BONUS TRACKS!

1980 - 1989

He aquí una verdadera ensalada incoherente y desarticulada, pergeniada por mi perversa mente para confundirte. Básicamente, en esta sección encontrarás revisiones de algunos discos sueltos, aislados y surtidos de grupos y solistas de los 80' para los cuales no tengo una página propia prevista en el corto plazo. Son álbumes que me siento con ganas de revisar sin obligatoriamente conocer los demás del grupo, a veces porque los escuché y me gustaron mucho, otras veces porque son demasiado famosos y legendarios como para que no los tenga contemplados en mi sitio. Con el tiempo, todos estos álbumes irán pasando a las páginas de sus respectivos grupos, de forma que esta sección puede ser considerada como una "incubadora" donde reposan algunas revisiones prematuras. Pero recuerden, estos grupos irán apareciendo con página propia en el MUY LAAAARGO plazo. 

 


 

1980's

1980 - AC/DC - Back In Black

1984 - Iron Maiden - Powerslave

1986 - The Smiths - The Queen Is Dead

1987 - Guns n' Roses - Appetite For Destruction

 


Back In Black – 1980

8-/10

"Too many women with too many pills"

1) Hells Bells; 2) Shoot To Thrill; 3) What Do You Do For Money Honey; 4) Given The Dog A Bone; 5) Let Me Put My Love Into You; 6) Back In Black; 7) You Shook Me All Night Long; 8) Have A Drink On Me; 9) Shake A Leg; 10) Rock And Roll Ain't Noise Pollution.

mejor canción: Shoot to thrill

Por cierto período de tiempo estuve dispuesto a darle a Back In Black un lindo y redondo CINCO, a riesgo de que muchos fans de AC/DC me empezaran a lanzar ladrillazos por la cabeza. Sin embargo mi escepticismo duró muy poco; un par de escuchas a este álbum, a buen volumen, en la soledad de mi cuarto, revelaron una verdad bastante contundente: AC/DC ROCKEA, así con mayúsculas y sin ningún tipo de atenuante. ¿Cómo no iba a ser de otra manera? Con ese tono de guitarra fantástico, directo, filoso, sin rodeos, bien ahí en tu cara, devorándote pedazo a pedazo... Es uno de los mejores tonos de guitarra que escuché en mi vida, y la cantidad de culos que patean los riffs de los hermanos Young simplemente no cabe en una habitación. Sí, AC/DC rockea lindo.

Por otro lado, AC/DC es una banda sumamente ESTÚPIDA. Idiota, imbécil son otras dos palabras que también funcionan bien para la ocasión. Si tuviera que darle a un solo grupo de rock el título absoluto de "DESCEREBRADO", AC/DC se lleva el primer premio POR AFANO. Su música es insustancial, hueca, redundante y grotesca en extremo, tanto a nivel de letras (basura intencionalmente mala, con cavernícola postura machista) como a nivel de performance (vocales exageradas hasta el punto de la parodia; todos los discos son iguales) e imagen visual (El ícono de Angus con sus bermudas y corbata es patético y genial). Esto es casi objetivo diría, ningún fan en sus cabales saldría por ahí a decir que AC/DC es "arte" o algo por el estilo. Pero atención gente; al decir esto NO los estoy criticando, pues es bastante evidente que la actitud desarrollada por el grupo es ADREDE, es una pose intencional. A diferencia de muchas bandas de la onda hard n' heavy, estos tipos no se toman para nada en serio a sí mismos ni tienen ningún tipo de gran pretensión en lo que hacen; su imagen grotesca y retardada viene de fábrica, está totalmente prevista y se supone que tiene que ser así, una música exagerada, bien idiota, primaria, sin ningún tipo de mensaje oculto y motivada exclusivamente por el afán de ponerte de bolas contra la pared en una noche de joda corrida, y NO de cultivar tu intelecto o explorar en tu alma, eso está bien claro. Este tipo de acercamiento al rock que ensaya AC/CD, llevándolo a sus extremos de idiotez y sinsentido, es el principal atractivo del grupo. Disfrutando de cosas como Led Zeppelin no me pueden molestar demasiado las posturas sexistas ni las letras huecas, más aún cuando el misticismo de, por ejemplo, Hells Bells es totalmente paródico y light. Lo tomo porque cada tanto es bueno dejarse llevar por música que apele estrictamente a las hormonas y deje en "mute" al cerebro. Y lo cierto es que para los objetivos que se plantean, es decir, juzgando al grupo a partir de sus propios parámetros, AC/DC es una empresa admirablemente exitosa y se podría decir que es una de las más únicas, inimitables y fantásticas bandas de la historia. Lo que ellos quieren es rockear ¿Nada más? Nada más. Punto. ¿Rockean? Sí, y mucho. No hay nada más que decir.

Back In Black se merece una alta nota solo por su EVIDENTE y CERTERA potencia rockera. No voy ni a hacer un intento de negar esto. Su status es mítico; no solo se considera casi con unanimidad el mejor álbum del grupo, sino que también se considera uno de los álbumes esenciales del hard-rock. Eso tampoco voy a negarlo; esto es, lisa y llanamente, rock and roll en su expresión más plebeya, directa, plana y básica; cualquier rocker selecto de los Rolling Stones suena como Beethoven en comparación con Back In Black, y eso no lo digo negativamente, es un hecho... cada uno puede tomarlo o dejarlo. El problema más grande de una banda así es la completa falta de diversidad que trae aparejada su música; un riff eléctrico (a veces bueno y original, más veces mediocre), un griterio bien histérico y sin melodía de Brian "Robert Plant" Johnson (que hace su debut aquí reemplazando al fallecido Bon Scott), un ritmo bien, bien simplón de 4/4 y algún solo que pueda otorgar Angus Young más o menos en la mitad. Esa fórmula, repetiva ad infinitum en todas y cada una de las canciones. Mal. O sea, entiendo que el concepto de "diversidad" no sea prioridad de la banda, pero mis oídos como que no lo aguantan mucho. Escuchando Back In Black, cuando empieza una canción nueva casi de me da risa de lo monótono que suena. Es todo lo mismo, e invita cordialmente a utilizar el botón "skip" muy seguido. Esto no quiere decir que los muchachos no tengan su competencia: cuando atacan con algún buen riff o alguna melodía decente, AC/DC logra conquistarme y excitarme 100% bajo los poros, pero cuando no lo hacen, suenan como puro cock-rock genérico que suele tomar un poco de temperatura al principio pero que cansa al minuto de transcurrido el tema. En este y en cualquier otro de sus álbumes. Por eso, Back In Black es uno de esos discos que puedo disfrutar enormemente tomandolo en pequeñas dosis, pero que se me hace inclemente escuchar completo de una vez.

La fama y prestigio del disco es bien merecida si tenemos en cuenta la cantidad de clásicos del hard-rock que provee. Hasta hace poco detestaba a la banda y no me veía comprando sus álbumes ni a punta de pistola, pero Back In Black me enseñó que cuando AC/DC se ajusta un poco los pantalones y se pone a rockear, ay madrecita, agarrate fuerte porque te vuelan. Esto se nota particularmente en cuatro TEMAZOS. Hells Bells abre de forma casi inmejorable, con un riff enormemente creativo, tan rebosante de buen gusto y competencia melódica que casi no parece de AC/DC; la interacción entre las guitarras de Malcom y Angus, una en cada parlante, sencillamente me quitan el aliento, y la forma en que el tema se va construyendo lentamente desde las sombras hasta que entra el ritmo a full y aparece Brian cantando es BRILLANTE (Salvando distancias, me recuerda un poco a la intro de Gimmie Shelter ¿No?). A eso hay que agregar uno de los mejores solos de viola jamás hechos por Angus. Sin duda uno de los momentos más inspirados del grupo y una excelente forma de arrancar un álbum. De hecho, debería ser mi favorita de Back In Black de no ser por la siguiente, la fenomenal Shoot To Thrill. Bue, la intro de esta canción es otra cosa DEVASTADORA, que simplemente te volverá SALVAJE. De hecho, es esa típica canción que quizá te importe tres pepinos porque es de AC/DC pero que si la escuchás a todo volumen cuando salís con amigos o estás en un boliche, simplemente te vuela la cabeza. La energía, la adrenalina que bombea esta cosa es irresistible, directamente no para, sigue y sigue como una fiera descontrolada que quiere romper todo en pedazos. Sin embargo, el atributo que la convierte en mi favorita es el fantástico jam que se mandan al final, donde de repente el tema se detiene y arranca de nuevo, con un groove espectacular repleto de gustosos y pequeños rellenos de guitarra que va aumentando en fuerza y volumen lentamente para rematar el tema a todo trapo con un ataque de riffs impresionante. Nunca antes había escuchado a AC/DC intentar este tipo de sutilezas, por eso esta vez sin atenuantes me arrancaron la cabeza; parafraseando al ruso George Starostin, es como si la historia del rock hubiera estado esperando por este momento desde sus comienzos.

Los otros dos clásicos no me conmueven tanto pero son muy buenos igual: Back In Black es ciertamente excitante con su inolvidable riff, casi digno de The Who (de hecho, esas notitas que tira Angus entre los acordes son IDENTICAS a al ataque inicial de Pete Townshend en Shakin' All Over) y la serie de riffs enloquecidos que entran vertiginosamente sobre el final son excelentes. También tenemos el inmortal clásico de FM, You Shook Me All Night Long, la mas antémica y melódica de todas. Empieza con una fenomental intro que deriva en otro riff maestro a lo Rolling Stones y una perfromance rockera infalible que empieza más o menos sutil pero explota de forma CELESTIAL cuando Brian canta "The walls start shaking / The earth was quaking (BAAAM!) My mind was aching / And we were making it" y nos lanza de lleno hacia el todopoderoso y célebre estribillo. Clásico hasta los poros. Nunca me cansaré de decir que esta polenta primitiva y simplona me conmueve en el interior mucho más que todo ese virtuosismo vacío de grupos como Iron Maiden y Metallica.

Si esperás algo más que estos cuatro tremendos clásicos quizá te lleves una decepción. El resto suena casi exactamente igual, pero ninguno tiene un riff como el de Hells Bells, o un jam como el de Shoot To Thrill, o una melodía como la de You Shook Me. En efecto, la sugerente Given The Dog A Bone, con una letra sorprendentemente elíptica para el común del grupo, es bastante aparatosa, con un estribillo irritantemente exagerado y gritón que lima mis tímpanos de una MALA manera. El power-rocker de What Do You Do For Money Honey tampoco es mucho mejor; el riff, aunque excitante, es prototípico en extremo y el griterío generalizado en el estribillo es molesto, molesto y nada más que eso. La que sí valen mucho la pena son el tributo a Bon Scott Have A Drink On Me, con un riff bastante blusero que engancha irresistiblemente, y también Shake A Leg, que luego de una intro dramática (donde Johnson hace su mejor imitación de Robert Plant hasta el momento), ataca sin piedad con un tremendo riff-mamut zeppeliano que rockea con mayúsculas. Me quedan Let Me Put My Love Into You, la canción más "suave" del álbum que pasa sin pena ni gloria, y el tema de cierre Rock And Roll Ain't No Pollution que arranca con unos sutiles riffs bluseros esperanzadores, pero la canción en sí es bastante ordinaria como para decir que éstas se vean gratificadas.

La conclusión es que si el hard-rock es una de tus pasiones, no se puede dejar de lado algo como Back In Black. Pocas bandas han rockeado así en la historia del rock, tanto que en lo que a energía y bolas se refiere, no tiene nada que envidiarle a Zeppelin. Si los individuos estos hubieran sido agraciados por la naturaleza con alguna ambición de romper un poco los esquemas y diversificar la cosa, podríamos tener entre manos una de las mejores bandas de los 70. Así como están no son más que una curiosidad, una pequeña parodia que, casualmente o no, agregó con Back In Black una acepción más para la palabra "rockear".

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Powerslave – 1984

7+/10

"To kill the unborn in the womb"

1) Aces High; 2) 2 Minutes To Midnight; 3) Losfer Words (Big 'Orra); 4) Flash Of The Blade; 5) The Duellists; 6) Back In The Village; 7) Powerslave; 8) Rime Of The Ancient Mariner.

mejor canción: Aces high

¡Horror! ¡Heavy-metal! Mi cabeza está tan estupefacta que no se ni cómo empezar con esta cosa. Hum, empezaré diciendo que elegí Powerslave por ser virtualmente el único álbum de Iron Maiden cuya portada no me avergüenza; hasta tiene algo de imponente esa gran pirámide egipcia bañada por la tajante luz del sol, por suerte nada de esqueletos malignos ni charcos de sangre aquí. Empezamos bien. Ahora queda responder porqué elegí a Iron Maiden como primer acercamiento al heavy-metal, y aquí es donde no tengo ninguna razón demasiado contundente. Se podría decir que lo que escuché de Metallica me espantó demasiado, y después de Metallica... ¿Cuál es la banda típica de metal? Pues Iron Maiden, ¿Verdad? Sí, tan tonta como esa es la explicación. Aunque también debo dar un buen crédito a la página del mallorquín Miguel Ivars, un devoto practicante de Iron Maiden que, entre otros delirios místicos, tiene la idea de que este disco merece un DIEZ.

Aunque la perspectiva de ponerle semejante nota a Powerslave me induce ciertas naúseas, debo admitir ante todo que lo que encontré aquí fue mucho mejor de lo que me esperaba. Es que, ya lo sabrán todos, siempre tuve una especie de alergia orgánica hacia el heavy-metal. Calaveras sanguinolentas, ruido permanente, virtuosismo vacío, monotonía general, atmósferas de maldad sumamente baratas, payasescas fábulas de fantasías, cantantes gritones, baterías descerebradas, melodías inexistentes... todos estos conceptos se me vienen a la cabeza en relación al género y aunque este álbum ha confirmado dolorosamente muchos de estos puntos, ha refutado sensiblemente otros y eso basta para acordar al menos que esto, en definitiva, merece llamarse "buen rock and roll".

El mal asunto es que, por más que lo intente, no puedo sentirme identificado con esta música, ni puedo tomármela muy en serio tampoco. Obviamente no soy tan sordo y por eso puedo escuchar los innegables atributos de virtuosismo, potencia rockera y justeza que despliega Iron Maiden en este álbum. Pero hasta ahí llegan, hasta mis oídos... De ahí no pasan, no alcanzan a revolver mis vísceras ni conmueven SINCERAMENTE al rocker sediento que tengo dentro: salvo por pequeños y memorables momentos, Powerslave se me antoja una seguidilla interminable de metal-fests mecánicos, ultra-veloces y helados que más allá de alguna melodía pegadiza perdida por ahí y algún truco de guitarra especialmente contundente no hace gran cosa para impresionarme. Además debo decir que no es una música tan pesada como podría haber imaginado después de ver tantas cubiertas pesadillescas y amenazantes en otros discos... Realmente no veo por qué esta música de Maiden sea más pesada que el In Rock de Purple o el Led Zeppelin II o el Live At Leeds de los Who. Es otro estilo bastante diferente, claro que lo es, pero no es más PESADO en sí, no tiene más volumen, ni más distorsión, ni más energía. Con esto quiero decir que si uno de los encantos del álbum es una pesadez extrema nunca antes experimentada, pues me lo pierdo.

Pero hay otras razones más de fondo por la cual esta música no me termina de seducir. Básicamente se me hace demasiado industrial, fría, mecánica, desalmada... en fin, muy poco humana, como si fueran máquinas con cablecitos las que tocaran y no cinco seres vivos con sangre en las venas. Por este motivo ocurre algo curioso: alcanzo a ADMIRAR con profunda reverencia la destreza técnica desplegada en las canciones, pero no puedo conmoverme o sentirme creativamente estimulado con ellas. Soy plenamente conciente que estos muchachos tocan como bestias, disparando cientos de impiadosas notas por segundo como si fueran diablos poseídos pero, para serles franco, no me gusta mucho el estilo que tienen los tipos para tocar las guitarras: es perfección técnica al servicio de sí misma, pura precisión milimétrica cuya razón de existir es la precisión milimétrica misma. Los riffs ultra-veloces, los solos combinados en orquestaciones, los poderosos staccatos rítmicos... todos son técnicamente irreprochables, pero de tan intrincados que son pierden belleza, melodía, creatividad, capacidad de transmitir cosas... Todos esos TUM DUBUDUM, DUBUDUM, DUBUDUM, como por ejemplo los que aparecen al principio de Losfer Words o Powerslave (en todo el disco, maldita sea!!!)... no me llevan a ningún lado ni me dicen absolutamente nada; son solo "dubudums" vacíos y anónimos que más allá de su velocidad y tremenda energía no ofrecen una SUSTANCIA que apele a la excitación visceral o intelectual de mi persona. Un riff simple de los Rolling Stones como el de Gimmie Shelter me transmite muchísimo más con muchísimo menos, y esa es la diferencia entre músicos de GENIO, como los Stones, y músicos de conservatorio como Iron Maiden. 

Y para peor; si tenemos en cuenta que estas ocho canciones no varían ni la velocidad, ni los tonos de guitarra, ni el estilo de ejecución UNA SOLA VEZ, debemos, a todo lo anterior, sumar el concepto de MONOTONÍA y ahí ya la cosa se hace muuuuuy ploma y muuuuuuuuuuuy predecible. Caramba, a veces ni me doy cuenta cuándo terminó una canción y empezó otra. Obviamente es cuestión de estilo; yo prefiero el hard-rock con raíces bluseras, donde el concepto de melodía y factor humano hegemoniza al de prestidigicación técnica... A otras personas efectivamente le llegará toda esta técnica superdotada, le representará cosas en la cabeza... A mí no me representa nada... Bah, me representa unos tipos con dedos muy rápidos, pero nada más, punto, no puedo hacer nada para remediarlo.

Ahora bien, la capacidad instrumental no se niega; es genial. Algunos de los riffs de David Murray y Adrian Smith realmente ATERRORIZAN de lo rápidos y precisos que suenan (el estribillo de Aces High, la coda de 2 Minutes To Midnight, la intro de Back In The Village) empacados de energía y fiereza al por mayor; las incansables líneas de bajo de Steve Harris (principal compositor del grupo) parecen no detenerse nunca con su gatilleo maníaco y si bien la voz infladota y operática de Bruce Dickinson no es para mi estómago, logra momentos vocales bastante convincentes la mayor parte del tiempo. La batería de McBrain es buena, pero no particularmente sobresaliente; lo único que le reconozco es que sabe mantener ritmos aceleradísimos durante muchos minutos, pero la velocidad por sí misma nunca me impactó demasiado. Siguiendo con el lado bueno de la situación, debo afirmar que muchos de los estribillos me resultaron sorprendentemente pegadizos... Podrán pensar que estoy loco por tachar de aburridos los aspectos instrumentales y elogiar los ganchos vocales, pero no me queda otra... Si los DUBUDUMS asépticos mencionados me me invitaban a la indiferencia, al menos ciertos estribillos cantados a dúo se me pegan en la cabeza con obstintada insistencia. Por último, destaco que la mayoría de los solos de guitarra son muy buenos... No hablo de los duetos orquestales a lo Brian May, esos son aburridísimos, sino los solos en la vieja tradición de Hendrix, como el de Aces High, el de 2 Minutes To Midnight o el que aparece al final de Ancient Mariner luego del tranquilo intermezo de bajo. No dejan de ser genéricos, pero suenan bastante poderosos y tocados como los dioses, debo admitir.

Y ahora vamos a las canciones, que son básicamente todas iguales y narran alguna épica fabulosa sobre faraones egipcios que NO me detendré a detallar. Lo último que haré es tomar en serio uno de estos delirios místicos irrelevantes. Lo que sí haré es reconocer que Powerslave abre con un brillante golpe doble, a través de los clásicos Aces High y 2 Minutes To Midnight, que son por lejos las dos mejores composiciones del álbum. La intro de Aces High es un buen ejemplo de esos garabatos de guitarra totalmente aleatorios que no me generan nada al escucharlos, pero en cuanto el ritmo sube las revoluciones se que estoy ante un auténtico festival de patadas a traseros indefensos; los riffs machacan sin la más pálida compasión todo el tiempo, viboreando frenéticamente como un poderoso shock eléctrico con ostensibles intenciones de destrozar todo lo que se le interponga. El estribillo en el que Dickinson aulla con una voz oscurísima "Running, scrambling, flying" explota con un magistral cambio de riff para que luego arremeta la parte más antémica y pegadiza de toda la canción: ("Run, live to fly, fly to live") y un FABULOSO solo de guitarra de proporciones épicas y melodías impensadas. Es speed-metal en su máxima expresión. Siempre me pareció que el ritmo ultraveloz en los temas de heavy-metal no es más que un truco barato y desagradable para simular mayor potencia, pero aquí en Aces High realmente se justifica.

El problema es que insisten sin sutilezas con el ritmo correcaminos durante todo el disco y la cosa pronto empieza a quedar trillada. No tanto en la inolvidable 2 Minutes To Midnight, quizás el tema más "pop" del álbum, gracias a un estribillo muy pegadizo, y el único de todo el disco que se toma la molestia de ofrecer un tono de guitarra distinto al resto, una onda más Black Sabbath pero a pura velocidad, que nos regala una coda furiosa que está entre lo más grato de escuchar del disco. Donde sí me aburro es en el genérico instrumental Losfer Words, una orgía de DUBUDUMS pesadotes que no pueden conmoverme aún con tales derroches de artificio. Hay partes agresivas por ahí en el medio que más o menos alcanzan a llamar mi atención, pero la melodía principal de guitarra es casi ridícula: este tipo de cosas están bárbaras para un jueguito electrónico de carreras de autos, pero no tanto para escuchar en CD, si quieren mi opinión.

Con Flash On The Blade el disco intenta volver a las alturas inciales y lo logra; se trata de otro frenético y oscuro speed-metal que se destaca por su tremendo ataque rítmico durante los versos, un estribillo verdaderamente épico que me gusta bastante, y un puente guitarrero sorpresivamente melódico y agradable. Luego llega The Duellist atacando a fondo con esos staccatos violentos, y a esta altura ya me pregunto si el grupo no conoce OTRA FORMA de tocar. Parece que no, pero si bien esta canción no parece gran cosa, ofrece un estrbillo bastante potente ("Ooohh - ooohh, fight for the honour") que logra el cometido de hacerme recordar la canción tiempo después de que ésta ha dejado de sonar. En la parte instrumental media hay un show-off de guitarras que no me interesa demasiado; en esta parte recomiendo escuchar el soberbio bajo de Steve Harris y olvidarse. Por su parte, Back In The Village ofrece el que es POR LEJOS el mejor riffeo introductorio de todo el álbum; velocidad maníaca y notas espectaculares que no se sabe ni de dónde han sacado los malditos... arrancan las guitarras solas, y cuando se montan el bajo y la batería debo confesar que REALMENTE me transportan... aquí sí. Si tengo que encontrarle a Back In The Village un costado flojo, diría que ésta vez el estribillo decepciona un poco, pero por lo demás es una canción del nivel de cualquier otra, no coincido con quienes la destacan como un punto bajo. El punto bajo para mí es la canción titular, cuyo riffeo es el epítome de todo lo que no me seduce de esta música, y para colmo la falta de un buen estribillo la hace lo menos memorable y lo más cansador de todo Powerslave. Más allá de estas debilidades, el ritmo rutilante y enérgico propio del disco se mantiene intacto y los solos de guitarra siguen siendo buenos. 

Para el cierre, el grupo nos regala la primera gran épica de prog-metal de su carrera, yéndose nada menos que a ¡Trece minutos y medio! para recrear un sugestivo poema narrativo de Samuel Taylor Coleridge, acerca un pobre marinero que mata a un albatros y le cae una maldición a toda la tripulación de su barco. Digamos que Iron Maiden tiene éxito al recrear la intensidad del poema, pero musicalmente, para ser tan larga y tener aspiraciones progresivas, diría que Rime Of The Ancient Mariner se queda corta en algunos aspectos. Por ejemplo el riff, que si bien no deja de ser pegadizo, no es muy imaginativo francamente; genérico en el mejor de los casos. El tema tiene bastantes influencias del rock progresivo, especialmente de Genesis, un grupo admirado por Harris, claro que con la correspondiente trasposición al heavy-metal. En mi opinión nunca se hace excepcionalmente interesante comparado con los temas anteriores, pero se puede escuchar y disfrutar sin problemas. Diría que el sobrio intermezzo de transición, la parte recitada, suena un tanto amateur y falto de recursos (¿Recuerdan la parte media de Fools de Purple? Algo parecido aparece acá)... Hay algo de tensión y algo de atmósfera, pero casi no hay relieves musicales de interés y esta es la prueba de que la simpleza NO ES para ellos. Mi parte favorita es la vuelta al tema principal; Harris arranca con una inesperada melodía con su bajo, unas guitarras empiezan a machacar amenazadoramente, Bruce se acerca al clímax de la historia cuando la maldición se rompe... y uno ahí sabe que la cosa va a explotar en cualquier momento. Y expota, y realmente hierve la sangre cuando Dickinson grita "The RAAAAAAAAAIN" y la banda comienza a machacar, y el ritmo a resucitar, y los acordes a subir el volumen. Después de algunas tribulaciones y un gran solo de guitarra, vuelve el riff principal y conduce la canción al fin de su ciclo. No está mal.

Así que... aquí he superado la prueba del heavy-metal. Como dije antes, esta música tiene sobrados elementos para impresionarme en lo sensorial, pero no alcanza a llegar a mis tripas y conmoverme, salvo momentos puntuales. La cosa me deja la sensación de que los tipos utilizan la complejidad instrumental como un fin en sí mismo y no como un vehículo para alzanzar algo superior, y la complejidad por sí misma rara vez me conmueve; miles de notas que no significan nada, un derroche. Eso y las extenuantes limitaciones de estilo me obligan a dejarle al disco un siete. Pero esta música tiene energía verdadera, no es puramente ruido, y es más interesante, refinada y competente de lo que suelo pensar cuando me hablan de metal, lo cual me permite afirmar que Powerslave, en lineas generales, me ha dejado conforme de acuerdo a mis expectativas. 

Sección COMENTARIOS DE LECTORES sobre POWERSLAVE!


The Queen Is Dead – 1986

8+/10

"Life is very long when you're lonely"

1) The Queen Is Dead (Take Me Down To Dear Old Blighty); 2) Frankly Mr. Shankly; 3) I Know It's Over; 4) Never Had No One Ever; 5) Cemetry Gates; 6) Bigmouth Strikes Again; 7) The Boy With The Torn In His Side; 8) Vicar In A Tutu; 9) There Is A Light That Never Goes Out; 10) Some Girls Are Bigger Than Others.

mejor canción: Bigmouth strikes again

Así que 1986 era un año de discos malos y mediocres ¿Verdad? Pues entonces ¿Qué se supone que es esto? O bien se trata de una notable excepción, un oasis entre colinas de basura, o bien la prueba definitiva que en los 80 también es posible encontrar muy buena música. Se trata de una década errante e incierta, en la cual los grandes grupos consagrados de otrora (Stones, Who, Yes, Pink Floyd, Black Sabbath) cayeron en desgracia; en la cual afloraron géneros como el dance y el disco eclipsando al rock; en la cual surgieron cientos de patéticas banditas heavy-metal; en la cual se fundó una escena post-punk que se caracterizó por la carencia de un patrón definido y una gran promiscuidad estilística: desde U2 a REM, pasando por los Talking Heads, The Cure, The Jam y cientos de cosas underground como los Pixies. Cada uno hacía lo que mejor le parecía sin prestar demasiada atención a los demás y los estilos en general disparaban para cualquier lado, manteniendo quizás una sola consigna: el viejo, blusero y apretado blues-rock de antaño ya NADA tenía que hacer (Lo cual creó terreno fértil para el impacto del debut de los Guns And Roses). Y aún así, creo que es en este último segmento que emergen los VERDADEROS ochentas, y las despensas donde cabe encontrar la mejor y más innovadora música que ha dejado la década. Dentro de esa escena, los Smiths fueron reyes absolutos, y The Queen Is Dead consituye su obra más reverenciada.

El status de culto que tiene The Queen Is Dead es realmente llamativo. Para muchos, ésta y solo ésta es la obra cumbre de los ochentas. Otros lo nombran incluso uno de los mejores discos jamás grabados. Por ende, cuando fui a escucharlo mis expectativas estaban más o menos por las nubes, y si bien de entrada me sentí un tanto decepcionado, con el tiempo y las repetidas escuchas fui encontrando un disco interesante, de melodías insólitas, repleto de ingenio, que muerde y seduce en idéntica proporción. La particularísima voz de Morrisey, el cantante y compositor principal, es el factor clave del disco. Puede hacer que lo odies o que lo ames eternamente. Creo que está claro hacia qué lado me inclino yo; la voz de Morrisey no tiene nada de malo... De hecho es fantástica. Al menos luego de haber llegado a digerir cantantes de la época como Robert Smith, Morrisey no resulta para nada chocante. Su tono de voz es siempre seductor, ya sea cuando entona melodías pop perfectas (Bigmouth Strikes Again), cuando se arrodilla en histriónicos lamentos desafinados (I Know It's Over) o cuando simplemente parece dictar un montón de incoherencias habladas (The Queen Is Dead).

El estilo musical en los arreglos y las melodías sigue el patrón típico de los grupos ochentosos: de entrada no parecen gran cosa y después se tornan insoportablemente adictivos. Aquí abundan las guitarras acústicas y eléctricas, pero no se florean con grandes cuotas de virtuosismos obscenos, ni riffs vuela-cerebros, ni ganchos espectaculares. Al principio solo escuchamos lo que parecen sosos acordes aleatorios, pero con las repetidas escuchas se van revelando algunas texturas magistrales, cortesía del violero Johnny Marr, que te causarán peligrosas adicciones. Exactamente lo mismo se aplica para las melodías vocales; al principio parece que Morrisey cantara cualquier cosa vaga, y después cuando menos lo esperás tenés todas las melodías enroscadas en tu cabeza como serpientes. Siempre me gustaron esas melodías que de entrada parecen nada y después revelan una intensidad inesperada. Me gusta porque cuando se descubre el encanto oculto se siente muy bien, y como plus, este tipo de melodías te cansan menos que las más obvias a la Beatle. Así que, cerrando, lo llamaré guitar-pop (pop de guitarras) pero con un estilo único en su época, atravesado principalmente por la voz de Morrisey y las texturas instrumentales de Marr. El ambiente que generan es el perfecto balance entre una atmósfera levemente oscura y una accesibilidad satisfactoria.

Canción por canción, The Queen Is Dead es consistente como una baldosa de concreto. El único tema que más o menos apesta es Vicar In A Tutu, una especie de rockabilly a la antigua moda que suena tonto en el mejor de los casos, al menos comparado con el material que lo rodea. Aún así es una canción pegadiza e inofensiva, por lo cual me privaré de protestar demasiado. Por el contrario, temas de calidad hay por doquier, aunque algunos de los supuestos clásicos no me han llegado a impresionar tanto. There Is A Light That Never Goes Out, por ejemplo, ha sido proclamado en múltiples ocasiones como una eximia y gloriosa gema del pop, como EL highlight del álbum. Es un muy buen tema, claro que lo es, pero tal renombre es demasiado ¿O no? Al principio no me decía nada; pero hoy me encanta, especialmente cuando aparecen esas lujosas cuerdas de fondo y, junto a los sutiles vaivenes del sintetizador, me hunden en una especie de ensueño nocturno único en su tipo. A simple vista me sigue pareciendo un buen tema pop más, pero quizá haya una genialidad ahí abajo; la presiento. Quizá algún día me termine de arrebatar y tenga que venir corriendo a pintarla de rojo. El otro gran clásico que no me termina de convencer es I Know It's Over. De nuevo, la canción es buena y su magia subrepticia se absorbe solo con el tiempo, pero su único atractivo es la performance vocal lamentosa y atonal de Morrisey, la cual no siempre resuena conmigo; hay que estar en vena para realmente meterse ahí dentro de esa atmósfeara, y personalmente todavía siento que no me metí del todo.

Después están por ahí las olvidadas; aquellas que no suelen obtener los más altos lauros pero que me gustan como cualquier otra. Frankly Mr. Shankly es un claro ejemplo; al principio no hay mucho para entusiasmarse acá, solo una melodía pop que ni siquiera es muy memorable. A los cuarenta segundos de transcurrido el tema, sin embargo, entran unos barridos de sintetizadores que te dan el empujoncito que faltaba, y después de eso la performance vocal de Morrisey se va haciendo más y más irresistible y melódica, hasta que uno termina convenciendose que se está ante una excelente canción. Lo mismo va para Never Had No One Ever, con su melodía oscura y sus vibrantes combinaciones de sintetizadores al final, y Cemetry Gates, con deliciosas guitarras acústicas y líneas de bajo. ¡Son grandes canciones! No serán la última revelación, pero se me hace caprichoso que I Know Is Over sea considerado clásico y a éstas no se les de ni bola. Lo mismo digo de la bufonesca Some Girls Are Bigger Than Others. Para mí no hay mucha distancia entre ésta canción y la pura perfección pop; las líneas de guitarra del comienzo son totalmente irresistibles, gracias a un genial tono tipo Byrds, a una producción impecable y a un riff bien construído. El final, con las letárgicas voces procesadas que susurran "Send me the pillow..." y ese relajante solo de guitarra, es el mejor final que podía tener The Queen Is Dead.

Y mejor inicio tampoco. Nos dan la bienvenida unos desconcertantes canturreos corales entonando una chapucera versión de la tradicional Take Me Down To Dear Old Blighty. Después, cuando la confusión amenaza con prolongarse arrancan unos feroces tamborileos y entra Morrisey declamando con su inimitable voz: "Farewell to this land's cheerless marshes". Se trata del tema titular; una canción que no se destaca por su melodía sino por su insistente, pentetrante, impiadoso machacar de acordes: mientras Morrisey repite y repite sus divagues con intimidante convicción, el grupo asalta con un groove furibundo de ritmo puro, guitarras procesadas y furiosos wah-wahs. Es brillante, sobre todo en la extensa coda, en la cual se agregan espectaculares toques atmosféricos como cuerdas misteriosas y una memorable intervención de un dulcimer o lo que corno sea ese instrumento de tan glorioso sonido. Vaya forma potente de abrir un disco. Por su parte, la clásica The Boy With The Thorn In His Side se destaca básicamente por una melodía dulce y mágica, de las mejores que ofrece el disco. Después de eso no tiene mucho de novedoso, pero esa melodía basta para considerarla entre los momentos más altos. Igual nada ni nadie puede con la MAGISTRAL Bigmouth Strikes Again, quizá la única canción del álbum que me deslumbra totalmente y me altera el pulso. Es que Bigmouth parece llevárselo todo sin dejar nada para el resto: la intensidad, la melodía, la energía, los ganchos, la performance... En todo, EN TODO, le gana a sus compañeras. Desde el inmejorable riff acústico del principio, pasando por esa melodía vocal atragantada de ganchos, de esas que impulsan a cantar en voz alta, y culminando en el DEVASTADOR quiebre de guitarras que irrumpe luego del primer verso como puente hacia el estribillo. Eso tienen que escucharlo, TIENEN que escucharlo al menos una vez en sus vidas; la energía es arrebatadora, cuando entran esas guitarras maravillosas todo se ilumina. Y el estribillo, con esa genial voz distorsionada de acompañamiento, no se queda atrás. Nada desentona, todo es funcional a la genialidad de esta gema del pop.

Si todas las canciones me pegaran igual que Bigmouth Strikes Again o The Queen Is Dead, seguro que este disco se llevaría una nota más alta. Así como está me parece una obra sólida y enteramente disfrutable pero que deslumbra solo de a ratos. Igualmente, vale la pena; es un disco para tener y atesorar en cualquier discografía, y el haberlo escuchado solo me incita a adentrarme en el resto de la discografía de este grupo. Y ahora me doy cuenta de que esta oración tendrá que ser borrada automáticamente cuando la revisión pase a la futura página de los Smiths. Lástima. Pero bueno, falta un rato para eso.

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Appetite For Destruction – 1987

8-/10

"You're in the jungle baby, you're gonna DIE"

1) Welcome To The Jungle; 2) It's So Easy; 3) Nightrain; 4) Out Ta Get Me; 5) Mr. Brownstone; 6) Paradise City; 7) My Michelle; 8) Think About You; 9) Sweet Child O' Mine; 10) You're Crazy; 11) Anything Goes; 12) Rocket Queen.

mejor canción: Welcome to the jungle

Casi con seguridad, los Guns N' Roses son la banda de hard-rock DEFINITIVA de los ochentas. Tengo que admitirlo. Francamente nunca me han resultado muy simpáticos, pero no hay forma de negar lo evidente; los tipos ROCKEAN, con una vena y convicción que de ninguna manera me dejan indiferente. En una época nefasta para el rock en general, dominada por cositas como el synth-pop y el soft-rock, los tipos irrumpieron de la nada con este álbum completamente vicioso, sucio hasta el asco, pesado, violento e iracundo que, no es de extrañar, causó un impacto tremendo en el mercado musical, especialmente en los jóvenes oyentes de aquellos años que, muerto definitivamente el punk, pedían a gritos una música adecuadamente violenta que descargara su ira y su energía. El hard-rock directo, brutal y explosivo de los Guns fue la respuesta sorpresiva. Es que en ese momento pocos esperaban realmente algo tan virulento como Appetite For Destruction, donde el cien por ciento de las canciones ataca al oyente sin el más mínimo atisbo de piedad, cargados de demoledores riffs y letras groseras, poco sutiles, que en cierta forma resultaron una bocanada de aire fresco, un escupitajo certero en la cara de la música inocua que estaba de moda.

¿Salvadores del rock podríamos llamarlos? Quizá, en su momento. Una foto de los Guns N' Roses basta para dudar: con esas melenas ochentosas, esas miradas agazapadas onda "Guarda! Soy re-malo" y esos tatuajes pseudo-satánicos parecen una estúpida bandita más de hair-metal, onda Bon Jovi o Poison, ese tipo de cosas. Sin embargo, basta una escucha atenta alguna de las canciones para advertir que estos individuos efectivamente tenían una cierta dosis de talento. Para empezar, la música de los Guns N' Roses NO es heavy-metal, más allá de que la tapa del álbum, con esas calaveras baratas, induzca a pensar lo contrario. No, para eso tenemos cosas infinitamente inferiores musicalmente como Metallica o Megadeth con sus estúpidos chillidos "malvados" y sus descerebradas paredes de distorsión y sus hartantes ritmos ultraveloces... Esto es ni más ni menos que hard rock, en la vieja y querida tradición de Led Zeppelin, Deep Purple y Black Sabbath, con algunos marcados filtros punkoides reemplazando al blues y mucha, mucha, MUCHA energía. Agregar en el caldero unos efectivos "poemas" de Axl Rose, simultáneamente celebrando y condenando el lado sucio y perverso de las calles de Los Angeles (drogas, alcohol y sexo a la orden del día), y nos queda un cocktail mortal. En 1987, es bastante evidente que no había mucha competencia... ¿Quién más estaba haciendo hard-rock clásico? ¿Kiss? Por favor! Eso quizá haya ayudado a sobredimensionar a los Guns N' Roses, convirtiéndolos en un espectacular fenómeno comercial.

Pero más allá de esto, decía, los Guns tenían talento. Sobre todo ese tal Saul Hudson (Slash), que OBVIAMENTE sabe un poco sobre cómo es eso de tocar rock and roll; sus solos son sorprendentemente melódicos y fluidos, tal como uno esperaría del mejor Jimmy Page, y sus riffs, además de tirar la casa abajo con su potencia, suelen ser más creativos que el promedio (por ejemplo, el riff INMORTAL de Sweet Child O' Mine). Los duelos y contrapuntos de guitarra que protagoniza junto a Izzi Stradlin suelen valer la pena aún hoy. En general la sección rítmica patea traseros por kilogramo, con un variado repertorio de grooves asesinos y el infame Axl Rose puede de vez en cuando componer decentes ganchos vocales, sin contar la cruda energía de su voz (que puede tornarse molesta con la sobreexposición, eso sí). De esta forma se conforma una música que, además de ser violenta y heavy, es esencialmente dinámica: esto es, capaz de concentrar en un solo tema todo tipo de ritmos distintos, riffs que entran y salen, duelos de guitarra, alternancias entre melodía y energía, grooves variados, distintas secciones instrumentales... En resumen: una música con GANCHOS, con recursos, con suficientes variantes como para captar la atención del oyente, en este caso yo.

Hasta aquí todo bárbaro. El problema con Appetite surge cuando comparamos las canciones entre sí y vemos que la fórmula no cambia demasiado. Los Guns N' Roses pueden llegar a rockear a lo grande cuando se lo proponen, pero se agotan enseguida en su limitada receta de hard-rock y el resultado es que, en mi caso, me canso. De pronto, los riffs de Slash empiezan a sonar todos parecidos, a transformarse en acordes aleatorios que no llegan a nada, las melodías de algunos versos empiezan a ser obvias y tontas y la cosa como que empieza a ser ordinaria. No me malentiendan, nunca se pierde esa fantástica dinámica de interacción entre los instrumentos, pero a la larga pareciera que es el mismo show repetido en todas las canciones, sin una balada, un blues o algo distinto que corte un poco con la abrumadora aplanadora rockera. Claro que los números mejor compuestos, aquellos que ostentan algo especial que los distingue del resto, se han convertido con justicia en clásicos del hard-rock, pero muchas de las otras canciones no son tan geniales y a pesar de la excelente performance del grupo, se me antojan genéricas y ordinarias in extremis.

Pero no me voy a quejar demasiado, porque los clásicos de Appetite For Destruction realmente valen la pena. La bestial Welcome To The Jungle es algo así como la introducción PERFECTA para el álbum, arrancando con un eco de guitarras maligno y difuso que se catapulta de forma BRILLANTE al riff principal y convirtiéndose así en un trepidante hard-rock digno de Led Zeppelin, que no se agota ahí: el efectivísimo estribillo entra súbitamente con una inesperada melodía y el inmortal tartamudeo de Axl al chillar maníacamente "Kn-n-n-n-n-n-n-n-neeeees, Kneeeeees". Fantástico. Y ni hablar del final, donde en medio de un groove rítmico de pesadilla, el cantante empieza con su clásico "You're in the JUNGLE baby, you're gonna DIEEEE". Otro punto alto significativo está en la infernal épica de Paradise City, que a pesar de sus desubicados silbatos y su irritante corito poppy (sí, me irrita tanto como me engancha), contiene un MASIVO riffeo de Slash atacando sin misericordia desde todos los costados, especialmente en el aplastante final, donde ya resulta demasiado caótico para mi gusto. Y qué decirles del clásico de clásicos que es Sweet Child O' Mine... Solo que su eterna melodía demuestra que el infame Axl podía escribir cosas hermosas, y el perfecto riff introductorio, reapareciendo de forma gloriosa en cada estribillo, demuestra que Slash no era un cualquiera, cosa que se reafirma con el FANTÁSTICO solo melódico del final, todo un clásico del rock de FM. Claro que esta sutil y melódica canción de amor está un poco desubicada en el contexto del álbum, pero de esta forma aporta la diversidad que Appetite tanto necesita.

Luego de esos tres hitazos, tenemos otras gemas ocultas como la oda al alcohol Nightrain, que sobresale sobre todo por su genial riff y la destacada labor del bajo; la fascinante Mr. Brownstone, dotada de un groove rítmico totalmente ASESINO que destroza paredes, techos y pisos de shoppings y supermercados, más allá de que la melodía no sea nada memorable y It's So Easy, famosa por la sutileza de su frase "You think you're so cool / Why don't you just... FUCK OFF!". El resto de las canciones llaman mucho menos mi atención. Out Ta Get Me, por ejemplo, no contiene ningún gancho especial que haya permanecido en mi memoria: solo escucho un riffest descerebrado y genérico que cualquier banda de escuela secundaria podría crear (excluyendo siempre la impecable tarea de Slash). My Michelle promete ser algo distinto en sus primeros segundos, gracias a sutiles acordes de guitarra, pero degenera enseguida a otro rocker ordinario que tiene en sus "Well, well, well" el único y discreto gancho. El tema de cierre, Rocket Queen, es un tolerable intento de hacer una mini-suite, cuyo único highlight es el breve solo de guitarra slide que se manda Slash por el medio, acompañado por tiernos gemidos de orgasmo femenino (ejem, Whole Lotta Love, ejem), los cuales hunden al tema en los abismos de lo obvio. Quedan como claros rellenos la punkoide Think About You y la veloz You're Crazy (cuya versión superior puede oírse en Lies), que más allá de la exuberante energía que despliegan, no hacen demasiado por mí ni aportan nada significativamente nuevo. Anything Goes es un caso especial, ya que el memorable gancho de "My way, your way / Anything goes tonaiaght" y ese terrible wah-wah, la salvan de la mediocridad absoluta.

Appetite For Destruction tiene su dosis de relleno, pero los clásicos que entrega, más el hecho de que rockea, suda, sangra y excita muuucho, le aseguran un merecido ocho de mi parte. Aún así nunca podría preferirlo por sobre los Rolling Stones o Led Zeppelin, básicamente por la alarmante falta de versatilidad estilísitica, su permanente reciclaje de recursos y los evidentes baches compositivos. Sacando eso, se trata de un excelente debut, un manual de hard-rock directo que el fan incondicional del género debería consultar de vez en cuando; ideal para esos momentos gloriosos en los cuales tus padres te piden a gritos que "BAJES ESA MUSICA ESPANTOSA". Ya es un clásico.

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