarlo, le dio vida. Pues en realidad Elton John, a priori, me resultaba tan interesante como una mosca tratando de escapar por mi ventana y golpeándose contra el cristal una y otra vez (¿Vieron que idiotas que son las moscas? Siempre que las veo recupero un poco mi fe en la humanidad). En fin, Elton John se me hacía siempre un baladista blandito de la onda de Alejandro Lerner (personaje aburrido si los hay, Alejandrito), un parásito más del aburguesado establishment musical, un compositor para películas de Disney que nada importante tenía para hacer aparte de recordar al mundo su homosexualidad siempre que tuviera oportunidad. Sin embargo, Madman Across The Water me cambió un poco la perspectiva. No es que ahora el tipo sea mi héroe, pero al menos me demostró que, en su máximo esplendor, fue un excelente baladista, de esos capaces de entregar melodías eternas y pegadizas, de esos capaces de dibujarte cosas en la cabeza, de hacerte ver cosas cuando cerrás los ojos. En fin, de esos capaces de hacer buenos discos. Buenos discos como éste.
Ahora, no digo que Madman Across The Water no tenga sus problemas. Los tiene. El máximo es que es extremadamente limitado en cuanto al estilo. Elton John, al menos acá, sabe hacer un solo tipo de canción: baladas infladas, antémicas y pretenciosas recargadas de coros, arreglos de cuerdas y, por supuesto, pianos, pianolas y pianitos. A eso se limita: desde el tema uno hasta el tema nueve no tenemos otra cosa que piano-ballads gigantescas, de esas que empiezan bajito y sin alardes con unos pocos acordes de piano y que luego se van inflando como malditos globos aerostáticos hasta convertirse en monstruosas y aplastantes masas de poder sonoro. Todo bien serio, bien pretencioso, ni una sola gota de humor o sorpresa para humedecernos el paladar. Por suerte, Elton John SABE como escribir algunas buenas canciones de este tipo. Tipo de canciones que, además, no puedo clamar que no me guste; después de todo mi tema favorito de los Beatles es Hey Jude ¿Verdad? Pues estas vendrían a ser pequeños Hey Judes una detrás de otras, solo que con arreglos más elaborados que parecen ocupar todos los espacios. El asunto es que si bien son buenas canciones, solo las primeras cuatro son obvios clásicos: las restantes apenas pueden disimular su condición de "más de lo mismo", o "repetición de fórmula" o "dejate de joder anteojudo choto y meteme algún rock and roll de una buena vez". En definitiva: el disco termina cansando un poco, o bastante según el humor que se tenga. Es una carga permanente de pompa y circunstancia. Agradable al principio, pero difícil de digerir completo de una sola vez.
Pero tranquilos, porque tampoco estoy diciendo que se trate esto de una muralla impenetrable. Elton John es un compositor e intérprete talentoso, y el disco no pasa sin sus sutilezas. Para empezar, su performance en el piano ES una sutileza. Cada introducción de estas canciones suena como un collar de perlas traducido a sonido. Y las melodías en general son hermosas, brillantes, casi que te levantan la moral. Elton John canta bien... En fin, todo bastante aceitado salvo por el hecho de que los arreglos no varían demasiado, y se tornan agotadores. Es lo que había dicho antes, no se porqué tengo que decir siempre todo más de una vez. Soy un estúpido.
Vamos al grano. Las mejores canciones están DOLOROSAMENTE ubicadas al principio. Tiny Dancer, Levon y Madman Across The Water están sin duda entre los clásicos inmortales de la historia del rock, pertenecen a esa elite de canciones que deberían quedar grabadas en algún compilado una vez que el mundo se acabe, para poder escucharlas eternamente en el más allá. También me encanta Razor Face, que está ahí metida en el medio y muchos suelen olvidar. No se por qué, ya que es muy similar a las tres mencionadas y su melodía es igual de memorable. Quizá sea por ese título tan extraño y agresivo... vaya uno a saber. Estas cuatro canciones son MUUUY parecidas entre sí, ahí algo le podemos achacar a Eltoncito, pero también hay que reconocer que el joven estaba en un MALDITO ESTADO DE GRACIA, porque de qué otra manera puede alguien repetir la misma fórmula exacta CUATRO veces y salir con CUATRO maditos clásicos. Cuando digo que son parecidas, ya saben a qué me refiero: intro de piano, melodía de vocal, batería y cuerdas pomposas, en ese orden. Pero QUE INTROS! y QUÉ MELODIAS! y QUÉ CUERDAS! Ehhh, bueno, en realidad las cuerdas no son especialmente destacables, solo suman una dosis de relleno y potencia sonora... Es solo un tipo con un piano, ¿¡Qué mejor para rellenar huecos que una GRANDIOSA e INFLADA orquesta!? Pero volviendo al tema, las melodías gobiernan mi mundo. La melodía de Tiny Dancer es sublime y está cantada con más pasión que la pasión de San Mateo (JAJAJAJAJA, Mañana me dan el diploma de comediante patético). Escuchen ese estribillo gentuzas: "Hold me cloooooooooser tiny dancer", o sino el adorable puente que dice "Slowly, softly" con tanta ternura que me dan ganas de correr y abrazar a Elton (ehh, mejor no). Si no te engancha eso tenés LECHE EN POLVO en las venas. Esta canción me inyecta imágenes nocturnas vívidas, de película, de trascendencia; veo una mujer muy joven, y muy linda, vestida de bailarina y andando sola por una autopista de noche, una noche de lluvia. Es la mejor balada que conozco de este lado de Hey Jude, y no exagero. Levon es un caso similar: la introducción es casi la misma, pero es genial como el tema va ganando en dramatismo de a poco; la convicción es tal que termino creyendo la historia del tal Levon, aún cuando no tengo la más pálida idea sobre qué trata. Francamente, no sé que intenta decir Elton con frases como "He was born a pauper to a pawn on a Christmas day / When the New York Times said God is dead", pero la forma en que está cantada, y la melodía que tiene, me hace pensar que se trata de algo realmente importante, algo grande para la historia de la humanidad.
Razor Face, por su parte, tiene otra de las melodías vocales más increíbles del disco, aunque aparte de eso solo puedo diferenciarla por sus tristes arreglos con acordeón. No se pueden describir las melodías, maldición. ¡Qué limitado que es el lenguaje! Mejor andá a escucharla. Pero antes terminá de leer esto, porfis. La última piece-de-resistance del disco es nada menos que la pista titular, titulada Madman Across The Water (buuu). El CLIMA que crea esta canción NO TIENE NOMBRE. Les juro que leo y releo la letra y no entiendo UN POMO, pero madre que SÍ se me paran los pelitos de la nuca cuando John canta ese "There's a boat on the reef with a broken back" y dice que además "I can see it very well". Y enseguida, la canción recién está empezando, entran como bestias unos acordes eléctricos INESPERADOS y PELIGROSOS. Es un delirio, realmente la canción me convence que algo no anda del todo bien en la cabeza de Elton John, y que mejor que ni me acerque. El estribillo, para mi gusto, rompe un poco con esta atmosfera, y no soy un gran fanático de todos los floreos orquestales del medio, pero solo por ese comienzo la canción está para un colgar en un cuadrito.
Después el disco se queda sin clásicos, pero ofrece unas decentes fotocopias que no están demasiado borrosas. Indian Summer está construída como una épica masiva que narra cierta historia con indios. A pesar de que esta vez no hay ninguna melodía super interesante, Elton se las ingenia para transmitir, una vez más, un aire de pasión, de leyenda, de que el tiempo se detiene para asistir a un evento de proporciones gigantes; en esa introducción a capella hay ALGO que no se qué es que me sacude. Holiday Inn, con su violín y su mandolina simpática, sale a flote gracias a que sus melodías recrean la grandeza de los primeros cuatro temas... ¿O no es acaso ese "Slow down Joe, I'm a rock and roll man" una cosa arrebatadora? Sí lo es. Las otras canciones ya empiezan a cansar, aunque en rigor no sean casi que ni mejor ni peor: Rotten Peaches es un refrito de las baladas anteriores pero con un marcado arreglo gospel que funciona bien sin volarme el coco y All The Nasties quiere jugar a Hey Jude con esa coda POMPOSA infestada de coros cantando "Ohhh my soul" una y otra vez. Claramente fracasa; es mi menos favorita del álbum; nunca me llamó la atención. Goodbye, por su parte, es una despedida muuuy triste, muuuy oscura y muuuy deprimente. El disco en general no es muy alegre que digamos, pero esta última canción está para estas madrugadas solitarias, en las que nos damos cuenta de que han pasado veinte, treinta, cuarenta años de la vida y no hemos hecho nada especial con ella, y tenemos a nadie al lado. Buaaa.
En fin, el disco es bueno. Está para tener. Además el estilo, si bien es agotador y se torna bastante predecible luego de las primeras dos o tres canciones, es bastante distintivo. No escuché otro disco que suene así, y si bien conozco infinidad de baladas, pocas suenan como éstas; si lo hacen es porque son posteriores (como Lady Stardust de David Bowie, por citar solo un ejemplo). Así que ya saben. La próxima vez que vean a Elton cantando junto a Phil Collins la canción del próximo bodrio animado de Disney, salgan corriendo a escuchar Madman Across The Water y quizá ya no quieran matar a nadie. Por cierto... ¿La portada de este disco es RARA o solo me parece a mí?
"You're still doing things that I gave up years ago"
1) Vicious; 2) Andy's Chest; 3) Perfect Day; 4) Hangin' Round; 5) Walk On The Wild Side; 6) Make Up; 7) Satellite Of Love; 8) Wagon Wheel; 9) New York Telephone Conversation; 10) I'm So Free; 11) Goodnight Ladies.
mejor canción: Satellite of love
Que me devoren los cuervos, pero francamente este álbum nunca terminó de impresionarme. Yo se que DEBE impresionarme, ya que supuestamente se trata de la obra cumbre de Lou Reed. ¡Lou Reed! No es precisamente moco de pavo. El tipo es un artista, un pionero, un grosso del rock. Y bien, sí, todo lo que quieran, pero este álbum no alcanza para hacerle justicia al mito. ¿Por qué? Yo lo veo, a grandes rasgos, como una triada de clásicos absolutos rodeados de pequeñas baratijas para turistas, inofensivas maripositas de música que nada hacen para cambiarme la vida. O sea, es un álbum correcto, aceptable, agradable, escuchable, PAGARÍA por él... pero si quieren que lo considere una obra maestra tendrán que meterme picana y hacerme pasar hambre durante un mes.
Sí, hay demasiado relleno para mí gusto en Transformer, pero en líneas generales no hay demasiados motivos para quejarse: la voz de Lou Reed está en su mejor forma y la atmósfera tipo "New York de noche" que vaporiza a través de sus composiciones es ciertamente atractiva. Sorprenden favorablemente los matices de glam rock que otorga el álbum, aunque no es de extrañarse sabiendo que es nada menos que David Bowie quien se encargó de producirlo, y que su guitarrista de los Spiders Mick Ronson toca su inconfundible guitarrita y aporta sus impecables arreglos de cuerdas cuando es necesario. Se sabe que para esta época Lou Reed andaba medio perdido, medio acabado, sumido en drogas; que su amigo y admirador Bowie, quien estaba en su mejor momento, se encargó de tomarlo, sacudirle el polvo y ponerlo de vuelta en la ruta a través de una conveniente metamorfosis estilística. El lugar común es decir que se trata del álbum "glam" de Reed, y no por repetirlo deja de ser cierto. El producto es una obra inspirada, sin dudas, cuyo sonido difuso retoma un poco de los días de la Velvet Underground y otro poco, naturalmente, de la escena glam-rock del momento.
Es así que Transformer aparece salpicado por tres tipos diferentes de composiciones: glam-rockers de acordes crujientes (Vicious; Hangin' Round), baladas de lujosos pianos (Perfect Day, Satellite Of Love) y extrañas viñetas de música cabaretera donde aparecen tubas, trompetas y otras cosas raras (Walk On The Wild Side, Goodnight Ladies). Esto lo convierte en un álbum variado, que por momentos rockea lindo, por momentos sabe despuntar una melodía vocal de calidad y por momentos puede sonar underground, peligroso y artístico. Temas relativos al sexo, el sadomasoquismo, el travestismo y la homosexualidad están a la orden del día, y todos estos elementos reunidos consuman, como dije anteriormente, una atmósfera bastante cool, bastante particular, que te hará imaginar oscuras calles, grises lloviznas, pálidas luces de neón y personajes extraños de la noche. Fenomenal ahí; en cuanto a ganchos y atractivos rigurosamente musicales el disco se queda un poco corto. Como dije antes, no me vuelve loco justamente porque, por ejemplo, los rockers tiran acordes distorsionados como si fueran repeticiones de la canción Queen Bitch de David Bowie, pero no dejan riffs imperecederos para que la memoria se deleite, y las melodías en general son bastante difusas e improvisadas, salvando excepciones notables como Perfect Day, Satellite Of Love o New York Telephone Conversation. En casos así las canciones tienen que ser EXTRAORDINARIAMENTE buenas para volarme la cabeza (caso Bob Dylan), pero acá muchas canciones se me hacen una onda "ok, sí, muy lindo, pasemos a la siguiente".
Esto no debe ser malinterpretado. Realmente hay algunas de primerísimo nivel, como por ejemplo la overtura Vicious, un muy buen rocker acerca de amantes sadomasoquistas que hasta estuve a punto de considerar como mejor canción del disco entero. El tono de guitarra es impecable, eso está claro, pero además están esos rasguidos distorsionados agudos que Ronson inyecta en cada verso. A eso sumémosle la voz cool de Lou cantando traviesamente cosas como "Vicious, you hit me with a flower". Muy buena canción. En la misma tónica bien rockera se encuentran Hangin' Round, Wagon Wheel y I'm So Free. Las tres bastante parecidas, las tres bastante pegadizas, especialmente la genial Hangin' Round, que es totalmente irresistible en su simpleza directa. Solo necesitás un tono de guitarra bien crocante, la voz de Reed cantando como él sabe y una secuencia de acordes más o menos interesante: con eso, ya la cosa suena de bien para arriba. Como lo podemos comprobar también en I'm So Free, que se destaca por unos coritos en falsete saltando en el estribillo. Quizá se puede criticar el hecho de que este tipo de rockers glam suenan un poco derivados de David Bowie, pero todo no se puede tener en este mundo. No siempre se puede ser totalmente original.
¿Baladas? En el estricto sentido del término hay dos... ¡¡¡Y QUÉ DOS!!! Muchos coniciden en que Perfect Day y Satellite Of Love son las dos mejores canciones jamás compuestas por Lou Reed como solista, y si bien no podría juzgar en base a lo poco que escuché, alcanzo a entender los motivos. Ambas están basadas en un exquisito toque de piano (Mick Ronson?) y melodías contemplativas, melancólicas, realmente memorables. Perfect Day tiene un feeling especialmente atractivo, en el que por un lado se palpa el romanticismo glorioso de la letra ("You just keep me hanging on"), pero por otro lado hay un amargo dejo de nostalgia que da a entender que todas estas cosas lindas que describe la letra son, o bien imaginadas, o bien parte de un pasado muy lejano. Quizá sean solamente ideas mías, basadas en la sensación de que no puede haber nada demasiado alegre viniendo de Lou Reed, o en esa última frase inquietante "You're going to rip just what you sough", o en el hecho de que fue utilizada como banda de sonido de Trainspotting, lo cual no puede ser MUY feliz. No importa, en cualquier caso la meldía es deliciosa, con ese estribillo masivo que levanta vuelo como una tormenta de pájaros envuelta en cuerdas y más cuerdas. Pero francamente Perfect Day no es tan buena como Satellite Of Love. Acá la letra no me dice absolutamente nada, no entiendo qué es lo que trata de establecer Lou al hablar del condenado satélite, pero la melodía vocal es de una perfección apabullante y la coda, con voces de David Bowie incluídas, le da al tema una brillante resolución que logra con creces estamparlo en mi memoria. Hace poco hicieron un remix para clubes bailables (!?!?!) de Satellite, cosa que parece ser el único camino para que hoy en día la gente joven sepa quién es Lou Reed, si es que llegan a interesarse por el autor de la melodía, los malditos ignorantes.
Después quedan esas cosas raras e inclasificables, heredadas de la tradición vanguardista de la Velvet y que siempre aparecen en los discos de Reed. Pianos, trompetas, tubas, melodías entre circenses y cabareteras... ¿Qué decirles? En realidad, estos son los momentos más originales del disco, pero también se me hacen los menos atractivos. New Your Telephone Conversation es una notable excepción, ya que la melodía casi de jingle publicitario es ADICTIVA. Igual, al final deja la sensación de una cosa irrelevante, graciosa pero tonta. Andy's Chest, por el contrario, es aburrimiento en estado de pureza total. La melodía no existe, los arreglos musicales son pedestres, indistinguibles, sin un gramo de imaginación... bah, un desperdicio de espacio metido entre dos gemas. Walk On The Wild Side es, en cambio, un clásico de los grandes, la canción más conocida del disco y quizá la más conocida de toda la carrera musical de Lou Reed. Yo no estoy seguro: por momentos me parece una composición sumamente original y por momentos me parece una payasada insoportable. En general suele ganar mi primera inclinación, pero aún así no soy fanático. La voz y forma de cantar de Lou Reed son casi lo único que sostiene a la canción, ya que musicalmente es repetitiva y llana como el piso de mi baño. Mejora con el arreglo de cuerdas, pero creo que es más bien una canción para escuchar la letra que otra cosa; la letra de una niña que vivía en el "lado salvaje" y hacía todas las cosas prohibidas que se suelen hacer en el lado salvaje. Algo así. Me queda la balada Make Up, que suena como esas viejas composiciones de Nico en el debut de la VU, y el cierre con Goodnight Ladies que parece salida directamente de un music-hall o un viejo cabaret alemán. No es nada demasiado brillante, pero sirve para recordar que no solo Queen coqueteó con estos géneros musicales.
Y bien, conclusiones. Para ser la supuesta obra cumbre de Lou Reed, Transformer no parece una gran revelación. Reconozco que hay tres o cuatro temazos, pero nada para salir a la a calle a gritar qué bueno que es Lou Reed, qué BARBARO que es. Satellite Of Love es un auténtico clásico para las eras, pero aún así podría pasar como tema segundón en un álbum clásico de David Bowie. No se, no es un disco que me sienta urgido a escuchar con frecuencia, y la verdad fue bastante molesto escribir esta revisión totalmente rutinaria y desapasionada. Es así, el disco me gusta pero no es gran cosa. Un buen disco, con buenos temas pero poco que realmente me llame la atención. Si, podría seguir hasta siempre con lo mismo. Ya basta.
"I'm a street-walking cheetah with a heart full of napalm"
1) Search And Destroy; 2) Gimmie Danger; 3) Your Pretty Face Is Going To Hell; 4) Penetration; 5) Raw Power; 6) I Need Somebody; 7) Shake Appeal; 8) Death Trip
mejor canción: Search and destroy
Instrucciones para escuchar Raw Power por primera vez: a) en primer lugar, echa a tu padre, a tu madre, a tu abuela, a tu hermana y al gatito de la casa, si es que la salud de todos ellos te preocupa en cierta medida; b) abre todas las ventanas y las puertas (esto para evitar niveles extremos de compresión y posterior voladura del hogar); c) enciende el equipo de música; d) coloca el CD; e) aumenta el volumen hasta un nivel de potencia respetable (pero no te pases porque lo vas a lamentar mucho, muchísimo). Entonces sí, respira profundo y f) presiona play.
SSSSSSSSSCCCCCCCCCCRRRRRRRRRRRAAAAAAAAAAAAAAAAAWWWWWWWWWWWWWWWCCCCCHHHHHHHHH!!
POR EL AMOR DE JESUCRISTO Y DIOS TODO PODEROSO!!! Voy a hacer una declaración de principios bastante grandilocuente ahora mismo. Tomen nota: NUNCA NADA pateó tanto mi sucio culo como los primeros acordes de Search And Destroy. Jamás. Ni Helter Skelter, ni Won't Get Fooled Again, ni Voodoo Child... NADA. De dónde sacaron estos enfermos de Detroit esa espiral sonora de MASIVA DESTRUCCIÓN TERMINAL, no lo se. Lo único que sé es que para 1973 esta cosa suena JODIDAMENTE PESADA. Para 1973 y para el día de hoy también, porque cualquier cosa que hoy en día se quiera llamar "pesada" termina más o menos como un canario asustado en comparación con este INFERNAL disco de rock. Imagino el shock por aquel entonces, sobre todo porque además de pesada esta música es más rústica que la choza de Robinson Crusoe. La reacción generalizada de su momento fue "esto lo puede tocar mi hijo de 5 años", y así es como esta esta bandita no logró jamás salir del underground. Demasiado peligrosa. Hoy en día, claro está, los discos de los Stooges son poco menos que obras de culto y referencia irremplazable.
No jodamos con medias tintas y eufemismos: esto es ruido. Ruido salvaje, sangriento y destructivo que simplemente no da respiro alguno. Esto se lo ponés a todo volumen a unos cachorritos recién nacidos y se mueren todos retorcidos de dolor en menos de un minuto. Cuando lo escuchás, ves que las barritas danzantes del equipo de música están TODAS arriba TODO el tiempo y evidentemente no es un álbum para disfrutar todos los días de tu vida si quieres llegar a viejo. Es solo para ocasionales momentos en el cual, por algún motivo, te sientas completamente destructivo, asesino, sediento de sangre y violencia extrema; en vez de salir a matar gente y animalitos, ponés Raw Power y todo se canaliza de una forma sublime. Al diablo Metallica, al diablo Nirvana, al diablo el punk, al diablo todos; NADA te hará hervir la sangre como esta cosa puesta a buen volumen. Los que ya me conocen saben que suelo ser bastante crítico con respecto a las bandas que se dedican a sonar ruidosas en extremo, pero el caso de los Stooges es especial: siento que esa rabia, ese primitivismo urgente y esa agonía de vivir al filo de todo es CREIBLE y se canaliza de forma totalmente perfecta a través de esos acordes crudos como un ternero recién sacrificado, acordes con polenta, con garra, con huevo. Todo esto es más que simple ruido; hay algo VIBRANDO detrás de él.
Y entonces me pregunto... ¿Por qué tanta alharaca con el punk en 1977 cuando en realidad los Stooges ya habían llevado la agresividad, el primitivismo y la pulsión de autodestrucción a su absoluta cumbre en 1973 en pleno cenit del rock progresivo? Es decir, no veo ningún motivo para no llamar punk a esta música; los elementos están, solo que doblando o triplicando la potencia y la rabia de las bandas más duras de la ulterior generación punk. Algo está claro; los Sex Pistols, cuatro años después, suenan como tiernos huerfanitos al lado de Iggy Pop y su pandilla degenerada. Esto permite concluir que Raw Power, sin lugar a dudas, es uno de los álbumes más adelantados y visionarios de toda la historia del rock and roll. O eso, o bien todos los álbumes de punk estuvieron atrasadísimos. La cuestión es que si te considerás un punker NO PODES salir bien parado sin haber escuchado este disco; no se puede entender completamente a los Ramones, a los Pistols, a los Jam, a los Vines, a los Libertines, sin saber de qué se tratan los Stooges. Es muy anterior, es más excitante, es más violento. Es, a mi jucio, lo más extremo que el GENUINO rock and roll ha alcanzado en su historia, una soberana escupida en la cara de todos como nunca antes se había visto. Pensar que en esta misma época salían discos complejos y exquisitos como The Dark Side Of The Moon y Selling England By The Pound. Discurriendo por debajo, aparecía la total antítesis en forma de torbellino de fuego y sangre de la mano de los Chiflados. Solamente los conciudadanos de MC5 estaban más o menos transitando los mismos derroteros. Legendario es decir poco.
Ahora bien, así como escuchar Raw Power puede ser una de las experiencias más fascinantes que otorga la música, también puede ser muy agotadora. Hay que tener muchísimo estómago para someterse de un tirón a esta seguidilla de PERMANENTE bombardeo sonoro sin tregua. Con Iggy Pop lanzando un alarido bestial detrás de otro, con la sección rítmica haciendo saltar todos los tornillos de la forma menos profesional posible, con esas guitarras que, por un lado, machacan con unos pesadísimos retumbes de distorsión indómita y por el otro lanzan solos perforadores como si alambres de púa sonoros se tratara la cosa. ¡¡¡Una completa bestialidad que no da ningún respiro en ningún momento!!! Demás está decir que el título del álbum lo dice absolutamente todo, y poco puedo agregar yo con todas estas palabras: esto es PODER CRUDO, sin horno ni anestesia, y te va a hacer saltar el cerebro en fragmentos que se estrellarán contra las paredes.
Claro, si alguno está tentado en pensar que esto es una pesadilla de ruido insoportable que uno está obligado a disfrutar solo por su valor vanguardista e histórico, yo digo... ALTO AHI. Después de todo se escuchan algunos tremendos RIFFS por aquí. Es decir, con forma, con coherencia, no es como si yo agarrara una guitarra disorsionada y me pusiera a tocar cualquier cosa. Para su extrema pesadez, Raw Power tiene también sus relieves bluseros y sutiles. ¡Si hasta hay guitarras acústicas en los arreglos! Por momentos la cosa parece R&B extrapolado a sus más terribles extremos de locura, como un disco temprano de los Stones al que le han inyectado sobredosis de todas las drogas y lo han violado por todos los poros. La cuestión es que a pesar de lo ruidoso, rara vez la música pierde su forma. Nunca deja de ser, básicamente, ROCK AND ROLL.
¿Y qué mejor ejemplo para demostrarlo que Search And Destroy? Les decía, el riff de entrada atronador, perforador, monstruoso, ya es toda una institución en el arte de demolición por sonido, pero lo increíble de todo esto es que enseguida se agrega OTRA GUITARRA el DOBLE de distorsionada. Digamos, los tipos metían más ruido donde era IMPOSIBLE seguir metiendo ruido. Y entonces llega Iggy Pop "cantando" con esa voz salvaje y destructiva frases como "I'm a street-walkin cheetah with a heart full of napalm". La experiencia es brutal, devastadora, esas guitarras parecen crujir como bestias debajo de un volcán a punto de estallar en pedazos. No conformes, los enfermos Stooges nos tienen preparado más y más furia para el resto del álbum. Y al menos dos o tres de estas monstruosidades son verdaderos clásicos: por ejemplo, el segundo tema Gimmie Danger, que arranca engañosamente con una guitarra acústica y unas campanitas. Parece casi una balada pero ¡Atentos!, que después del primer verso, a los 45 segundos, entra de forma MAGISTRAL un riffeo de distorsión pelada que va convirtiendo la canción en una verdadera orgía de pesadez y ruido descerebrado. A media máquina en cuanto al ritmo, pero a todo motor en cuanto a la distorsión rockera. A todo esto súmenele un filo durísimo de peligro, de oscuridad, de insurrecta destrucción. ¿Qué queda? Un clásico.
Es muy interesante comprobar como ya desde los títulos de las canciones queda obviamente revelada la actitud "FUCK THE WORLD" del disco. Search And Destroy, Gimmie Danger, ¡Your Pretty Face Is Going To Hell! Tu linda carita se va para el infierno, nena. Muy romántico. Sugiero que envíes este tema a tu novia el día que la quieras mandar definitivamente a la m****. Se trata además, de la canción más pesada de todo el disco, y tratándose de ESTE DISCO, no es decir poco. Acá nada de guitarras acústicas y campanitas para empezar: de entrada atacan como aguijones esas guitarras mortales... y nunca dan respiro. Iggy Pop vocifera con una voz totalmente sacada que hay que escuchar para poder creer. No es una canción que me guste mucho, realmente; se pasa demasiado de la raya sin entregar ningún riff o melodía concreta como las dos anteriores. Es solo rabia en estado puro, adecuada para momentos en los cuales chiquillas con caritas lindas se ponen demasiado histéricas y rompebolas. El nivel del comienzo se recupera pronto con la reptante Penetration, que se cimenta sobre un riff de primera calidad, un ritmo implacable y, otra vez, esas campanitas inquietantes que habían aparecido en Gimmie Danger. El groove machaca, machaca y machaca, e Iggy se hamaca sobre él con unos juramentos totalmente intimidantes. Se trata de un ejemplo de cómo hacer un gran manifiesto rockero con lo mínimo, y aunque es una de las canciones más "tranquilas" del disco, tu equipo de música te rogará que bajes el volumen.
El tema titular arranca con otro riff punk directo y sencillo que no varía demasiado en toda la canción. No es mala, pero le falta algún elemento que la distinga, como el riff maestro de Search, el crescendo maligno de Gimmie Danger o el groove violador de Penetration. En ese sentido, I Need Somebody se erige como uno de los más absolutos y descollantes highlights del álbum. Yo apenas puedo explicarles la grandeza de esta notable canción. A ver... un riff de blues salvaje, lento, totalmente impiadoso, adornado con maestría por unos maléficos tintineos de guitarras acústicas; un Iggy totalmente ronco bluseando como el mejor, cantando esos dolorosos, melódicos y urgentes "I need somebody baby, just like you". Ustedes ya pueden verlo, ya pueden notar cómo es un disco muy sacado, pero que NO SE OLVIDA de tener ganchos, de ser variado. Aquí, con I Need Somebody ofrece un número blues de calidad suprema que Led Zeppelin hubiera aceptado de buen agrado en cualquiera de sus discos. Con Shake Appeal, la banda vuelve al ruedo a toda potencia con un riff espectacular que solo podría caracterizar de CARNOSO; suena como algo que hoy grabarían los Libertines, solo que mucho más excitante aún. Por último, Death Trip podría ser definida como la quintaesencial experiencia límite del disco, una imparable masa de distorsión y suciedad que se extiende por todos lados y llena todas las grietas sin tregua ni concesión alguna. Los Stooges en su momento más visceral, rústico, ahí en tu cara. No es para nada difícil desmerecerla como simple ruido informe, porque ES simple ruido informe. Pero esa es la idea ¿No?
Raw Power es en definitiva un álbum que triunfa en varios aspectos: por un lado reflota y plasma lo más oscuro, lo más pervertido, lo más primario, lo más sexual, lo más destructivo del rock, por otro lado se puede jactar de aportar cuatro o cinco clásicos absolutos del género como lo son Search And Destroy, Gimmie Danger o I Need Somebody. Si te gusta el punk, el rock pesado o el rock en general, simplemente no se puede pasar por alto. Eso sí, no es algo que resista cualquier estómago y definitivamente no es para toda la familia. No digan que no lo advertí.
Nota al pie: el remix original de este disco (De David Bowie, nada menos) tiene muy mala fama en cuanto a la calidad de sonido se refiere. Al parecer el remix de Iggy Pop de 1997 es bastante mejor, así que si lo van a conseguir, traten de rastrear este último.
"Las almas repudian todo encierro"
1) Todas Las Hojas Son Del Viento; 2) Por; 3) La Sed Verdadera; 4) Bajan; 5) A Starosta, El Idiota; 6) Cementerio Club; 7) Superchería; 8) Cantata De Puentes Amarillos; 9) Las Habladurías Del Mundo.
mejor canción: Cantata de puentes amarillos
Bueno, bueno, bueno... ¿Qué pasó aquí? ¡Estoy comentando sobre un álbum argentino! Pues ocurre que este álbum argentino en particular es bastante bueno así que no tengo ningún problema en agregarlo a mi página, a ver si le sacamos un poco esa mala costumbre de puro rock anglosajón. En fin, Artaud es el último álbum de la banda argentina Pescado Rabioso, cuyo más conspicuo integrante es el Flaco Luis Alberto Spinetta, uno de los dos o tres cantantes y compositores más renombrados del rock argentino. Para estas alturas, la banda (que incluía a gente como Juan Carlos Amaya y David Lebón), estaba prácticamente disuelta y en rigor el álbum es puro Spinetta solista. Solo bien solo está el pobre Flaco, apenas asistido por algunos músicos de sesión que no tienen demasiado que ver con Pescado Rabioso y que tampoco tocan mucho. Como sea, el talento compositivo de Spinetta y su calidad interpretativa bastaron y sobraron para hacer un buen disco como Artaud, que aún hoy sigue siendo la opción más popular como mejor álbum de rock argentino.
Musicalmente Artaud está lejos de ser muy elaborado, y tampoco es tan rockero como los trabajos previos del grupo (Desatormentándonos): casi lo único que escuchamos de principio a fin es a Spinetta armado de una somera guitarra acústica o un piano, cantando en forma de balada sus hermosas poesías surrealistas. Los arreglos son despojados, acústicos en su mayor parte y sin ornamentos excesivos. Cada tanto florecen algunas buenas guitarras eléctricas para agregar color al asunto, pero nunca se descontrolan más de lo normal. La sencillez del álbum nos regala un momento intimista y nocturno, en el cual Spinetta y su guitarra nos llevan de la mano por un extraño universo creativo de laberintos sombríos, imágenes surreales y densas atmósferas líricas. Para serles sinceros la cosa no llega a volarme la cabeza, porque la mayoría de las canciones no son exactamente lo mejor jamás escrito, pero las poesías son intrigantes (aún sin tener demasiado sentido), las melodías no convencionales te envuelven como un humo enigmático, y las delicadas líneas de guitarra, cargadas de tintes de jazz y bossanova, son atrapantes. Es un gran álbum realmente; un trabajo único en su tipo... No es para regodearse con virtuosismos, sudar de rock ni atragantarse de ganchos, sino más bien para reflexionar, dejarse ir, hundirse en la melancolía de una noche sin eventos, una noche más de una vida rutinaria. Eso sí, la extraña y ocasionalmente desafinada voz de Spinetta puede requerir cierta aclimatación, pero una vez que te acostrumbrás no pasa nada, la disfrutas como a cualquier otra.
De entrada arrancamos con uno de los highlights absolutos, el clásico Todas Las Hojas Son Del Viento, con esa melodía fantástica en la cual Spinetta canta con varios doblados de su propia voz; el tema es muy sencillo y cien por ciento acústico hasta que al final aparece un simplísimo, pero resonante, solo de guitarra eléctrica para llevar la balada a su rápida conclusión. Temazo. Luego tenemos un pequeño boceto acústico en Por, cuya letra consiste en una repetición de diferentes palabras inconexas (Clavo, coito, Dios etc.) que si bien no genera ningún tipo de coherencia, al menos produce algunas combinaciones interesantes de escuchar. Claro, es relleno, relleno obvio, pero no tiene nada de horrible o pesado y se termina antes de llegar a los dos minutos. Mucho mejor es la balada La Sed Verdadera, cuya combinación de acordes menores te sumerge en una atmósfera mágica, secreta, de esas que te hipnotizan y te impregnan de sentido aunque no sepas bien qué sentido es exactamente.
De pronto algo sucede. Spinetta se cansa de las guitarras acústicas y ceba un poco de distorsión para regalarnos la soberbia Bajan, una balada cuyo romántico estribillo es el mejor de todo Artaud; es de esos que los escuchás por primera vez y ahí, en ese momento, te das cuenta que es un clásico. También son dignas de mención las fluidas líneas de bajo y además, cuando llega el solo eléctrico del final, tenés un pasaje musical digno de una obra maestra. Es en este punto que el álbum se subsume casi sin decirlo en un túnel de oscuridad; las guitarras dejan lugar a un piano que, martillando secamente unos acordes, introduce una bellísima melodía vocal que está para recortarla y pegarla en un cuadrito sobre la pared. Se trata de la bizarra suite A Starosta El Idiota (no hay relación con Starostin). En cuando Spinetta canta su enigmático y proverbial "Vámonos de aquí", la cosa degenera en un collage de zumbidos y sampleos varios (incluido un sonoro She Loves You directamente de los Beatles). Luego hay un pequeño fragmento acústico que oficia de breve puente hacia la melodía principal. Es lo más raro y experimental del álbum, lo cual no quita que su melodía en la parte de balada sea de las mejores.
A continuación tenemos el melancólico y lánguido ensayo de puro blues Cementerio Club, con un bajo terriblemente penetrante que hace que las paredes de mi cuarto retumben como en un terremoto. También unas económicas líneas de guitarra que ofrecen el principal atractivo melódico de toda la pieza, donde también pueden escucharse frases como "Qué calor hará sin vos en verano"... Justamente por eso se me pinta en la cabeza una tarde de verano muy triste, solitaria y ociosa, de esas en las que no hay nada para hacer ni nadie con quien conversar. Triste, muy triste. Superchería arranca con tarareos de una HERMOSA (Hermosísima) melodía, pero en seguida se revuelve en un filoso (aunque no tan impresionante) rocker, para volver con unas líquidas guitarras eléctricas y después, inesperadamente, derivar en un groove bien jazzero ("Cuando te das cuenta que es tu amigo quien te da la mano"). Es una de las características del álbum; todas o casi todas las canciones son como mini-suites repletas de ritmos de ideas melódicas. Entretenido, digo yo.
La que no es ninguna mini-suite, sino que es una SEÑORA SUITE es Cantata De Puentes Amarillos, que ahora mismo y con los ojos cerrados nombro como la mejor canción aquí. Es que en nueve minutos se deslizan hacia nuestros oídos todo tipo de increíbles cascadas acústicas, melodías de ensueño, improvisaciones jazzeras y destilaciones del más puro surrealismo. Una auténtica maravilla que transcurre de principio a fin sin el más mínimo atisbo de aburrimiento, logrando que los nueve minutos se me hagan demasiado cortos. Unos fraseos de guitarra acústica nos abren la puerta... y una vez que el Flaco canta "Todo camino puede andar", arrancan esos hermosos acordes que nos meten de lleno; estamos adentro, ya nos rodea y la noche es fría. De improviso algo ocurre, hay una interrupción anunciada por unos golpeteos y florece como si nada un fenomenal blues ("Sube al taxi nena") que va humeando paso a paso, ritmo a ritmo, entibiándonos la sangre. Nuevamente los golpeteos sobre la madera de la guitarra, y arranca una melodía musitada sin palabras, una melodía completamente nueva allanando el terreno para algo, algo como ese tremendo rasguido acústico que desgarra la noche como un velo, mientras tintinean las maracas. La última parte de la suite es quizá la más fascinante de todas; de pronto nace una virulenta guitarra eléctrica garabateando una de las melodías más espectaculares y misteriosas que oí salir de ese instrumento. Y así, mientras el Flaco canta "Ya es mañana" y la guitarra sigue con su marcha marcial, se termina. Imposible que sean nueve minutos, sencillamente imposible.
Viene otro clásico en Las Habladurías Del Mundo, un semi-rocker alegre y con más adrenalina, que tiene una de las estructuras rítmicas más entretenidas que he escuchado y que a través de sus fluidas plataformas eléctricas va anunciando que Artaud llega a su ocaso. Realmente se trata de un álbum ÚNICO que vale la pena al menos un puñado de oídas. La riqueza expresiva y musical de la obra es innegable, y creo que Antonin Artaud (pionero del movimiento surrealista) tuvo en manos de Spinetta un muy buen homenaje... un homenaje en forma de poesía que navega entre gradientes acústicas y sutiles reacciones melódicas. No, no es la más grande obra maestra de la humanidad ni nada que se le parezca, pero qué va! Todas las canciones son buenas y algunas, en su intencional y descarnada falta de espectacularidad, llegan a ser espectaculares. ¿Paradoja? Compruébalo por ti mismo.
"Yes, I do suppose it could be worse"
1) This Town Ain't Big Enough For Both Of Us; 2) Amateur Hour; 3) Falling In Love With Myself Again; 4) Here In Heaven; 5) Thank's God It's Not Christmas; 6) Hasta Mañana, Monsieur; 7) Talent Is An Asset; 8) Complaints; 9) In My Family; 10) Equator.
BONUS: 11) Barbecutie; 12) Lost And Found.
mejor canción: Hasta mañana, monsieur
Un disco pop extraordinario, empalagoso, sorprendente, irritante. Sparks, por si no oíste hablar de ellos, es un duo de Los Angeles conformado por los hermanos Ron Mael (tecladista y compositor principal) y Russell Mael (cantante). El tipo de música que hacían en sus comienzos, ampulosa y operática, nunca fue muy del gusto americano y por lo tanto, ante la escasa respuesta del público, tuvieron que emigrar al Viejo Continente, a Inglaterra más precisamente, donde al final alcanzaron la popularidad que merecían. Kimono My House es el tercer álbum de estudio, y un solo vistazo a su cubierta alcanza para reconocer que esto no es "música seria", ni mucho menos. Por el contrario, se trata de lo más bufonesco y paródico que podés escuchar en los 70's. Algo así como Kiss, ¿Vieron? Con la diferencia de que Sparks es bastante bueno y Kiss es bastante malo.
Pero basta de tecnicismos y comparaciones confusas, por favor. En realidad esta música no tiene mucho que ver con Kiss, y para el caso, no tiene mucho que ver con casi ninguna banda de rock de la década. A excepción quizás de Queen. Sí, QUEEN. Muchos, incluido yo, suelen sostener que Queen es muuuuy original y muuuuy distintivo, pero es inevitable pensarlo dos veces al escuchar Kimono My House, que presenta algunos elementos en común con cierta música de Freddie Mercury y compañía: arreglos ultra-elaborados, coros pomposos, melodías operáticas y saltarinas, vocales afeminadas y hasta algunos pasajes de guitarra que predicen el estilo clásico de Brian May. No digo que Queen haya copiado a Sparks (aunque debería escuchar los discos anteriores) pero alguna influencia de Kimono en su A Night At The Opera / A Day At The Races TIENE que haber habido. ¿Recuerdan temas como Seaside Rendezvous o Lazing On A Sunday Afternoon o The Millionare Waltz o Good Old-Fashioned Lover Boy? Pues no están muy alejados del espíritu de este disco, aunque en el caso de Kimono la producción sea incluso MÁS abigarrada aún, con capas y más capas de instrumentos apiladas unas sobre otras sin hueco alguno. Además de que las letras de Sparks son muchísimo más inteligentes (y graciosas) que los bochornos de Queen, aunque hay que reconocer que los discos de esta última banda son más variados. Y basta, se acabó Queen.
Si una fortaleza tiene Kimono My House, esa es que la mayoría de las canciones son muy entretenidas, gracias a un puñado de melodías vocales INCREÍBLES que, apuesto, te dejarán la cabezota girando como un jodido trompo. Encima la voz operática, pomposa y gay de Russell Mael, convenientemente aderezada con doblados infinitos y ecos de todo tipo, les otorga un matiz de glam-rock infladísimo, paródico, que invariablemente te hará sonreír. El problema grave, al menos en mi caso, es que más allá de cierta exposición, lo que empieza siendo entretenido y alegre se torna insidioso como un enjambre de moscas. Lo advierto: hay que estar EN VENA para escuchar este disco hasta el final y disfrutarlo todo, especialmente si eres de esas personas que no tienen mucho estómago para lo inflado, lo exagerado y lo poco sutil. La cruda verdad es que Kimono, pasadas las primeras canciones, se hace un plomazo, cansa mucho, empalaga: todas suenan muy, muy, muy similares, todas están saturadas al mango de guitarras, pianos, campanitas y más guitarras y más pianos y más campanitas... A eso se le suman las melodías mencionadas que de tan pegadizas te liman la cabeza y para colmo están vocalizadas con la mayor dosis posible de teatralidad. Es por este motivo crucial que el disco no termina de convencerme al 100% y por el cual no alcanza un nueve. Si bien la mayoría de las canciones merecen ser calificadas de forma individual como joyas, así juntas se vuelven excesivas. Tengo que limitar las dosis de esta música si quiero disfrutarla; pasado cierto límite crítico, me empieza a irritar soberanamente y me asaltan unas ganas terribles de mandar esto al infierno y escuchar lo opuesto, algo como Bob Dylan o Van Morrison o Joni Mitchell.
Pero entonces ¿Cuál es la conclusión? Las melodías, las canciones ¿Son geniales o insoportables? Sencillo: son geniales, pero pasado cierto punto se hacen insoportables (o chillonas, para ser más diplomáticos). Lo cual, se podría teorizar, les otorga una doble genialidad ¿No? En realidad, es como cualquier cosa en la vida: en la medida justa, cae de maravilla. Te excedés y te mata. En mi caso, escuchar Kimono entero es definitivamente un exceso, y uno que raramente quiero acometer. Es como escuchar The Wall entero, o algo incluso peor ya que aquí no hay un solo momento relajante, no hay salado para cortar lo dulce. Eso sí; tomada en dosis mesuradas, ésta es excelente música pop, por eso la buena nota.
Las mejores canciones se agrupan llamativamente al comienzo del disco, aunque no estoy seguro de que sean efectivamente superiores o si, en realidad, me dé esa impresión porque para la segunda mitad ya estoy saturado y todo se hace más de lo mismo. La cuestión es que algunas de estas melodías están entre las más increíbles que se hayan concebido en nuestro mundo. La apertura This Town Ain't Big Enough For Both Of Us es una forma DEVASTADORA de comenzar un album de rock; se trata de una especie de opereta-pop que no solo rockea durísimo, sino que desglosa una melodía vocal impecable, de esas que cuando se escuchan una primera vez, ya se sabe que nunca más se olvidarán ¿De dónde la sacaron? No tengo la más remota idea, pero lo cierto es que ni un baldazo de agua fría a las cinco de la mañana podría sobresaltarte más que esta pegajosa sucesión de notas, acompañadas de impiadosos riffeos y saltarines pianitos. Quiero esta canción para mi próxima fiesta. Lo bueno es que a partir de aquí la cosa no se pone peor: Amateur Hour tiene uno de los estribillos pop más salvajemente adictivos, catárquicos y orgásmicos que hayan contemplado mis tímpanos. ¿No me crees? Escucha ese brillante coro "Amateur hour goes on and on" reverberando gloriosamente en el espacio y decime si podés resistirte. No, no podés. I'm Falling In Love With Myself Again redobla la apuesta bombástica con una melodía operática tan, pero tan, PERO TAN pegadiza que literalmente destruye las neuronas. "Yes I think I'm falling, YES I THINK I'M FALLING..." ahhh. Pagaría por poder desenroscarme esa cosa de la cabeza, pero sé que es irreversible. Obviamente todo esto lo digo con connotación positiva. Nadie puede hacer este tipo de melodías: son melodías que no sirven para emocionarte en el alma, sino para abrirte el cráneo a hachazos y untarte el todo el cerebro con azúcar y caramelo.
El ataque irresistible continúa a toda carga con Here In Heaven y la levemente oscura Thank's God Is Christmas, pero alcanza su clímax de intensidad en Hasta Mañana Monsieur, una verdadera orgía de melodías inconcebibles que se suceden una tras otra sin solución de continuidad. Los versos, el estribillo jovial... todo suma y se corona con esa cascada coral que sobreviene después de la segunda repetición del estribillo: "C'est la vie, c'est la mort, say no more, no no more"... ah!!! Es lo que yo defino como el equivalente perfecto a una eyaculación pop; vos sentís como la alegría y el deleite te suben desde adentro y explotan en tu cabeza. Inmejorable.
A partir de acá el álbum se desinfla un poco ("se desinfla" en un sentido de calidad, ya que en términos de "arreglos inflados", la cosa sigue a todo trapo como siempre). Después de la gloria de Hasta Mañana se me hace que las melodías ya no son tan memorables y, ante tal deficiencia, la carga exagerada de los arreglos se hace estéril y un poco vacua. Son buenas canciones: Talent Is An Asset, In My Family, son todas buenas canciones, pero la verdad es que apenas pueden disimular la repetición de fórmula que las constituye. Este tipo de música, como decía, está muy bien pero conlleva el riesgo de saturarse fácilmente y cuando las melodías ya empiezan a confundirse unas con otras, es como que el disco se pierde. No puedo decir nada concreto sobre, por ejemplo, Complaints salvo que es abigarrada, pegadiza, saltarina, alegre... bla, bla, bla. El comentario medio para cualquier canción del disco, salvo que su melodía, comparada con las mejores, es casi nula. Equator es un poco más memorable, aunque tiene un final increíblemente pasado de la raya que te hará reír mucho o bien rascarte la cabeza, según tu humor.
Los dos temas bonus que ofrece Kimono My House no son gran cosa. Es lamentable, pero por más que escuché el disco muchas veces no me acuerdo nada de ellas, ignoro si porque son olvidables o si para esas alturas ya estoy hasta el cuello. Es un disco que te va desgastando de a poco. El estilo es creativo y espectacular, pero la verdad es que todas las canciones son lo mismo. El veredicto final es que se trata de un muy buen esfuerzo de composición que machaca demasiado sobre la misma fibra hasta romperla. Pero en general la cosa funciona: hay dos o tres canciones que son tan pegadizas que hasta diría que son insalubres. Procedé con cuidado. MUCHO cuidado.
"Everybody's in it for their own gain"
1) Court And Spark; 2) Help Me; 3) Free Man In Paris; 4) People's Parties; 5) Same Situation; 6) Car On A Hill; 7) Down To You; 8) Just Like This Train; 9) Raised On Robbery; 10) Trouble Child; 11) Twisted.
mejor canción: Court and spark
Siendo las dos y media de la madrugada, pues supongo que ya debería estar yéndome a dormir. Sin embargo hoy me voy a quedar un rato más para comentar este disco extraordinario que cayó en mis manos por casualidad: la noche de Navidad estaba explicándole a mis primos cómo funcionaba el Soulseek y para eso me metí las carpetas de cualquier usuario y puse a bajar lo primero más o menos familiar que encontré. El nombre de Joni Mitchell siempre me resonó por todas partes; sabía de su romance con Graham Nash y el genial cover que CSN&Y hizo de su tema Woodstock, sabía de la gran admiración que Jimmy Page sentía por ella (Going To California está inspirada en esta cantante canadiense); conocía los títulos de muchos de sus discos, hasta tenía presente su cara flacucha y su largo pelo rubio, y un montón de etcéteras que no me voy a poner a contar ahora mismo. Pero, entre todo esto, nunca había realmente escuchado su música. Y pues bien, esta última Navidad me bajé Court And Spark como una especie de demostración irrelevante y terminé con una obra maestra de otro planeta en mis carpetas. A eso lo llamo un regalo de Navidad; Papá Noel las pelotas.
Las atracciones de Court And Spark son tantas que no sé por cuál debo empezar. Lo haré por lo más obvio: melódicamente, se trata de un disco SOBERBIO, de una belleza tal que apenas puede evocarse. Salvo un par de canciones ahí en el medio que pasan sin pena ni gloria, las melodías vocales de Joni son de una exquisitez tal que me rompen el corazón, y eso que mi corazón, como todos ustedes saben, está duro y muerto como una piedra. No se trata de melodías obvias, azucaradas y de ganchos salvajes como si Joni fuera, no sé, Deborah Harry... Son melodías intrincadas, sutiles, casi intangibles, como lo es una pequeña gota de rocío deslizándose por un pétalo recién florecido en primavera (suspiros por favor), de esas que se filtran hondo bajo tu piel sin que puedas resistirte y que se impregnan de un profundo significado aunque no le estés prestando la menor atención a lo que dicen las letras (que son buenísimas). Obviamente ayuda la forma vocal de Mitchell. Dicen que más adelante su voz quedaría totalmente arruinada por los cigarrillos (nada bueno puede esperarse de esas varitas humeantes de mierda), pero acá la flaca suena como un verdadero ángel de invitante seducción que me hace girar en la más vasta pléyade de sensaciones: alegría, tristeza, misterio, oscuridad, reflexión, lujuria, libertad, hambre de vivir, depresión... TODO! TODO!
Pero también los arreglos musicales demuestran que la canadiense estaba al tope de su juego creativo. Sus álbumes anteriores suenan un poco pobres a veces en estos términos, ofreciendo un puro derive entre acordes acústicos y melodías planas que puede cansar bastante rápido. Acá sin embargo, la tipa se reinventa totalmente y ensaya una lujuriosa fusión de folk, blues y jazz que destila una cantidad grosera de buen gusto. La base de piano y guitarra acústica de los discos anteriores se mantiene, pero sobre ella se agregan todo tipo de armonías vocales, flautas, saxofones, trompetas, orquestas, violines, ritmos jazzeros y hasta algunos potentes riffeos de guitarras eléctricas, asegurando que el sonido sea profundo, pleno, que colme los cuencos de nuestras almas como nunca antes, manteniéndose muy lejos de las banalidades del pop corriente y predecible. Ayuda, sin dudas, un equipo de colaboradores de alto rango, que incluye entre otros a David Crosby, Graham Nash, José Feliciano y Robbie Robertson. Claro que, gracias a estos cambios, el sonido podría definirse como más comercial y no me sorporende que Court And Spark se haya convertido en el disco más exitoso de Joni. No me importa. Es uno de sos casos donde el salto comercial también puede considerarse cualitativo. Hoy en día lo más parecido que podemos encontrar está representado por gente como Jewel, pero a no confundirse: esto es mucho mejor.
Entonces: brillantes melodías; arreglos instrumentales variados y sutiles... Y todo esto se condensa en algunas canciones totalmente clásicas, todas amontonadas unas detrás de otras y de una competencia tan superior a la de sus trabajos anteriores que es escandaloso. Por ahí en el medio, ya lo dije, hay un par de canciones que se me escapan totalmente: el caso más alarmante es el de Down To You, una balada de piano y orquesta demasiado larga y con una melodía volátil que es más bien una atmósfera para reflexionar y pensar desde qué preparar para la cena hasta cuál es el sentido de la vida. No es que la canción me DISGUSTE, pero no veo mayor esfuerzo compositivo; todo parece aleatorio, los acordes de piano no van a ningún lado, la melodía no va a ningún lado y la orquesta solo adorna sin mayor relevancia. Algo similar ocurre con Just Like This Train; por lo menos tiene un sutil gancho atrapante en el estribillo, pero aún así no alcanza y siempre espero con impaciencia que pase rápido para llegar a Raised On Robbery.
Pero como contrapartida hay tantas canciones GIGANTES acá que firmo el nueve con los ojos cerrados. Court And Spark es lo mejor de lo mejor: una balada con los acordes de piano más gustosos y la melodía vocal más hechizante que escuché en mucho tiempo. La atmósfera, completada con una guitarra slide y otra acústica, con una es hermosa, trascendental, levemente oscura, y el pequeño middle-eight de "Seem like you read my mind" es una delicia absoluta que trae un poco de luz intermitente. Cuando sobre el mismísimo final Joni canta sobre la "City of the fallen angels", yo ya me doy cuenta de que acabo de escuchar una canción sublime, perfecta desde la primera hasta la última nota. Como si esta introducción no fuera suficiente grande, Joni decide arrojar a continuación los dos clásicos más recordados del disco: Help Me y Free Man In Paris. Podría haber elegido a cualquiera de las dos como mejor canción del álbum, ya que, en fin, son tan excelentes como la pista titular... Esto habla a las claras de la rotunda consistencia del disco. Help Me es un deleite jazzero especialmente memorable por ese irresistible, implacable, canto de "Help me, I think I'm falling in love again", mientras que la inmensa Free Man In Paris se destaca por un estribillo arrebatador, extático, inmortal. Y no sé qué más decir, cómo describir esta gema. Como diría Steiner, "Al hablar de música el lenguaje cojea"... He cojeado, entonces, a lo largo de estas revisiones por un par de años, pero en este caso es ESPECIALMENTE cierto. Nada que yo diga va a hacer justicia a los encantos sutiles de Free Man, así que simplemente tendrás que vivir la experiencia.
El nivel asombroso con el que arranca el álbum continúa de gran forma con People's Parties, que además de ser melódicamente atrapante, tiene una letra poderosamente llamativa. De hecho, todas las letras del disco son relevantes, poéticas, algo intrincadas también. Yo las veo como pequeños estudios sociales acerca de las relaciones humanas que rezuman inteligencia, sensibilidad, pasión a raudales y un poco de desolación también. People's Parties, en este sentido, es una de las mejores, aunque quizá digo esto porque me identifico plenamente con esa sensación descripta por Joni de asistir a una fiesta, estar rodeado de personas y sentirse desubicado, desolado, como en otra sintonía muy alejada de aquellos grupos de personas que ríen y se divierten. Inmediatamente pegada viene Same Situation, que si bien empieza a sonar un poco como más de los mismo, contiene una de las melodías vocales más preciosas y sublimes que haya escuchado jamás. Car On A Hill se destaca por un pegadizo ritmo de jazz que se ve interrumpido por un extravagante crescendo vocal por ahí en el medio que a alguno quizá le suene un poco irritante. Luego de sumergirnos en una relativa abulia con Down To You y Just Like This Train, llegan los últimos tres temas que, al igual que ocurría con Ladies Of The Canyon, revisten al disco con un filo y un humor completamente diferente, justo cuando la monotonía comenzaba a reinar más de la cuenta. Raised On Robbery es el número "rockero" del disco, destacado entre otras cosas por una melodía vocal exuberante, arrebatadora y algunos raptos eléctricos cortesía de Robbie Robertson. Trouble Child, una de mis absolutas favoritas, cae desde la nada con un REPTANTE riff de blues y una melodía vocal DELICIOSA que me hacen sentir sutiles oleadas de placer elevándose desde mis entrañas. No se cómo hace la tipa para que algo tan sencillo suene tan poderoso, pero lo hace. Es una genia. El último número, Twisted, es un "novelty-tune" de puro jazz en donde Joni cuenta una historia sobre psicoanálisis que cierra el disco con una nota de humor y grata levedad. Fíjense cómo la tipa encadena consecutivamente un número de rock, otro de blues y otro de jazz sobre el final. Como para decir "soy versátil" no?
Francamente no sé qué más decir. Si les gusta el movimiento singer/songwriter, no cabe duda de que Court And Spark es uno de los picos absolutos del mismo. Al menos seis o siete canciones INFALTABLES, y algún que otro rellenito inofensivo. Si querés empezar con Joni Mitchell, este es el punto de partida ideal y, mucho me temo, también el de llegada.
"A month on the road and i'll be eatin' from your hand"
1) Toys In The Attic; 2) Uncle Salty; 3) Adam's Apple; 4) Walk This Way; 5) Big Ten Inch Record; 6) Sweet Emotion; 7) No More No More; 8) Round And Round; 9) You See Me Crying.
mejor canción: Toys in the attic
Juzgando por lo que han publicado en los últimos años, Aerosmith no me impresiona demasiado. Empantanados entre power-ballads horriblemente comerciales y cock-rocks espantosamente corrientes, los tipos ya no pueden disimular su decadencia y su agotamiento. Sin embargo, en sus primeras épocas, allá por los primeros años setenta, fueron una buena banda de puro hard-rock. Sí, sí, sí lo que ustedes acaban de leer: ni decente, ni aceptable, ni pasable... Directamente BUENA. Desde que tengo memoria, siempre fui un confeso antagonista de la banda, tal como recordará alguno que haya leído mi prejuiciosa sección de "planes para el futuro". No era que realmente ODIARA lo que escuchaba de Tyler y cia. por la radio, pero ciertamente no toleraba el fanatismo y la algarabía que generaban por todas partes mientras otras bandas superiores apenas eran mencionadas, o que todo el mundo hablara de Come Together en base a la mediocre versión de Aerosmith sin conocer nada de Abbey Road. Sin embargo, aprendida la lección con los Stones, se me ocurrió que siendo un grupo tan viejo, deberían tener algo más o menos interesante en sus épocas de gloria, algo que en definitiva diera cierto sentido a tamaña popularidad. Así que recurrí a Toys In The Attic, el cuarto álbum del grupo y aquel que una buena parte del público considera su absoluto pico. Hay que ir a lo seguro, no iba a empezar por Just Push Play... no soy TAN tontín.
¿Qué encontré? Pues encontré un muy buen álbum de hard-rock que me sorprendió gratamente de principio al fin. Estas canciones rockean, tienen ganchos melódicos y riffs de primera por todas partes, los tonos de guitarra pegan sin piedad, hay suficiente variedad e inteligencia en los arreglos, no hay una sola canción realmente mala, no es en absoluto monótono, el cantante, más joven claro, no es tan despreciable como había pensado... en fin, toda una serie de revelaciones que me demostraron que esta banda "mediocre" de Boston es en definitiva bastante disfrutable si uno elige el álbum adecuado. Lo que se oye aquí es una buena cruza entre el rock and roll blusero y fiestero de los Rolling Stones de Exile, el filo "metal" de Led Zeppelin y la agresividad punkoide de los New York Dolls. No mucho más que eso: bien básico, MUY rockero, bastante blusero, sorprendentemente melódico y sin pretensiones risibles. Esto último es para subrayar. Sin pretensiones risibles; en vez de antojarse por los devaneos místicos de Zeppelin o abordar la oscuridad fútil de Black Sabbath, los tipos prefirieron seguir el ejemplo de los Stones y atacar sin adornos con lo primario; sexo y diversión a mil. Nada más. El espíritu que atraviesa esta música es el de divertirse, salir con amigos, pasar un buen rato, tomar un par de cervezas y seducir a un par de damicelas. Nada más irrelevante y corriente quizá, pero tampoco nada más entretenido y fresco.
Lo que más me atrae musicalmente de Toys In The Attic es que no solo rockea consistentemente, sino que las melodías son realmente memorables. Eso era algo que no esperaba; más bien imaginaba uno o dos riffs brutos sobre los cuales el bocón de Tyler ladraría algunos alaridos machones todos iguales (Algo así como AC/DC). Estaba equivocado: todas estas canciones tienen ganchos AL POR MAYOR, de esos que que te quedan girando en la cabeza todo el tiempo. No solo en las melodías vocales de Steven, sino también en las armonías, las melodías de guitarra y los EXCELENTES riffs. El trabajo de guitarras es irreprochable, tanto a nivel rítmico como solista, Joe Perry y Brad Whitford nos entregan grooves realmente retumbantes y enérgicos como cabe esperarse en cualquier buen tema de rock. En rigor la cosa suena bastante genérica y poco excepcional, pero se nota que el grupo sabía rockear lindo en su época. No querían hacer NADA nuevo ni revolucionario, sino rockear sanamente y sin pompa. No tenían otra pretensión, así que no se les puede pedir más de lo que nos dan ni condenar este álbum por superficial y tonto. ES superficial y tonto, pero ¿A quién le importa? Para quienes gusten del buen rock and roll este disco tiene que resultar atractivo, no veo cómo puede ser de otra forma.
Otro atributo sobresaliente es que las canciones son bastante variadas en estilo: hay algo de incipiente punk-rock (pista titular), rock and roll de pub al viejo estilo (Big Ten Inch Record), hard-rock directo (Sweet Emotion), heavy-metal (Round And Round), funk bailable (Walk This Way), pop pesado (Adam's Apple), toques acústicos (No More No More) y hasta baladas de piano (You See Me Crying). Y a eso hay que agregarle el hecho de que todas las canciones son realmente memorables. Y cuando digo "memorables", lo digo en sentido literal; o sea, estas canciones quedan grabadas e impreganadas en la mente casi instantáneamente; son EXCITANTES. Vacuas quizá, superficiales quizá, tontas quizá, pero excitantes y no tan predecibles como uno pensaría. Bueno, no TODAS son realmente memorables. Hay una canción que definitivamente arruina el disco llamada Round And Round. No entiendo bien qué quiso hacer el grupo con este mamotreto metálico de cinco minutos ¿Imitar a Black Sabbath? Aerosmith nunca rockeó tan duro como Zeppelin o Sabbath, pero eso no era lo suyo. Aquí, sin embargo, parecen querer competir con sus maestros, incursionando en el algún tipo de heavy-metal oscuro, lento y amenazante que da como resultado un fracaso estepitoso. Sí, suena oscura y amenazante, pero no tiene un solo gancho rescatable; solo escucho un riff totalmente pedestre y mastodóntico sobre el cual Tyler grita haciéndose el cantante de metal. Así durante cinco monótonos y desperdiciados minutos. No es nada abismalmente atroz, pero es mediocre y ciertamente palidece comparada con el resto de los temas.
Obviando este percance, el disco es realmente entretenido y patea mayores traseros en gran escala. ¿Por dónde empezar? Toys In The Attic abre el álbum en gran forma, con una estampida de rock n' roll sudoroso y puro manifestada en un riff ASESINO que parece punk dos años antes de su nacimiento. Bah, parece... ES un riff punk, dejémonos de joder: prueba #34503 de que el punk no inventó absolutamente NADA en términos musicales. Con respecto a Toys In The Attic... sí, es la mejor canción del álbum, y no es un capricho: ese riff es PERFECTO, y la melodía vocal con la que arranca es inesperadamente melódica y exquisita para un rock de estas características tan bestiales. Además, tiene ese desesperante, frenético y oscuro estribillo, donde el riff retoma su potencia mientras la banda repite "Toys, toys, toys..." Ohhh, ominoso y rockero al mismo tiempo. Pura adrenalina. Curiosamente, la pista titular no es la mitad de popular que otros dos highlights del álbum: el hit Walk This Way tiene todo lo que un buen rocker bailable tiene que tener: el ritmo funky es IMPARABLE (tiene campanitas y todo!!); los riffs de guitarra son crocantes y retumban con gloria, y la pista vocal es pegadiza como el dulce de leche. En cuanto al clásico Sweet Emotion... no hay mucho que decir: seguramente se trata de la canción más genérica y común del álbum, pero realmente poco importa porque tiene OTRO riff ejemplar (en realidad son varios riffs distintos, uno mejor que el otro), un bajo de la putamadre y una buena intro ligeramente oscura que no hace otra cosa que preparar el terreno para que ese riff entre con aún mayor vicio y vena aún.
Del resto de las canciones quiero destacar dos especialmente. El pop rocker No More No More combina de forma realmente satisfactoria un buen pasaje acústico y melódico, un riff blusero ultra-potente y corillos poppy de gran calidad. Por otra parte, la balada de cierre, You See Me Crying será la plantilla para cientos de power-ballads horripilantes que más tarde pergeniaría el grupo, pero esta vez la cosa no suena en absoluto desagradable, ya que tiene una intro de piano bastante bella y tras unos versos arremete con una melodía sencillamente eterna, en la parte que cantan "Honey what you've done to your head...", y a pesar de que al Tyler escupe un falseto BASTANTE ridículo sobre el final, pues a mí siempre me queda esa melodía. Siempre. En todo caso, las demás canciones tampoco tienen desperdicio. Uncle Salty es un boogie-rocker levemente oscuro y malicioso repleto de gustosas líneas de guitarra cuya melodía fue reutilizada hace poco por Shania Twain para su single Man (I Feel Like A Woman), no sé si lo recordarán. Adam's Apple consta de un gran riff introductorio y la que quizá sea la mejor melodía vocal de todo el álbum y Big Ten Inch Record es un descartable pero encantador groove de pub-rock ala Exile On Main Street, que incluye pianos y saxofones y es tan pegadiza como cualquier otra canción aquí.
Realmente me cuesta imaginar que Aerosmith haya superado esta pequeña joyita de diversión intacta. Algunos dicen que el subsiguiente Rocks es aún mejor. En todo caso, me complazco de anunciar que disfruto sin atenuantes esta versión desprejuiciada y realmente rockera de esta banda. Basta con decir que esto suena a gloria y frescura pura en comparación a lo que tanto Zeppelin como los Stones estaban haciendo para la época. ¿Un buen disco de rock directo por una buena banda de rock directo? Lo tomo.
"Beat on the brat with a baseball bat, oh yeah, oh yeah, oh yeah"
1) Blitzkrieg Bop; 2) Beat On The Brat; 3) Judy Is A Punk; 4) I Wanna Be Your Boyfriend; 5) Chain Saw; 6) Now I Wanna Sniff Some Glue; 7) I Don't Wanna Go Down To The Basement; 8) Loudmouth; 9) Havana Affair; 10) Listen To My Heart; 11) 53rd & 3rd; 12) Let's Dance; 13) I Don't Wanna Walk Around With You; 14) Today Your Love, Tomorrow The World.
mejor canción: Judy is a punk
Supongo que los Ramones son una de esas bandas que "se entienden" o "no se entienden". Y en este caso particular, "entender" equivale a "amar con locura hasta los postreros umbrales" y "no entender", a "odiar con incontenible maldad, ira y desprecio". Obviamente yo, Federico Fernández, patrón universal del equilibrio centrado en torno al cual se definen todas las cosas, no los odio... Pero francamente nunca pasé un buen rato escuchándo este disquito (el debut) y nunca, pero NUNCA, se me antoja hacerlo. Es decir, no lo entiendo. No entiendo el porqué de todas las alabanzas, los elogios y los lisonjeos en racimos que han recibido estos muchachos a lo largo de la historia. Y miren que vengo de un país (República Argentina) en el cual la cultura ramonera alcanza proporciones cuasi-masivas eh? Sí, es un muy buen álbum para poner en una fiesta, abrir unas cervezas y pasarla bien, pero en tal sentido no se diferencia de muchos otros discos menos valorados y, en ciertos casos, bastante mejores.
Teniendo en cuenta que este debut apareció en 1976, alguno podría decir (y se ha dicho): "¡Los Ramones inventaron el punk!". ¡Excelente! ¡Revolucionario! ¡Trascendental! ¡Importantísimo para la historia del rock! Muy bien; como no soy tan arrogante no lo voy a negar explícitamente, pero si agarrar el tema Hang Onto Yourself de David Bowie (y otras de esa onda) y publicar un disco con 14 copias casi exactas (pero casi todas inferiores) es INVENTAR EL PUNK... pues... pues entonces el punk debe haber sido el más barato de los inventos. Por si alguno no se dio cuenta, sí, estoy exagerando a propósito. Pero no tanto. El asunto es este: todas las canciones de Ramones siguen exactamente la MISMA receta con un nivel de homogeneidad enfermizo nunca antes visto en un disco de rock. Y no es que la receta sea muy novedosa o muy interesante que digamos: riffs glam de dos o tres acordes + melodías pop onda Beach Boys + agresividad pronunciada, pero en el fondo inofensiva... aplicados sin excepción ni matices en cada una de las catorce canciones, a tal punto que en cuanto termina una y empieza otra parece REALMENTE que el equipo de música se equivocó y repitió la canción o algo así.
Lo que es en apariencia una idea MUY IDIOTA para hacer un álbum, en general suele leerse como una genial movida subversiva que descubrió la esencia más pura del rock and roll; como un manifiesto artístico contrahegemónico en una época signada por los excesos del rock progresivo; como un simbolismo paródico que no debe tomarse en serio; como una celebración del instinto más básico del adolescente que solo quiere divertirse; como una glorificación de la simpleza extrema del "hazlo tu mismo"; etc. Confieso que todas estas lecturas son, en mi opinión, bastante válidas y en este sentido no hay ningún problema grave con el álbum o la banda: para lo que quiere ser, decir y expresar, Ramones es fantástico. Con su incompetencia ofensiva y su idiotez deliberada, se trata de la más maravillosa escupida en la cara del elitismo virtuosista e intelectualoide, aquel que desprecia cualquier música que no sea lo suficientemente compleja, refinada o inteligente.
El problema es que todo esto funciona más en la teoría que en la práctica. Se me hace mucho mayor su importancia como concepto artístico que como álbum que uno se sienta a escuchar y disfrutar. Porque realmente... ¿Quién escucha de cabo a rabo este disco sin hartarse antes de llegar a la mitad? Alguno debe haber, seguramente: no ha sido considerado uno de los mejores discos de la historia así porque sí, pero yo me aburro en seguida porque todas las canciones son LA MISMA CANCION. Los mismos dos o tres acordes, el mismo tono de guitarra, la misma velocidad, melodías parecidas (algunas muy buenas otras bastante mediocres), etcétera. No es que yo sea un elitista que alza el mentón despectivamente ante la música simple, pero creo que hay un límite claro entre lo "simple" y lo "incompetente". Reconozco que en este caso la incompetencia está totalmente premeditada y forma parte del encanto absurdo del álbum, pero como dije antes es más lo que respeto la idea que lo que efectivamente la disfruto. Ciertas canciones son muy buenas, algunos riffs patean sin piedad, pero todas juntas se confunden entre sí, constituyendo una nebulosa difusa y plana como una tabla de planchar. Y si por un lado se transparenta muy bien la intención subversiva del disco (en el campo artístico nomás, para incorrección política hay que esperar hasta los Sex Pistols), por otro lado también me queda la impresión de una banda limitadísima que ha pasado a la historia más por el discurso del álbum, que por la música en sí. Yo lo compararía con un pintor que presenta un cuadro totalmente blanco con tres líneas negras o alguna pavada por el estilo... muy "transgresor" quizás, pero nada impactante por sí mismo.
El tema que ha pasado a la historia como rúbrica definitiva de los Ramones es Blitzkrieg Bop, conocido más que nada por esos "Hey Ho! Let's Go!" de Joey Ramone, tan IDIOTAS pero oh! tan irresistibles... Se podría decir que con este asalto de tres acordes y melodías empalagosas el grupo desnuda su esencia en dos minutitos, y que todo lo que sigue se hace innecesario porque no agrega nada de nada de nada. Aunque, pensándolo mejor, creo que Judy Is A Punk es aún más pegadiza, sobre todo por esos tremendos "And oh! I don't know why! PERHAPS THEY'LL DIE!!!" que retrotraen las dinámicas del pop a su estado más primitivo sin dejar de ser totalmente disfrutable en una forma visceral e idiota. Con estas dos pequeñas gemas del punk-pop yo me conformo. Podrían aparecer en alguna compilación de punk y no necesito seguir escuchando ni este disco, ni los otros discos de los Ramones, ni cosas como Greenday.
Pero hay más: y describirlo es prácticamente imposible porque es LO MISMO, solo que no vuelven a aparecer melodías tan memorables como las de Blitzkrieg Bop o Judy Is A Punk. ¿Algo para destacar? Algo... por ejemplo; tanto I Don't Wanna Go Down To The Basement como Listen To My Heart copian exactamente el riff de la mencionada Hang On To Yourself. Si antes decía que el tema de Bowie sirvió como clara inspiración, acá digo que directamente se copiaron el riff. Basement por lo menos pega bastante, pero Listen To Your Heart es una más entre las tantas; totalmente anónima e indistinguible. Otra que se destaca es I Wanna Be Your Boyfriend, tan solo por ser levemente más lenta que las demás; supongo que entonces vendría a ser la "balada" del disco. Por último, siempre recordaré Now I Wanna Sniff Some Glue por esa intro que empieza bastante fea pero que, tras un conteo repleto de adrenalina, entra a DESTRUIR TODO con un riff espectacular sacado de la nada que me rockea genuinamente. Es el mejor riff del álbum y quizás su mejor momento. Pero gente, esto es prácticamente todo lo que puedo singularizar en Ramones. Todo lo demás es tan homogéneo que ni sanateando puedo extender más esta revisión.
Así que estén advertidos. El álbum rockea; claramente rockea, pero si eres fácilmente afectado por la monotonía, o si te consideras afecto a la música intelectual y refinada, pues NI SIQUIERA LO INTENTES. Este es un álbum 100% fiestero que solo funciona para borracheras, descontroles generalizados y otras prácticas por el estilo en las que la actividad cerebral es reprimida. Es un disco para uno de esos momentos felices de la vida en los que NADA, pero absolutamente NADA te importa. NO ES un álbum que uno (al menos yo) quiera sentarse y efectivamente ESCUCHAR, porque no hay mucho para escuchar realmente. A mí me gusta; es un disco simpático, pero la esencia del rock and roll ya la tengo en los Rolling Stones a través de una música infinitamente superior. Muchas gracias.
"And if you don't love me now, you will never love me again"
1) Second Hand News; 2) Dreams; 3) Never Going Back Again; 4) Don't Stop; 5) Go Your Own Way; 6) Songbird; 7) The Chain; 8) You Make Loving Fun; 9) I Don't Want To Know; 10) Oh Daddy; 11) Gold Dust Woman.
mejor canción: Dreams
Creo que no existe una evolución estilística más bizarra que la de la banda inglesa Fleetwood Mac. El grupo arrancó a finales de los sesentas de la mano del legendario violero Peter Green, quien armó un filoso combo de blues-rock británico, sumándose a la ola de Ten Years After, The Yardbirds, Blind Faith, Free más otras bandas típicas de hard-rock. Diez años más tarde, a mediados de los setentas, la criatura degenera inesperada y bruscamente en una americanizada máquina hacedora de pulidos hits FM Pop ultra-comerciales. O sea, cuando empezaron los tipos eran algo así como unos pichones de Led Zeppelin y ahora de repente aparecen con hits chiclosos como Dreams y Don't Stop que están diseñados EX PROFESO para las radios adult-contemporary del mundo entero... ¿Qué RAYOS pasó acá?
Pasó que estos sujetos nunca fueron realmente muy buenos haciendo el blues. Sólidos y competentes, claro que sí, pero nada para quedar en la historia, y menos para vender muchos discos. Y además, cuando Peter Green dejó la banda debido a excesos de ácido y viajes alucinatorios, la cosa empezó a necesitar otra dirección. Es así que el grupo se mandó a California y, audiciones mediante, incorporó al dueto compositor estadounidense de Lindsey Buckingham y Stevie Nicks, conocidos por su discreto pasado de soft-rock. Era obvio que la banda no volvería a ser la misma nunca más, y el primer álbum de la nueva formación, titulado Fleetwood Mac, lo dejaba bastante en claro.
Es sin embargo su sucesor Rumours el álbum que los hizo inmortales y los catapultó de golpe al mega-estrellato, con ventas infartantes que lo ubican entre los más vendidos discos de toda la historia. Normalmente no perdería mi tiempo con discos ultra-comerciales de FM pop, saben ya lo que pienso de ese tipo de musiquita trillada, aburrida y melódica que pasan todo el tiempo por la radio, pero en este caso merece la pena una excepción. Rumours es, lisa y llanamente, el MEJOR pop comercial deliberadamente orientado a las FM que escucharán en sus vidas. Y de tan bueno, se vuelve realmente disfrutable, más allá de que nunca deja de ser lo que es: o sea, música livianita para adolescentes enamoradas. Pero entonces ¿Qué es lo que diferencia a este producto de otras cosas corporativas irrelevantes como Celine Dion, Barbara Streisand o Whitney Houston? Una diferencia grande tiene que haber, alguna razón tiene que existir para que me la pase elogiando a Rumours cuando ya establecí tan claramente cuán poco soporto este tipo de música en general.
En efecto, la hay. Rumours es un disco comercial hasta la médula, eso no hay forma de negarlo, pero está tan magistralmente hecho que no me queda otra que volver a mi teoría de siempre: uno puede no simpatizar mucho con un género, pero si de pronto éste cae en buenas manos, puede sorprender. Y yo no simpatizaba mucho con el adult-contemporary hasta que escuché esto. La primera razón por la cual Rumours se eleva por sobre sus pares es que Fleetwood Mac nunca deja de ser una BANDA, una banda de MUSICOS. Por lo general el soft-pop aparece encarnado en una cajita de ritmos, un trasfondo de sintetizadores y/o cuerdas cursis y ya. Pero acá hay talento, hay una guitarra acústica de calidad en manos de Buckingham, hay una sección rítmica excelente con un bajo rutilante y una batería auténtica, cortesía de John McVie y Mick Fleetwood respectivamente, hay teclados jazzeros que humean, solos eléctricos que realmente vuelan, una vocalista totalmente única como Stevie Nicks y todo tipo de sonidos que llegan a ser placenteros sin entrar en lo obvio, sin sintetizadores y/o bronces cursis, sin cajas de ritmos programados, sin ese gustito a falsedad industrial que dejan en la boca la mayoría de los actos de este tipo. Así, la música pop de Fleetwood Mac en Rumours se revela relajada, placentera y pegadiza por un lado, pero con ciertos filos de oscuridad, de asfixiante dramatismo, de inquietante atmósfera por el otro. Eso es en definitiva lo que termina enganchando con el álbum; porque tocando como una EXPERTA y AJUSTADA banda de rock, la banda hace un pop comercial de calidad y es capaz, además, de darle una sutil pátina atmósferica y oscura que oficia de contrapeso para lo pulido y lo azucarado del material.
Otro valor importantísimo del disco es que, todo lo comercial que quieran, no deja de tener cierta dosis de EMOCION. Sí, son canciones que fluyen con sonido y tambien con emotividad, especialmente notable en el caso de cosas como The Chain y Gold Dust Woman. Esto ocurre por un lado porque la interpretación de las canciones es de una calidad tal que alcanza para traspasar un poco el límite de los oídos y dibujar sensaciones en nuestras cabezas. Pero fundamentalmente ocurre que estas emociones son totalmente SINCERAS; contrariamente al 90% de los casos en este tipo de música, las letras de las canciones están motivadas por experiencias personales REALES. Verán: el bajista John McVie y Christina McVie se habían divorciado el año anterior, aunque siguieron trabajando juntos (y al parecer la tipa conservó el apellido); Lindsay y Stevie eran novios, pero para estos momentos la relación estaba prácticamente desintegrada, y como si esto fuera poco, la muy turra inició un romance con John, ex-esposo de Christine, poco después de entrar al grupo. ¡¡Está para guionar una excelente telenovela venezolana!! ¿Eh? Imagínense la cantidad de tormentos y emociones que fluirían en el seno del grupo con tales dramas pasionales intercalados juntos. Eso se nota bastante en la mayoría de las canciones, créanme.
Igual, para un álbum de tamaño status, se me hace que solo unas pocas de estas canciones merecen el trato de clásico absoluto. Rumours pertenece a esa categoría de discos en los cuales TODOS los temas son decentes y agradables, pero solo una pequeña elite alcanza a mover montañas. Como dije, el sonido general está tan logrado que me gusta, pero las canciones en sí se dividen claramente en clásicos y relleno. Confieso que, contrariamente a lo que opina la abrumadora mayoría, no encuentro en este disco el más mínimo atisbo de superioridad sobre el similarísimo Fleetwood Mac, el álbum anterior que había iniciado el nuevo camino poppero del grupo. Por supuesto, hay más clásicos que rellenos, no se asusten, y como dije antes, el relleno también es disfrutable. El más obvio de ellos es la balada de piano Songbird, cortesía de Christine McVie. A propósito, de los tres compositores principales del grupo, Christine McVie es la que menos me interesa; casi ninguna de sus canciones se me hace una joya, y en todo caso la encuentro en mejor forma en Fleetwood Mac que en Rumours. Songbird, como les venía diciendo, es un claro ejemplo; no es que esté mal, pero francamente no aporta ni ganchos melódicos ni golpes de efecto instrumentales, tan solo una atmósfera romántica tradicional que solo levanta vuelo con la resolución vocal de "And I love you, I love you, I love you". Algo similar puede decirse de la intrascendente Oh Daddy, solo que esta vez la melodía, sin ser gran cosa, es muchísimo más memorable (la recuerdo casi completa sin problemas) y los arreglos instrumentales se benefician UN MONTONAZO con ese melancólico susurro del sintetizador. Los otros dos temas que aporta Christine son, ahora sí, muchísimo mejor y no por casualidad se han convertido en dos APLASTANTES hits para la historia de la radiofonía. Mi favorito es You Make Loving Fun, del cual disfruto especialmente su ritmo funky, sus teclados jazzeros y la magnífica línea melódica en la que Christine canta "I never did belieeeeeeeeeeve in miracles"; es simplemente un momento elevador. Y qué decir de Don't Stop, seguramente la canción más popular y conocida del disco (hasta se usó como jingle para la campaña electoral de Clinton). Bueno, diré que no soy tan fanático del mismo por una razón clara: la melodía se me hace un tantín obvia y los toques instrumentales son de lo más genérico que ofrece el disco. Eso sí, no deja super-pegadiza, sobre todo esos acordes de piano que entran en el estribillo.
Ahora, si hablamos de los aportes de Lindsey Buckingham la cosa tampoco se hace muuuuuy superior que digamos. Su Second Hand News abre el álbum con un carbon-copy levemente inferior de Monday Morning (el tema que arrancaba Fleetwood Mac) que no ofrece mucho más que una pegadiza melodía para entrar en calor y ya. La folky Never Coming Back Again logra captar especialmente mi atención por el MAGNIFICO arreglo acústico que despliega, mientras que el super-hit You Can Go Your Own Way me gusta lo suficiente, pero no se me hace ni muy pegadizo ni muy memorable tampoco. No, la responsable de la grandeza de este álbum no es otra que Stevie Nicks. Stevie es con diferencia la mejor compositora de los tres, la mejor cantante, la más linda e intrigante... y solo fue admitida en la banda porque Lindsay presionó para ello, poniendo su presencia como condición para la suya propia. Y vaya que hizo bien. En el disco anterior Nicks ya había aportado las joyas de Rhiannon y Landslide y ahora vuelve a la carga con una cosecha tal vez incluso mejor. Su I Don't Wanna Know no merece quizá tantos lauros, pero no hay dudas de que es lo más pegadizo de todo el álbum, gracias a su resultona melodía y su impecable solo de guitarra. Por su parte, Dreams es una verdadera LECCION de cómo se hace un pop de FM totalmente comercial y que aún así suene totalmente misterioso, atmosférico, emocionante, fuera de lo ordinario. Esas retumbantes líneas de bajo, y ese ritmo que te hamaca suavemente, esa voz mágica erizándome la piel al cantar "It's only right that you should play the way I feel it" y esas voces arremolinándose como una gentil brisa antes del irresistible estribillo... Sencillamente genial. Sí, GENIAL dije... y si no me creen escúchenla ustedes mismos. Apuesto a que nunca pensaron que un pop de FM podría ser tan hermoso.
Aunque, claro, su perfecta Gold Dust Woman no se queda atrás. Esta vez el aire de oscuridad y tragedia viene muy en serio, gracias a esas ominosas nubes de sintetizador y a unas líneas de guitarra slide que suenan casi rollingstonianas en su poco tímida agresividad. Coronándolo todo, una desgarradora performance vocal de Stevie cantándole de frente a la cocaína (sustancia a la que fue adicta) y un estribillo conmovedor que simplemente me desarma con su poderío y su trascendencia. Para ponerle el moño, la banda cierra con un oscurísimo jam final en donde los acordes eléctricos comienzan a caer como mazasos sobre nosotros mientras el ritmo no cesa en su insistencia infernal. A veces me pregunto si no es Gold Dust Woman en vez de Dreams mi favorita el álbum. El último gran highlight es The Chain, una composición grupal cuya letra parece resumir en pocas frases todas las pasiones y dramas que brotaban a flor de piel en el seno de la banda. El resultado es contundente: se trata, junto a Gold Dust Woman, de la canción más poderosa y resonante del disco. Las armonías vocales están fantásticas y los arreglos instrumentales son de lo mejor; solo tienes que escucharla.
Así que la conclusión es que existe tal cosa como FM pop de calidad. Esta es la prueba suprema. No es tampoco el cenit de la creatividad humana ni nada parecido, pero algunas de estas canciones pertenecen, sin lugar a dudas, a la elite de los grandes clásicos del rock. O pop. O pop-rock. O como más te guste llamarlo.
"I fell right into the arms of Venus de Milo"
1) See No Evil; 2) Venus; 3) Friction; 4) Marquee Moon; 5) Elevation; 6) Guiding Light; 7) Prove It; 8) Torn Courtain.
mejor canción: Marquee moon
Quizá el grupo estadounidense Television no te sea muy familiar, quizá sí; la cuestión es que su debut Marquee Moon sigue siendo uno de los discos de culto más antológicos, influyentes y aclamados de todos los tiempos y la verdad, si quieren mi opinión personal, es que el rock de los 70' no se pone mucho mejor que esto. Es curioso que un grupo tan oscuro, desconocido y de una carrera tan breve (grabó apenas un par de álbumes en un par de años) haya concebido uno de los manifiestos más creativos y potentes, no solo de su década, sino de toda la historia del rock; uno de esos álbumes que más allá de que los años sigan muriendo, siempre estará entre los más grandes clásicos de todos los tiempos, a la altura de cualquier Dark Side Of The Moon o Led Zeppelin IV.
Básicamente, lo que tiene de especial Marquee Moon es su sonido; con este álbum Tom Verlaine y compañía presentan al mundo una estética musical nueva, fresca y sorprendente: no necesariamente revolucionaria en el sentido más amplio del término, pero sí innovadora y defnitivamente al margen de lo convencional. Hay dos guitarristas líderes en el grupo: ellos son Tom Varlaine y Richard Lloyd, dos estilos diferentes y bien personales que, milagrosamente, se complementan entre sí creando parte de la mejor música rock de la época. Definir este sonido tan especial dentro de los esquemas genéricos tradicionales es harto difícil; estilísticamente y a grandes rasgos Marquee Moon podría catalogarse como garage rock o punk, pero lo cierto es que esta música trasciende LARGAMENTE las bases del garage rock como se lo entendía hasta entonces y ciertamente está a años luz del paradigma típico del punk. Como ocurre con casi todos los grupos de mediados de los 70, se pueden rastrear influencias claras de The Velvet Underground (patriarcas absolutos del proto-punk), sobre todo a en las atmósferas densas que Television genera a partir de sus permanentes y punzantes ataques de guitarra. Ahora bien, donde Velvet Underground sonaba avant-garde y bastante primitivo, Television suena eminentemente REFINADO, más complejo y al mismo tiempo más melódico. Esto es así porque el interplay de guitarras que se mandan Lloyd y Verlaine aporta una impresionante dosis de virtuosismo, originalidad y melodía que hay que sentarse a escuchar y absorber con detenimiento. Contrariamente a lo que suele ocurrir, no hay un guitarrista rítmico y uno solista: ambos son rítmicos y solistas alternativamente, intercambiando roles todo el tiempo según la canción avanza, imbricándose entre sí sin esfuerzo y entretejiendo una fascinante y densa red de riffs, melodías, escalas y solos que te volarán la cabeza. Mientras tanto, el bajista Fred Smith y el batero Billy Fica hacen un trabajo admirable con la sección rítmica.
Por eso es tan difícil categorizar al álbum: por un lado los tonos de guitarra, la actitud y las atmósferas son lo suficientemente crudas y agresivas como para transmitir un alma punkoide, de garage y rebelde. Por otro lado hay un virtuosismo musical pasmoso, una competencia melódica, un entramado complejo, un aire de intelectual poesía urbana que poca relación tienen con el punk y el garage rock. Es cierto que el álbum empieza con un riff bien retumbante que grita PUNK!!! a los cuatro vientos, pero a medida nos vamos sumergiendo de a poco en Marquee Moon, comienzan a florecer de la nada cuantiosos solos melódicos, sutiles toques de psicodelia, refinados ganchos, improvisaciones y jams jazzeros... en fin: un sonido sencillamente único que tiene sus cosas de punk, sus cosas de pop, sus cosas de jazz y sus cosas de hard-rock. En conjunto, todos estos elementos musicales van tejiendo mentalmente una atmósfera oscura espectacular, que me sitúa en alguna noche perdida en la ciudad sucia y frenética, bajo las tristes luces de neón en sórdidos y húmedos callejones de prostitudas y alcohol. No es el punk estúpido y divertido de los Ramones ni el punk brutal y revulsivo de los Sex Pistols: es algo más rico, más poético y más intrigante que te dejará admirado.
Si hay algo que se le puede criticar a Marquee Moon es que se hace un poco monótono. El estilo cambia tan poco de canción a canción que una vez escuchados los dos o tres primeros temas ya se tendrá una idea de cómo sonará el resto. Confieso que por este motivo el álbum se me hace un POQUITÍN cansador y agobiante, pero lo cierto que al mismo tiempo puede decirse que TODAS las canciones son brillantes (sin un solo momento que se aproxime a "normal"), TODAS tienen algún gancho sorprendente y TODAS ofrecen una fantástica interacción de guitarras que simplemente no se puede dejar de escuchar. En definitiva no hay riesgo alguno de confundirse una canción con la otra, pero el sonido general puede hacerse demasiado tirano por momentos. Es una protesta mínima que no le quita a Marquee Moon ni un gramo de fascinación pero evidentemente tampoco es un álbum indicado para eclécticos; si al lector no le molesta, libre está de subir el rating un punto (sí, eso sería un DIEZ). A algunos oyentes quizá también les cueste acostumbrarse a la voz de Tom Verlaine, corrosiva y desafinada como pocas (el tipo imita claramente a Patti Smith); personalmente reconozco que no es lo más agradable para oír, pero tampoco puedo imaginarme esta música cantada de otra forma o por otro individuo. La atmósfera gris, opresiva y oscura del álbum tiene también cimientos en esta extraña forma de entonar.
Como venía diciendo, todas las canciones son excelentes. Es cierto que los fabulosos trucos de guitarra que atacan permanentemente desde ambos altavoces son la base de su atractivo, pero además del sonido los temas se sostienen y brillan por sí mismos. Los primeros cuatro son de antología: para empezar tenemos el avance incontrolable de See No Evil, abriendo el álbum con una doble estampida de guitarras eléctricas, ajustando el interplay entre Lloyd y Verlaine bien de entrada. De un parlante brotan unos machacones acordes sencillos, y del otro lado tenemos unos arabescos increíbles. Guarda con la adrenalina que quema. Luego llega el estribillo y mientras Tom nos ofrece sus retorcidos poemas, las guitarras adquieren de pronto un sonido más profundo que te dejará encantado. Y como si esto fuera poco hay un solo de guitarra brillante levantando vuelo por ahí en el medio. La siguiente Venus, en tono de balada, es aún mejor, en parte gracias a una melodía de guitarras COMPLETAMENTE HERMOSA funcionando como motivo principal y reapareciendo cada tanto con un efecto celestial que te dejará boquiabierto. Excelente solo de guitarras aquí también; muy evocativo y atmosférico.
De a poco nos vamos acercando al clímax del disco con la fenomenal Friction. Esta arranca de entrada con unos fraseos de guitarra peligrosos y tensos que rápidamente aumentan su intensidad hasta que ¡BANG! entra una DEVASTADORA cascada de notas brillantes, punzantes y oscuras barriendo con todo a su paso mientras un ritmo inquebrantable de batería acompaña; un riff como ninguno que hayas oído. A partir de ahí la canción solo se pone mejor, desarrollando un rocker salvaje y perfecto, infestado de solos de guitarra que te envenenarán la cabeza. Ahora sí, todo está listo para la EXPERIENCIA del álbum, su clímax, su epicentro. Como si las tres canciones precedentes no fueran lo suficientemente buenas, llega la épica de casi once minutos Marquee Moon; ¿Cómo describir con palabras esta compleja, sorpresiva e inimitable composición? Casi imposible. Al principio oímos un riff muy simple al que se le van agregando ritmos, y así comienza un viaje mágico por túneles desconocidos y fascinantes. Luego de los primeros versos el grupo se sumerge en un jam instrumental como nunca se ha oído; hay apenas un par de guitarras, un bajo y unos tambores, pero eso le basta a Television para crear su propio mundo de sonidos en donde rock, punk, jazz y psicodelia se dan la mano para concebir uno de los más grandes momentos del rock. Y no exagero: diez minutos que parecen cuatro o cinco y que uno quisiera que no terminaran jamás; desde la devastadora estampida de sonidos que van aumentando la tensión de a poco, hasta el clímax de nubes psicodélicas que aparece después. Bah! No tiene sentido seguir con esto: escuchala y listo. En estos casos es la única opción que te queda.
Lo que resta del álbum no alcanza estas alturas de genio, pero el sonido tan característico se mantiene y todavía hay cientos de excelentes líneas de guitarra y bajo para escuchar. Elevation tiene una introducción de guitarras intocable, como para colgar de un cuadrito en la pared de tu cuarto; Guiding Light es una linda balada muy tranquila, en la que incluso se animan a meter algunas notas de piano que le dan un aire muy psicodélico a la música; Prove It es un rocker interesante cuya melodía recuerda por momentos a la famosísima Stand By Me, pero que es mucho más que eso gracias a otro estribillo memorable y a más melodías de guitarra que te dejarán sin habla. Para cerrar a todo trapo qué mejor que una nueva épica como Torn Curtain. Ésta cuenta con otra introducción notable donde el piano y la guitarra colaboran entre sí a la perfección, unos riffs maléficos y lentos marcando la pauta de los versos y un crescendo final abigarrado de solos salvajes que eleva el álbum hacia un clímax monumental.
En fin; no se cuánto podrás llegar a tardar en digerir completamente los sonidos de Marquee Moon. Lo importante es que lo hagas, y así habrás agregado a tu lista de experiencias uno de los dos o tres mejores álbumes de rock jamás grabados en la década de los 70; una obra cruda y potente, pero también una biblia de poesía delicada como una gema, que constituye el pináculo total de lo que haya dado el punk o el proto-punk en toda su historia. No dejes que muera este día sin haberlo comprado.
"It ain't what they call rock n' roll"
1) Down To The Waterline; 2) Water Of Love; 3) Setting Me Up; 4) Six Blade Knife; 5) Southbound Again; 6) Sultans Of Swing; 7) In The Gallery; 8) Wild West End; 9) Lions.
mejor canción: Down to the waterline
Típico álbum que aparece en el momento menos indicado. Típico álbum que está en el polo opuesto de lo que ocurría en la escena musical de su época. Evidentemente estos tipos estaban en las nubes. Mil novecientos setenta y ocho. La onda expansiva de la explosión punk aún conmovía a Inglaterra; los grupos de moda, los que influían en el mercado eran punk sí o sí. Y mientras cientos de bandas de jóvenes rebeldes escupían su iracunda rabia a través de acordes agresivos, composiciones rudimentarias y letras directas nada rebuscadas, cae Mark Knopfler con su bandita y esta serie de temitas suaves, relajados, folky, retro, pautados por sutiles y gustosos impromptus de guitarra, contando historias adultas, románticas, melancólicas y literarias sobre galerías de arte, citas en la noche a orillas del Támesis y bares de música swing. Mark ¡Salí del Tupperware! Estaban todos fascinados con tocar dos acordes a todo volumen, insultar a la reina, ver cuántas palabrotas podían incluirse en una letra de rock y mirá con lo me sale este muchacho... ¿Quién los iba a escuchar?
Afortunadamente para el mundo alguien los escuchó, y Dire Straits fue grabado. El hecho de que su música sea casi el polo opuesto del punk que revoloteaba ruidosamente por aquellos momentos es anecdótico; cuando las cosas se hacen bien, salen bien, y no importa si estás o no estás en el tren de los cambios y revoluciones vigentes. Dire Straits, más allá de todas sus vicisitudes es un álbum fantástico que destila clase, poesía y buen gusto por los cuatro costados. El compositor, vocalista y guitarrista de la banda, Mark Knopfler, era bastante jovencito cuando se publicó este álbum, veintiocho años, pero estaba a años luz de lo que los jóvenes rebeldes de su momento tenían como bandera; este debut es una obra madura, adulta, nostálgica, signada por contemplaciones románticas e imaginería dylanesca. Como vehículo, Knopfler elige una música sumamente minimalista, relajada y folky, que podría catalogarse como un revival del rock de pub, con ciertos tintes bluseros y country aquí y allá para matizar. Nada revolucionario, todo muy sutil, humilde, sin demasiado volumen, nada de distorsión, sin altisonancias ni pretensiones. Como supondrán, no es exactamente una música muy excitante, pero sí placentera, delicada, de esa música que simplemente te lleva y te seduce. Y que te atrapa sin ninguna necesidad ponerte la adrenalina a mil o sacudir tu cabeza.
Sí, al principio todo puede sonar como el embole del siglo; los nueve temas son extremadamente similares entre sí, atravesados por un estilo poco cambiante y realmente perezoso, de esos ante los cuales uno se pregunta dónde está el maldito riff, dónde está el gancho vocal irresistible, dónde está esa parte que me agarra del cuello y me tira por todas partes. No sean ilusos: Dire Straits no es un álbum de riffs, ni de ganchos vocales, ni de partes que te agarren del cuello. Es un álbum de contemplación, de suave deleite, de sutil murmullo en tus oídos, de medianoches solitarias y quietas. Solo basta con no esperar la gran avalancha de rock and roll para comprender que esta música es en esencia MUY AGRADABLE. Sí, se puede tornar aburrida por momentos, pero nunca deja de ser agradable, y una vez que te hayas sumergido en ella no serás indiferente a la sutil belleza poética que despliegan las canciones, ni a la susurrante voz de Knopfler, ni a su estilo distintivo, impecable y totalmente minimalista, capaz de tocar apenas un par de notitas y hacer que con ellas tu día haya valido la pena.
La calidad de los temas es llamativamente regular; es uno de esos discos en los cuales no se puede hablar de relleno ni momentos feos. Sí se puede hablar de canciones que despuntan levemente sobre otras, y la primera que surge en este sentido es la hermosa Down To The Waterline, un tema que suena como balada sin dejar de ser rockero pero que no es ninguna de las dos cosas. Luego de una introducción oscura y súper-melancólica, arranca un pegadizo ritmo de género indefinido (mezcla de blues, pop y rock de salón), con una melodía vocal sencilla pero AY! Tan evocativa, tan clásica, tan romántica que mis oídos no podrían olvidarla. Pero lo que más seduce del tema, sin dudas, es cómo estos excelentes versos se intercalan con algunos de los ganchos de guitarra más sutiles, lujosos y brillantes jamás logrados por la banda. Knopfler musita suavemente una deliciosa historia sobre sus paseos nocturnos a orillas del Támesis con alguna chica y el conjunto es tan... tan... tan... POÉTICO, tan BELLO (y pegadizo, porque la canción es muy pegadiza) que termina transmitiendo alegría, emoción, gusto por las cosas pequeñas de la vida. Hermosa, una de mis canciones favoritas de todos los tiempos.
Bastante parecida es la soberbia Sultans Of Swing, que con el tiempo se ha convertido en uno de los clásicos de marca del grupo. Nuevamente, Mark Knopfler y su hermano nos ofrecen ritmos y solos de guitarra de tanto talento y buen gusto que es IMPOSIBLE que te disgusten, por más repetitiva que sea la base rítmica de la canción. A ello le agrega más imaginería nostálgica, pequeñas y sutiles historias de vida urbana casi sacadas de una novela de Paul Auster; en este caso Mark nos cuenta sobre una fría y lluviosa noche de Londres y un bar perdido por ahí donde toca una vieja y olvidada banda de música dixie. Es una escena tan poética, tan melancólica y tan bien escrita, que la canción, ya de por sí buena musicalmente, recibe un plus; se convierte en algo afectivo, emocionante. Aquí Mark también aprovecha para hacer una declaración de principios, al presentar en la escena a un grupo de "young boys, they are foolin' around on the corner" que "don't give a damn about any trumpet playing band". En el tono levemente desdeñoso que utiliza en esta referencia, Mark se siente más identificado con los viejos músicos de jazz, en ellos está su corazón y su empatía; un joven con alma de viejo.
No todas las canciones son viñetas urbanas y nostálgicas en la misma vena: hay canciones de amor, como la excelente Water Of Love, una suave balada de tonalidades country que cuenta con gustosos arreglos de guitarra acústica, muy buenos, y un inolvidable estribillo (marcando el único momento del álbum con armonías vocales). También soy fanático de Six Balde Knife, una canción escurridiza, subrepticia, insinuante; a través de una viñeta musical EXTREMADAMENTE despojada y mínima, Mark tira sugerencias sobre cuchillos y sus posibles usos (desde abrir una lata hasta matar a alguien), sin olvidarse jamás de regalarnos sus Oh! tan EXQUISITAS dosis de guitarra minimalista. No es que la canción asuste de lo malvada que suena, pero ciertamente pega muchísimo más que los aparatosos bodrios de grupos "sangrientos" como Marilyn Manson y otros grupos de metal. Setting Me Up y Southbound Again son las dos canciones más "movidas" del disco; eso no significa que te impulsen a bailar o algo así, pero ciertamente tienen un groove más rítmico, insistente y saltarín que las demás. También son muy, muy parecidas entre sí, al punto que en mi memoria aún no puedo diferenciarlas. Pero importa poco ya que ambas son agradables y llenan las expectativas. Las últimas tres canciones también cumplen con lo suyo: In The Gallery cuenta historias de museos y artistas en medio de un groove de guitarras calmo pero adictivo; Wild West End es uno de los números más melódicos, con guitarras acústicas, pianos y soberbias guitarras slide armando un número sencillamente hermoso y poético, con otra historia urbana de bares y enamoramientos; Lions, por último, vuelve a establecer un ritmo atrapante y despojado que quizá ya sea un poco cansador y monótono, pero que eventualmente te engancha con las buenas líneas de guitarra y el melodioso "Toniiiiight" del estribillo.
En fin. Todos los temas, sin atragantarse en ganchos melódicos, contienen una atmósfera poética, urbana y nocturna que seduce irresistiblemente; al menos en lo que a mí respecta, tengo que decir que, sin volverme loco, estoy totalmente seducido por Dire Straits, un disco ideal para escuchar bien tarde a la noche y llenarse de imágenes de romanticismo citadino, celebrando los eventos pequeños de la vida cotidiana. Si te acercás al álbum de esa forma (es decir, no poniéndolo en una fiesta por ejemplo), lo más normal es que termine gustándote. De paso, se disfruta de uno de los guitarristas más singulares y distintivos que hayan tocado, Mark Knopfler.
"Oh, I can't control myself"
1) Hanging On The Telephone; 2) One Way Or Another; 3) Picture This; 4) Fade Away And Radiate; 5) Pretty Baby; 6) I Know But I Don't Know; 7) 11:59; 8) Will Anything Happen?; 9) Sunday Girl; 10) Heart Of Glass; 11) I'm Gonna Love You Too; 12) Just Go Away.
mejor canción: Sunday girl
Sinceramente, no se bien por dónde empezar con esta obra maestra... No vuelvan atrás, han leído bien, esta OBRA MAESTRA. Puro pop... ¿Y qué? ¿Acaso no se puede hacer una obra maestra de puro pop? ¡Cómo no!, algo como Rubber Soul por ejemplo, y para ser sinceros Parallel Lines no tiene mucho que envidiarle a la obra maestra de los Beatles; está ahí nomás de ser el mejor disco pop de toda la década de los setenta, compitiendo mano a mano con alguno de McCartney solista, y superando sin problemas a adversarios más célebres como Fleetwood Mac y álbumes como Rumours. Si te gustan los ganchos, las canciones pegadizas, las melodías inolvidables, entonces anda a comprarlo YA y no vuelvas a tu casa sin haberlo encontrado.
Mi primer contacto con Blondie fue a través de un documental que pesqué casualmente por la televisión. No me ilusioné mucho para ser francos: ¿Un grupo con una mujer cantante? mmmm... ¿Y esos nerdies vestidos con trajecitos? mmmm... Solo para que vean que de prejuicios apriorísticos se nutre el pensar del hombre (eso en caso de que YO sea un buen representativo de lo que es un hombre, puedo no serlo). En fin, me dieron la impresión de una bandita comercial irrelevante y basura. Pero entonces viví la experiencia de escuchar Parallel Lines y BANG! BANG! BANG! Me dejó liquidado. Sucede que Blondie finalmente SÍ es una banda comercial, pero DE LAS BUENAS, de las que el 99% de los grupos pop de esta tierra miran desde bien abajo. ¿Por donde empiezo? Ahhh, difícil... Empecemos diciendo que entre estos doce temas no puedo encontrar UN maldito relleno... Bueno, quizá dos o tres por ahí en el medio puedan considerarse "menores", pero están compensados por un resto que alcanza alturas INCREÍBLES de calidad; clásico tras clásico del pop, de esas cosas que desearíamos más seguido en la radio en vez de mentiras industriales como Celine Dion y Whitney Houston. Digamos que en general no es un disco 100% consistente, pero sus puntos más altos son MUY ALTOS y son MUCHOS, lo cual basta para garantizar satisfacción completa; todavía me sigo maravillando de que canciones como Sunday Girl, Heart Of Glass, Picture This, Just Go Away o Hanging On The Telephone hayan terminado en el mismo álbum... ¡Cuánta injusticia! ¡Cuánta desigualdad! Habiendo tantos discos pop que no alcanzan a meter una sola canción decente, habiendo tantos grupos que matarían por componer al menos UN clásico así, Blondie sale con su fanfarronería y ostenta cinco o seis CLÁSICOS ABSOLUTOS metidos todos en el mismo álbum... ¡Malditos glotones! ¡Dejen un poco para los demás!
Pero lo que hace tan excitante a esta música no pasa solamente por los excelentes ganchos e impactantes melodías, sino que tiene además un filo rockero formidable. Porque Blondie nació en realidad como una banda semi-punk, y new-wave... No como Patti Smith o Television, sino más bien como The Cars, esa onda. Parallel Lines, su tercer disco, viene a ser algo así como el momento en el que Blondie "se vende" al pop comercial, pero lo cierto es que no traiciona demasiado sus raíces y el disco está lleno de riffs abrasivos, grooves rockeros, trucos instrumentales de alto vuelo e incluso ciertas concesiones de oscuridad... O sea, es un pop que no solo engancha, que no solo llena el espíritu de vida, sino que también MUERDE y EXCITA y en esto se diferencia notablemente de corrientes como el "soft-pop" o el "adult-contemporary" y todas esas cosas suavecitas y predecibles que dan vueltas por la FM... Así que sépanlo bien; cuando digo "pop", en este caso me refiero a algo más rockero y crudo si se quiere, que solo llamo así por los tremendos ganchos que descarga sobre el oyente. Una vez un conocido tuvo la desgracia de fallecer escuchando Parallel Lines, atragantado de tantos ganchos y tantas melodías juntas y de una sola vez... Y la verdad es que puede pasarle lo mismo a cualquiera.
También quiero decir que Debbie Harry, además de ser una lasciva rubia que esta(ba) MUY bien, canta de forma espectacular, cargando TONELADAS de actitud y sentimiento en su voz. Mientras tanto, la banda toca bien apretadita como un par de pantys, sobre el todo el baterista Burke que es algo así como un CAPO de la batería. Es cierto que uno tiende a focalizar la atención en las gloriosas melodías, pero también la banda hace cosas muy interesantes con los instrumentos, ya sea en el campo de riffs, de ritmos o de solos. Realmente, la foto de la cubierta muestra a unos adolescentes que acaban de graduarse de la secundaria y solo quieren divertirse, coger, divertirse, emborracharse, coger y divertirse... Pero en los microorificios del CD aparece otra cosa; una banda profesional como pocas tocando el mejor pop que se haya escrito de este lado de los Beatles.
La verdad se hace difícil explorar pista por pista ya que todas tienen exactamente las mismas fortalezas. Ganchos a mansalva, como si llovieran; melodías insoportablemente pegadizas, reproduciéndose como cucarachas. Y así sigue la historieta. Tal es así que las canciones no se parecen NADA entre sí, siendo que todas pertenecen al mismo género y están tocadas más o menos con los mismos instrumentos. Nuevamente estoy en el limbo, sin saber por dónde comenzar. Ok, empezaré por lo menos impresionante del disco, que por casualidad o causalidad, se corresponde con lo más punkoide. Tengamos en cuenta, eso sí, que en Parallel Lines "menos impresionante" equivale a "más impresionante que cualquier canción de Green Day", por ejemplo. I Know But I Don't Know y Will Anything Happen? son buenas en sí mismas, pero palidecen inevitablemente frente a lo que las rodea. La primera es una de las más extrañas del álbum; escuchen esos retorcidos juegos vocales, o ese carnoso riff semitonal y díganme si no traen lo inesperado para lo que supuestamente es una colección de temas pop. Como sea, la cosa es sensacional; no destaca tanto por sus ganchos, pero la rarísima melodía vocal es muy interesante y el sonido de esas guitarras crujientes sí que me seduce; atender al febril break rockero del medio (y subir el volumen) para comprobar que no solo pop hay en este álbum. La otra, Will Anything Happen? es directamente punk, un punk veloz y de filosas púas que si bien tiene su dosis de excitación y ganchos, se me hace lo más ordinario del set. Pro su parte, el cover de Buddy Holly I'm Gonna Love You Too no es ningún clásico y puede parecer relleno... Pero si lo es, pues se trata del relleno más irresistible y divertido que escucharás en tu vida.
Ahora bien, lo que queda es todo "prima qualitá". El himno pseudofeminista One Way Or Another es una gran canción punk, en la que Debbie adquiere un tono vocal bien rasposo y exagerado para encarnar a la típica mujer que no se la hará fácil a ningún hombre, que de "alguna u otra manera" terminará saliéndose con la suya. Algunos oyentes terminan odiando la canción y más o menos puedo entender los motivos: después de todo el tono feminista ultra-exagerado que transmite puede irritar a ciertas personas, pero personalmente creo que no hay que tomársela muy en serio; es evidente que Blondie no está haciendo más que una pequeña parodia del feminismo para divertirse, nada más que eso; después de todo son casi todos hombres ¿No?. Más allá de esta particularidad, One Way Or Another no es de mis favoritas ya que en mi opinión sus ganchos quedan chicos para lo que ofrece el resto del álbum. Me estoy refiriendo a cosas insuperables como la espectacular balada romántica Picture This. Su melodía vocal es directamente de otro planeta; Debbie pone cuerpo, mente y alma en su voz, montando de a poco tensión para explotar en un estribillo GLORIOSO e IMPONENTE de inadulterada pasión y melodía. He oído que esta chica no tiene un registro muy amplio, pero créanme que en Picture This esto NI SE ADIVINA. Cada vez que ese arrollador "Picture this, a day in December" se eleva desde los altavoces, siento que toco el cielo con las manos. En la misma tónica ultra-poppy tenemos cosas asombrosamente pegadizas como Pretty Baby, con sus retorcidas pero atrapantes melodías o 11:59, con su memorable estribillo rockero y esa trepidante sensación de libertad, de vital ansiedad, de vivir la vida al máximo hasta el último segundo (algo de lo que debería aprender quizá, si tenemos en cuenta que mis últimas horas han transcurrido entre la cama y la PC). Pero la mejor de todas estas es la perfección pop de Sunday Girl, con una melodía vocal que ya mismo nominaré como una de las diez más pegadizas de todos los malditos tiempos. Ahora mismo la estoy escuchando y siento que me derrito, que no puedo resistir... ¡Qué melodía gente! ¡¡¡QUE MELODIA GENTE!!! ¡A nivel de los Beatles! Y no empalaga en lo más mínimo, como lo haría Ob-la-di Ob-la-da; Paul McCartney, aprendé papá. En fin, Sunday Girl es de esas canciones que NO PUEDEN no gustarte. Salvo que seas un retrasado mental que odia el concepto de melodía; en ese caso, más te vale ponerte a escuchar alguna aspiradora o alguna sierra eléctrica o a Metallica.
Sin embargo la calidad no se detiene ¿Será posible? Es perfectamente posible si este disco también cuenta nada menos que con Hanging On The Telephone, un rocker new-wave fenomenal cargado de sexualidad, repleto de melodías pegajosas, anquilosado de guitarras brillantes y coronado por los míticos fraseos de la blonda Debbie "Ooohh I can't control myself"... Creo que hasta un eunuco homosexual se excitaría escuchando eso. Sin embargo, la canción más popular del álbum es el número disco Heart Of Glass, y me animo a decir que es la mejor canción disco que escuché jamás... Seguramente la has oído en alguna parte: otra melodía BRILLANTE cantada por la rubia, un ritmo impecable del baterista Clem Burke (esos redobles man!! esos redobles!!) y efectos de sonido ambientales que le dan un toque místico muy, muy, muy poderoso. Maldita sea, ya me mareo entre tanto temazo, porque está también el estupendo cierre con Just Go Away, otra que patea una seria cantidad de traseros; su melodía en los primeros versos me recuerda muchísimo al tema de Creedence, Up Around The Bend. Pero eso es solo el comienzo: cuando llega, el estribillo es como una inyección de energía y melodía que arrasa con todo... "Don't go away sad / Don't go pre-fab / Don't go be bad / Don't go away mad, just go away", y no me hagan decir nada sobre el excepcional middle-eight porque no termino más. Sencillamente una forma perfecta de terminar. Ah! dejé para lo último la gran sorpresa, la brillante Fade Away And Radiate, por lejos lo más oscuro e inquietante del álbum. Qué hace esto incrustado medio de tanto azucarado y soleado pop, no es algo que me tengan que preguntar justo a mí, pero agradezco a quien haya tenido la brillante idea. Además de darle una variedad interesante a Parallel Lines, es simplemente una canción excelente, donde Debbie canta con más seducción que nunca y el grupo gatilla una serie de acordes ominosos que recuerdan a King Crimson... ¡Y cómo no iba a ser de otra forma si el mismísimo ROBERT FRIPP toca como invitado de lujo! Apuesto a que a nadie se le había pasado por la cabeza que un tipo como Fripp, gurú de lo avant-garde, lo elitista y lo experimental, podría tocar en un álbum bien comercial como éste junto a un grupo con una rubia a la cabeza. Cómo sea, esas espirales de guitarra son INCONFUNDIBLES y llevan la firma del gran guitarrista de Crimson. La experiencia es atmosférica, romántica, oscura y pegadiza a la vez... Y atención con el final, MUCHA ATENCIÓN CON EL FINAL, ahí van a ver la definición misma de "giro creativo impredecible". De ninguna manera les arruinaré esa sorpresa.
Por cierto... ¿Había dicho que Parallel Lines es genial? Bueno, si no quedó claro lo repito otra vez. Parallel Lines ES genial y mal que te pese, lo necesitás ahora mismo. Compralo, bajalo, quemalo, pedilo prestado, robalo... Cualquier cosa menos imaginarlo, porque te aseguro que tu imaginación quedará corta. Esa cosa que el mundo ha consensuado en llamar POP pocas veces tuvo una expresión tan perfecta, entretenida y gloriosa como ésta. Uno de mis álbumes favoritos de todos los tiempos.