YES

La original (1969 - 1972): Jon Anderson: voz / Chris Squire: bajo / Peter Banks: guitarra / Tony Kaye: teclados y sintetizadores / Bill Bruford: batería.

La clásica (1972 - 1973): Jon Anderson: voz / Chris Squire: bajo / Steve Howe: guitarra / Rick Wakeman: teclados y sintetizadores / Bill Bruford: batería.

La actual / última (2001): Jon Anderson: voz / Chris Squire: bajo / Steve Howe: guitarra / Alan White: batería.

Otros: Patrick Moraz: teclados (1974 - 1976) / Trevor Horn: voz y guitarra (1980 - 1981) / Geoff Downes: teclados (1980 - 1981) / Trevor Rabin: guitarra (1983 - 1991)

ÍNDICE

TEMAS SOBRESALIENTES

        - Introducción

1969 - Yes

1970 - Time And A Word

1971 - The Yes Album

1972 - Fragile

1972 - Close To The Edge

1973 - Yessongs (live)

1974 - Tales From Topographic Oceans

1975 - Relayer

1977 - Going For The One

1978 - Tormato

1980 - Drama

1980 - Yesshows (live)

1983 - 90125

1987 - Big Generator

1991 - Union

1994 - Talk

1996 - Keys To Ascension

1997 - Keys To Ascension II

1997 - Open Your Eyes

1999 - The Ladder

2001 - Magnification

Time And A Word (Time And A Word)

Yours Is No Disgrace (The Yes Album)

Starship Trooper (The Yes Album)

Roundabout (Fragile)

South Side Of The Sky (Fragile)

Heart Of The Sunrise (Fragile)

Close To The Edge (Close To The Edge)

And You And I (Close To The Edge)

The Revealing Science Of God (Tales From Topographic Oceans)

The Gates Of Delirium (Relayer)

 

INTRODUCCIÓN

 

Ay. Bueno. Uff. No sé. Caray. Carajo. Merda. Tomo un respiro muuuuuy profundo, me recuesto pensativo y voy girando sobre mí mismo, tonteando, meditando, retrasando lo más que se pueda el momento. Qué momento. Revisar a Yes. Quizá les suene exagerado a algunos, pero considero que esto es lo más difícil que me tocará escribir en la página; este es el momento que quería que nunca llegase, que postergué durante tanto tiempo. Pero tenía que llegar. Maldición.

¿Por qué tanto capricho y tanta alharaca? Verán, Yes es una banda que ME LIMA LA CABEZA, y no lo digo ni en el buen sentido ni en el malo. Lo digo en un sentido neutro. Siento que es más de lo que puedo absorber, siento que, no importa todo lo que escuche, no puedo formarme una opinión definitiva. A veces escucho a Yes y pienso: "qué tipos geniales, que visión, que originalidad, que locura", y otras veces pienso: "que tremendos inútiles buenos para nada". A veces creo que estoy ante la mismísima cumbre del rock progresivo, otras veces tengo ganas de agarrar todos sus discos, pisotearlos y echarlos a la hoguera. Soy, para decirlo de alguna manera, la arena donde deliberan en pequeña escala el amor y el odio apasionado que el público general expresa con respecto a esta banda. Porque es así: a Yes se lo ama con locura o se lo odia con simétrica pasión. Como que no hay término medio. Ni siquiera yo soy el término medio; por momentos los amo con locura, y por momentos simplemente no puedo soportarlos. Esta maldita banda me vuelve ESQUIZOFRÉNICO.

La sensación que hasta ahora he exprimentado con Yes es la de una tremenda FRUSTRACIÓN. Es como si de pronto me mojaran la oreja con pequeños mordiscos de sublime calidad; ahí me restriego las manos y pienso "Waw! esto va a estar bueno", pero después los tipos disparan para cualquier lado inesperado, dejándome exhausto, desorientado, con la sensación de que no he recibido todo lo que mi organismo necesita y que en su lugar me han vendido una sarta de delirios increíblemente rebuscados sin punto de partida ni de llegada. La música de Yes es enfermiza, caótica, desordenada. No sé, simplemente no sé. Nunca jamás le diría a nadie que Yes está entre mis grupos favoritos, pero después vuelvo a sus discos y recuerdo que Fragile es excelente, que Close To The Edge es una obra única y exuberante, que The Yes Album es completamente maravilloso. Y entonces ¿COMO ES POSIBLE? ¿Cómo es posible que los álbumes me fascinen tanto pero siempre tenga un dejo de rencor en la boca al hablar de esta banda? No tengo una respuesta demasiado coherente. Y es por esto es que tanta FIACA me daba ponerme a trabajar en estas reseñas. ¿Cómo les explico a mis queridos lectores las sensaciones encontradas, ambiguas, que me provocan Jon Anderson y su pandilla de enfermos pretenciosos incurables?

Trataré de hacerlo lo mejor que se pueda, pero no esperen demasiado orden. Estas revisiones serán análogas a la música de Yes; serán un pasticho de reflexiones que se dispersan para cualquier parte y nunca encuentran un lugar dónde encajar. Es mi forma de vengarme (JA!). Bien, basta solamente un somero repaso informativo para concluir que, técnicamente hablando, Yes es la banda más impresionante que jamás haya pisado los páramos del Planeta Tierra. ¿Chris Squire? Un bajista de la reputísima madre que podía hacer virtualmente TODO con cuatro cuerditas de mierda; ¿Steve Howe? un guitarrista virtuoso, clásico, compositor sublime de intrincadas melodías acústicas que un guitarrista común no podría ni SOÑAR con tocar; ¿Rick Wakeman? Un pianista fuera de serie, un lunático que ponía la mano sobre el teclado y ya sonaban cascadas de inimaginadas sensaciones; ¿Bill Bruford? Un grosso, el Beethoven de la batería, un tipo que tira cualquier cantidad de estructuras, improvisaciones, toqueteos sin perder el ritmo una puta vez. ¿Jon Anderson? Ahhh, no me gusta realmente mucho, pero el flaco no tocaba nada, así que no cuenta. Y solamente estoy hablando de la formación clásica. ¡Estamos ante un maldito DREAM TEAM de la música! Mi lista de músicos preferidos incluye A TODOS ELLOS. ¡¡Y Yes no está entre mis bandas favoritas!!

Pero bueno, ahí está el problema. Es un DREAM TEAM. Es casi un supergrupo, un conglomerado de grandes estrellas concientes de esa condición, y lo que hacen permanentemente destella virtuosismo por tonelada, pero pocas, muy pocas veces terminan de armar una unidad musical verdaderamente armónica, convincente de principio a fin. La música de Yes suena como una violenta y permanente batalla entre los instrumentistas, cada uno tratando simultáneamente de demostrar que es el mejor, que puede cortarse solo, que puede hacer las cosas BIEN complicadas si se lo propone. Está bien, ese es el estilo y ciertamente los flacos suenan como ninguna otra banda lo ha hecho jamás, pero lo cierto es que en raras ocasiones esa tremenda complejidad que son capaces de lograr se traduce en valor de entretenimiento o placer genuino. Muchas veces se acercan, pero casi NUNCA logran poner mi persona en el éxtasis abosoluto que logran otros grupos de rock progresivo como Genesis o King Crimson.

Es el concepto de lo que yo siempre llamo "virtuosismo vacío", esa música que me provoca decir: "Bien, bárbaro, sos un capo tocando, ¿Pero podés hacer que además de complicado suene INTERESANTE?". En realidad, hay muchos pasajes musicales de Yes que son interesantes en serio (no son Steve Vai, por suerte), pero también hay muchos, demasiados, en los cuales parece que lo único que quieren es irse al carajo con la complejidad y si sale algo interesante de escuchar o no, es solo cuestión de suerte. Muchas veces Yes termina sonando como una sucesión de garabatos virtuosos ESTUPIDOS que no van a ningún lado; fuerzan la máquina, se quieren hacer los capos y terminan sonando FEO y TORPE. A veces amenazan con tener una buena idea pero no terminan de desarrollarla y saltan de golpe con cualquier otra cosa inesperada que no suena del todo bien. Otras veces se extienden demasiado tiempo sobre ideas musicales que no valen nada y que solo irritan. Alguno dirá: "Claro, pero es avantgarde puro, experimentalismo máximo"... Y yo digo: puede ser, pero la cosa no termina de cerrar una sensación de vanguardismo experimental muy convincente como pasa, por ejemplo, con el Pink Floyd temprano o The Velvet Underground. Simplemente parece música que quiere cautivar pero que FALLA. Para mí el rock progresivo es un género que ante todo estimula la imaginación, estimula el arte, estimula el deseo artístico que las personas tenemos dentro... Yes muchas veces se queda corto en este sentido; muchos de sus pasajes simplemente no me seducen, se me hacen estériles, se me hacen vacíos y me dejan insatisfecho.

Pero me detendré porque ya estoy dando una imagen negativa de la banda cuando en realidad me gustan, cuando en realidad disfruto sus mejores discos como cualquier otro. Solo quería decir que con demasiada frecuencia sus virtuosismos me hacen sentir un vacío que me duerme el cerebro, pero cuando Yes llega a ser bueno es MUUUUY bueno. Yes, si se lo propone, puede ser atmosférico, puede ser melódico, puede ser creativo, puede patear todos los culos que se les ocurra. Sus mejores discos están bien construidos, ahí la banda sí funciona como un reloj aceitado de partes que se complementan. La coda de Starship Trooper, la intro de Heart Of The Sunrise, el intermezzo de South Side Of The Sky. Eso sí que es impresionante, tanto como los mejores momentos de King Crimson o Genesis. Y además los tipos son ORIGINALES. O sea, ¿Dónde más podés encontrar algo que suene así? ¿Así como? NO MAN! No se puede describir. El estilo de estos tipos es algo que o se escucha realmente o ni se intuye. Las canciones de Yes tienen una dinámica impresionante; cambian permanentemente, no siguen ningún patrón fijo. Todo el tiempo te asaltan con algo nuevo. Mezclan estilos, rockean con órganos pesados, densos y guitarras acústicas, sacan riffs eléctricos totalmente heterodoxos que se hunden en una nube de voces arremolinadas, echan cortinas INFLADAS de sintetizadores en el medio, y sobre todo este pasticho están las letras de Jon Anderson que son UNA LOCURA PRETENCIOSA SIN SENTIDO ALGUNO. Estos tipos son RAROS. Son MUUUUY RAROS. Son excelentes cuando quieren. Son unos completos hincha-pelotas cuando quieren. A veces en un nivel lo que escuchás parece absolutamente genial, en otro nivel como que le falta algo y en otro nivel te corroe los testículos. Por eso, por eso es difícil abordarlos y dar un juicio definitivo. Si no te gustan los excesos grandilocuentes, no son para vos, desde ya te lo digo. Es prog rock, pero no se parecen ni a Genesis ni a King Crimson ni a nadie. Son Yes.

Y como son Yes y nada más, el amor o el odio por esta banda pasa por una cuestión de estilo. De si te gusta o no te gusta el estilo. Personalmente me gusta, pero no llego a SENTIRLO al 100%. Me fascina a veces, me aburre a veces. Es así, es una cuestión de piel. Puedo intentar desmenuzarlos, analizarlos parte por parte, pero eventualmente no le voy a poder negar JAMAS al fan de Yes que su música no es EXCELENTE (cosa que sí le podría negar al fan de Metallica, por lo menos con mayor convicción) como no le voy a poder negar al eséptico que Yes es una pérdida de tiempo. El caso de Yes es tan aberrante, tan diferente, que es difícil medirlos con la misma vara que se mide a otros grupos. Algo así como ocurre con Queen; es como que tienen su propio universo de las cosas, un universo que no tiene ningún correlato en el resto del rock. Y así, Tales From Topographic Oceans puede ser una obra maestra o un completo fracaso. No seduce como, por ejemplo, Wish You Were Here, ¿Pero acaso QUIERE seducir como Wish You Were Here? ¿O más bien quiere ser un manifiesto lunático totalmente rompecocos, anárquico, de otro planeta? Es difícil. Revisar y sacar conclusiones sobre Yes es difícil. Diré que mezclan de una manera inextrincable partes de virtuosismo muy vacío, muy retorcido y muy feo, y partes de genio progresivo supremo que no podés juzgar ni comparar en base a nada que hayas escuchado antes. Amarlos, odiarlos, cada uno hará lo que le salga de adentro.

 

FORMACIÓN

Jon Anderson: Una de las razones de mayor peso a la hora de detestar a Yes. Simplemente NO TOLERO la vocecita molesta de Jon Anderson. Ok, exagero: hay buenas partes de la discografía de Yes en las cuales funciona, y funciona muy bien. Es decir, no imagino temazos como Heart Of The Sunrise o Close To The Edge cantados mejor por otra persona, así que quizás decir que "no lo tolero" es demasiado. Simplemente no soy un gran fanático, no me cabe, no me gusta mucho. En el nivel puramente técnico se trata de una voz única, indescriptible, dotada de un registro capaz de llegar a alturas intimidantes SIN falsetto. El problema es que no es para nada expresiva. Ya se que es un lugar común decir esto, pero el tipo es un MALDITO ROBOT; siempre canta igual, con la misma entonación plana y unidimensional en todas las canciones, sin variar un ápice en cuanto a humor, expresividad, tono, cadencia, volumen, intensidad, humanidad. Nada. Parece una voz sintetizada por un fuckin' organito Casio. Si fuera más o menos relajante o suave diría que no me importa tanto, pero cuando el tipo tiene la voz de un MALDITO EUNUCO diez veces más alta de lo normal, la cosa empeora. Si estuviera cantando él solo también diría que no me importa tanto, pero cuando muy frecuentemente el tipo canta con VARIOS DOBLADOS de su propia voz de MALDITO ROBOT EUNUCO, la cosa empeora bastante. ¿Y saben qué? Muchas veces se torna indigesto; ¡¿Porque tengo que escuchar a cinco Andersons cantando al mismo tiempo sin expresar el más mínimo tipo de emoción humana?! ¿PORQUE?

Volviendo al lado bueno, se trata de una voz instantáneamente reconocible. NUNCA te vas a confundir al oír la voz de Anderson, jamás, never in the puta life. Si te lo confundís sos un pobre SORDO. También hay que admitir que el tipo tiene cierto don para crear lindas melodías vocales. Lástima que las tiene que cantar él, pero son buenas. Algunas. Supongo que no quedaba ninguna alternativa porque los demás cantaban muchísimo peor (como se nota en Close To The Edge). Y por último, lo que decía antes, la voz, por más chota que sea, se adapta muy bien a la música del grupo y hay muchas canciones en donde realmente se disfruta su performance vocal. En pequeñas dosis nada hace mal. A pesar de todo, Anderson es POR LEJOS el punto más flojo de Yes.

Chris Squire: Junto con Anderson, es uno de los históricos absolutos del grupo. Estuvo allí desde el principio y allí está hoy, cada vez que Yes graba un nuevo disco (grabaron Magnification hace muy poco). Es probablemente mi miembro favorito del grupo, si es que debo tenerlo; su estilo para tocar el bajo es sorprendente. Lo primero que escuché de Yes (Fragile) me llamó instantáneamente la atención por el estilo del bajo, algo que nunca había escuchado antes. ¿Como definirlo? Digamos que es un sonido MUY prominente, muy protagonista de las canciones. En manos de Squire el bajo no es un instrumento de base o de fondo, sino una de las partes activas que batallan en los jams instrumentales de Yes. Algunos de sus críticos dicen que el muchacho solo se dedica a machacar con escalas muy veloces en vez de crear verdaderas melodías, pero si ese es el caso (muchas veces lo es), pues no deja de ser impresionante y, sobre todo, no deja de funcionar extremadamente bien dentro del peculiar estilo musical de esta banda. Escuchen, por ejemplo, el clásico Roundabout. ¿Qué sería de esa canción sin ese bajo rellenándolo todo? Otra cosa totalmente diferente y más génerica, digo yo. A veces debo admitir que el protagonismo de Squire puede llegar a ser un poco reiterativo (siempre algo debo protestar no?), sobre todo en jams y canciones mediocres de los primeros álbumes donde como que no pasa demasiado. Sin embargo, en el mejor momento del grupo, Squire es EL bajista.

Steve Howe: Es impresionante como además de técnicamente impecables, todos los miembros del Yes clásico tienen un estilo distintivo que los hace inconfundibles. Y así como cualquier tonto reconocería la voz de Anderson y el bajo de Squire, también es fácil darse cuenta cuándo las seis cuerdas están en manos de Steve Howe. Lo que más me llama la atención de Howe es su dominio de la guitarra acústica; sus momentos con este instrumento con frecuencia figuran entre lo más exitante del canon de Yes, y muchas veces ayudan a cortar un poco con la pompa progresiva que caracteriza al grupo. Desde el modesto debut con The Clap hasta Mood For A Day, así como cuando salva las papas con un magistral toque en el dudoso Giants Under The Sun, Howe demuestra que él solo con una acústica puede armar una canción de la nada.

Lo cual no significa que sea un iniciado con los enchufes. Si estás pensando en el convencional violero de riffs a lo Richard y solos a lo Clapton, ya te digo que lo olvides. Steve tiene un estilo completamente único funcional a la singularidad del estilo de Yes. Lo que hace en la coda de Starship Trooper, en los riffeos de South Side Of The Sky, en la segunda mitad de I've Seen All Good People, o la intro de Heart Of The Sunrise es digno de recordarse siempre, y nunca deja de sonar diferente. A veces (muy pocas para mi gusto) tocaba muy bien el jazz. Quizá me gustaría que se luzca un poco más; para mí el tipo tiene un talento más grande que su labor en Yes, y a veces verdaderamente me quedo con ganas de más Howe. Si le tengo que criticar algo es que en ocasiones no podía evitar subirse al vagón de los excesos y terminaba con pasajes de guitarra con pretensiones vanguardistas un poco insulsos. Pero la verdad es que Howe es el miembro más grande de Yes; cuando él llegó al grupo, el grupo cambió y para mejor. Mucho mejor. El salto cualitativo que se produce de los primeros dos álbumes (mediocres) al EXCELENTE The Yes Album no es en modo alguno producto de la casualidad. En el medio apareció Howe, y a él debemos agradacerle buena parte del estilo del grupo. Los malos aspectos quizá, pero también los buenos.

Rick Wakeman: Tengo la sensación de que Wakeman no termina de lucirse como merece en Yes. De hecho, yo pensaba que el tipo era una gran farsa hasta que lo escuché tocar el piano en el disco Hunky Dory de David Bowie y me voló la cabeza. En Yes siempre me da la sensación de que se deja eclipsar un poco por sus compañeros y no saca a relucir todo el talento que posee. ¿Qué cosas memorables recuerdo de él? Realmente pocas. Estuvo allí en los momentos más gloriosos del grupo, pero no dejó mucho. En Roundabout toca un órgano demasiado similar al de Kaye para mi gusto; es muy bueno técnicamente pero le falta gracia. South Side Of The Sky es su pico absoluto gracias a un intermezzo de piano para el recuerdo. Pero eso es casi lo único de envergadura que deja en Fragile. En Close To The Edge recuerdo el solo de órgano en la pista titular y las magistrales cortinas de sintetizador de And You And I y en Tales recuerdo un solo VIOLENTO en The Revealing. Fuera de eso, siento que el tipo no dejó mucho más salvo, eso sí, un montón de rellenos de órgano y sintetizadores que terminan perdiéndose entre los demás instrumentistas. No se, medio como que me deja con ganas de más; creo que el piano es SU instrumento; si Yes hubiese apelado con mayor frecuencia al piano (Diablos que debería haberlo hecho!), para mí Wakeman hubiese sido imparable. Disconforme con su papel en el grupo, Rick abandonó el grupo tras Tales, para volver más tarde en otros proyectos.

Bill Bruford: Laidis and yentelmen... el SEÑOR BATERÍA. Alguno dirá que alcanzó su pico cuando abandonó Yes y pasó a King Crimson. Es bastante probable. Aún así, en Yes ya nos deja algunas contundentes pinceladas de su abrumador talento. De formación marcadamente jazzística, su estilo me recuerda bastante al de otro monstruo de la batería, Phil Collins, en el sentido de que sus ritmos son enormemente creativos, dinámicos, heterodoxos, y a pesar de eso siempre mantiene el tempo. Es de esos bateristas que en un compás te meten dos redobles, en el siguiente tres platillazos, después ocho dedobles, después un par de golpeteos a nosequecosa y así, nunca mantienen el mismo patrón, y aún así tienen coherencia. Para mí Bill Bruford es un genio absoluto del ritmo; el momento que nunca podré olvidar de su paso por Yes, y esto porque la primera vez que lo escuché me dejó con la boca abierta como hipopótamo, es su performance en la introducción de Heart Of The Sunrise, cómo el tipo mete esos golpeteos con enorme autoridad y siempre es capaz de caer con una idea nueva cada vez que le da a sus tambores. Brillante como un diamante flamante y arrogante. Elefante.

 


 

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Yes – 1969

6+/10

"Full of words and of sound, bringing smiles all around"

1) Beyond And Before; 2) I See You; 3) Yesterday And Today; 4) Looking Around; 5) Harold Land; 6) Every Little Thing; 7) Sweetness; 8) Survival.

mejor canción: Yesterday and today

Es el primer disco, publicado en 1969, y lejos se encuentra de las alturas artísticas inalcanzables de los aún inexistentes Fragile o Close To The Edge. Sin embargo ya desde el principio Yes le demuestra al mundo que son diferentes al resto. Este álbum, simplemente, no suena parecido a nada de lo que se estaba publicando en aquella época; si Led Zeppelin y Deep Purple marcaban el camino del blues-rock ultra pesado; si los Beatles y los Stones simbolizaban con Let It Bleed y Let It Be (WAW! Esos títulos se parecen MUCHO!!!! COMO NO ME HABIAN DICHO ANTES!!!) el revival del roots rock que también encarnaba Creedence; si King Crimson inauguraba la época del rock progresivo con el mazazo de In The Court, Yes simplemente caía con esta cosa que no tiene demasiado que ver con nada. Alguno se preguntara... ¿No es prog? No, ni siquiera es prog, un movimiento del cual Yes sería la quintaesencia en unos pocos años. Pero acá todavía no. Acá no hay largas suites clasicistas, no hay pretensiones mesiánicas, ni siquiera demasiado flasheo virtuosista. La vara irrenunciable para medir el prog-rock de esa época es King Crimson, y esto definitivamente NO SUENA como King Crimson. Para definirlo a grandes rasgos, lo consideraría una bizarra colección de música pop que intercala algunos elementos de improvisación jazzera y jams disonantes para retorcerlo un poco más de lo normal. Inclasificable, pero mucho más normal que Tales From Topographic Oceans o Relayer, eso está claro.

Lo cual no quiere decir que no se parezca EN NADA al Yes clásico de los años venideros. Ya están claramente presentes, por ejemplo, esas grandes masas de órgano tan distintivas de Tony Kaye; también hay algunos firuletes jazzeros de guitarra por parte de Peter Banks, los cuales serían más adelante revisitados por el gran Steve Howe. Y por supuesto, está el bajo prominente de Squire muy alto en la mezcla, aunque sin las escalas frenéticas que lo harían célebre más adelante. El ensemble instrumental, sin ser muy similar, me hace acordar al Genesis más temprano (Trespass, Nursery Cryme) en cuanto a que los tipos crean una constante y densa masa de sonido de la cual no emerge nada particularmente inquietante, una masa que no muestra nada interesante o extraordinario más allá de estar sonando todo el tiempo. Los instrumentos no entretienen, no hacen nada bueno, simplemente están ahí... sonando. El órgano de Kaye es la definición exacta de la palabra "torpeza", la guitarra de Banks (eléctrica o acústica) es la definición exacta de la palabra "ostracismo" y el bajo de Squire suena bien potente, pero le cuesta hacer algo memorable.

Como resultado, y ahora vamos al rigor, el álbum es ABURRIDO. MUY aburrido. Por un lado está el problema del trío órgano / guitarra / bajo que RARAMENTE se calienta en hacer algo interesante de escuchar, y por otro lado el problema de la voz de Anderson. La voz de Anderson está EN TODAS PARTES y eso, por si no leyeron mi introducción, NO ES una buena noticia. Es una pésima noticia, una noticia para cerrar la persiana y acostarse a dormir en pleno día. De hecho, yo pensaba que odiaba la voz de Anderson hasta que escuché este disco; realmente no sabía de lo que estaba hablando. Ahora, cada vez que vuelvo a los discos de Yes de la era dorada, me siento totalmente aliviado y acunado por la voz de Jon. Acá simplemente no se soporta; el tipo lima, lima y lima con doblados permanentes que no dan respiro, hasta que tengo ganas de apagar todo y mandar el disco a la m****. Los atractivos musicales del álbum entonces son: a) Un arreglo instrumental insípido y torpe que suena, que hace bulto, pero que no ofrece nada en el campo de lo melódico o lo creativo. Es apenas un soporte uniforme feo y gris para el elemento b) La voz de Anderson. Que no me gusta y mucho menos acá, donde empalaga gritando y haciendo coritos de "aaaahhhh" y "ooooohhhhh" por todos lados. Las esperanzas de disfrute quedan reducidas entonces a la aparición de alguna buena melodía vocal ocasional, que las hay, y a algún buen gancho instrumental perdido por ahí, que NO LOS HAY!!!

Si hablamos de buenas melodías vocales, Yesterday And Today se destaca especialmente. Esa melodía es BUENA. Es agradable (sobre todo en el estribillo) y ayuda muchísimo que en este caso Anderson no se pase de la raya con sus insufribles doblados y coritos. Y los pasajes instrumentales, con sus suaves guitarras acústicas y pianitos atmosféricos también son un acierto excepcional. Me hacen acordar mucho a los buenos momentos de Trespass de Genesis. Las otras melodías de calidad que aparecen en el álbum ni siquiera están compuestas por ellos: Every Little Thing, por ejemplo, tiene una melodía de calidad beatlesca, y la conclusión a la que llegué después de devanarme los cesos es que esto es así porque la canción es, efectivamente, de los Beatles (Qué miran con esa cara de pescado!? RÍANSE!). Es una opción bastante extravagante para un cover, siendo Every Little Thing una de las composiciones Lennon / McCartney más oscuras de todas. Lo que hace Yes, básicamente, es agregarle como intro una improvisación atonal relativamente mediocre, intercalarle el riff de Day Tripper (?) y alterarle algunos giros vocales y rítmicos para irritación personal de mi parte. Mucho Anderson, MUUUCHAAA voz de Anderson, pero aún así me recuerda lo bonita que era esta melodía antes de que la agarraran estos carniceros. El cover de I See You de los Byrds está un poco más logrado en mi opinión gracias a unos deliciosos floreos jazzeros de parte de Peter Banks. Rítmicamente está demasiado quebrada para mis gustos caprichosos (una manía incorregible e histórica de Yes, nunca un groove rítmico sostenido por más de treinta segundos), pero aún así debo confesar que mantiene algo de la magia oscura de la composición original.

La segunda mejor canción del disco es Looking Around, que no es más que un sólido y atractivo número pop. Por única vez en todo el disco el grupo logra una buena combinación rítmica, dominada por un pegadizo riff de órgano y una melodía vocal bastante memorable, especialmente en las líneas en las que Jon canta: "Then I heard a tune so right, It was in the dark of night". Los quiebres instrumentales, sin ser gran cosa, también están entre lo más convincente del álbum. Las otras cuatro canciones, en cambio, no me atraen demasiado. Beyond And Before no es en realidad una mala canción, pero se halla totalmente LASTRADA por una sobredosis de Anderson. ¿Cuántos Andersons cantan simultáneamente en los versos? ¿Cuatro? ¿Cinco? Noooo, es demasiado, y convierten una melodía relativamente agradable en una cosa incómoda, robótica y mecánica que mis neuronas no pueden soportar mucho tiempo. Y para colmo, los instrumentos no hacen otra cosa que divagar sin dirección. Lo único más o menos bueno está en el tremendo riff de bajo distorsionado que abre el álbum. Después, todo depende de tu grado de tolerancia a la voz de Anderson. Harold Land empieza como un jam de órgano y bajo bastante aséptico (o sea, que no dice ni transmite nada) y después se resuelve en una pieza lírica de tintes medievales que hasta cierto punto predice a Genesis. A pesar del piano y de la de a ratos buena melodía vocal, la canción me deja helado como un helado de limón. Sweetness es una réplica de Yesterday And Today que comienza muy, muy bien pero que en determinado momento se degenera en una serie de borboteos de Anderson que, no quiero ser repetitivo con esto, simplemente no puedo disfrutar. ¿Qué pasa? ¿El tipo está ENAMORADO de su maldita voz que le gusta verla invadiéndolo todo como una plaga? Survival, cerrando el disco, es lo más progresivo que tiene este álbum, pero nuevamente me da la sensación de que no llega a ninguna parte. Lo mismo de siempre: una melodía bastante convincente en los versos, una excesiva carga de Anderson en el estribillo (sin una melodía que por lo menos hagan valer la pena los excesos) y pasajes instrumentales poco extendidos pero bastante rudimentarios y no muy satisfactorios. Se puede escuchar, seguro que sí, pero no hay una buena razón para hacerlo.

En fin. Decir que hay canciones malas acá es una exageración, pero salvo la mini-gema Yesterday And Today ninguna de las demás constituye una proeza digna de mención. Lo que sí es digno de mención es que tanto Squire como Bruford ya demuestran que están para cosas grosas; solo hace falta un guitarrista que salga más a la luz (poco y nada hace Peter Banks acá), un tecladista versátil que pueda con algo más que esos órganos toscos como leña seca y un cantante que sepa BAJAR UNO O DOS CAMBIOS cada tanto. El debut de Yes podría, en un rapto de entusiasmo, ser llamado auspicioso, pero personalmente creo que esta música previsible, plana y por momentos irritante todavía no da in un mínimo indicio de los momentos casi geniales que alcanzaría el grupo en dos o tres años. Advertidos están todos.

 

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Time And A Word – 1970

7-/10

"And the time is now and it's right for me"

1) No Opportunity Necessary No Experience Needed; 2) Then; 3) Everydays; 4) Sweet Dreams; 5) The Prophet; 6) Clear Days; 7) Astral Traveller; 8) Time And A Word.

mejor canción: Time and a word

¿De qué forma puedo transmitir esta idea con la mayor convicción posible? Ehhh... probemos así: ¡¡MUCHO MEJOR!! Bueno, quizá no; esto no es así tan "MUCHO MEJOR" que el debut, pero hay claros signos de progreso por todas partes, tantos que no pueden pasar desapercibidos. En la superficie, el estilo musical es bastante similar a lo ofrecido en Yes, con lo cual queda claro que sigue siendo bastante extravagante y no apto para todos los estómagos. Pero hay diferencias: la buena noticia excluyente es que el muchacho este Anderson ¡CANTA BIEN! ¿A qué me refiero? A que aquí ya no sigue rompiendo los testículos de la gente con esos dobladitos múltiples en ultra-agudo, concentrándose más bien en performances sobrias, de bajo registro, sin doblados, que le dan una profundidad bastante significativa a muchas de las canciones y las hacen sonar menos robóticas. Pero además la banda en sí tiene espacio para lucirse más; los pasajes instrumentales comienzan a sonar un poco mejor construidos y el oyente empieza a detectar algunas verdaderas IDEAS y algo de INTESIDAD metidas ahí en el medio. De a poco, Yes se va haciendo progresivo.

La mala noticia es que, para demostrar que estaban a la altura del mejor art-rock de la época, los tipos tuvieron la poco feliz idea de agregar arreglos orquestales en TODAS las canciones (o casi todas, no me pregunten a mí, ¿Acaso sé algo sobre este disco? ¿Acaso estoy escribiendo una revisión para este disco o qué?). Los arreglos orquestales nunca son malos per se; pueden funcionar y pueden no funcionar. Acá ciertamente NO funcionan. Lo que las partes instrumentales agregaban en frescura a la mezcla, la orquesta se lo arranca de cuajo con innecesarios barridos de pompa inflada y torpe. La intro del disco es un ejemplo desagradablemente contundente: cuando aparece la orquesta con esos floreos cursis e inexplicables, es para desgarrarse a carcajadas o lanzar el disco a las hienas. Es horrible. Pero VERDADERAMENTE HORRIBLE. Estas son las cosas que me hacen DETESTAR a Yes. ¿Quién CARAJO les dijo que una cosa así podía quedar bien para arrancar un disco? Igual, por suerte, nada remotamente similar se repite en el resto del álbum, así que alivio gente. Alivio. La orquesta simplemente no termina de cerrar; parece una idea tardía, una cosa agregada forzadamente a último momento a canciones que no habían pensado en ella. Simplemente no hay simbiosis. Pero tampoco arruina demasiado nada. SALVO en la intro del disco. Eso sí es un horror en múltiples niveles.

¿Y esas mejoras instrumentales? ¿Dónde se pueden advertir? Pues en Then. En Then hay un jam instrumental MASIVO que si bien no alcanza cánones de calidad ulteriores suena infinitamente más excitante que las tonterías nubosas que se ofrecían en el debut. Presten atención en los versos; Anderson canta una melodía muy recomendable y ustedes ¡Escuchen el ritmo de Bruford! ¿Es una ametralladora o qué diablos? No importa, funciona bien... pero al siguiente verso el tipo cambia el ritmo totalmente y reaparece con una cosa más jazzera y cool que da la sensación de que la canción realmente ha comenzado con todo. Bruford era un maestro ¿Alguna duda damas y caballeros? Y después del estribillo (muy melódico), a los dos minutos y medio ¡ESE BAJO! Tum tum tum tum tum tum tum tum tum. Es una masacre, mientras tanto suenan unos trallazos que me recuerdan a partes de Thick As A Brick de Jethro Tull, solo que bastante antes de que sea publicado aquel disco. En fin. El hecho de que haya escrito ocho líneas para una canción que ni siquiera es lo mejor del álbum debería alertar sobre el mayor interés que revisten los arreglos instrumentales. Then podría ser la mejor canción de no ser por la pista titular, que cierra todo con la mejor melodía vocal de Anderson hasta este punto. Los versos son suaves, relajantes y están llenos de giros melódicos de fábula que te harán tararear la canción ad infinitum; el estribillo es elevador, optimista, muy hippie ("The word is love", ¿Eso dónde lo había escuchado antes?). No todos los días un grupo como YES, de todos los grupos que hay, te va a componer un himno hippie para cantar alrededor del fogón con las manos en alto. Podría haber sido una catástrofe. En este caso, es la mejor canción del disco.

Las otras canciones pues... Hay dos claros bajones que son The Prophet y Clear Days. La primera es un McCombo de órgano y orquesta, anónimo y pedorro que ni siquiera tiene una melodía asequible. Y la intro de Tony Kaye demuestra que el flaco no era el tecladista más talentoso que conoció la humanidad. La segunda, Clear Days, es una balada totalmente orquestada que me hace bostezar a pesar de sus bonitos violines, gracias a esa melodía errabunda que bien podría haber sido inventada en vivo al momento de grabar. Después tenemos, otra vez, dos covers, esta vez aún más oscuros que los del álbum anterior. No Opportunity Necessary, No Experience Needed, una canción de Richie Havens, es la que lleva el estigma de tener la PEOR introducción a un tema de Yes que conozco (creo que ya la mencioné). Pero no se desanimen, porque pasado ese trauma tenemos una cosa bastante interesante bajo la forma de un jam funky donde Chris Squire hace de las suyas para acompañar una melodía vocal digna de mención. El otro cover es Everydays, de Buffalo Spingfield; esta comienza y termina con unos MUY BUENOS y oscuros pasajes jazzeros pero está interrumpida por un jam instrumental bastante atronador aunque no del todo inspirado para mi gusto, aún con esa inesperada cita de Bach interpuesta por ahí.

Me queda Sweet Dreams, que comparte un título muy similar al tema de Jethro Tull (la de Tull es en singular), solo que no es tan bueno como aquél. Tiene una melodía puramente pop infecciosa que la convierte en un casi clásico, aunque personalmente vuelven a irritarme los DEMASIADOS Andersons que irrumpen durante el no tan memorable estribillo. (¿Leyeron esta última oración? ¡Es la peor que escribí jamás! ¿Alguien la puede leer sin trabarse?). Creo que no tengo cura para con mi fobia y empiezo a ser recalcitrante. Sepan disculparme. Por último me queda Astral Traveller que es, lisa y llanamente, RARA. Una cosa semi-psicodélica y brutalmente densa con vocales distorsionadas de Anderson y MUCHO órgano a la Genesis (si hay un tema donde Yes suena muy similar a Genesis es éste). No sé ni siquiera si me gusta o no. Está claro que Yes tiene intenciones de irse al re-carajo. Pues que se queden tranquilos, pronto lo harán.

Otra vez Peter Banks me pasa totalmente desapercibido. Sí, sus notitas están pero... ya es hora de que venga Steve Howe. Ojalá me escuchen y me hagan caso. ¿El disco? Está bueno. Es para escuchar un par de veces y enviarlo al archivo. Claramente, Time And A Word marca una transición entre la torpeza inocua del debut y la grandeza progresiva insuperable del siguiente disco. Como tal queda a medio camino de LA COSA, pero se salva. Si van a incursionar en el Yes más temprano vayan directamente a éste y dejen el debut para cuando les sobre, y mucho, el dinero.

 

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The Yes Album – 1971

9-/10

"Don't surround yourself with yourself"

1) Yours Is No Disgrace; 2) The Clap; 3) Starship Trooper; 4) I've Seen All Good People; 5) A Venture; 6) Perpetual Change.

mejor canción: Starship trooper

¿Cómoooo? ¿Pasamos así como así de un siete a un nueve? En efecto mis estimados lectores anónimos: para algunos The Yes Album representa poco más que una mejora lógica inscripta dentro una evolución normal, dada por sentada, de la misma manera en que Time And A Word era una previsible mejora sobre el debut. Como decir: "Si esto no es el techo, el próximo disco va a ser un poquito mejor, seguramente". Para mí, en cambio, esto es un GIGANTESCO salto cualitativo que sobrepasa todo lo que cualquiera podía esperar después de Time And A Word. Esto quizá ya se ha dicho muchas veces en otros lados, pero este disco pobremente intitulado es el momento en el que finalmente la banda LLEGA. ¿A dónde? Pues, a donde tiene que llegar, al punto en el que ya se puede decir que los tipos empiezan a hacer cosas grosas. Los dos primeros discos eran agradables, pero aún así sonaban dispersos, formativos, faltos de ideas, como que no terminaban de cerrar. Y esto es otra cosa muy diferente: acá Yes se ajusta de repente los pantalones y hace converger las aristas más brillantes de su estilo clásico, al tiempo que ofrece algunas de sus definitivas composiciones épico-progresivas. Y si bien el sonido, en términos de estilo, no llega a ser tan distinto al de los dos álbumes anteriores, la CALIDAD ya es de otro nivel. Tanto que no me da miedo asegurar que el salto entre Time And A Word y The Yes Album equivale a pasar sin escalas de la mediocridad a la obra maestra; del disco exclusivo para empedernidos al mojón indispensable que merece reposar en toda discoteca personal.

Quizá les suene un poco contradictorio. En la introducción les comentaba lo difícil que me resultaba a veces digerir el estilo de Yes, y ahora les digo que The Yes Album, en donde justamente este estilo alcanza la mayoría de edad, es una obra maestra. ¿Qué demonios me pasa? Pues ni yo puedo contestarles, porque si bien ES VERDAD que es aquí donde la banda se encuentra por fin a sí misma y empieza a entramar sus infaustos excesos, este disco solamente me transmite FRESCURA y PLACER de principio a fin, sin UN SOLO momento que me aburra, me disguste o me irrite en toda su duración. ¿Entienden? Un disco de YES, que me transmite FRESCURA. ¡No es un chiste! Pero entonces algo no cierra, algo pasa, no es lógico.

Ok, bien, no se inquieten, todo tiene su explicación. La contradicción puede resolverse a través de distintas tesis. La primera es que si bien en The Yes Album ya aparecen esas épicas progresivas de casi diez minutos (Starship Trooper y Yours Is No Disgrace a la cabeza), a la banda todavía le falta un poco para llegar a esos excesos megalómanos que se verán más adelante. Es decir, si en ulteriores discos los tipos se embarcarán en super-sinfonías sinuosas de obscenas proporciones, acá recién se animan con unas suites moderadamente largas que en esencia no dejan de ser bastante poppy. Y ESE, mis amigos, es el asunto clave; en ESENCIA este disco sigue siendo más pop que prog. Es verdad que acá Yes ya suena bastante complejito, seguro que sí, pero siempre dentro de un límite racional que no sacrifica nada de atractivo melódico y/o instrumental. Salvo pequeñas excepciones, en ningún momento del álbum me da la impresión de que los músicos estén tratando de delirarme con cosas raras sino todo lo contrario; quieren entretenerme y delitarme al máximo con melodías y constates giros, y lo logran.

Otra explicación que se me ocurre es que en realidad el estilo clásico de Yes no aparecerá sino en el subsiguiente Fragile y que aquí en realidad solo vemos la culminación de un primer momento, aún formativo, de la banda. Esto explicaría unas cuantas cositas llamativas que aparecen aquí por primera vez y que raramente volveremos a ver los siguientes discos. Por ejemplo, que haya un par de solos y riffs de guitarra eléctrica relativamente tradicionales; que haya espacio para un fragmento genuinamente ROCKERO como All Good People; que el pasaje instrumental más célebre del disco, Würm, no sea PARA NADA complejo; que incluyan una canción casi exclusivamente basada en el piano como A Venture. Son pequeñas cosas que me invitan a pensar que, en el fondo, The Yes Album es diferente a cualquier otro del grupo. Con respecto a Time And A Word, hay dos cambios importantes: por un lado desaparecen los arreglos orquestales cursis y por otro aparece el primer reemplazo; el eterno Steve Howe entra en lugar de Peter Banks. No se si Steve Howe es MUCHO MEJOR que Peter Banks, pero mientras éste nunca había hecho nada muy impresionante en los dos primeros discos, acá de entrada Howe pone su sello de "tipo distinto", con esas melodías veloces pero hermosas y limpias que aparecen al principio de Yours Is No Disgrace. Como resultado, los recursos instrumentales experimentan una brusca subida; la banda ya se siente bastante aceitada y arroja unos jams implacables y muchas, pero muchísimas, ideas creativas y lujosas. En definitiva, esta música se trata de algo diferente. Es bizarra pero accesible; compleja pero muy pegadiza; ambiciosa pero nunca inflada. Para mí, esto es brillante; es un balance casi perfecto entre complejidad, frescura y consistencia (es quizá el álbum más consistente de Yes) y aún hoy sigue siendo el álbum del grupo que menos me cansa, el único que puedo escuchar varias veces seguidas y en cualquier momento.

De las seis canciones, cuatro son composiciones importantes de entre siete y diez minutos de duración; todas ellas constituyen auténticos triunfos, a tal punto que me es complicado elegir mi favorita. Podría optar sin problemas por la excelente apertura Yours Is No Disgrace, que es esencialmente un tema pop de... DIEZ MINUTOS, pero que jamás de los jamases se vuelve aburrida. Ni cerca. Para empezar, la melodía vocal es una de las cosas más pegadizas que salieron de la boca de Jon Anderson y tal es así que en esta ocasión me importan tres pepinos todos los doblados de su voz. Después tenemos la guitarra de Howe, que como comentaba en el párrafo anterior, no para de arrojarnos melodías y melodías en la cara. Melodías refrescantes, de esas que entusiasman y nos hacen pensar "Oh! Este es un disco que voy a escuchar hasta el final y me va a gustar". Lo se, porque eso fue exactamente lo que pensé la primera vez que escuché el tema y exactamente eso fue lo que ocurrió. Ni hablar del bajo frenético de Squire que está por todos lados y el doble acompañamiento de Kaye (órgano y sintetizador). Sorpresas hay para todos los gustos: desde el solo de wah-wah de Howe y el jam que le sigue después, hasta la excelente sección acústica sobre el final donde la melodía se vuelve más solemne... Todo funciona a la perfección.

Pero también podría quedarme con el estupendo cierre, con Perpetual Change, quizá la canción más accesible y "comercial" de todo el repertorio del Yes clásico (No cuenta Owner Of A Lonely Heart) y quizá por eso frecuentemente relegada como segundona. A mí me encanta, y recuerdo que se convirtió en mi favorita cuando escuché el disco por primera vez. Para empezar tiene un riff sorprendentemente directo para Yes; no digo que sea un riff a lo Zeppelin o a lo Stone, pero seguro que nunca antes ni después saldrían los tipos con un riff tan entrador y normal de entrada. Ciertamente NO en Tales From Topographic Oceans, no sé si me entienden. Pero ese riff es tan solo la punta del ovillo; la melodía es adorable, el arreglo con pianos (en vez de órgano) es excelente y el breve solo jazzero que se manda Steve más o menos por la mitad es placer en estado puro. Siempre adoré ese solo y los pianitos tintineantes que suenan en el trasfondo, es uno de mis momentos favoritos del disco, y ciertamente nunca Yes volvería a sonar así.

Otro de los grandes temas del disco es I've Seen All Good People, el primer éxito radial de peso que tuvo el grupo. Y no es difícil entender por qué. Se divide caprichosamente en dos partes que bien podrían haber sido dos canciones totalmente diferentes; la primera parte, Your Move, es una balada adorable de guitarras acústicas, flautas y crescendos de órgano en donde Anderson explora ciertas metáforas ajedrecísticas. La segunda parte, All Good People, simplemente, rockea. ¿Alguna vez alguno imaginó a Yes haciendo rock and roll? Pues aquí tienen. No les sale nada mal. La primera vez que lo escuché me voló la cabeza, y lo sigue haciendo hoy en día. Porque no solo rockea bien y ajustadito, sino que tiene un estilo diferente a todo lo "rockero" que hayas escuchado antes, como todo lo que hace esta banda. Las letras de esta parte son un poco repetitivas, eso sí, pero se banca bien por el tremendo groove y entusiasmo que transmiten.

Igual, con todo lo geniales que son estas tres canciones, últimamente mi plato central del disco ha sido Starship Trooper, la primera suite progresiva auténtica que intenta el grupo y una de las mejores. Sus tres partes son lo suficientemente distintas, pero aún así se entrelazan mágicamente dando una notable sensación de unidad y cierre. Life Seeker es una obertura majestuosa y un poco extraña, con algunas de las mejores vocales de la carrera de Anderson... ¿Que no me gustaba su voz? ¿Quién dijo esa idiotez? y una banda que suena sencillamente inspirada, aún sin nada de show-off. Disillusion, irrumpe luego sobre un fenomenal toque acústico de Steve, sobre el cual se engarzan algunos de los ganchos melódicos más perdurables que haya creado el grupo. Y por último tenemos lo que la mayoría considera el center-piece del disco: Würm es un crescendo instrumental MUY simple, llamativamente simple para Yes, pero cuya progresiva masa de sonido alcanza un clímax espectacular, de esos que se imponen como devoradores monolitos de watios. Un riff de Howe, tan sencillito y en apariencia insulso que lo podría tocar hasta un canario, arranca en solitario. De a poco se van agregando un ritmo nada complicado, líneas de bajo, capas de sintetizadores y órganos, más guitarras, y cuando el horno está suficientemente caliente Steve SE ELEVA POR LOS CIELOS con un solo de antología, aplastante, majestuoso como nada. Pocas veces, nunca más diría, volveremos a Yes intentar un pasaje instrumental con tanta modestia, ni a Howe explotando sus habilidades con un solo tan antémico y feroz que podría haber venido de David Gilmour o Jimmy Page.

Quedan el medio dos pequeñas canciones un tanto descolgadas que palidecen un poco frente a la grandeza circundante pero que aún así brillan con luz propia. The Clap es una pieza acústica de Howe grabada en vivo; el flamante guitarrista ventila sus extraordinarias dotes compositivas e interpretativas sin dejar de entretener. Con respecto a A Venture, solo debo decir que me gusta mucho. La mayoría de la gente condena esta breve y extraña balada inexplicablemente, tachándola como un resabio indeseable y aburrido del disco anterior. Personalmente, por el contrario, encuentro la melodía suave y placentera, y la performance de piano de Kaye es lo más disfrutable que el tecladista me ha regalado en su corta primera etapa en el grupo (para el próximo disco ya aparecería Wakeman). ¡Por momentos hasta suena como un tango! Simplemente no sé qué le ve la gente de malo a esta pieza.

En fin, lo que quiero que quede claro es que The Yes Album me ENCANTA. Si eso quedó claro, estoy felizl. Es uno de los discos CAPITALES del grupo. De hecho, estoy tentado a decir que si bien no es el álbum de Yes que más me impresiona, sí es el que más disfruto. Con la partida de Kaye y la llegada de Wakeman el grupo continuará su ascenso hacia nubes más pretenciosas y rebuscadas aún, pero les aseguro que la frescura natural que destilan en este disco, ya no volverá.

 

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*Fragile* – 1972

9-/10

"I still remember the time you said goodbye"

1) Roundabout; 2) Cans And Brahms; 3) We Have Heaven; 4) South Side Of The Sky; 5) Five Per Cent For Nothing; 6) Long Distance Runaround; 7) The Fish (Shindleria Praematurus); 8) Mood For A Day; 9) Heart Of The Sunrise.

mejor canción: Heart of the sunrise

Hace más o menos unos seis años que escucho a Yes, y desde entonces Fragile ha sido mi álbum preferido de ellos. Cuando lo llevé a casa y lo escuché por primera vez simplemente me voló la cabeza (fue mi primer contacto con Yes después de pescar un concierto de ellos en la televisión), y ese afecto inicial ha perdurado hasta el día de hoy; cuando me dicen Fragile, yo pienso en un disco que no solo me impresionó muchísimo en su momento y me sigue impresionando, sino un disco para el cual guardo un lugar especial en mi memoria. Cuando me dicen Yes, pienso en Fragile, y después en todos los demás. No obstante, en estos últimos años, lo confieso, me han asaltado las dudas; una tenue pero genuina aura de inconformismo opacó mi relación personal con este disco, y llegado este momento de revisarlo, no me ha resultado tan fácil tomar la decisión de entronarlo como el mejor trabajo de Yes.

¿Pero por qué las dudas y por qué lo hice finalmente? Con toda sinceridad les digo, no estoy seguro. En términos de consistencia, Fragile, valga la estúpida redunancia, es relativamente frágil y para el status de clásico absoluto que tiene, es como que le falta algo. O más bien le sobra. The Yes Album y en menor medida Close To The Edge me proveen un disfrute continuo, parejo de principio a fin, mientras que en Fragile hay claros momentos que, si bien no me perturban demasiado ni me hacen vomitar, nunca jamás me cerraron y siguen sin cerrarme ahora. ¿Saben a qué me refiero verdad? Ocurre que Fragile fue grabado medio a las apuradas: con el afán de terminarlo cuanto antes y cubrir algunos huecos financieros, se decidió que cada miembro aporte una composición en solitario para rellenar los espacios vacíos que dejaba la falta de canciones. De yapa, cada músico iba a tener un pequeño espacio para lucimiento personal de sus destrezas. Y ahí está el problema para mí. Se nota MUCHO que estas cinco viñetas se tratan de mero relleno, pura agua para engordar el pollo. Realmente, por más geniales que sean amplias porciones del disco, Fragile me da la impresión de un álbum a medio terminar al que lo apuraron con unos parches improvisados y lo sacaron a la calle así nomás. Y no es la impresión que debería producirme un clásico.

Y es una pena, porque en términos creativos y musicales, no me cabe duda alguna de que Yes está al tope absoluto de su forma, y lo que se escucha acá está TAN DISTANTE del grisáseo debut que parecen haber pasado mucho más de tres años y dos reemplazos entre disco y disco. Esto es, cuando la pegan, puro Yes clásico en su mejor momento. La ida de Tony Kaye y la llegada de Rick Wakeman sin duda le aportan a los teclados la expresividad y versatilidad que Tony simplemente no tenía. No es que Wakeman se luzca DEMASIADO aquí, pero el oyente no puede dejar de notar que donde antes estaban esas torpes, anquilosadas y uniformes masas de órgano ahora hay fluídas líneas de sintetizadores y mellotrones que se imbrican mucho más armónicamente con el resto del grupo. Los demás instrumentistas solo se ponen mejor y mejor; Squire y su bajo, por ejemplo, llegan aquí a su techo absoluto; Howe se encarga muy bien de que en las cuatro canciones principales su guitarra esté SIEMPRE tirando cosas interesantes y Bruford sencillamente la rompe. Para colmo, Anderson canta mejor que nunca, al punto de que aquí ya me olvido de que su voz no me gusta tanto. Eso quedó en el pasado o en el futuro, en todo caso. Por su parte, el estilo y la onda han cambiado en muchos aspectos, como por ejemplo la cuestión de la atmósfera. Mientras The Yes Album era en su mayor parte luminoso, melódico, feliz, hasta diría "azucarado", Fragile destila, por el contrario, una una oscuridad tremenda; la infernal intro de Heart Of The Sunrise, el aural pasaje pianístico de South Side Of The Sky, algunos riffeos viciosos en Roundabout son momentos de una gélida OSCURIDAD, de esos que inflaman tu cabeza con imágenes densas y no precisamente coloridas. No es que esto sea una VENTAJA, pero lo saben bien, tengo una debilidad especial por los álbumes oscuros; y aquí Yes logra el efecto oscuridad con implacable efectismo.

Pongamos entonces en limpio: las cuatro composiciones grupales, genuinas, progresivas del disco son estupendas y superan con claridad a casi cualquier cosa producida anteriormente por la banda. Son impactantes, brillantes, espectaculares y me hacen olvidar por un instante todo lo malo de Yes; mientras las escucho las disfruto al máximo nivel posible, como disfrutaría de la mejor canción de los Beatles o los Stones. Las pequeñas viñetas individuales en cambio, ya lo dije, empañan un poco el asunto. Muchos oyentes encuentran en ellas una especie de oportuno recreo, de descanso y preparación para las apabullantes épicas progresivas del disco, como el apio y las zanahorias crudas cortan el sabor salado de una buena picada de fiambres. Aseguran además que otorgan variedad, frescura y algo de espontaneidad al conjunto. Y bien, admito que algo de eso puedo sentir a veces; ciertamente HAY una variedad imprevisible gracias a ellas, pero en definitiva nunca dejan de ser pequeños entretenimientos de feria que no parecen tener demasiado sentido ni sustancia: son compositivamente endebles, de casi nulo valor de entretenimiento y ni siquiera ostentan un gran virtuosismo de parte de los miembros. Debo decir, a pesar de todo, que los aportes de Howe y Squire sí llegan a brillar con luz propia, aún cuando quedan un poco descolgadas en el contexto. Howe nos regala una hermosa (y modesta) composición acústica en Mood For A Day y, se sabe, cuando Howe agarra la acústica no puede salir nada malo. Squire, por su parte, se lanza a experimentar con The Fish, un casi instrumental íntegramente construido con distintos sonidos de su bajo. Y funciona. No es un clásico fundamental ni es portadora de una inspiración divina, pero provee una interesante coda a Long Distance Roundaround que no desentona para nada con el alma del disco.

Los otros tres, en cambio, dejan poco y nada. El ejercicio vocal de Anderson, We Have Heaven, es agradablemente abigarrado y logra el milagro de que varias voces superpuestas de Jon suenen más placenteras que irritantes. Aún así, es tan insustancial, tan irrelevante, que su existencia no aporta casi nada a la brillantez del álbum. Es apenas una curiosidad barata para pasar el rato. Lo de Bruford es aún más chistoso: lo que suena, suena bien (es un bizarro jam grupal donde la batería parece ser el principal instrumento), pero dura 35 condenados segundos... De haberla extendido unos minutos y haber agregado más ideas, la cosa podría haberse convertido en un verdadero highlight. Pero no; 35 segundos para nada. El título rebosante de cinismo, Five Percent For Nothing, lo dice todo. Pero mi mayor irritación está dirigida a Rick, quien aporta con Cans And Brahms un irrisorio pasticho de música clásica que francamente... Al final tengo que ser indulgente porque fue por problemas contractuales y no por otra causa que no pudo donar material propio, pero un tecladista como Wakeman debería ofrecer algo MUUUCHOOO MEJOR que un aleatorio recorte de la cuarta sinfonía de Brahms canivalizada por soniditos de sintetizador. La obra de Brahms es presumiblemente genial (no la escuché, no soy fanático de Brahms), y Wakeman ES un virtuoso. Pues bien, ninguna de estas dos cosas se evidencia a partir de este híbrido insulso y tonto. En definitiva, para mí estas cositas interrumpen el fluir cosmogónico del disco: luego de Roundabout tengo que tragarme Cans And Brahms y We Have Heaven SEGUIDAS antes de poder disfrutar de la grandeza de South Side Of The Sky. Qué mal momento muchachos.

Pero cualquier protesta que esta singular estructura pueda merecer de mi parte queda eclipsada por la implacable magnitud de las cuatro canciones VERDADERAS del álbum. Aquí Yes sí se ajusta las pilchas y desencadena ante nosotros una furia progresiva sin paralelo, balanceada en momentos bellos, momentos pegadizos y momentos que sencillamente ROCKEAN a todo trapo. En ningún momento se ponen insulsos, siempre sorprenden, siempre atacan con varias cosas a la vez, y esta vez debo decir que me rindo a los diez pies del grupo. Entiendo que haya gente a la que Yes no le quepa, pero me es difícil imaginar que a alguien puedan disgustarle los mejores momentos de Fragile. Aquí y no en otro lado se entiende por qué, en definitva, esta fue una banda GRANDE. ¿Por dónde empezar? Empecemos por el principio. Roundabout es algo así como la firma de Yes, el tema que "siempre" pasan en la radio. Algunos dicen que ya la escucharon demasiadas veces, pero no es mi caso; cada vez que lo hago descubro algo nuevo, y eso es porque es una composición increíblemente dinámica; no pasa un minuto sin que la banda salte de un tema a otro, o agregue instrumentación, de una forma equivalente a un baldazo de agua fresca. Hay en total tres temas melódicos intercalados, todos ellos muy memorables, y la performance instrumental es AJUSTADISIMA. En el comienzo, el intrincado bajo de Squire empuja todo con una velocidad vertiginosa; después Anderson canta la parte de "In and around the lake" y Howe empieza a sacudir con toques eléctricos a pura energía; promediando el tema irrumpe de la nada un riffeo MALIGNO acompañado de una percusión tribal espectacular... Ya fue, hay demasiados momentos excelentes acá, y aún así no deja de ser una canción pop. Solo que MUY limada y MUY excelente. Yes nos enseña su inimitable cocktail de prog y pop en el nivel más excelso que se pueda imaginar.

Pero esto es solo el comienzo, y la soberbia South Side Of The Sky ataca la sensibilidad del oyente con aún mayor fuerza. Esta vez la complejidad de los arreglos ya no es tan primordial, pero la potencia del sonido se revela contundente. En los versos, Howe descarga MASIVOS espasmos de distorsión, bombeando junto a Squire un retumbe VICIOSO y ENFERMIZO que más de una vez me ha dejado sin habla. Anderson mientras tanto canta oscuras tribulaciones sobre helarse hasta la muerte, y en mi cabeza vislumbro gigantescas montañas nevadas, relampagueantes cielos púrpureos y un frío inhumano astillando mi sangre. Las cosas no se ponen mucho más luminosas cuando entra Wakeman con su precioso y OSCURISIMO solo de piano, aquel que se engalana con las más arrebatadoras armonías vocales jamás grabadas por el grupo. ¿Perfección? Ehhh, algo así. Long Distance Roundaround es en comparación más gentil y amable (y breve), siendo como es una pequeña gema melódica y algo jazzera que poco tiene de épica. El saltarín riff principal de Howe es brillantez pura, el bajo de Squire vuelve a derramar calidad y la melodía vocal tiene algo de místico y revelador que la hace inolvidable.

Y para el final... el GRAND FINALE. Dudé muchísimo antes de elegir a Heart Of The Sunrise como mejor tema del álbum; a pesar de sus faraónicas proporciones (es el único tema del disco que traspasa los diez minutos de duración), rara vez se lo escoje como tal. Evidentemente tanto South Side como Roundabout ofrecen dura competencia, pero al final ha pesado más la SOBERANA grandeza progresiva de esta última canción. Que en sí no es tan descollante; se trata de una serie de melodías vocales que transitan de la balada suave al himno épico apoyada por dos o tres floreos instrumentales... Lo que tiene que la hace inolvidable es una de las más PERFECTAS introducciones de rock progresivo jamás ideadas. Alguno dirá que está MUY inspirada en el estilo de King Crimson (particularmente 21st Century Schizoid Man) y es verdad, pero VAYA que funciona. Si están imitando a Fripp y compañía, por lo menos lo imitan a lo grande, tanto que esto deja en verguenza a MUCHOS pasajes instrumentales del Rey Carmesí. El riff principal es comparable a una ametralladora impiadosa de sucesivas patadas en los glúteos; una potencia... una velocidad... un retumbe... Si quieren saber cómo es que Yes PUEDE rockear, es acá donde verán la luz. Y si fuera solo eso ya sería bastante, pero intercalado con estos riffs hay un crescendo reptante y maligno de pura maestría progresiva; el bajo de Squire tira cuatro o cinco notas levemente cambiantes, Wakeman deja caer densas cortinas de mellotron, Bruford clava sus CATEDRÁTICOS toques de batería y cuando menos lo pensás... BAAAM! Vuelve el riff de Howe a echar chispas como un volcán con ganas de asesinar a todos. Es magnífico, es la experiencia definitiva que entrega Yes. No esperes volver a encontrar algo así en el catálogo del grupo. Es un momento irrepetible. Basta.

En fin. Por si no lo notaron ya, este es uno de mis discos favoritos de rock progresivo. Ahí junto a Selling England By The Pound, Thick As A Brick, Red, In The Land Of Grey And Pink y algún otro. Le puse la misma nota que a The Yes Album porque si bien los puntos altos son más altos, hay demasiado material ocioso y débil metido acá. Un pecado incomprensible que arruina relativamente una obra extraordinaria, tanto que aún así es el mejor disco del grupo. Los puntos altos son, con diferencia, el mejor Yes que tus oídos van a escuchar, solo con algunas cosas de The Yes Album y Close To The Edge ofreciendo competencia. Si Yes es capaz de entregarme sensaciones únicas y auténticamente poderosas, lo hace básicamente a través de este disco. Si esto no te gusta, dama o caballero lector, no podrás ser mi amiga/o. O podrás, pero nos pelearemos muy seguido. Y serán peleas violentas.

 

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Close To The Edge – 1972

9-/10

"A seasoned witch could call you from the depths of your disgrace"

1) Close To The Edge; 2) And You And I; 3) Siberian Khatru.

mejor canción: Close to the edge

Llega entonces el quinto álbum de estudio (el segundo con la formación "clásica" de Wakeman y Bruford juntos) y notamos que la pandilla se pone más y más complicada, progresiva, y especialmente EXTRAÑA. Muuuuy extraña. Claro, es que en 1972 ya casi todos los grupos progresivos habían puesto en el mercado dos o tres suites de larguísima duración y gigantes ambiciones, tanto que terminaban ocupando una cara entera del vinilo. Pink Floyd había hecho dos, Genesis, King Crimson y Emerson Lake And Palmer estaban en la misma onda y Jethro Tull este mismo año ya había dado el batacazo con una canción que ocupaba DOS caras de un vinilo en Thick As A Brick. NO IBA JUSTAMENTE YES, de todos los grupos en existencia, a dejar de pasar la oportunidad de subirse a la ola con su tabla de surf; ellos que tenían la formación de músicos más brillante que se podría imaginar, ellos que prácticamente podían hacer cualquier cosa que se propusieran... ellos, hasta ahora, apenas se habían animado a los DIEZ MINUTOS!!! Nooooo, imposible, el megalómano de Anderson no se iba a permitir semejante papelón artístico. De ningunísima manera. Suficiente que ya habían llegado tarde, ahora se tomarían una "pequeña" revancha. Jeje.

Entonces, Close To The Edge es, para ser escuetos, el momento en el cual Yes se torna REALMENTE complicado. Porque The Yes Album y Fragile, con todo lo producidos, intrincados y faraónicos que podrían parecer al oyente desprevenido, en esencia no dejan de ofertar una música bastante pop, bastante melódica y bastante accesible, si queremos llamarla así. ¿Roundabout? Puro pop!, no una sino tres melodías dispuestas perfectamente para la radio... ¿Long Distance Roundaround? Pop apenas disfrazado... ¿Heart Of The Sunrise?, salvando la tormentosa intro, más y más melodías pop casi, diría, SENCILLAS. Pero bueno, todo eso se acabó. La era del Yes lúdico, brillante, juguetón, alegre, se acabó. Lo cual no significa, en absoluto señores, que lo que viene a continuación sea indigerible o, aún peor, MALO. Para nada! Es MUY bueno, por lo menos en éste álbum, solo que queda bastante claro que al grupo ya no le interesa hacer ajustadas y resultonas joyas de prog-pop o como se llame lo que hacían antes. Ahora quieren, ya definitivamente, ser LA banda progresiva de los 70's. Las ambiciones entonces comienzan a volar altas como cóndores en los Andes, las estructuras se hacen más y más retorcidas, el estilo se hace más inclasificable, las duraciones se estiran como chicle y las cosas EXTRAÑAS empiezan a ser la norma.

¿Pero qué cosas extrañas nos ofrece Yes aquí y en qué se diferencia de lo anterior? ¡Buena pregunta! El sonido de Close To The Edge casi como que escapa a cualquier definición, y aún así no resulta demasiado oscuro o indigerible. Hay una marcada evolución en relación a Fragile, ya lo dije, pero tampoco esta música suena muy inesperada, sino, todo lo contrario, parece una secuela bastante lógica, natural, fluida. Recuerdo que la primera vez que lo escuché, inmediatamente después de Fragile, no sentí ninguna gran sorpresa sino que hasta me pareció más de lo mismo. Luego de AÑOS de escuchar ambos discos me di cuenta de que no, de que en realidad Close To The Edge es claramente un disco más progresivo y más difícil de disfrutar... Lo importante es que no hay ninguna debacle estilística, sino algunas sutiles (o no tanto) diferencias.

Pero mejor no aclaro (que oscurece) y voy al grano. La especificidad de Close To The Edge, desde mi punto de vista, es en sí misma una GRAAAN IRONÍA; lo que lo hace interesante, diferente, característico, también es lo que lo termina lastrando. ¿Cómo puede ser? ¿Es qué tomé más medidas de vodka de las que el consejo ecuménico me recomendó? Nada de eso señores, estoy sobrio como una esponja de mar. El asunto es este: a diferencia de los otros grupos prog del momento, que configuraban sus largas composiciones prog como SUITES, es decir, como múltiples canciones, o temas, o pasajes diferentes unidos entre sí (Supper's Ready, Thick As A Brick, Atom Heart Mother) el Yes de Close To The Edge prefiere explotar apenas UNA o DOS ideas musicales, desarrollándolas meticulosamente hasta las últimas consecuencias en duraciones de diez a veinte minutos. En otras palabras, los tipos quieren extenderse por minutos y minutos al igual que sus pares, solo que evitan caer en el "truco fácil" de encadenar distintas ideas musicales fragmentadas, independientes. En oposición, buscan formar en el oyente la impresión de una unidad totalmente redonda, compacta, única, continua que bajo ningún punto de vista pueda descomponerse en ideas más pequeñas.

El enfoque es original, es interesante. Se puede argumentar que, en muchos sentidos, de esto se trata el VERDADERO significado de la palabra "progresivo": ir desarrollando una única idea musical PROGRESIVAMENTE a través de cambios sutiles que no alteren la base temática principal. Porque... ¿Qué tiene exactamente de "progresivo" ir saltando de tema a tema sin ningún tipo de continuidad como se suele hacer en las suites? ¡Nada! Eso debería llamarse de otra manera, debería llamarse "rock saltarín" o "rock modular" (¡me gusta más esta última! Creo que la voy a patentar). ¿Y qué ocurre? En este disco particular, esta metodología es un éxito rotundo: las tres canciones dan, en efecto, una fuertísima idea de unidad, de armonía, que no se encuentra en casi ninguna otra suite de veinte minutos que yo conozca. Close To The Edge, la composición titular, ofrece menos ideas musicales que Roundabout, y dura MÁS DEL DOBLE, y FUNCIONA. ¡Funciona! ¿Cómo hacen? NO LO SE, pero la cuestión es que nunca en tu vida vas a encontrarte con otra composición de DIECINUEVE JODIDOS MINUTOS que ofrezca DOS míseras ideas musicales en total y que se pueda escuchar de cabo a rabo sin casi aburrirse. No te dejes engañar por esos pretenciosos subtítulos que indexan Close To The Edge y And You And I; The Solid Time Of Change, Total Mass Retain y Seasons Of Man son EXACTAMENTE la misma canción. En And You And I, los "subtemas" Cord Of Life y The Preacher The Teacher, tienen exactamente la misma melodía, mientras que Eclipse y Apocalypse son prácticamente un ejercicio de copy/paste. El truco está en que sobre una misma base estructural, los músicos aplican sutiles variaciones compositivas que no son demasiado obvias al principio, pero que con las sucesivas escuchas se van descubriendo con gran interés, y en definitiva, lo que queda es una canción pop, solo que de veinte minutos de duración. Es así: desde el punto de vista de la composición, de "ingeniería musical", Close To The Edge es uno de los discos más interesantes y logrados de la historia del prog.

Ahora bien: había establecido que en el mérito principal y distintivo del álbum también descansaba su principal inconveniente. Y esto que parece una contradicción es eventualmente bastante lógico: Lo que en términos puramente analíticos resulta tan interesante y estimulante, no lo es tanto en a nivel de disfrute y entretenimiento. Pensemos que se trata de una obra de casi cuarenta minutos de duración y que en ese lapso nos ofrece apenas cinco o seis ideas musicales en total. Parece (es) poco. O sea, cuando termina el disco yo siento que sí, que fue interesante, que fue innovador, que fue incluso fascinante, pero también me queda en la boca un decepcionante sabor a poco. Como cuando uno va a esos restaurantes pitucos y caros en los que los platos son exquisitos, pero aún así uno se va del lugar con hambre. Acá las tres canciones son buenas; las ideas musicales son originales, son hermosas, son potentes; la ocurrencia compositiva de desarrollar un número limitado de temas a través de  variaciones llama la atención, está bien articulada y ni a palos es un álbum aburrido. No obstante, en otro nivel me queda esa sensación de que necesito algo más para estar totalmente satisfecho. Cualquier álbum de similar duración, ejemplo Sgt. Pepper's, ofrece al oyente CINCO VECES más motivos musicales, y por eso Close To The Edge pareciera mezquino en comparación.

Es una contradicción; lo que fascina también plantea dudas. Pero qué se le va a hacer, pienso; son las contradicciones que mi frágil cabeza tiene que enfrentar ante una banda JODIDA como Yes. Así que mejor ni me complico y cierro el análisis diciendo que Close To The Edge, la canción titular, es claramente el momento estelar del disco y uno de los baluartes del catálogo del grupo. Decía que había solo dos ideas musicales y ahora debo admitir que mentí. Pero solo un poco. La tormentosa intro de la canción no tiene nada que ver con el resto, pero más que una idea disfrutable en sí misma prefiero verla como una suerte de manifiesto "ideológico" grupal que plantea cómo viene la mano con el "nuevo" Yes. Se trata de un extravagante ejercicio de caos controlado que orilla lo insoportable, en donde la banda pareciera exclamar: "¿Alguno pensaba que nos íbamos a quedar fabricando caramelitos para la radio como Roundabout? Pues, ¡TOMEN Y JÓDANSE!". Analizado fríamente, este fragmento musical podría considerarse el argumento number one para quienes odian a Yes: es que suena tan CONDENADAMENTE RASPOSO que... bueno, es lógico preguntarse dónde se supone que está el placer de escuchar esto: cada miembro de la banda hace la suya sin escuchar al otro, tirando las notas mas atonales y desarticuladas de tal forma que Trout Mask Replica y White Light / White Heat suenan casi como teen-pop en comparación (BEEP, alarma de hipérbole, BEEP). Mi opinión personal es que para lo que dura esta intro y el papel que cumple la cosa está muy bien, no deja de ser interesante desde un punto de vista técnico, al menos, y la forma en que se resuelve, introduciendo como un halo de luz brillante el tema principal, es genial.

Lo que sigue es algo muy curioso, algo que desafía cualquier intento de encasillamiento. Supongo que, sin mucha imaginación, habría que llamarlo "rock progresivo", pero apuesto que, en caso de no haberla escuchado antes, lo que tal carátula te hará imaginar no tendrá NADA QUE VER con lo que en realidad es. Lo primero que aparece es una melodía de guitarra eléctrica bastante impactante y majestuosa, pero en seguida todo se disuelve en un pasaje musical BIZARRO que, en un intento desesperado por describirlo, tiene llamativos tintes de reggae y de pop. Es pegadizo, rítmico y bastante animado, aunque debo decir que las vocales de Anderson suenan RARAS y las letras... ¡LAS LETRAS! ¿"A seasoned witch could call you from the depths of your disgrace"?, ¿"TO REARRANGE YOUR LIVER TO THE SOLID MENTAL GRACE"? Esto lo tengo que traducir para que a todos les quede claro: "Una bruja condimentada podría llamarte desde las profundidades de tu desgracia para reconfigurar tu hígado hacia la sólida gracia mental" ¡¿Qué demonios?! El muchachito este estaba loco, de eso no cabe duda alguna. De remate. Bien por él.

Obviamente toda esta parte es fantástica: desde la guitarra frenética de Howe que suena como un charango tocando reggae (!!!), pasando por las inyecciones ocasionales de sintetizador que brinda Wakeman y las hiper-complicadas pautas rítmicas de Bruford, hasta el bajo de Squire, que empieza en un plano bastante difuso pero que a partir de la segunda repetición (Total Mass Retain) arremete con unos barridos MONSTRUOSOS que hacen retumbar todo. En medio de todo este embrollo hay un estribillo clásico bastante antémico ("Close to the edge, down by the river"). En fin, una joya de la creatividad, el arte y el entretenimiento. La única parte de la canción que marca un quiebre notable es I Get Up I Get Down, donde la banda retoma uno de los fraseos principales de la canción (justamente, "I get up, I get down") y lo reelabora un intermezzo de puro AMBIENT (!!!) con extrañas y no del todo placenteras armonías vocales y virulentas intervenciones de un órgano de iglesia sonando a todo culo. El cierre, solo de órgano mediante, es una nueva repetición del tema principal, solo que esta vez da la sensación de que la banda está sobrecargada de energía y se acerca mucho a ROCKEAR. ¿Entienden a qué me refería antes? El tema es EL MISMO, pero claramente los tipos lo están tocando con otro humor, y si antes divertía y sorprendía, acá simplemente muerde.

Demás está decir que Close To The Edge es una composición única y si bien no soy un FANÁTICO ENAMORADO, nunca me cansaré de afirmar lo imaginativa y DISTINTA que es: no se puede encontrar nada remotamente similar en los decálogos del rock progresivo. Su atípica mezcla de free-jazz, reggae, pop, ambient, art-rock y música clásica no tiene parangón alguno. En comparación, la épica And You And I suena bastante más acercada al prog tradicional, pero no por eso deja de ser una canción HERMOSA, en el más amplio sentido del término. Para un álbum que caractericé de "complicado", And You And I pareciera ser bastante simple en su estructura. De alguna manera, los tipos la estiran a diez minutos, pero no parece. El estupendo rasgueo acústico del principio, que empieza como un tonteo espontáneo de Howe que de a poco se va configurando, las líneas de sintetizador de Wakeman y las climáticas secciones Eclipse y Apocalypse son para mí los atractivos más conspicuos de esta composición. Estas últimas son especialmente remarcables, gracias a la TREMENDA melodía de sintetizador y mellotron que toca Wakeman a partir del minuto 3:47. Es sensacional. SENSACIONAL. Prog-rock en su máxima ostentación de gloria y placer auditivo. Pero si quieren trucos, hay más: escuchen cómo en The Preacher The Teacher se retoma el mismo tema inicial pero el riff acústico de Steve ya es diferente y las líneas de sintetizador también. ¡A eso lo llamo VARIACIÓN! Por si no se dieron cuenta, hasta acá el álbum es PERFECTO.

Y esa perfección termina de redondearse con Siberian Khatru (no me pregunten qué significa eso) que, siendo la composición más corta de las tres, es la más arremolinada, caótica y que más ideas musicales dispara sobre el oyente. Vaya contradicción. Por supuesto, es excelente también, aún cuando tiene el único momento del disco que realmente detesto: a saber, esos coreos tontos y chillones de TARÁ TARÁRA próximos al final, prueba absoluta de que Yes se disponía a irritar a todo el mundo en los próximos álbumes. Pero qué queja puedo clamar sobre un tema que tiene tantas cosas excepcionales todas juntas: el riff blusero de Steve (este tipo no para!) que arranca al principio, el ritmo funky asesino sobre el que sostiene la melodía vocal, el DESUBICADO solo de clavicordio de Wakeman y el tremendo solo de Howe a continuación donde retoma el riff inicial. Las melodías vocales también son cambiantes y retorcidas de principio a fin y, bueno, eso es todo lo que puedo decir. Es notable cómo esta música no se parece a nada anterior ni posterior del grupo, ni siquiera se parecen entre sí estas tres canciones del mismo álbum: o sea, estos muchachos eran mucho más que solo virtuosos: tenían ideas, sabían expandirse.

En un principio pensaba darle a Close To Edge una nota de ocho, básicamente por su desequilibrio entre duración total e ideas musicales ofrecidas. Sin embargo, dado que en términos de consistencia es probablemente lo más fuerte que han dejado estos tipos y que el desarrollo compositivo que se expone es francamente impresionante, no me queda otra que dejarle un nueve y considerarlo otra gran obra de un grupo que insiste en demostrarme que tiene grandeza y que debería estar más arriba en mi escala de preferencias.

 

Sección COMENTARIOS DE LECTORES sobre CLOSE TO THE EDGE!

 


Tales From Topographic Oceans – 1974

8-/10

"What happened to this song we once knew so well?"

1) The Revealing Science Of God (Dance Of The Dawn); 2) The Remembering (High The Memory).

1) The Ancient (Giants Under The Sun); 2) Ritual (Nous Sommes Du Soleil).

mejor canción: The revealing science of God (Dance of the dawn)

¡Excelente! ¡Justo lo que necesitaba! Mientras estoy acá, arrastrándome entre apuntes para el maldito final de una de las materias "bisagra" de mi carrera, resulta que también tengo que revisar Tales From Topographic Oceans, de Yes, y francamente no estoy seguro de cuál de las dos cosas es más compleja. Por si no has oído hablar nunca de este álbum (lo cual sería raro), lo primero que te puedo informar es que se trata del proyecto artístico más AMBICIOSO, EXCESIVO y FARAÓNICO jamás plasmado en el campo de la música popular. Está claro que Close To The Edge no era lo suficientemente complejo y delirante como para satisfacer las aspiraciones bulímicas de Anderson, así que al hombrecito no se le ocurre mejor idea que concebir un álbum DOBLE (es decir, de DOS DISCOS) consistente en CUATRO MOVIMIENTOS (porque, claro, llamarlos "canciones" sería un insulto para el pobre Jon) con pomposos títulos dobles y duraciones de entre DIECIOCHO y VEINTIÚN minutos cada uno, cuyo concepto trata nada menos que de LA TOTALIDAD DE LOS ASPECTOS DE LA VIDA SOCIAL Y LA RELIGIÓN A LO LARGO DE LA HISTORIA.

¿Vieron? Estos tipos NO SABÍAN cuándo parar. Para mí Anderson, fastidiado con las críticas que el grupo empezaba a cosechar debido a sus pretensiones, sus virtuosismos y su excesiva complejidad, quiso mandar un mensaje contundente: "¿Complejo? ¿Así que COMPLEJO? ¡¡¡AHORA VAN A VER LO QUE ES COMPLEJO MANGA DE PARÁSITOS!!!". Y así es que se fue completamente a la m**** con este mastodonte de álbum, en cuya comparación cosas como Aqualung, The Wall o The Lamb Lies Down On Broadway parecen compilados de hits bailables para chicas de doce años. Más allá de su verdadero resultado artístico, el impacto que tuvo Tales en la escena fue mayúsculo. En su momento, fue el causante de que Rick Wakeman se alejara de la banda mascullando su desprecio por el proyecto terminado, y poco después fue citado por los popes del punk como el emblema máximo de todo aquello que había que destruir de una buena vez y para siempre. Aún hoy genera un abismo ridículamente profundo de opiniones extremas: o bien es un chiste de mal gusto, una inconcebible parva de basura que ejemplifica las peores atrocidades del rock sinfónico; o bien una maravilla inaudita, una obra maestra insuperable que pone en ridículo a cualquier otra obra del género, incluidos álbumes anteriores de Yes. Casi que no existe término medio, y así se han sucedido los debates, las polémicas y las discusiones sin solución de continuidad, durante los treinta años que transcurrieron desde la creación del disco.

Lo raro de todo este asunto es que, escuchando el álbum, se me hace que AMBAS posturas tienen su cuota de razón, según el humor o el enfoque que uno quiera adoptar. El principal problema que tiene, para mí, es que el producto final está MUY por debajo de las ambiciones que evidencia. Es decir, para ser una pieza doble que pretende reflexionar y filosofar sobre LA VERDAD DE LA VIDA, su contenido netamente musical no parece nada demasiado revelador. No me malentiendan; bajo ningún punto de vista esta música es ORDINARIA (jamás!), pero teniendo en cuenta el tremendo peso del concepto, uno podría esperar algo más... más... ehhh... INSPIRADOR, por decirlo de alguna manera. Recuerdo que las primeras veces que escuché los discos, hace ya unos cuantos años, la cosa se me hacía impenetrable y llegué a detestarla con bastante entusiasmo. Algunas partes (principalmente amontonadas en The Revealing) llegaban a resultarme algo intrigantes, pero no mucho más que eso: solo escuchaba una ensalada de motivos totalmente incoherente, caótica, interminable, sin eje aprensible ni terminación alguna. El tiempo, sin embargo, me ha enseñado a apreciar la obra hasta un punto en el que, si bien no me cierra totalmente (¿A quién?), la puedo disfrutar lo bastante como para que no me tiemble el pulso al ponerle ocho.

Las sensaciones negativas más consistentes que me deja la obra completa son dos. Por un lado, está claro que, como combo instrumental, Yes ha caído uno o dos escalones; ya NO SON esa máquina infernal, aceitada, precisa, ajustada, capaz de maravillas increíbles como Roundabout, Starship Trooper o Siberian Khatru. Acá las ideas musicales parecieran articularse mucho más vaga y aleatoriamente, sin esa justeza, sin ese "punch" tremendo que te mantenía con la respiración contenida hasta el final, como en el caso de los tres álbumes anteriores. Casi todo el tiempo, estas composiciones irradian la sensación de un conglomerado de performances difusas que se superponen unas sobre otras sin demasiado cuidado ni armonía, provocando en el oyente un estado más cercano a la confusión y la incomodidad que al disfrute y la excitación plena. Me pregunto si esto se lo debemos a la voluntad del grupo de retorcerlo todo a propósito, o simplemente al apuro y/o incapacidad de los miembros para componer los temas. Apuesto que hay algo de las dos cosas: está claro que Yes ya tiene aspiraciones "superiores" y no puede autorizarse a hacer nada muy accesible, pero también estoy seguro de que a la hora de grabar terminaron tocando un montón de cosas medio así nomás como para acabar de una buena vez.

De esto deriva la segunda sensación: el álbum está PLAGADO de ideas y bloques musicales progresivos, lo cual en los papeles siempre da para ilusionarse, solo que en este caso, para ser honestos, solamente un irrisorio puñado de ellas son REALMENTE valiosas. Una canción como, por ejemplo, Close To The Edge tenía tan solo dos o tres motivos, pero TODOS eran de primera categoría y estaban desarrollados con excelsa maestría. Acá en Tales lo se gana en cantidad se pierde en calidad. La mayoría de las melodías e interludios instrumentales parecen a medio cocinar, forzados, aleatorios, como inventados en tres o cuatro minutos y pegados uno detrás del otro para llegar, en algún momento, a los veinte minutos. Así, las melodías vocales de Anderson realmente memorables se cuentan con los dedos de UNA mano mientras que en muchas otras ocasiones parece que está cantando cualquier cosa; algunos pasajes instrumentales logran ser entretenidos, o evocativos, o creativos, o emocionantes, pero la mayoría no pasa de inconducentes garabateos de Howe y aleatorios acordes de mellotron de Wakeman. De esta forma, amplias partes del disco se convierten en monstruosas nebulosas sonoras casi imposibles de seguir que, en vez de excitar nuestra imaginación, la terminan dopando y adormeciendo. Considerando además que en general estos motivos se suceden uno tras otro de forma impredecible, desarticulada, con costuras a la vista, lo que nos queda es poco más que un absurdo caos ininteligible, capaz de despertar en cualquier mortal los más viscerales impulsos de tomar ambos CD's y destruirlos a martillazos.

Ante semejante panorama, muchos creerán que subscribo al clan de quienes ODIAN el álbum (los hay, y muchos), sin embargo hete aquí que le termino poniendo un ocho, la cual es una nota ALTA, por si necesitan esa aclaración. ¿Cómo es posible? ¿Qué es lo que lo redime? ¿Cómo ha llegado a gustarme la obra a pesar de todo? Es muy probable que la respuesta correcta continúe para siempre opacada por la urdimbre de contradicciones que supone escuchar y analizar a una banda como Yes, pero se pueden ensayar aproximaciones. La primera que se me ocurre es que si bien muchos de los pasajes instrumentales antes criticados no tienen ni por asomo la inspiración de un Heart Of The Sunrise o un Close To The Edge, en su mayoría terminan siendo inofensivamente placenteros o extrañamente inquietantes. La segunda que se me ocurre es que, en su conjunto la obra es de una naturaleza tan decididamente ingente, caótica, impenetrable, desproporcionada y, en una palabra, BIZARRA, que eventualmente logra ejercer un cierto magnetismo y fascinación en quienes lo enfrentan. Es el tipo de disco que crea una pintura musical tan gigantesca que uno tiene la sensación de que puede entrar, volar y perderse en él como en un mundo; aún cuando ningún gancho musical sea particularmente demoledor, hay una percepción de algo que lo impregna todo, que lo llena, que lo colma. Los cuatro movimientos tienen tantos relieves, tantos segmentos y tantas diferencias recíprocas que al finalizar una escucha completa queda una impresión de VASTEDAD que ningún disco jamás podría rivalizar. Y una tercera razón es que, en definitiva, esta música suena única, diferente: nada en la esfera del rock progresivo, el rock en general o la música en general suena como Tales From Topographic Oceans; ni siquiera en la discografía de Yes hay algo demasiado similar.

De los cuatro movimientos, el primero, The Revealing Science Of God (Dance Of The Down), es con diferencia el más disfrutable, al menos en mi caso. Esta conclusión se desprende del hecho que es el único que, a lo largo de sus veinte minutos y medio de duración, no me hace perder el hilo sino que, por el contrario, me entretiene, me mantiene a la expectativa y se me pasa más o menos rápido. El único en el cual la mayoría de las ideas musicales valen la pena y no dejan la sensación de un espacio desperdiciado. Advierto que no me voy a interiorizar en el concepto filosófico de las piezas porque además de que es condenadamente MESIÁNICO, las letras apenas tienen sentido para mí. En este caso, lo mismo me da si The Revealing trata sobre la existencia de Dios o sobre hormigas en escabeche. Acá lo importante es prepararse para un viaje musical que puede sonar un poco inconexo al principio (propiedad extensible a todo el álbum, claro está) pero que lentamente irá revelando porciones de una sutil belleza, digna del mejor Yes. La cosa arranca con una introducción monocorde cantada por Anderson en forma de plegaria oscura, la "danza del amanecer" quizás, que a) Suena muy RARA como intro para un álbum, lo cual indica a las claras con qué nos estamos metiendo y b) Tiene un desarrollo de crescendo tremendamente POTENTE, cuya sublime culminación con el tema principal que tocan los sintetizadores es uno de los contadísimos momentos de la discografía de Yes que me ponen la piel de gallina y me estremecen de pies a cabeza. ¿En serio? ¡Sí, en serio! También es uno de los pocos en los cuales su música me dibuja una imagen bien clara en la mente; en este caso la de una tribu o algo así invocando a los dioses en una playa con la primera luz del día. A partir de aquí se van desencadenando las melodías una tras otra y ¿Saben qué? ¡Funciona! No se trata de una avalancha de irrefrenable furor rockero como lo era Roundabout, es todo muy reposado, pero aún así me cautiva siempre. Las melodías vocales de "Cast out a tune but I never saw the face", "What happened to this song", "They move fast, they tell me" y "Getting over overhanging trees" son todas muy bonitas, emotivas y resultonas y se funden unas con otras de manera bastante impresionante. Como yapa, hay algunas secciones instrumentales de alto impacto, como por ejemplo el EXCELENTE tema de sintetizador que sirve de introducción, el solo jazzero que comienza alrededor de los nueve minutos, el multifacético solo de guitarra que arranca a los 11:50 (que termina con tintes bastante funky!!!), el atmosférico fraseo de que le sigue y, especialmente, el DESGARRADOR solo de sintetizador que se manda Wakeman sobre el final, el único segmento del disco que rockea con furia y EL momento cumbre de Wakeman como tecladista de Yes. En resumen, The Revealing Science Of God es una notable gema épica que si bien no tiene la cohesión de otras como Close To The Edge o The Gates Of Delirium, es una adición valiosa al canon de suites progresivas destacables.

Lo cual no es algo que pueda decir de The Remembering (High The Memory). Esto sí ya parece un pasticho desigual donde algunas ideas planteadas simplemente no van a ninguna parte. Para que se den una idea, los primeros nueve minutos y medio son LEEEEEENTOS, leeeeentos como una jodida babosa musical. Son nueve minutos donde no pasa NADA, o casi nada. Hay un par de floreos de mellotron más o menos buenos y una melodía vocal innegablemente hermosa ("Ours the story shall we carry on...") pero por lo demás la cosa insiste con una melodía ESTÚPIDA, repetida ad nauseaum sobre un trasfondo instrumental inocuo que no parece terminar nunca jamás. Por suerte, luego de esta tortura emerge un SOBERBIO motivo de sintetizador como un ave salvadora, como una luz brillante en la oscuridad, y enseguida quiebra hacia una parte más interesante de ritmos saltarines, guitarras acústicas y una melodía agradable, donde se recuperan en parte la energía y la dinámica que la larguísima introducción NO TIENE. Igual, poco después me pierdo de nuevo, ya que no son capaces de mantener el groove durante mucho tiempo. Por lo menos termina con un clímax sinfónico bastante arrebatador en donde repiten la melodía más memorable de la suite ("And I do think very well... etc.") con el doble de potencia y belleza que antes, logrando emocionarme de corazón aún cuando la experiencia total de The Remembering haya sido más irregular que otra cosa.

The Ritual (Giants Under The Sun), ya en el segundo disco, es la más corta y la más extraña de las cuatro composiciones (lo cual no es poco decir eh?). Los primeros DOCE MINUTOS Y MEDIO constituyen una auténtica tortura musical en la que Howe se masturba con un eterno solo de guitarra avant-garde donde no cabe hallarse UN SOLO acorde consonante; lo acompañan todo tipo de ritmos quebrados, platillazos estridentes, xilófonos malignos y ruidos extraños. No me apresuraré a condenar esta parte como lo más INFUMABLE y FALLIDO jamás visto en todo el rock progresivo porque en definitiva la combinación logra ser fascinante, oscura e inquietante en algún nivel. Si esto mismo hubiera aparecido en algún disco de Frank Zappa o Captain Beefheart, ya habrían surgido hordas de imbéciles elitistas proclamándolo como una "elocuente muestra del genio musical que desafía todas las fronteras" o alguna charlatanería por el estilo. Pero lo más curioso (y efectivo) de The Ritual está en cómo este desencajado monstruo de sonido se convierte inesperadamente en una preciosa balada folk en donde Howe hace de las suyas con la guitarra acústica. Ya saben, cuando Howe agarra una acústica, el resto es historia, y en este caso el resultado es tan soberbio que redime cualquier bochorno anterior. El momento a los 12:51, en el que luego de una breve introducción las voces quedan suspendidas en el aire y entra esa PERFECTA línea de guitarra para dar comienzo a la sección, es simplemente una de las cosas más HERMOSAS que mis oídos hayan escuchado; me pone la piel de gallina también, todas y cada una de las veces. Y el resto de la melodía acústica es simplemente aplastante; hay que experimentarla para creerla. Así que cuando escuches The Ancient y a los dos o tres minutos quieras mandar todo al diablo recordá que vale la pena esperar.

Por último está Ritual (Nous Sommes Du Soleil), que por algún motivo es la que con menos detalle recuerdo. Quizás sea porque es la última y rara vez aguanto hasta este punto, o porque es la más compleja de las cuatro. Esta vez el grupo mezcla unos versos asequiblemente melódicos, casi "pop", con algunas de las secciones más abrasivas e impenetrables del disco, y aunque no puedo decir que me apasione la cosa (al revés de la mayoría que suele elegir Ritual como el momento cumbre del disco), debo admitir que su incontable carga de ideas melódicas e instrumentales me termina envolviendo, aunque no siempre (casi nunca) logre mantener el hilo de semejante mastodonte compositivo. Una de las cosas que llama la atención es que Howe, a los 4:25 toca una partecita del tema principal de Close To The Edge. Ja! ¿Relleno? ¿RELLENO YO? Lo mejor de todo es, sin dudas, la balada principal, muy pegadiza y antémica ("Open doors, we find our way"), que comienza a los siete minutos aproximadamente, que cuenta con ese fantástico estribillo vocal ("Faaaaaaaight", "The sooooource") y que incluye un reprise de The Revealing antes de sumergirse en abismos ultra-tenebrosos que incluyen más guitarras raras, sonidos enloquecidos y hasta un solo de batería que no es de Bruford porque, esto se me había pasado, Bruford se fue después de Close To The Edge a tocar en King Crimson dejándole el lugar al inferior pero competente Alan White. Por lo tanto el solo es de Alan White.

¿Obra maestra o bodrio terrible? Imposible decir. A mí me gusta, tiene algo que me atrae a pesar de que su escucha sigue siendo una especie de ejercicio de laboratorio antes que una experiencia para disfrutar al cien por cien. La pintura de cubierta, de Roger Dean, al menos es intachable: una de las más evocativas y atractivas portadas de álbum que conozco. ¿El álbum en sí? Digamos que es cansador, confuso, hermoso, insoportable, patético, brillante, fascinante, aburrido, sublime, inentendible, inolvidable. ¿Se entendió?

 

Sección COMENTARIOS DE LECTORES sobre TALES FROM TOPOGRAPHIC OCEANS!

 


Relayer - 1975

7-/10

"Our reason to be here"

1) The Gates Of Delirium; 2) Sound Chaser; 3) To Be Over.

mejor canción: The gates of delirium

¡¡¡Por Dios!!! ¿¿¿No tuvieron suficiente con la CESÁREA que fue Tales From Topographic Oceans??? ¡Sí! ¡A vos te hablo Anderson y la *ejem* de tu madre! ¿No tuviste suficiente? ¿No se ha saciado acaso tu vorágine asexual de mesías reencarnado?. Si alguno tenía la esperanza de que luego de un mastodonte laberíntico como Tales, Yes iba a apichonarse con canciones cortitas y pegadizas como en Fragile, pues ¡SE EQUIVOCÓ! Maldita sea, ahora sé porque la Rolling Stone odia a estos flacos. No me malentiendan: Relayer no es un mal disco, pero ¡Ay! que te la hacen difícil. Muy difícil. Y por eso me permito putear un poco.

Relayer pertenece a esa extraña estirpe de álbumes que me parecen buenos pero que virtualmente no disfruto y nunca tengo ganas de sentarme a escuchar. Por eso, tal vez, sea aquel que mejor represente mis sentimientos contradictorios para con esta banda. O sea, es BUENO; los tipos tocan BIEN y, está tan lleno de ideas y de relieves que no puedo descartarlo como simple basurita pretenciosa que no va a ningun lado. Aún cuando LO SEA. Ok, tratemos de obviar esa contradicción imbécil y vayamos al grano. Una cosa está clara: Relayer, a pesar de cooptar cierto favoritismo entre algunos fans, no está al nivel de los cuatro álbumes anteriores, aún cuando en términos de complejidad y ambiciones el grupo no haya dado ni un paso atrás. ¡Al revés! Este debe ser, con tranquilidad, el álbum más complejo, retorcido y BIZARRO de todo el catálogo del grupo. The Yes Album y Fragile parecen música de carrousel al lado de esto, mientras que Close To The Edge y Tales apenas pasan como experimentos hippies más complicados de lo habitual. Relayer nos muestra a Yes en su fase instrumental más extrema, más desaforada y, como siempre, el producto redunda en una escucha que puede ser fascinante por un lado y salvajemente desarticulada por otro: solo para estómagos progresivos de cepa bien curtida.

Sí, sí, claro, cómo no. No será la mega-esfera de inflación divina que era Tales en cuanto a magnitud, pero instrumentalmente está claro que Relayer redobla los excesos de aquel álbum. Personalmente, y esto ya lo dije, no me llama gran cosa la atención que cuatro flacos toquen como los dioses si no son capaces de seducirme a través del sonido, de llevarme a lugares imaginarios, de hacerme ver otras cosas, de emocionarme, de conmoverme, de aterrarme, o lo que sea. Esta música es única. Es original, es delirante, es aventurada como pocas. Pero no me traslada a ningún lado en particular, es demasiado fría, demasiado fetichista y la mayor parte del tiempo me remite a unos tipos alienados que tocan por tocar, como robots en una fábrica de autos, sin preguntarse si aquello que hacen seducirá los oídos de la gente. Que los confundirá, que los desorientará, que los hará abrir los ojos grandes como bahías, seguro. Pero ¿Sentarse a escuchar y disfrutar genuinamente? Eso después se verá; es secundario. Esa parece ser la norma para Yes: en este álbum más que nunca.

Por otro lado hay que reconocer al menos la... la... LUJURIA del álbum. Opino que ésta puede ser suficiente atractivo si uno está de MUY BUEN HUMOR para este tipo de cosas. El asunto es una panacea increíble de ruiditos, disonancias, voces arremolinadas, ataques rockeros de impasible furia (sin duda el álbum más "heavy" de la banda) sonidos raros de sintetizador, masas de cuerdas esquizoides, explosiones de guitarra loquísimas, piezas encimadas y floreos avant-garde que conviven en el cocktail menos armónico y más quema-cesos que haya conocido el rock progresivo. Puedo disfrutarlo, pero en un nivel totalmente diferente: más parecido a la forma en que "disfrutaría" un experimento químico en un laboratorio. Es música de laboratorio para mentes enfermizas. Si considerás que tenés una mente MUY enfermiza, quizás este sea un álbum indicado para machacarte la cabeza, aunque a mí personalmente me parece que un robot estaría más a gusto que yo escuchando esto.

El observador agudo habrá notado que el formato es exactamente el mismo que el de Close To The Edge. Primero una épica gigante de más o menos veinte minutos y después otras dos canciones más cortas, en este caso de diez minutos cada una. Otro habrá notado que ya no aparecen más los teclados de Rick Wakeman, quien dio el portazo totalmente asqueado con el resultado de Tales From Topographic Oceans. En su lugar está el amigo Patrick Moraz, un ex miembro de los Moody Blues que realmente la mueve y tiene su estilo personal, si bien no se luce demasiado más allá de un par de solos perdidos por ahí. Por cierto, acá nadie se luce, todo se pierde en la masa informe. Volviendo a las canciones, la inexorable, imponente, The Gates Of Delirium es quizás la composición épica definitoria de Yes. Más que una nueva Close To The Edge se me hace una especie de respuesta a Supper's Ready de Genesis; es más mesiánica y pretenciosa que la biblia, es ultra-solemne, tiene cero humor (nada de Willow Farms por cierto), y hasta tiene su tema conceptual construido en torno a una batalla sangrienta que no se por qué se lleva a cabo, ni me interesa. Quizás ni siquiera importe: es la batalla en sí. Como cualquier batalla que se precie la composición tiene tres etapas bien diferenciadas: una para la "preparación" en donde supuestamente vemos al gallardo capitán arengando violentamente a sus tropas, otra para la batalla en sí, donde todos se matan a palazos y cuchillazos, y una conclusión final donde están todos muertos y vemos a los cadáveres destrozados sembrados por todas partes mientras el humo y la sangre se mezclan en un silencio monstruoso. El problema es que Yes NO LOGRA que veamos esto. Es decir, si uno lee las letras y es suficientemente inteligente sabrá de la batalla, pero la música NO te la hace ver, no te la hace sentir (salvo al final, a eso vamos). El gran problema de siempre con Yes.

La primera parte de la canción es espantosa. No hay matiz posible acá. Es ESPANTOSA. Nunca me gustó y nunca me va a gustar. La melodía es pésima; los coritos infestados de Andersons son chillones; no hay un mínimo de feeling y los instrumentos solo escupen cualquier garabato aleatorio que va de malo a malísimo. Cualquier relación de continuidad entre esta cacofonía robótica y una emocionante arenga pre-bélica es un invento. Si alguien quiere saber exactamente por qué cosas DETESTO a Yes, si alguien quiere conocer qué es exactamente el MAL PROG, sírvanse escuchar la primera parte de The Gates. Es penosa, y para colmo dura más de ocho minutos. Ahora, hay una segunda parte, la que representa la batalla propiamente dicha. Bien, esta parte ROCKEAAAAAAAA (agregar tantas A's como uno tenga ganas). ¡Ojo! En cuanto a estilo, no es TAN diferente de la primera parte, pero ocurren simultáneamente dos cosas que dan vuelta la tortilla: a) Anderson cierra por fin su maldita bocota y b) La banda se AJUSTA LAS CALZAS. Resultado: un jam prog se desencadena de golpe A TODO CULO sin dar respiro un solo segundo, arremetiendo como una manada insaciable de locomotoras asesinas, llevándose todo a su paso como un huracán. Howe se convierte en una especie de Luzbel con ojos llameantes y vomita toda clase de riffeos inclementes; Moraz no quiere ser menos y saca metralla con todo tipo de solos aguijoneantes y el bajo de Squire es un misil incandescente. Toda la banda se prende fuego y atesta un tremendo mazazo: es el momento instrumental más pesado y rotundo de la carrera del grupo. Si alguien quiere saber por qué cosas AMO a Yes, si alguien quiere conocer qué es exactamente el BUEN PROG, sírvase escuchar la segunda parte de The Gates.

Pero también hay una tercera parte y, afortunadamente, es HERMOSA. Sí, hermosa. De pronto nos encontramos con una música eterna, con una melodía que parece trascender fronteras de mundos y épocas, y si bien la batalla fue cruel y los cadáveres flotan en las aguas del río, hay una luz de esperanza en el futuro. Anderson vuelve a cantar, y esta vez lo hace maravillosamente: "Soon oh soon", dice la plegaria, y de repente nos encontramos flotando en una nube religiosa de inexplicables espejismos sensoriales, como en el final de una película grandiosa. ¡Puta! Es quizás el único momento verdaderamente EMOCIONANTE que haya pergeniado la banda, y el único que de repente nos inyecta sensaciones palpables, visibles, que están ahí. ¡Bravo!

El problema: estos buenos catorce minutos de música son los últimos (y únicos) trazos de calidad auténtica que ofrece el álbum. El resto flota en una decencia mediocre que no hace absolutmente nada. La violenta Sound Chaser es un pastiche que quiere sonar como una mezcla de King Crimson y Miles Davis pero que en rigor termina sonando como cualquier cosa. Cada tanto amenaza con ser interesante, en parte por su delirio colectivo, o por cosas como el riffeo slide que Howe se manda hacia el final o algún solo de Moraz, pero por lo demás el tema es una ensalada sin estructura ni coyuntura alguna que encima tiene el mal gusto de lanzarnos esos "CHA CHA CHA CHA" ladrados por Anderson, que cuentan entre lo más idiota que tuve la ocasión de escuchar en mi vida. Olvidable. To Be Over, con sus tintes hindúes (¿O japoneses?) (¿O ambos?), es mucho más tranquila, pero nuevamente no hay mucho de lo que aferrarse: las melodías vocales son perezosas, para no decir inexistentes, y los relieves instrumentales no muestran nada. El riff slide a los 3 minutos y cuarto es bonito, pero este tipo de cosas quedan perdidas por ahí entre la nada absoluta. Aburrido. MUY ABURRIDO. Aunque por lo menos es mucho mejor que Sound Chaser.

En fin. Un álbum muy desigual. Los minutos gloriosos de The Gates Of Delirium realmente valen la pena. Lo demás no sirve para nada. Son catorce minutos buenos de cuarenta, lo cual es un muy bajo porcentaje. La nota debería, en principio, ser más baja, pero decidí pornerle un siete porque, por un lado, lo que es bueno, es MUY BUENO y está entre lo mejor del grupo, mientras que lo que es malo (el resto) no es MUY malo y además tiene un poco de ese riesgo, esa lujuria, ese delirio que le da un filo extra que... qué se yo... todavía prefiero escuchar estos divagues inconducentes antes que un disco entero de los Ramones o de Iron Maiden. Seré tonto, pero es así. Relayer. Solo para fanáticos.

 

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